sábado, 30 de septiembre de 2017

Lo ecológico de los tomates Vs la industria alimentaria

El otro día acabé leyendo este artículo: "El valle ecológico: fruta y verdura ecológica directa a Madrid" sobre un chico de mi pueblo que se ha lanzado a la aventura de crear un huerto ecológico, no como un hobbit o un negocio lucrativo, sino como un oficio y una forma de ganarse la vida (coherente con su sistema de valores, y también con el ambiente y medio que le rodean). 

El artículo está bien, merece la pena leerlo: porque narra una historia de superación personal (y de búsqueda de un bien medio ambiental, común), porque plantea interrogantes y muestra alternativas (al sistema de consumo alimentario actual). Alternativas que ya están en funcionamiento.

Es verdad que habría que preguntarse por qué los alimentos en intensivo y altamente tecnificados son tan baratos ¿Quién está asumiendo los costes?  Seguramente el medio ambiente, nuestro medio: ese basurero que parece no tener límites para tragarse todo. Pero también nuestra salud y nuestra capacidad de disfrutar comiendo. No, no es lo mismo un tomate cultivado en un huerto (recolectado en su momento) que esas piezas rojas, brillantes, perfectas, que nos ofrecen en los supermercados, durante todo el año... Deberían cambiarles el nombre, no sé "tecnomate"... o algo así.

Hubo un tiempo, no tan lejano, en que cultivar o criar animales formaba parte de la cultura popular, como pueden formar hoy día el conocimiento de las TIC... Vivimos un mundo en que los niños nacen con una pantalla táctil en la mano y, sin embargo, se nos priva de ciertos conocimientos y prácticas: cultivar un huerto, alimentar unas gallinas, arrancar "malas" hiervas, dejar las buenas, eliminar babosas, evitar gusanos...
La especialización ha convertido estas tareas del saber colectivo en un asunto de científicos, ingenieros agrícolas, industriales... Y el resto de la población ignoramos totalmente los ciclos agroganaderos, los productos que consiguen evitar las plagas, vacunas, fertilizantes, sustratos, la maquinaria que arranca la planta y se queda solo el tomate...

La zona en que vivo no se distingue precisamente por una agricultura industrial. En realidad es casi de subsistencia, de consumo propio. Pero la química, la maquinaria y las semillas de la agricultura industrial lo invaden todo. Conozco muy poca gente que conserve sus propias semillas de hortalizas o cereales. Y es verdad que resulta más cómodo echar un veneno en el suelo que solo mate las "malas" hiervas, que doblar el lomo para arrancarlas a mano. Los motocultores y los tractores han sustituido a mulas y burros... En un proceso lento, silencioso. Mis hijas no recordarán nada de eso, no sentirán añoranza, porque no formará parte de su vivencia y crecerán con la idea de que los alimentos son un producto industrial más, como los teléfonos móviles o los coches.

Y, cuándo recorramos las carreteras de la agrosfera, quizá pregunten:
-¿Por qué las rotondas de la Vega del Guadiana se tiñen de rojo al final del verano?
-¿Por qué Almería es un mar de plástico?
-¿Por qué los trabajadores de la agricultura son Africanos?
-¿Por qué hay tanto trasvase y tanto pantano?
Mis respuestas tendrán siempre un regusto amargo y una añoranza de los sabores verdaderos: del huerto del abuelo, de los pollos y corderos criados en el campo... - Mirad hijas... esto es el progreso. Así podéis dedicaros de lleno a cazar Pokemons.


Hemos conseguido alimentos comestibles, agua potable, aire respirable, tierra productiva... nos conformamos con muy poco.Y en eso consiste: en vivir cada vez mejor, ser más felices, más ociosos, más ricos. No queríamos trabajar la tierra y, al cambio, tenemos alimentos homogéneos e insaboros, todo el año, al precio de la oferta y la demanda. Quizá algún día no quede nadie capaz de producir alimentos como los entendíamos hasta ahora... quizá acabe siendo un lujo al alcance de muy pocos...
Esa es la lógica del capital y, para mí, ese es el lado más oscuro de lo "ecológico": su origen. Hace 50 años no tenía ningún sentido la etiqueta de "ecológico", porque una gran mayoría ya consumía ese tipo de productos, porque era lo más lógico. Mientras lo industrial, lo barato, se iba adueñando de nuestras mesas, empezando por las de las clases más desfavorecidas. Así que, lo ecológico ha quedado como esa limosna que donamos al pobre medio ambiente, para acallar nuestras conciencias, mientras seguimos con el consumo desenfrenado...

