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martes, 1 de agosto de 2023

Parresía e impostura

La parresía era, en la antigua Grecia, un cierto derecho o libertad para hablar: con la verdad por delante, aunque incomode. Con cierta intención de mejorar al otro y, también, por qué no, a uno mismo. Una práctica en el hablar muy diferente a la del adulador.

Me atrevería a decir que, esa parresía, se practica poco en nuestras sociedades occidentales actuales. Obviamente no se hace en lo político -donde sería muy necesaria- porque únicamente se repiten ciertas consignas o mantras que uno ya no identifica de dónde o cuándo surgieron -o si siguen siendo válidas o útiles-. Una falta absoluta de diálogo, donde cada uno habla de su libro sin escuchar al otro y sin ninguna intención de convencer más que a una audiencia abstracta, amorfa, externa y ajena al discurso.

En lo social cotidiano, creo que también se practica muy poco. En cuanto nos vamos a nuestra dimensión pública, las palabra se acota mucho para, en el mejor de los casos, quedar en el terreno de lo políticamente correcto. Por ejemplo en redes sociales -la gran esperanza tecnológica que iba a darnos voz a todos por igual y que, finalmente, acabó transformándose en patio de vecinos y corrillo de bar-, la gente se corta mucho de expresar opiniones, no queremos exponernos a que nos puedan replicar, a tener que argumentar, a que siembren la duda en nuestras creencias... y nos callamos. También es verdad que muchas veces ocurre que, quien nos replica en público, no tiene intención de entablar un diálogo, sólo exponer su mantra, ejercitar su activismo... y ahí tampoco hace falta entrar.

En mi nuevo trabajo también me he encontrado gente que habla mucho. Creo que debe ser algo común en el ámbito de la consultoría tecnológica. Es un hablar para lucirse, para aparentar que se sabe. Un aparentar un conocimiento profundo de lo que, en realidad, se tienen unas nociones sesgadas, generales y muchas veces confusas. Es un hablar muy jugón "la ignorancia es atrevida" y, al final, es ese atrevimiento el que te permite descubrir al impostor. Pero durante un tiempo te la pueden colar y tomar como veraz estos discursos donde se dan por ciertos datos, comportamientos e informaciones de los que no se está seguro. Yo siempre los escucho, pero luego me cuido mucho de contrastar las informaciones. Desde luego, esto no tiene nada que ver con la parresía... quizá sí con lo que llaman "mentoring"... Un mentoring donde uno se alza en la voz suprema de la experiencia, independientemente de la experiencia propia y de los otros y con un objetivo individual muy claro.

Debe ser ciertamente difícil practicar la parresía, porque parte de cierta relación de equidad, de reconocerse el uno al otro... Y vivimos sociedades muy desiguales, aunque las personas seamos muy similares en cuanto al nivel de conocimientos, capacidades... Nos vemos siempre impelidos a justificar la desigualdad, a demostrar que merecemos más, que no fue la suerte o un aprovechar la oportunidad. Un continuo defender una impostura que nunca es receptiva a la verdad.

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Eran las fiestas de una ciudad de provincias. Estábamos en un barrio bien: céntrico, con muchas zonas verdes... Habían organizado una fiesta para niños con un DJ que animaba la fiesta con comentarios en Euskera. Era gordito y sudaba, a pesar de que la tarde estaba fresca, pero se movía muy bien. La plazoleta o parque estaba lleno de familias bien: con ropas de marca, limpios, sonrientes... Me pareció curioso que solo hubiera pijos -porque en la ciudad había gente de todo tipo y una alta tasa de inmigración- siendo una fiesta gratuita abierta a todos los públicos. Era su sonrisa y su expresión corporal, como de serie americana, lo que los delataba. Abuelas, padres, madres, niños... todos interaccionaban entre sí, parecía que estuvieran hablando de compra de propiedades, vacaciones en cruceros, los mejores colegios del barrio, chismes de la vecina... Todo bien... y esas sonrisas que llevan tanto esfuerzo para aparentar transparencia y felicidad en un ambiente tan tenso, tan agresivo, tan del defender la propiedad.

viernes, 2 de junio de 2017

Miedo y asco en las redes sociales

Hay gente que tiene miedo del facebook, el twitter, internet... De esos medios que democratizan la sociedad, que fluyen en horizontal y no en vertical?
Por eso Belén Esteban es tan importante... cuando lo podría ser cualquier vecina de tu localidad. Por eso el Madrid y el Barça tienen tantos seguidores, cuando el equipo de tu barrio puede ser tanto o incluso más divertido.

