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lunes, 11 de octubre de 2021

Educación: amabilidad, dolor, rabia, pedagogía "cuqui" y la desmitificación de una profesión

A la mayor de mis hijas ya hace tiempo que le mandan deberes en el cole. A mí me saca de quicio tener que ayudarla o supervisarla. No soy paciente con ella. Supongo que tampoco he desarrollado las habilidades necesarias para hacerla entender los conceptos que tengo interiorizados y ella tiene que poner en práctica.
Todos tenemos muchas cosas que hacer, y nos gustaría resolver las obligaciones en el menor tiempo posible -para dedicarnos a lo que realmente nos gusta-. Eso es de lo poco que he aprendido tras atravesar el sistema educativo: la sociedad te impone tareas desagradables y, si no las resuelves de forma eficiente y legal, te va a castigar con precariedad, trabajos mal pagados o privación de la libertad -en el peor de los casos-.

Con hijas en esas edades, empiezas a escuchar historias chungas: de niñas y niños que no quieren ir al cole -que les duele la barriga o que desarrollan tics nerviosos-, de profes demasiado estrictos -que no empatizan-, de otros demasiado dejados -que pasan-, de acosos de niños contra niñas -o contra profes-, de madres indignadas, de familias desbordadas, irritadas...   

La educación obligatoria es un trance que todos debemos atravesar. Y el trabajo de profe se parece más al de un policía o un funcionario de hacienda que al del trabajador de una fábrica en cadena. Administrando disciplina para conseguir impartir una clase en aulas demasiado numerosas, fiscalizando deberes, asignando notas numéricas, corrigiendo errores, motivando, castigando... Al final, hay que conseguir que todos alcancen ciertos niveles marcados en el BOE, e ir dejando atrás a los que no lo consiguen -para el mercado de la precariedad laboral-. Todo bajo los más objetivos controles de calidad.

No es de extrañar que acaben quemados, de baja, o se jubilen en cuanto ven la mínima oportunidad. Porque además es una profesión que se ha romantizado sobremanera. Es muy común escuchar frases como: -Es un trabajo vocacional. -Está lleno de satisfacciones. -Los niños son seres de luz que tienen mucho que enseñarnos. Pero más bien pareciera que la única afirmación cierta es: -Tienen muchas vacaciones, tiempo libre, estabilidad, un salario digno y las mismas ventajas laborales de cualquier funcionario... Aunque esto último empieza a ser cada vez menos cierto -es una profesión que también se está precarizando: con la privatización de la educación y el sistema de rotación de interinos-.


La verdad que resulta muy loco. Y muchas veces me pregunto por qué hacemos del proceso de aprendizaje e inserción en la sociedad algo tan doloroso, estricto, castrante... ¿Es realmente necesario? Los niños tienen una gran curiosidad, están deseosos de aprender y abrir su abanico de relaciones sociales... pero les atosigamos con contenidos abstractos: matemáticas, clasificaciones en categorías, análisis del lenguaje, repeticiones, disciplina... En plazos cortos, a toda prisa, en aulas demasiado numerosas...
Seguramente con 5 profes por cada alumno no conseguirías satisfacer todas su ansias de conocimiento... Pero las ratios están invertidas y el trabajo de profe se convierte en el del capataz de una gran cadena de producción.

Así que, cuando leí este testimonio de una profesora de instituto, me pareció absolutamente lúcido y esclarecedor -dejo aquí un fragmento, pero el artículo completo es absolutamente recomendable-.

"[...] lo mejor que puedo hacer es algo más bien simple: tratarlos bien. Desafortunadamente, no hay muchas personas que cumplan con un requisito tan merecido por todo el mundo, como es el de ser bien tratade, de acoger con delicadeza la enorme vulnerabilidad de niñes y jóvenes que, desde los tres años de edad y por un largo y exigentísimo periodo de tiempo, son reclutades por el sistema para exprimir y canalizar todas sus cualidades, energías, proyectos, ilusiones y auto-imagen, a trabajar, casi hasta el final de sus días para enriquecer a otras personas (o lo que sea, pues albergo bastantes dudas acerca de la existencia de un beneficiario final de toda esta chifladura)." - Belén Castellanos Rodríguez. Profesora: trabajadora fordista

Imagen de la película The Wall (1982). En el fragmento en que aborda la educación escolar, con la canción de Another brick in the wall

Es muy famosa la canción de Pink Floyd de Another brick in the wall, con una iconografía y una letra realmente impactantes. Podemos pensar que la educación ha mejorado mucho desde aquel entonces: ya nadie toleraría el uso del maltrato físico... Pero no somos tan ingenuos como para ignorar que existen otras formas de coerción y castigo -seguramente todos las utilizamos alguna vez-. Porque es muy común escuchar expresiones como: -A estos jóvenes les falta una buena mili, que les enseñen disciplina y trabajo duro. Que en el fondo enmascara el deseo que el sistema educativo dejó marcado en nosotros: -Queremos que sufráis como sufrimos nosotros -para que perpetuéis este engranaje y nos paguéis las pensiones-.