Desde luego que todo el que cultiva en ecológico, hoy día, merece nuestro respeto, son héroes. Y su oficio está revestido de una autoridad moral al alcance de muy pocos: son los que aman, los que aman la tierra, su entorno, y el de todos, para los que el Ambiente no es solo un medio, sino un fin en sí mismo. Claro que habrán los que cultiven ecológico porque obtengan un mayor beneficio económico, porque hayan encontrado un nicho de mercado, por una subvención... pero esos no son nada más que gente normal, prostitutas... Y, si queremos salvar el Medio Ambiente, necesitamos que lo ecológico se prostituya... mucho.

¿Qué culpa tienen el tomate ni la hierva de los caminos?

Al final, este post, no es más que otra vuelta de tuerca a lo que tratamos, hace ya un año, en El Olivo, ecologismo y hormigas atrapadas en la miel. Aunque, ahora, más centrados en los productos ecológicos que en el movimiento ecologista (el que alerta sobre los problemas medioambientales a gran escala y trata de corregirlos) Será que en el Otoño se nos cae la hoja, nos volvemos melancólicos y queremos volver a la Tierra, como las nueces y las castañas.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Jubileo y lo dionisíaco

Justo la mañana del día de Extremadura (el 8 de Septiembre), que además es cuando en Herrera del Duque celebramos el día de nuestra patrona, la virgen de Consolación, escuché este podcast: Dioniso, el dios de la máscara. Y, la verdad, que la fiesta que celebramos en los valles de Consolación (Jubileo) tiene mucho de Dionisíaco: salida al campo, caballos, alcohol, música... Reencuentro con la Naturaleza y nuestro lado más salvaje.

Es una fiesta religiosa, en honor a una virgen, pero, a algunos, esa parte no nos interesa. Lo que queremos es preparar comida y bebida para pasar el día en el campo. Con los amigos, ir de aquí para allá. Con la cerveza en la mano, esquivando excrementos de caballo, bailar en la orquestilla del bar, liar alguna que otra bronca, o estrellar el coche contra alcornoques, encinas, olivos...


La gente bebe mucho en esa fiesta (en general). ¿Qué otra cosa se puede hacer en el campo? Algunos la toman como una fiesta ecuestre aunque, con la mecanización de las tareas agrícolas, cada vez hay menos mulas y asnos y han aumentado los caballos de recreo (que resultan más elegantes). De chaval recuerdo que era genial conocer a alguien que tuviera una "bestia" y que te montasen encima. Un caballo impone, sobre todo si están engalanados y tú eres un pequeñajo que mira desde abajo... Casi todo el camino está asfaltado y es muy fácil acceder en coche, lo difícil es volver (la gente bebe mucho en esa fiesta :-)

Lo pasamos bien sin hacer nada especial. Estar en el campo es lo especial. Además, con muchas incomodidades: porque no tenemos una casa donde cocinar, no se puede hacer fuego (en septiembre el monte aún está muy seco), hay que cargar desde los aparcamientos con neveras, comida, bebida, sillas...
Así, lo más importante es: un grupo de amigos con los que organizar todo eso ("solo no puedes, con amigos sí"). Y un buen árbol que proporcione sombra. Nosotros acabamos siempre debajo de un alcornoque, sobre un manantial de agua, junto a otro alcornoque ya muerto, cuyo tronco recuerda la cabeza de un caballo, en las traseras de la ermita.


No es casual que nuestra fiesta (y las de muchos otros pueblos) tenga ciertas semejanzas con las celebradas en honor de Dioniso: en esas fiestas, las mujeres salían del hogar y se internaban en el monte. Durante ese tiempo se liberaban de la máscara social, extasiadas por la música, el alcohol, el baile... El desenfreno, un acto de voluntad dirigido por el deseo.
Nuestra cultura occidental es heredera de la antigua Grecia y se ha ido desarrollando sobre esa base, transformando y sublimando ciertas costumbres, normas morales, intereses, técnicas... También el cristianismo es deudor de esa época mitológica, se puede apreciar en los paralelismos entre Cristo y Dioniso: beber la sangre (el vino), la muerte y resurrección...
La moral cristiana de los últimos siglos reprimió con fuerza la sexualidad: se les pusieron muchos mantos a las vírgenes... quizá, solo como una reacción al libertinaje y los torsos desnudos de los griegos y romanos...  Y es que la historia no es algo que avance linealmente, también retrocede y gira, sin ningún fin aparente, como los astros, como un herrereño por las inmediaciones de la ermita el día de Jubileo...

viernes, 18 de agosto de 2017

La educación en el vicio y otras perversiones para los hijos de nuestro tiempo

Salimos con las niñas a dar un paseo. Era el mes de Agosto. Las fiestas del pueblo estaban próximas. Arreciaba la calor y nos echábamos a la calle nada más ponerse el Sol. Las terrazas de los bares bullían de gente, de todas las edades...
Tenemos suerte de vivir en un entorno así: rodeados de naturaleza, familiares y amigos. Con escasa diversidad cultural, pero con amplia convivencia intergeneracional.