Y tienen motivo para ser recelosos: las redes sociales y el internet resultan adictivos, impiden centrar la atención, se pierde el tiempo rellenando formularios, buscando ofertas, información relevante, tratando de entender... Al final, a uno le queda la sensación  de ser un títere que va de aquí para allá, a merced de no sabe muy bien quién o qué.

Hay otra gente que no tenemos miedo. Pero sentimos que las esperanzas de cambio, de participación y justicia, que brindaban las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, se han visto cercenadas: que la web no es tan participativa, que los grupos de poder no han desaparecido sino que han incrementado su presencia en nuestra cultura.

Los grandes organismos y los grandes medios han inundado la web 2.0 con sus contenidos. Y, claro que sigue quedando espacio para el underground: que otra vez ha quedado oculto bajo lo masivo y estridente, bajo la sospecha de la inseguridad informática, el spam, terrorismo...

Los temerosos, lo son de perder su privacidad, que las fotos y contenidos que publican puedan volverse en su contra, o en la contra de los seres que aman, que les tomen por tontos, pedantes, que roben sus derechos de autor...
Y la vida virtual no deja de ser como la vida real: -Si quieres que algo no se sepa no lo publiques, no hables de ello... - Si quieres que algo se sepa: Hazlo público! Háblalo! No seas ñoño, no esperes que nadie venga con la cucharilla a rascar tus sabrosos contenidos. -¡Ahórrate el psicólogo o el cura! ¡Cuéntaselo a la red social!- Todos estamos solos! -¡Ahórrate el bote de pintura y escríbelo en el muro del ayuntamiento de tu localidad...
-¿Quién sabe? Quizá alguien conecte con tus preocupaciones, intereses... Aunque, lo más probable, es que sean considerados irrelevantes (como en la vida real). Belén Esteban solo puede haber una, es suficiente.

También hay acosadores e impertinentes. Las patologías se proyectan en las redes sociales:
"un idiota que se da mucha importancia
un baboso que no mide las distancias"
Son los mismos problemas que siempre hemos tenido cuando nos relacionamos con otros. Con el añadido de que ahora tenemos dudas técnicas, dudas sobre el alcance, la duración en el tiempo, dudas legales...

Las redes sociales son propiedad de grandes empresas que lo único que quieren es ganar dinero. Y, bien mirado, esa es la tónica general en nuestra vida: aseguradoras, bancos, compañías energéticas...
El cómo se gana el dinero es siempre contingente: depende de la oferta y la demanda, de gustos, tendencias, recelos... Lo que ayer era lícito puede no serlo mañana. Lo que estaba bien puede que otro día esté mal... la inestabilidad e incertidumbre es la que asusta...
¿Por qué renunciar a estos servicios (comunicarse y relacionarse con los demás) a cambio de que una empresa americana utilice tus datos para diseñar sus estrategias de mercado? ¿Por qué arriesgarse a amar si el desengaño produce un gran dolor?

Las compañías se han convertido en mediadoras en nuestras interacciones: entre los contenidos que publicamos y los usuarios a los que llega, entre el producto de nuestro trabajo y los bienes que adquirimos. Y es una mediación con intereses mercantilistas, para crear un mundo donde al usuario se le ofrezcan los productos que desea, antes incluso de que él sepa que los desea, un mundo donde fluye el capital...
Organizan los contenidos para que sean útiles a sus intereses y los de sus patrocinadores: en líneas de tiempo, tags que tematizan y organizan la información. Y, ciertamente, resulta también útil y atractivo a los usuarios... Existe esa codependencia: los grupos de poder invierten porque los usuarios se sienten atraídos por esa red y, a su vez, los grupos de poder se sienten atraídos por estas redes que concentran enormes masas de personas. Pero el control final lo tienen las compañías y, solo en la medida en que obtienen un beneficio, ofrecen el servicio. Solo en la medida en que tus intereses no confronten con los de los grupos de poder, tienes cabida en sus redes sociales. Solo en la medida en que te acomodes a su funcionamiento, tu actividad tendrá éxito.




