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jueves, 16 de noviembre de 2023

Don Quijote y la lotería

—Daos por vencido, caballero, y aun por muerto, si no confesáis las condiciones de nuestro desafío

Don Quijote, molido y aturdido, sin alzarse la visera, como si hablara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma, dijo:

—Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no está bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta la lanza, caballero, y quítame la vida, pues me has quitado la honra.

—No haré yo eso, ciertamente —dijo el de la Blanca Luna—: ¡viva, viva en su entereza la fama de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso!, que solo me contento con que el gran don Quijote se retire a su pueblo un año, o el tiempo que yo le ordene, como concertamos antes de entrar en esta batalla.

Final del capítulo LXIV de la segunda parte de "Don Quijote de la Mancha" (Puesto en castellano actual íntegra y fielmente por Andrés Trapiello)

 

Fuente de la Mina - Carrizosa (Ciudad Real) - Noviembre 2023

No soy yo una persona que se entregue a las emociones y, sin embargo, muy a punto estuve de llorar con este pasaje... Y no podía hacerlo, porque el que leía a viva voz era yo. Creo que las niñas no lo notaron. Simulaba un ataque de tos...

Me produjo tremendo bajón ver a don Quijote vencido, desvanecido su sueño de caballería: de vuelta al redil, a la vida normal... Como cuando vemos a alguien luchando por salir adelante con alguna idea que no encaja en los estrechos márgenes del capitalismo de mercado y, finalmente: fracasa, tiene que buscar un trabajo normal -por un salario- o plegarse a las demandas del mercado para poder comprar las mismas cosas que todos necesitamos/deseamos. Ese don Quijote molido, con voz debilitada era la constatación misma de que no hay escapatoria, que las tareas creativas, rompedoras e innovadoras están reservadas a un grupo muy reducido -o una franja de edad muy estrecha-, que somos esclavos de nuestro tiempo y, si queremos salir de ahí, todo son palos, piedras e impedimentos varios.

Hace un par de años decidí que iba a leer el Quijote a las niñas. Un capítulo o un par de páginas cada noche, antes de dormir. Es la vez que más estoy disfrutando la lectura de este libro. Lo había leído antes, en solitario, como leemos hoy día, como Alonso Quijano leía sus novelas de caballería... Supongo que es muy importante lo grupal, lo público: sin esa dimensión todo son locuras imposibles de realizar.

Es difícil no simpatizar con Don Quijote y su proyecto absurdo de caballero andante, en una época que ya está a otras cosas. En una sociedad que ya va apuntando a la actual: obsesionada con lo de administrar y rentabilizar. En Sancho y Quijote todavía se atisba cierta esperanza de encontrar fortuna: salir en expediciones más o menos arriesgadas, esperando que la suerte les sonría para apoderarse de algún tesoro. Algo así como la lotería actual, pero con el añadido y la adrenalina de la aventura.

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En estos meses del año la gente anda buscando lotería incluso con cierta vehemencia... A mí no me gusta jugar, tampoco sabría qué hacer si me tocara -no tengo ilusión por comprarme nada en especial-. Quizá me llama más la atención lo quijotesco: salir a desfacer entuertos, defender menesterosos, perder la hacienda y ganar la fama.