A mí nunca me interesaron los niños o las niñas. Nunca fui de decirles cositas o agasajarles con regalos. Siempre me pareció que tenían mucho más de lo que necesitaban. Supongo que debo resultarles antipático, pero es una edad muy complicada y no me gusta condicionarles. Menos aún, cuando uno se sabe lleno de vicios y prejuicios que, desde luego, no quiere transmitir sino, todo lo contrario: erradicar.

Hay otras personas a las que les gusta jugar con los niños, darles chuches y reforzar los roles de género:
-¡Qué princesita tan mona!
-¡Arghh! ¡Pero qué burros son estos niños!
-Mira lo que tengo:  ¡Una chuche! Tiene azúcar... ummm ¿Te gusta el azúcar? Es barato.
-No vayas con esos niños... Siéntate encima mía y mira este vídeo ¿Te gustan las pantallas? Tengo más cosas para captar tu atención... Estoy muy solo.

En el corto paseo que dimos por las terrazas de los bares nos encontramos con mucha gente que hacía tiempo no veíamos. Un paseo en el que vivimos toda esta serie de clichés. Pero estábamos eufóricos y relajados al mismo tiempo, sólo queríamos vivir el momento, contagiados por las risas de las niñas.


No era la ocasión más apropiada para preocuparse  por el tema de condicionar a los chavales. Para algunas personas, quizá, nunca lo es: porque están convencidas de que las cosas son así y así es como deben ser, porque la mayoría de la sociedad lo avala con su comportamiento. Lo cierto es que, esas personas, no tienen ningún reparo en exhibir, perpetuar y hasta contagiar sus hábitos.

Y entiendo que, por ejemplo un profesor de colegio, que tiene que tratar con muchos niños, que además tiene que cumplir ciertos objetivos y soportar la presión de familias de muy diversa procedencia, trate a los niños y niñas de forma "normal": como futuros trabajadores eficientes de un sistema capitalista-consumista; padres y madres de familias heteropatriarcales.
Pero cuando alguien, de forma totalmente gratuita, se empeña en ir reforzando esos roles y hábitos en los niños... me causa cierta repulsión. Sobre todo cuando se les incita a que asuman lo que reconocemos abiertamente como vicios: consumo compulsivo, comportamientos violentos, competitivos, discriminatorios...  Porque considero que no hay porqué ser complaciente (y mucho menos justificar) los aspectos más destructivos de la sociedad que nos vio nacer: aquellos que resultan destructivos para sus individuos (su salud física y mental, su creatividad), destructivos con el medio ambiente (haciendo deseable una forma de consumo insostenible) y destructivos con el conjunto de la humanidad (cercenando la sociedad en grupos identitarios antagónicos).

Intento ser respetuoso... Tampoco quiero parecer un bicho raro. Realmente, estas manifestaciones, resultan soportables cuando ocurren de forma esporádica (además suelen venir de parte de familia y amigos cercanos, gente a la que queremos y estimamos). Pero, al centrar la atención en estos detalles, te das cuenta de que la frecuencia es alta, casi un bombardeo: hoy día, los móviles ya vienen con una tarifa plana de datos (para que no te falten chorradas mientras estás cagando). En cualquier televisión hay más de 40 canales, algunos de ellos, emitiendo dibujos y publicidad sexista las 24 horas del día. Con 1€ puedes comprar un saco de chuches. Todo está lleno de muñecas rubias, delgadas y vestidas de rosa. Superhéroes hormonados y azules, en actitud amenazante. Y una mayoría que ve eso normal, sólo porque se puede comprar.

Vivimos peligrosamente:
Hay que salir de casa,
relacionarse con los otros,
sobrevivir al acoso y
esquivar los abusos.

Para construir un mundo mejor:
Donde la felicidad
no sea un recurso 
que unos pocos
extraen de las masas,
corrompidas por el vicio,
de sacrificar lo importante
por un destello dorado y azucarado.

Así que, todos se volvieron amables y respetuosos con las niñas, y con lo que sus padres querían para ellas:
-¿Quieres unas moras? Acabo de cogerlas del zarzal ¡Mira cómo vengo de arañazos!
-¡Qué niña tan fuerte y avispada! Crecen tan deprisa...
- Tengo una pelota, puedes cogerla y jugar con esos niños.

Creció la autocrítica,
el pensar antes de actuar.
Se actuaba menos
pero las acciones eran mejores:
duraderas, consensuadas.
Dejamos de utilizar a los niños
como medios
para justificar nuestros vicios.
Y, al verlos crecer,
comprendimos lo que andaba mal
en el mundo que los vio nacer.
Nuestro mundo, 
el que nos habían legado,
el que habíamos contribuido a mantener.

No son seres indefensos, tienen el potencial, la creatividad... Pero si los incitas hacia comportamientos obsesivo-compulsivos pueden ser monstruos ¿por qué no? 