En cierto modo, me molestaba 
su rígida estructura
y la línea de tiempo,
lo efímero de las publicaciones.
-Vale... que sí, que dejaban rastro.
Pero al abrir...
siempre me aparecía lo último.
Yo, solo quería ver las notificaciones,
esos avisos chillones en color rojo.
Pero la sensación de frescura me atrapaba...
y continuaba... 
Scroll down
Scroll down
Down en el mismo instante de tiempo.
Hasta la saciedad:
de publicidad,
de los que quieren que me interese por su proyecto,
impersonal,
de la difusión de pensamiento único,
de sentirme un medio, 
una estadística.
Yo, que amo lo personal, la felicidad.
Y también la libertad y diversidad:
de opiniones, ideas, relaciones...
Estúpidamente esclavo,
de la pose y la dejadez.
Sacrificando el deber
en el altar del malestar,
del porno y la red social.


martes, 10 de enero de 2017

Decadencia

El Sol se pone todos los días
y nadie hace nada por detenerlo
Porque, en el fondo:
Todos somos partícipes de su espíritu destructivo,
autolesivo.

Curiosos adictos...
Siempre nos quedará la huida,
a cualquier otro planeta.




El atardecer resulta decrépito,
apacible,
como un edificio abandonado,
a medio hacer,
donde reposa del guerrero...



Comenzó como un juego,
lo tomamos demasiado enserio...
Y llegaron los esclavos,
los miedos y los vicios,
de las metas y los objetivos,
el salario y el plazo fijo.

 

miércoles, 25 de diciembre de 2013

De la ciudadanía al paisanaje

Esta semana he visto "Los edukadores": Una película moralista sobre el capitalismo. Un tanto larga, en ocasiones demasiado explícita y cándida. Pero aborda una temática interesante -sobre todo para los que nos gusta cuestionar el estilo de vida dominante en el mundo "desarrollado"-. También tiene diálogos y citas molonas, a mí me hizo "tilín" la siguiente:
-El miedo es una droga alucinante. No dejar que el miedo te controle, usarlo como motor, requiere práctica. Colocarte en una situación en la que te mueres de miedo. Al principio te entra pánico, pero al cabo de un rato empieza a funcionar el sistema de autoprotección del cuerpo, y cada vez te atreves a hacer más cosas. Acabas superando tus límites y te sientes capaz de cualquier cosa.

Claro, que yo la estaba pensando (la cita) en otro contexto, en mi contexto, en el de emprender un gran cambio. Un cambio que lleva a la realización de los deseos, a poner en práctica lo teorizado durante años. Y, ahí es por donde entra el miedo: romper con la rutina, dejar de conformarse, volver a empezar, construir nuevas costumbres, incertidumbre... Umm... Bien mirado... resulta una aventura alucinante! Y como en la película: con el trasfondo de un trío amoroso. Con amor todo resulta más estable y acogedor.

Supongo que son esos contrastes lo que hacen de la vida algo más sabroso: del miedo, a la realización -pasando por la tensión-. Del desconocimiento y la incomprensión, al amor.
Al final, lo que hacen los protagonistas de "Los edukadores" es: saborear la vida. Frente al señor capitalista, que se ha limitado a adaptarse al medio, víctima de la monotonía y las obligaciones del dinero.


Lo que está bien en una peli, o una novela, resulta más difícil de argumentar en la vida real. Vivimos en un mundo de creencias, ideales, miedos... La mayoría de ellos se han adherido a nuestras vidas por herencia, por contagio... No son obligatorios, simplemente los asumimos: nos dejamos arrastrar por la inercia, claudicamos ante lo repetitivo, lo que viene de antiguo, desde arriba, o lo que se muestra machaconamente en la TV.
Así que, te acomodas y vas posponiendo el momento de asumir tu mayoría de edad, cuestionar la autoridad y decir: -¡Hey! Que yo también cuento, que yo también tengo mi idea de Bien! -Yo también puedo dictar normas morales!- Y, por supuesto, tengo derecho a intentar una vida mejor: acorde a mis ideas, experiencias y creencias.-

Romper con todas las incomodidades e injusticias a las que te has ido sometiendo y acostumbrando... hacia otros mundos posibles...

