domingo, 18 de enero de 2009

Bagatela, La Voluntad, paisaje

Bagatela
- ¡No! No estoy totalmente de acuerdo. La obra del artista puede ser brillante y sutil en sus connotaciones emotivas. Sin embargo, la persona, sea probablemente un necio, volátil, carente de voluntad, egocéntrico y banal.
- ¡Pero lo mismo se puede decir del ingeniero o del sabio! Que aunque brillantes en sus deducciones y habilidades, pueden carecer de todo sentido de la sociedad y la comunicación con el resto de sus congéneres.
- Y sin embargo, los políticos no dejan de ser corruptos, mentirosos e intérpretes de leyes y teorías elaboradas por otros, como bagatelas resultado de su aburrimiento y falta de contacto con la sociedad que les rodea.
- La imagen es lo único real, el futuro no existe y el pasado se destruye en el momento presente. Fuera de la imagen todo es sueño: Las teorías, los teoremas, las creencias… todas se derrumban con el paso del tiempo. Luego surgen otras, nuevas y mejores, que dicen ser espejo fiel de la realidad. Pero un ligero cambio en las condiciones de contorno y el andamiaje se viene abajo.
Sí, amigo. El Hombre es un iluso que además disfruta creando y dando rienda a sus complicadas fantasías. La imagen, lo real, el ahora, no le gustan y proyecta su conciencia hacia el futuro, hacia el interior, hacia el ideal.
- Pero estás hablando del Hombre fuera de la miseria, del hombre ocioso, en estado de bonanza. ¿Qué hay del pobre, del miserable?
- Esos no son más que alimañas: fuera de toda ética y moral, guiados por estómagos vacíos, por instintos… y en la mejor de las ocasiones: por las emociones dictadas por su cerebro falto de alimento.
- ¿Acaso el Hombre no es un animal gregario, un ser social?
- ¡Sí! Si que lo es, pero sólo dentro de la utilidad, una vez satisfechas sus necesidades animales, todo se vuelve Ego y no existe otro fin que incrementar las libertades individuales, vivir para uno mismo.

La Voluntad (de Azorín)
Uno de los pocos libros que he releído y que seguramente volveré a leer. No es un tratado de filosofía, ni una novela?, ni poesía… y sin embargo es todas esas cosas.
Uno siente añoranza de paisajes que nunca ha visto y compasión por personajes que no ha conocido. Las ideas están ahí, para darle la emoción y la complejidad que toda obra necesita para ser entretenida, bella, sutil…

Paisaje
Aquí, en Barcelona, resulta difícil ambientarse en paisajes castellanos, el clima de costa es muy distinto. El sol brilla con otra luz: más intensa, casi dañina, aséptica. Y el cielo parece que esté mucho más bajo, siempre con extrañas nubes, como rebaños dispersos… y la bruma que emborrona el horizonte. De repente pueden surgir oscuros y eléctricos nubarrones, que uno nunca sabe de dónde vienen, como fantasmagóricos navíos surgidos de los confines de un paisaje siempre difuso. Y es que los vientos, campan a sus anchas por la superficie pulida del mar. Mientras las olas, como incansables lenguas de gato, arrastran la arena al lugar donde golpean con cabezonería las barreras con las que el hombre intenta someter la Naturaleza a su voluntad.