A los santurrones
y funcionarios del Estado,
les otorgamos la credibilidad que merecen.
Y nos guiamos por hechos constatados,
nuestro entendimiento,
nuestra circunstancia
y nuestros deseos.
No hay porqué ser complaciente
con lo normal, lo de siempre.

No hay por qué reconocerse en ellos, ni en su condición humana, su entorno. Los alienígenas depravados somos nosotros... Como la imagen de un pez en su pecera... cambiante, mutante, extraña, ajena... Terrorífica.


sábado, 1 de julio de 2017

Parkinsonia aculeata, Palos Borrachos y las actividades que se realizan por placer durante el tiempo libre

No recuerdo cuando comenzó mi extraña afición por plantar árboles... Más o menos, cuando supe que Sophia iba a nacer... creo...
De lo que sí estoy seguro es de  que vivía en Barcelona.
"Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.": - Fácil ¿no? Lo difícil es criar la hija, que el árbol te sobreviva y que alguien lea el libro.

Recuerdo pasear por las calles y parques de la Ciudad Condal, acercándome disimuladamente a los árboles y, en cuclillas, mientras saboreaba los aromas del ocre orín de los perros, iba recogiendo semillas que más tarde sembraría en casa, con la ilusión de que germinaran. En las ciudades hay gente muy rara, realmente en todas partes, pero en la ciudad, con la careta del anonimato, nos exponemos más.

Quería un "Palo Borracho", me encanta ese árbol, con su tronco inflado y lleno de pinchos.
Palo borracho - Málaga 2016

Pero recogía semillas de cualquier especie que me resultara atractiva. Y así fue como las semillas de Parkinsonia acabaron en mi bolsillo.

Nadie lo pregunta, pero si lo hicieran... No sé porqué lo hago. No tengo una respuesta clara y contundente. Me gustan los árboles, me gusta que los demás reparen en ellos. Por eso, siempre que puedo, hablo de árboles, o pregunto sobre árboles -porque no tengo ni puta idea de árboles, ni de plantas-, no investigo sobre ellos, sólo sé lo que me voy encontrando, lo que otros me cuentan...

Mis aficiones son todas así: sin una finalidad clara, sin una metodología sistemática (son aficiones, no profesiones).
Esto del blog, por ejemplo: ¿Lo hago porque me gusta? ¿Porque necesito liberar mis patacabras? ¿Como práctica para mi futuro como escritor?
Me gusta pensar que es por ordenar los pensamientos. Porque, cuando escribes -más que cuando hablas-, haces una selección, te tomas cierta molestia por verificar datos, profundizar, la estética... Me gusta también pensar que lo hago por dejar un rastro, que el cambio sea observable. Para liberarme del ostracismo y llenar de contenidos poco prácticos la web, ese sitio en el que buscamos siempre cosas útiles o entretenidas. Porque me gusta adornar las cosas que me rodean y, la web, es una de ellas.

La fotografía es otra de mis aficiones que sigue este patrón de lógica difusa... Tomar fotos, pulir, publicar, crear un relato... Con los nuevos medios de comunicación, la imagen llega a más gente, aunque no quieran, porque ver una imagen no cuesta nada, si te la encuentras.
Al igual que me pasa con los árboles, me resulta agradable que las fotos estén presentes, que otros vean lo que yo miro. Como esas canciones que, al escucharlas, nos ponen los pelos como escarpias y nos gustaría que nuestros amigos participasen de esa misma emoción.

Los Palos Borrachos germinaron y también la Parkinsonia. Sophia comenzó la guardería. Los árboles se hacían grandes, demasiado para sus macetas. Así que llegó el momento de liberarlos.
Depende mucho del árbol pero, si se trata de especies exóticas que crecen rápido, suelo esperar al menos dos años. Si los trasplantas antes, es fácil que mueran -porque el clima de aquí es extremoYduro-. Es fácil que mueran igualmente, el campo está lleno de peligros: herbívoros, calor, sequía, heladas, insectos... Si esperas demasiado, las raíces se enroscan en la maceta y, a la hora de dejar libres, no saben serlo.
Con los Palos Borrachos no estoy teniendo mucha suerte, no son como la Encina o el Quejigo -perfectamente adaptados al medio-.
Los siembro en un terreno de mis padres donde tienen ganado. Así que, además de buscar un lugar apropiado -lo menos extremo posible-, tengo que protegerlos de los ataques de las pérfidas ovejas: Alambres, protectores, estacas, bidones, palos, ramas secas... intento aprovechar lo que tengo a mano. Me gusta todo eso: los experimentos de protección, hacer agujeros, estercolar, regar, clavar estacas... Resultan muy gratificantes los trabajos manuales, artesanales...