En un arrebato de autosuficiencia, te decides a dejar la ciudad, "echarte al monte"... Y, como en "La cabaña del fin del mundo", arrastrar a tu familia contigo. Dejas de fantasear con una carrera profesional meteórica (saltando de multinacional en multinacional), el todoterreno para llevar los niños al colegio (el más privado y caro), escapadas a rincones con encanto, vacaciones a paraísos exóticos, lo último en gafas de pasta... Fantasías que no son tuyas y que nunca te interesaron lo más mínimo. Agudizas el ingenio, para explicar que no es por el dinero, que crees que se puede vivir de otra manera... más sostenible, más implicado, más auténtica... lenta, sin humos ni malos humores.

Das gracias a todos los Dioses por no desear las mismas cosas que todos desean, por ser un bicho raro. Y redoblas los esfuerzos para que siga siendo así.

Observas "conmovido" las encinas, alcornoques y quejigos. Te recreas en los sonidos del campo. Sientes que la Naturaleza además de hermosa es poderosa. Y piensas: -¿Por qué nos empeñamos en hacer del Mundo algo tan feo?-

Como siempre, te mantienes en lucha: contra Padres represores, que no sólo ven peligrar su sistema de valores, sino su autoridad, y dicen que no entienden, que lo que tienes que hacer es "lo otro". Madres protectoras: -Que arriesgas demasiado y estás siempre en las nubes-. En fin: Padres y Madres que no son los tuyos...
Y tú, erre que erre, que querer es poder, que si ganan los demás, tú también ganas! Ubuntu! Que de otras peores saliste. Que, después de todo, no arriesgas nada, porque lo importante (lo amado) lo llevas contigo; que eres como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Poemas y relatos tirando a otoño y la irritante realidad


Primero había miles de estrellas.

Después: 
La sombra de los almendros 
proyectada por la macilenta luz de la Luna llena, 
el croar de las ranas, 
el rebuzno del burro 
y el aullido de los perros... 

Los días de pasto amarillo, 
salpicados de encinas retorcidas 
y el verde más intenso de los alcornoques. 
Los caminos infestados de gente en va y viene, 
al cálido Sol de Septiembre.

Húmedos y turbulentos 
en las playas de ríos estrangulados.


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La vuelta fue en coche, por autopista. Mientras viajábamos, pertrechados con los cinturones de seguridad, en el carril derecho, atentos a todas las indicaciones... me sentí encasillado, reprimido, demasiado pendiente de la norma y supuestos peligros.
Habían transcurrido semanas de aparcar en cualquier parcela de campo, más o menos llano, en las cunetas de caminos poco transitados... ahora sentía pánico e inseguridad si no encontraba las rayas blancas, azules o verdes, en el pavimento. Y esas imprescindibles señales indicando horarios y días laborables o festivos. En vacaciones todos los días eran iguales... días de verano.


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Por la mañana había de ir a saldar una deuda con el Estado, al banco de España, situado en la plaza Catalunya (curiosa paradoja nacionalista-independentista). 
Debía atravesar una puerta detectora de metales, flanqueada por varios guardias civiles. Pero llegué antes de tiempo -hasta las 8:30 no se abría al público general-. Así que, para cumplir con el estricto protocolo, esperé durante 5 minutos en la calle. Al entrar, un señor apresurado se me adelantó, atravesó el arco detector y... ante ese acto tan insignificante, el sofisticado aparato claudicó. Nadie había tocado nada. Los oxidados guardias civiles quedaron perplejos: Presionaban el botón de apagado y encendido, una y otra vez, desenchufaban la máquina, la volvían a enchufar, llamaron a más guardias civiles. Salió el que parecía el cabecilla, más despierto y espabilado... pero no hubo manera. Así que me hicieron pasar con todos mis metales. 
Era una sala espaciosa, de techo extremadamente alto; todo parecía de una época anterior, de otra ciudad... Washington quizá. Sólo quería ingresar un puñado de euros en una cuenta ministerial, aún así, tuve que rellenar un impreso. También me dieron un papel, con un número, me dijeron que cuando apareciese en el display me acercara al mostrador indicado. Era el único usuario. El despliegue de medios: inmenso (debía de haber mucho dinero allí dentro... porque el orden y la ley siempre andan cerca del dinero). 
-¡Clink!- Salió mi número. Sudoroso me acerqué a la ventanilla -era un día de intensa humedad, no se distinguía el horizonte del mar-. Allí no había aire acondicionado, algunos ventiladores polvorientos en esquinas estratégicas. Todo era viejo, decrépito... Excepto los cristales de las ventanillas -eran blindados, no cabía la menor duda-. Cientos de cámaras de seguridad observaban sobre la cabeza del cajero. Le dí mi impreso. Me pidió el dinero. Miró la pantalla de lo que parecía un ordenador, buscaba algo, lo encontró y lo escribió en el papel... Mientras tanto, al cajero del costado, llegó otro cliente: 

- ¿Tiene rollos de monedas de 2 euros del año 2012?
- ¿Qué tenían de especial las monedas de 2012? - pensé perplejo... Pero a ellos no pareció sorprenderles la pregunta.
-Sí, creo que tengo dos rollos en mi armario.
-¿Sólo dos?
-Sí
-Está bien, me los llevo.

Me dio el cambio de lo que había ido a pagar. Todas las monedas brillaban como recién escupidas por la máquina de hacer monedas. -¿Serían del 2012?-.
Al salir a la calle no sabía cuanto tiempo había transcurrido... de repente, todo se había acelerado, de repente... Notaba la inercia que me arrastraba al vertiginoso ritmo de la ciudad. Cogí mi bici y me incorporé al frenesí del tráfico...


$$$$$$$$$$$$$ odio y medio $$$$$$$$$$$

- Todos estos se creen más que nosotros. Nos miran con condescendencia.
- No! A mí me miran con respeto... Quizá tú te sientes inferior.

A veces, cuando buscamos lo peor de las otras personas -odio-, no hacemos más que poner en evidencia nuestras propias debilidades -miedo-.

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Odio: Fulanito es un inútil ambicioso, Menganito no es serio y Pepito es un enchufado.
- ¿Alivia tu malestar proyectar tus miedos en los demás?

Sólo los actos pueden ser valorados, el resto son tus propias motivaciones reflejadas en los otros -odio-.

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Miedo: ¿Cuánto dinero necesita una familia para vivir?
Odio: Todo el que pueda conseguir.

viernes, 26 de abril de 2013

Matar moscas con un palo

Es como matar moscas con un palo, al final te acabas dando. Y no importa si garabateas en un papel retratos que no lo parecen, mapas en el cielo, o palabras que no dicen nada (porque nadie las va a leer)


- ¡Das pena! Con tu caminar a tumbos, con tus esfuerzos siempre en la dirección equivocada.
- ¡Te miro mal! Me molestas! Con tu no ser como los demás te decimos que seas.
- ¡No has comprendido nada! Vas de intelectual y la vida es algo material, económico, mundano... ¿Por qué no decirlo? Es algo feo.
- Tus vómitos y diarrea tipográfica no tienen finalidad, te consumen y afean la personalidad. Levántate y trabaja! no tienes la casta ni la genialidad.


Autoayuda no me ayudaba lo más mínimo. La voz de mi conciencia siempre me mandaba a la mierda.
Para colmo, las convulsiones recorrían el lado izquierdo de mi cabeza. No sabía cómo lo hacía, pero siempre somatizaba en tics breves, concisos, casi imperceptibles... Como ese espantar las moscas las vacas... con su agitar la piel en el lugar preciso. Como a mí, que mis pensamientos y mis visiones me producían azogue, pero por más que sacudía el párpado o convulsionaba el pellejo del cráneo, lo único que conseguía era azuzar mis miedos. Estaba al borde del colapso.
Y no era porque las cosas fuesen mal. Era lo de siempre, iban demasiado despacio. Seguía arrastrando las prisas, el no parar quieto, el quererlo todo de golpe. No había aprendido a tirarme en el sofá a engullir televisión. Eso me hacía aún más extraño de cara a los demás.