Tener hijas también requiere muchos cuidados y atenciones. Las puedes buscar un buen sitio de partida, allanarlas el camino y hacer cierto seguimiento. Pero, al final, hay que liberarlas y, el que se hagan grandes, escapa a tu control. Querrías siempre verlas plenas, fuertes, floridas, felices, acogiendo todo tipo de vida... Por una cuestión estética no más.

Así que, a pesar de mis preferencias y prejuicios, de la primera remesa de semillas de árboles, la Parkinsonia aculeata prosperó mucho más que los Palos Borrachos o las Palmeras -otro de mis árboles fetiche, aunque no sean propiamente árboles-.
Y, este verano, echó sus primeras flores: con apenas cuatro anillos ya ha alcanzado la madurez sexual...

Flores de Parkinsonia aculeata - Sibera extremeña 2017

A pesar de que ya no germino semillas
ni me arrastro por los suelos de parques urbanos,
esquivando borrachos y ancianos,
sigo luchando con estacas y alambres
contra el ganado manso.
 
Replicando pedazos de vida
adornando mi contexto humano.

domingo, 18 de junio de 2017

Privilegios televisados y la teoría de antenas

Elitistas: fascistas, clasistas, racistas, nacionalistas, aristócratas, meritócratas, plutócratas, capitalistas ... todos ellos son capaces de advertir diferencias entre grupos humanos. Pero, no contentos con ello, además pretenden justificar injusticias y privilegios basándose en esa diferencia. Y no tengo nada en contra de que gobiernen los más sabios, los más hábiles o los más ricos; pero sí estoy en contra de que los dirigentes disfruten de privilegios y derechos que no tienen el resto.
Por eso, siempre que tengo la oportunidad, se me llena la boca diciendo que el presidente del gobierno debe ganar lo mismo que cualquier otro trabajador o que el sueldo de la doctora debe ser igual al del enfermero, el de la arquitecta igual al del programador,... Nadie debería verse obligado a hacer algo que no quiere solo por dinero... Otra cosa es que nos acomodemos a la oferta y la demanda, y aprovechemos las oportunidades que nos brinda nuestra circunstancia para llenarnos los bolsillos y ensanchar nuestro ego:
- Tú te quedabas frente a la TV, extenuado en el sofá. Mientras yo estaba continuamente afanado: de la biblioteca a la cafetería, haciendo entrevistas, en reuniones, eventos, esnifando y engañando. Merezco mis privilegios. Yo soy la cigarra...

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Mi hija se vuelve un tanto impertinente cuando está viendo la tele. Un invento tan avanzado y tan macabro... Puede estar constante e ininterrumpidamente difundiendo sus mensajes e imágenes (el mismo mensaje para todo el Mundo). Cuando se es adulto es fácil comprender que, estar engullendo contenidos sólo porque salen de un artilugio en medio del salón, no hace ningún bien a nadie. Supongo que, de alguna manera, hacen bien a quien los difunde, a quien selecciona los contenidos, los horarios, a quien instala los cables, las antenas...
- Porque podrías estar trabajando para trepar por la escalera social y, en cambio, pierdes tu tiempo frente a la caja tonta, asimilando roles de género y clase, indignándote por la impunidad de las fechorías de tus dirigentes o intentando copiar un estilo de vida insostenible, banal..


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Siempre me resultó un tanto esotérica y guarra la teoría de antenas: demasiadas incertidumbres, además de todas esas constantes (reveladas como por una autoridad divina), prueba, error, estadística... Yo quería algo exacto, como la teoría de la gravedad, universal: dos cuerpos que se atraen con un fuerza proporcional a sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa... pura poesía. La tranquilidad de que es posible entender la Naturaleza porque sigue reglas matemáticas... Como si nuestras matemáticas pudiesen modelar cualquier fenómeno natural... No como esas matemáticas que hay que retorcer y reinventar para predecir burdamente el diagrama de radiación de una antena... Diempre en el campo lejano.
Esas matemáticas retorcidas, que alguien utiliza para meter a Bob Esponja, Doraemon o Donald Trump en los hogares de todo el mundo.

Diversos tipos de antenas presidiendo Herrera del Duque, en la base de su Castillo/Fortaleza

viernes, 2 de junio de 2017

Miedo y asco en las redes sociales

Hay gente que tiene miedo del facebook, el twitter, internet... De esos medios que democratizan la sociedad, que fluyen en horizontal y no en vertical?
Por eso Belén Esteban es tan importante... cuando lo podría ser cualquier vecina de tu localidad. Por eso el Madrid y el Barça tienen tantos seguidores, cuando el equipo de tu barrio puede ser tanto o incluso más divertido.

Y tienen motivo para ser recelosos: las redes sociales y el internet resultan adictivos, impiden centrar la atención, se pierde el tiempo rellenando formularios, buscando ofertas, información relevante, tratando de entender... Al final, a uno le queda la sensación  de ser un títere que va de aquí para allá, a merced de no sabe muy bien quién o qué.