Por si no fuese suficiente con la oscuridad psicológica y los síntomas fisiológicos. Llegaron días de niebla, pero sólo allí, alrededor de mi casa, en mi pueblo, que cada día se me hacía más hostil. La gente eran cardos repartiendo pinchazos afilados de rencor. Pero yo era Pacífico, un perro lleno de pulgas o problemas. Desencadenaba sentimientos enfrentados: asco y pena, pero ambos igual de hirientes. - ¡Maldito invierno!

Me marché. No soportaba tantas voces dentro de un espacio tan pequeño. La niebla no desapareció hasta que crucé la frontera de mi comarca. Y me acordé de una novela de Stephen King, en la que una niebla maligna envolvía la zona y la inundaba de repulsivos monstruos. Eso mismo ha pasado en mi pueblo, estaba lleno de niebla y monstruos.
Pero con la luz todo cambió: Aparecieron las dehesas, el sol alegraba los rostros y los pájaros cantaban una alegre canción. Aquella casita en el campo era el refugio perfecto, un lugar donde quedarse al margen, donde coger carrera y escuchar las voces de la naturaleza.

Estaba en estado de abandono. Desde que vendí el ganado casi no pisaba por allí, y habían proliferado las arañas entre los destrozos de las ratas.
- Ya tienes tarea! Limpia! - La mala conciencia, siempre con sus órdenes absurdas.
- Pues ahora no limpio porque no me sale de los cojones! - Pero el maldito invierno seguía con sus codazos de frío, y no me quedó más remedio que poner un poco de orden. Porque el interior de la caseta olía a orín de rata, y las ratas me dan asco y miedo.

- Antes de lanzarme a la tarea me fumaré un porrito. - Pensé jocoso.
Es arriesgado fumar antes de haber acabado con las obligaciones, sobre todo si hace frio y la casa está llena de ratas tan grandes como conejos... - Chiiiii - Escuché sus afilados chillidos. Estaba paranoico y todavía no había dado ni una calada.


Los monstruos habían llegado allí. A pesar de los rayos de sol incidiendo en perpendicular sobre las heladas piedras, las pegajosas jaras y las proliferantes setas,  mis visiones ensombrecieron aquel lugar. - Y... aquello que se acercaba por el horizonte... ¿No era también niebla?


Al final, sus miedos eran la realidad y los malos no eran los demás. Locura crecía a sus pies y el pozo más profundo de su cabeza se había secado de tanto leer. - A galopar! ¡A galopar! - Gritaba mientras espoleaba a su ficticio Rocinante de huesos de rata.

viernes, 26 de octubre de 2012

Preconcepciones y elecciones

Vencer las preconcepciones que tenemos del mundo es tarea ardua. Requiere de práctica, apropiarse de una técnica, sistematizar y aplicarla sin miedo... aún a sabiendas de que el resultado no nos va a gustar, que va a acarrear problemas, replantear teorías, en fin: volver a empezar.
En ciencias, en matemáticas, en ingeniería... es común que esto ocurra: todo está mecanizado, existen unas reglas y unos resultados que te ayudan a detectar el error y, si este no es tolerable, tienes que volver a empezar.
En la vida, en la sociedad, no es tan fácil: uno ha de ponerse a andar. Y, al inicio, lo hace guiado por las ideas que otros han puesto en él, por la tendencia social del momento.
Digamos que existe una cierta inercia, tanto grupal como individual. Sin embargo, el individuo -aunque lleno de miedos y pasiones- dispone de razón, y también de memoria, además puede aprender de las experiencias y el legado de los demás: ¡Esas son sus herramientas para descubrir el error! ¡Para empezar de nuevo si es necesario!
Pero, claro, no es lo mismo garabatear ecuaciones en un papel -o pasar líneas de código a un compilador- y explicar a los demás:
-Mira, me equivoqué: da menos uno, un error, una contradicción-.
Que jugar con tu propia vida y después de varios años decir a todos:
-Mira, me equivoqué: esto no es lo que yo esperaba, ni lo que deseaba, la inercia me trasladó hasta aquí, así que voy a dar unos cuantos pasos hacia atrás para volver al punto que me permita coger el camino que ahora creo es el correcto.
En el segundo caso, las pruebas son totalmente subjetivas y, si van en contra de la inercia, has de tener muy claras las razones, porque nadie comprenderá.

Es ciertamente desconcertante: ¿Por qué no puedes realizar una argumentación concluyente?
-Mira, da error, así que tengo que volver a empezar-.
Y la respuesta es la de siempre: en ciencias, en matemáticas, en ingeniería... las leyes nos vienen dadas, la Naturaleza, el cosmos... es el que es. Mientras que en sociedad, y en nuestra individualidad, podemos elegir lo que queremos ser (aunque siempre hay quien se opone a que los demás puedan elegir).
...Pero las opiniones cubiertas de moho adoptan la forma desproporcionada de los prejuicios cuando se aceptan indolentemente sólo porque la edad les ha dado aspecto venerable, aunque la razón sobre la que se cimentaron deje de serlo o no se descubra.
M. Wollstonecraft, Vindicación de los derechos de la mujer.

PD: Me encanta el CmapTools

lunes, 24 de octubre de 2011

Somatizar la angustia

Somatizar una angustia: siempre me había parecido algo muy sexy, un punto de unión entre dos mundos, una puerta abierta al cajón de todos los males.
Los hombres tienen problemas, luego soy un hombre y mi circunstancia es incierta. Pero preferiría ser un espectro, o un alien o... un angel, de esos que disparan flechas de amor eterno.

No existe la crisis, quizá sí la personal, pero no deja de ser un estado de ánimo. Sólo quiero un mundo mejor. No es mucho pedir. El hombre viajó a la Luna y a todos nos pareció lo más normal.

Corren tiempos extraños, falta para pensar. Es normal que no sepamos dónde vamos, es fácil que no sepamos ni dónde estamos ¿Estamos?
Y si la vida es un sueño como dijo algún navegante... me quedo con mi pesadilla llena de monstruos y tics nerviosos.

Tic-tic-tic...-- Atchússs!!!--- cof-cof-cof

Casi lo confundo con hacerse mayor, pero eso no es cierto. El Domingo a la noche me dijo Punset que viviría 100 o más años!!! Y me pareció terrorífico tener que aguantar tanto. Escohotado habló de Ibiza y las drogas, era una buena manera de pasar el rato, pero siempre amanece y el alcohol es tan malo...

Y el puto nervioso Tic-tic-tic... ¿Se me estará notando? ¿Cuantos demonios no se habrán escapado?

Hay quien si no habla revienta. Pero a mí me tiemblan las manos si no cojo el boli o teclado. Aunque un tic en el ojo es una figura tan literaria como otra cualquiera, para verter las entrañas. Pensaba en mis hijos, en mi pueblo, en el trabajo, en el futuro inmediato... pero se puso nublado y quedó empapado, otra vez a empezar, otra vez la hoja emborronada. Si sólo hubiera seguido los trazos que me habían marcado...

Me puse a leer y un tal Carr, me dijo que Internet era la causa de mi dispersión, que ya no podía seguir de arriba a abajo, que había quedado atrapado en  la transversalidad... pero fue demasiado tarde y ya estaba en un nuevo hiperenlace, picoteando en otro abrevadero. Entonces comprendí porqué nadie contesta mis mensajes.

Otra vez el dedo en el ojo. Pero a Tic no le agradan las caricias.
Tic-tic-tic...-- Atchússs!!!--- cof-cof-cof
Me está metiendo todos los demonios. Me rasco, no recordaba las uñas tan largas, ni ese color rojo, resbalando, tan cálido... Por fin! Lo arranco, lo sostengo en mi mano, me mira, nos miramos y mientras los demonios pululando...

domingo, 18 de noviembre de 2007

Yo no perdono

El suyo era un mundo extraño. En este mundo todos los actos tenían consecuencias. Por supuesto las malas acciones también... tenían consecuencias oscuras. ¿Y qué necesidad había de sufrir?


¿Acaso existe algo peor que no recibir el correspondiente castigo? Escabullirse como rata inmunda entre basuras pestilentes.