Hay otra gente que no tenemos miedo. Pero sentimos que las esperanzas de cambio, de participación y justicia, que brindaban las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, se han visto cercenadas: que la web no es tan participativa, que los grupos de poder no han desaparecido sino que han incrementado su presencia en nuestra cultura.

Los grandes organismos y los grandes medios han inundado la web 2.0 con sus contenidos. Y, claro que sigue quedando espacio para el underground: que otra vez ha quedado oculto bajo lo masivo y estridente, bajo la sospecha de la inseguridad informática, el spam, terrorismo...

Los temerosos, lo son de perder su privacidad, que las fotos y contenidos que publican puedan volverse en su contra, o en la contra de los seres que aman, que les tomen por tontos, pedantes, que roben sus derechos de autor...
Y la vida virtual no deja de ser como la vida real: -Si quieres que algo no se sepa no lo publiques, no hables de ello... - Si quieres que algo se sepa: Hazlo público! Háblalo! No seas ñoño, no esperes que nadie venga con la cucharilla a rascar tus sabrosos contenidos. -¡Ahórrate el psicólogo o el cura! ¡Cuéntaselo a la red social!- Todos estamos solos! -¡Ahórrate el bote de pintura y escríbelo en el muro del ayuntamiento de tu localidad...
-¿Quién sabe? Quizá alguien conecte con tus preocupaciones, intereses... Aunque, lo más probable, es que sean considerados irrelevantes (como en la vida real). Belén Esteban solo puede haber una, es suficiente.

También hay acosadores e impertinentes. Las patologías se proyectan en las redes sociales:
"un idiota que se da mucha importancia
un baboso que no mide las distancias"
Son los mismos problemas que siempre hemos tenido cuando nos relacionamos con otros. Con el añadido de que ahora tenemos dudas técnicas, dudas sobre el alcance, la duración en el tiempo, dudas legales...

Las redes sociales son propiedad de grandes empresas que lo único que quieren es ganar dinero. Y, bien mirado, esa es la tónica general en nuestra vida: aseguradoras, bancos, compañías energéticas...
El cómo se gana el dinero es siempre contingente: depende de la oferta y la demanda, de gustos, tendencias, recelos... Lo que ayer era lícito puede no serlo mañana. Lo que estaba bien puede que otro día esté mal... la inestabilidad e incertidumbre es la que asusta...
¿Por qué renunciar a estos servicios (comunicarse y relacionarse con los demás) a cambio de que una empresa americana utilice tus datos para diseñar sus estrategias de mercado? ¿Por qué arriesgarse a amar si el desengaño produce un gran dolor?

Las compañías se han convertido en mediadoras en nuestras interacciones: entre los contenidos que publicamos y los usuarios a los que llega, entre el producto de nuestro trabajo y los bienes que adquirimos. Y es una mediación con intereses mercantilistas, para crear un mundo donde al usuario se le ofrezcan los productos que desea, antes incluso de que él sepa que los desea, un mundo donde fluye el capital...
Organizan los contenidos para que sean útiles a sus intereses y los de sus patrocinadores: en líneas de tiempo, tags que tematizan y organizan la información. Y, ciertamente, resulta también útil y atractivo a los usuarios... Existe esa codependencia: los grupos de poder invierten porque los usuarios se sienten atraídos por esa red y, a su vez, los grupos de poder se sienten atraídos por estas redes que concentran enormes masas de personas. Pero el control final lo tienen las compañías y, solo en la medida en que obtienen un beneficio, ofrecen el servicio. Solo en la medida en que tus intereses no confronten con los de los grupos de poder, tienes cabida en sus redes sociales. Solo en la medida en que te acomodes a su funcionamiento, tu actividad tendrá éxito.




En cierto modo, me molestaba 
su rígida estructura
y la línea de tiempo,
lo efímero de las publicaciones.
-Vale... que sí, que dejaban rastro.
Pero al abrir...
siempre me aparecía lo último.
Yo, solo quería ver las notificaciones,
esos avisos chillones en color rojo.
Pero la sensación de frescura me atrapaba...
y continuaba... 
Scroll down
Scroll down
Down en el mismo instante de tiempo.
Hasta la saciedad:
de publicidad,
de los que quieren que me interese por su proyecto,
impersonal,
de la difusión de pensamiento único,
de sentirme un medio, 
una estadística.
Yo, que amo lo personal, la felicidad.
Y también la libertad y diversidad:
de opiniones, ideas, relaciones...
Estúpidamente esclavo,
de la pose y la dejadez.
Sacrificando el deber
en el altar del malestar,
del porno y la red social.


jueves, 20 de abril de 2017

El mito del nacimiento de Laia, la arquera

Sophia ya tenía casi 4 años. Recordaba haber escrito un relato/crónica de su nacimiento. Un relato sangriento. Fue impactante que aquel período cálido y suave de nueve meses finalizara con tanta violencia, en una fría sala de hospital.
Nunca simpaticé con médicos y hospitales: con su ciencia de la enfermedad, sus técnicas de cortar y recomponer...

Pero, esta vez, las cosas fueron mucho más fluidas. Y fue gracias a Ellas:
Laia era la segunda; Sophia ya había atravesado el canal del parto; Laia era más pequeñita, llevaba meses cabeza abajo, preparada para salir, en la fecha prevista. "Ella" era fuerte, decidida y llena de energía.

Las "contradicciones" comenzaron rápidas y continuas, a las 9 de la mañana. A las 10:30 ya estábamos en urgencias del hospital. Era un sábado de Semana Santa, la ciudad estaba vacía (una ciudad de interior, de clima caluroso y seco).

Una bata blanca, con tono irónico y jocoso, nos hace esperar. Pide informes, análisis, consentimientos... Ella va a vomitar al baño... Finalmente, nos hace pasar a otra sala, donde una bata verde la invita a subir a una de esas sillas con extensiones metálicas para apoyar las piernas... Confirma lo que ya era obvio: -Está de parto!-
Vías, anestesias, botes de suero... Batas de diferentes colores pasan relajadas a nuestro alrededor.
Aquí todo el mundo tiene su mini-función, como en una gran cadena de producción.

Al rato llega la doctora, es amiga, la conocemos del pueblo, eso hace todo más fácil.
Nos llevan al quirófano. Un chaval joven y simpático conduce la camilla.
Dentro encienden un gran foco que apunta justo a la entrepierna de Ella. En dos o tres contracciones Laia asoma la cabeza. El cordón viene enrollado al cuello, así que la doctora lo corta. Un empujón más y... Ya está! Laia de cuerpo entero ¡Alumbrada! Por el gran foco del quirófano. La dejan encima de Ella. Envuelta en fluidos viscosos. Se mueve, tiene todo en orden. Por fin nos relajamos, reímos... la llevan para limpiarla y abrigarla, rompe a llorar... -¡Qué llanto tan hermoso! - ¡Qué sana está!

La magia de la vida: un cuerpo que sale de otro cuerpo. Del cuerpo de Ella aún seguían saliendo: el cordón, la placenta, fluidos, sangre... La fábrica de bebés se desmantelaba.

En la sala estábamos eufóricos. Por fin Laia, la arquera, había dejado volar su flecha de risas y llantos hasta nuestros corazones frenéticos. La magia se había completado, con gran alborozo y pirotecnia.

En la puerta esperaba mi hermana, habíamos ocupado su casa durante dos semanas para estar cerca del hospital.
Las abuelas reían ilusionadas, como un niño con su juguete nuevo...

Pirotecnia de flores de Lampranthus, en el jardín Botánio, el de la estatua metálica.

domingo, 26 de marzo de 2017

El Castillo-Fortaleza y las invasiones alienígenas

Desde que instalaran la iluminación en la Fortaleza no paraba de imaginar invasiones alienígenas. La reposición de Expediente-X en Netflix no hacían sino acrecentar mi paranoia. Me resultaba difícil apartar la mirada de la ventana que daba al Castillo -Lo repetían y lo intuía: la verdad está ahí fuera.


Habían transcurrido varios años desde que anunciaran con pompa y boato reformas en la olvidada fortaleza: apuntalaron algunos de los muros, añadieron rejas, puertas y barandillas para hacerlo más "seguro"; Cortaron árboles y matorral del interior; adecentaron el camino para que accedieran los turismos; y, como guinda del pastel ¡La iluminación nocturna!

El origen del Castillo era incierto, violento -como cualquier muro que separa unas personas de otras-. Rodeado del misticismo de la nobleza: esclavos del poder que someten a las clases trabajadoras para entretenerse en sus juegos de guerra, acumulación de capital y estrategia.

En los últimos meses, había observado sutiles cambios en la luz que se proyectaba sobre la base de la colosal construcción. Al inicio del encendido: el verde macilento iba dando paso a un estridente amarillo, que incidía a bocajarro sobre la piedra desnuda.
-Juraría que la luz había sido siempre blanca... o amarilla.
-Lo que es claro es que algo oscuro y maligno se está gestando!
Y no era solo yo, la Fortaleza dominaba un vasto territorio y presidía todos los hogares de la localidad. Algunos vecinos me habían comunicado, medio en broma, su misma extraña y angustiosa sensación.