Cobardes, una vez el mundo estuvo plagado de ellos, insulsos seres incapaces de sublimar y retener sus instintos, sus emociones. Siempre ocultándose, mintiendo, gritando a los cuatro vientos que eran buenos, que todos tenían debilidades, que no debían ser castigados por ser “normales”. Para eso se utilizó su crucifixión, su sufrimiento, para regalar perdón a diestro siniestro. Ya sufrió Él por nosotros, ahora todo tiene el perdón de Dios. “Si yo os amo, qué os importa a vosotros, qué tenéis que ver en todo ello”.


Afortunadamente, todo había cambiado, una nueva luz iluminaba los rostros de la gente. La luz del Yo: Yo debo, Yo hago, Yo digo, Yo asumo, Yo no perdono...

domingo, 29 de octubre de 2006

¡No podéis encadenar a un animal salvaje!


Resulta que mis artistas preferidos podrían perfectamente ser personas al límite de la esquizofrenia. Pudiera ser que yo no fuese tan inteligente como me atribuyo, que sólo estuviese al borde de la locura, que me refugiase en mis fantasías y extrañas ideas, sólo para compensar el miedo y la tensión que me producen las relaciones cercanas.

Inadaptado, una antena de 100 ohmios, enchufada a una línea de 50. Todo se disipa en mí, albergo una enorme cantidad de potencia que no va a ningún lugar. Me resulta difícil traducir a alguna técnica expresiva las quimeras producto de mi mente enferma.

Soy mi propia obra, un artista de lo inconcebible. Un ingeniero de proyectos absurdos.
¿Cómo explicar si no esta relación de amor-odio con las drogas? ¿Cómo, si no es para huir de mí y de lo que me rodea?
¿Y el Amor? Si no tengo Amor no tengo nada. Si no tengo Amor sólo soy un bote de conservas vacío. Y aún teniendo Amor, quedan huecos que tapar con otros sentimientos y aficiones. Amor con sexo, la perfecta adaptación, para radiar al medio lo mejor de los seres humanos.
¡QUE NADIE ME PIDA!
Que nadie me pida que difunda las bondades de mi carrera. Que nadie me pida que enaltezca a aquellos profesores que creen ser mejores cuando suspenden al mayor porcentaje de gente! Que no piensen que soy partidario de un sistema de enseñanza ineficiente, que sólo entrena para tener un ojete más abierto, por donde penetren todo tipo de explotaciones mercantiles. Que nadie piense que defiendo teorías fascistas o Darwinistas en lo que a educación se refiere.

Si la pregunta es, si soy feliz? Me veré obligado a responder que la mayor parte del tiempo lo soy. Pero a menudo me enferman las injusticias y desigualdades de este mundo que tan mal hemos modelado. Si Dios hubiese existido no nos habría puesto en el planeta para destruir su obra. Somos los dueños de la creación pero no tenemos ni puta idea de nada.
Asisto como observador impasible a la degradación del hombre por el hombre, y esa es la única fuente de dolor que mina mi felicidad.
Me gusta la canción protesta, los textos subversivos, las películas oníricas, la gente que habla sin miedo a equivocarse pero consciente de su falibilidad.
Odio a los que mienten, a los que se sienten superiores y desprecian lo que no comprenden, a los oradores, publicistas, políticos, a todo aquel parásito que trata de elevarse aplastando a la masa informe, apoyándose en la población media, o en cualquiera que caiga bajo su pie.
Prefiero estar ocupado, desarrollar actividades que me hacen feliz, actividades productivas, al menos para mí. Crear, escribir palabras bonitas, dibujar, leer, aprender, investigar, hacer deporte... A veces me sorprendo malgastando mi tiempo en formas autodestructivas, pero es que aún no he aprendido a controlar del todo la ociosidad.
Ya no hago apología de las drogas, pero hay momentos en que uno necesita su pequeña dosis de muerte.
Y todas mis ensoñaciones consisten en echarme al monte, aullar en noches despejadas, a la luna llena, sobre una roca junto a una charca al borde de un viejo hayedo, vagar por montañas donde nunca haya pisado el hombre. Olisquear el culo a mi amada y montarla por detrás, criar una camada de lobos hombres que sólo cacen por necesidad.