Estaba convencido de que aquellos focos, disparando su ridícula luz en la base de los muros, alimentaban la violencia que estos contenían.
Los diferentes gobiernos habían ido instalando antenas, tendido eléctrico y aparatos de generación a su alrededor. Nunca hubo tanta energía concentrada en ese punto... -¿Nunca?-

En mi juventud me encantaba subir con la bici hasta allí. El camino estaba muy erosionado, no solía haber nadie ¡Y las vistas eran todo un espectáculo! Hasta el Pico Villuercas el paisaje era atravesado por terrenos anegados por grandes embalses, dehesas, llanuras deforestadas, monte mediterráneo -y también plantaciones de pino y eucalipto-, centrales nucleares abandonadas, líneas de alta tensión...
En aquel entonces en el Castillo no había puerta, sólo unas piedras sueltas entorpecían el paso. -Ya que he subido tendré que entrar- Pero, una vez dentro, la angustia se apoderaba de mí... Aquellos muros habían presenciado actos horribles, sangrientos... Y todo había quedado enterrado entre rocas y piedras, aletargado, esperando una oportunidad, esperando la chispa adecuada...

sábado, 4 de marzo de 2017

Batallitas del Maresme y la ciudad condal

Una adolescente se sentó frente a mí, en uno de esos asientos para cuatro personas del tren de cercanías, dos frente a dos. El tren estaba lleno de adolescentes, sería la hora de salida del insti, o la uni...  Mi adolescente era guapa, con una cara fina y angulosa. Tenía todas las extensiones electrónicas que se pueden desear: móvil con pantalla táctil de 6", ipod, cascos, portátil (customizado con pegatina de Harley-Davidson). Tenía la piel clara, lisa y un leve bigotillo. Cuanto más la miraba, más andrógina resultaba. Empecé a examinar al resto de adolescentes del vagón... Todos me aparecían ambiguos. La mía era el más guapo, se la veía de familia "bien". - Seguro que va a Cabrils...-.
Los suburbios de Barcelona iban quedando atrás, el mar estaba agitado, revuelto, el cielo se llenaba de nubes negras que amenazaban tormenta. El invierno tocaba a su fin y las flores se hacían fuertes entre los grises de las estructuras ferroviarias.
Los pasajeros estaban concentrados en sus pantallas, escribían apresurados en el terminal, con la cara iluminada por una luz macilenta. De cuando en cuando dejaban escapar una sonrisa, o una mueca.
Me asaltaron recuerdos de mi propia adolescencia... de esa ambigüedad... de ese estar besando, borracho y drogada, no se sabe muy bien a qué.

De vez en cuando vamos unas semanas al Maresme. La familia de mi mujer vive en Mataró y aprovechamos: ella y las niñas para pasar un tiempo vacacional juntas y, yo, para ir a la oficina a currar. Está bien tener esa experiencia, compartir las batallitas con los compis, no ser sólo un recurso remoto. Las niñas lo pasan genial, maravilladas por las luces, parques, comercios y restaurantes de la ciudad.
A mí, me gustan los peregrinajes diarios en cercanías o autobús a Barcelona: los rostros de resignación y sueño por la mañana, la liberación y el cansancio de la tarde... Al tercer día ya estoy totalmente integrado, mimetizado... y sólo quiero volver al pueblo, huir de aquello: de las autopistas, los coches, el ruido, la contaminación y el trabajo adicional, gratuito (que te cae sólo por estar frente a frente con los compañeros).



miércoles, 8 de febrero de 2017

Fotografía, movimiento y entendimiento

-No hay banda, no hay orquesta.
-¡Pero oímos los trombones y clarinetes!


- Está grabado. Es una ilusión. Una impresión, un recuerdo, sueño...


Como en la imagen: "Imaginamos" que el agua está en movimiento, que los chorros impactan en las mansas aguas del pilón... ¡Y saltan chispas! transparentes y frías.
Pero no hay movimiento, está congelado en un puñado de bits.

Pila bautismal en la fuente de la plaza de Santa María - Guadalupe - Cáceres - Extremadura

Si preguntas, si debates, todos entendemos que el agua se mueve, porque nuestra experiencia así lo corrobora.
Las maravillas del intelecto, que nos permite comunicarnos, compartir ideas, conceptos... Como si estuvieran en una gran mente común. Como si todos estuviéramos revestidos por la misma piel... Y es que tenemos los mismos sentidos ¿cierto? Como los monos, los mamíferos, vertebrados, ¿los insectos? ¿equinodermos? ¿plantas?
La imagen es sólo eso. El movimiento y la lógica los pone el entendimiento. El entendimiento es estimulado por los sentidos, el deseo...

"El «temple» consiste en acomodar el movimiento de los engaños a la velocidad del toro, a lo largo de toda la embestida."
Ajustar el tiempo al del toro. Parar el tiempo... Cruel y efímero invento: el tiempo, sigue su curso. Nosotros percibimos la aceleración, la velocidad.

Y uno puede poner en duda que Dios, o la gran mente común, existan. Pero nadie cuestiona el tiempo,
esa dimensión vacía
que vamos llenando de hechos
diciendo que unos preceden a otros...