En la teoría educativa se han hecho comunes las tendencias de: atención a la diversidad, técnicas de motivación, hacer los contenidos atractivos, observar las múltiples inteligencias, trabajar las habilidades sociales y emocionales, aprender haciendo... Y, sí, va calando... Pero se está intentando sumar eso a los objetivos de la educación tradicional -por contenidos-, y la cumplimentación de burocracia, sin aumentar los recursos en  personal. Así que, no parece que en el ámbito educativo de los primeros años -a corto plazo- vaya a ser posible implementar esa educación "cuqui". Porque, si algo nos ha enseñado la pandemia, es que no es tan sencillo sustituir maestros por tecnología -lo único en lo que parecen ser eficientes nuestras sociedades-.

Así que, ante este malestar que genera nuestra sociedad en docentes y niñxs -dolor- y su consiguiente reacción subversiva -rabia-. Padres y madres depositamos enormes esperanzas y responsabilidades en maestros y maestras. Sí, es muy importante que niñas y niños hablen muchos idiomas, que sepan hacer integrales, redactar documentos oficiales, navegar por internet... Pero el precio no puede ser una completa deshumanización y enajenación -con la consecuente incapacidad para pensar y construir otros mundos posibles: más ambles, que merezcan la pena ser vividos-.

 

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Así que, si los maestros y maestras no son más que funcionarios, capataces de cadenas de producción, policías... al servicio de los Estados y el capital -sobre los que ahora se extiende una fina capa de pedagogía cuqui- ¿De dónde sale la imagen romántica del maestro como esa superheroína libertaria capaz de educar a niñas y niños para construir un mundo mejor?

En el contexto Español hay que retrotraerse a tiempos previos a la dictadura franquista. Cuando la frase "Pasar más hambre que un maestro de escuela" tenía sentido. O, a la propia dictadura, cuando se consolida el mito de maestros y maestras opuestos al régimen -los que se la jugaban para que sus alumnas y alumnos gozaran de una educación distinta a la que ellos tuvieron que sufrir, en un intento infructuoso de subvertir el sistema-. 

A todos se nos cae la lagrimilla recordando el discurso de Fernando Fernán Gómez en La lengua de las mariposas: "Si conseguimos que una generación, una sola generación, crezca libre en España, nadie les podrá arrancar nunca la libertad, nadie les podrá robar ese tesoro."

Nos emocionamos con Patxi Andion cantando la canción de El Maestro 

"Con el alma en una nube
y el cuerpo como un lamento
viene el problema del pueblo,
viene el maestro.
El cura cree que es ateo
y el alcalde comunista
y el cabo jefe de puesto
piensa que es un anarquista.
Le deben 36 meses
del cacareado aumento...
"

O también con los más modernos Zoo y su canción a La Mestra

"Contrabandista de verbs clandestins escampant el verí
Pobles vius i senders infinits.
Quin gust sentir-la parlar.
Si del carrer i el corral és l'ama
I ara hi ha un poble que brama
"

Pero ya no hay dictadura, ni un proletariado al que se le niegue el acceso a la educación. Los maestros están lejos de pasar hambre. Y ese discurso del docente subversivo ha quedado trasnochado. Más bien, podemos observar que se ha convertido en un colectivo bastante reaccionario que, en el mejor de los casos, se esfuerza por hacer funcionar el sistema que les sustenta: que sea justo, que no excluya, que sus alumnxs lleguen tan alto como puedan en la pirámide social... No parece que esa sea la libertad de la que hablaba Fernando Fernán Gómez. Ni que pueda aportar ningún bien sostener el mito de la docencia, cuando está absolutamente desacoplado de la realidad actual y sólo puede aportar dolor y frustración. Todos los trabajos son susceptibles de quemarnos y agotarnos. No caigamos en la trampa que nos tienden los mercados: la trampa de lo vocacional y la autorealización. Porque nos echa sobre la espalda la carga de convertirnos en empresarios de nuestro propio destino y justificar con inconsciente sonrisa lo que genera malestar -todo por disponer de un apartamento en la playa-.


Más enlaces de interés:

 

martes, 17 de noviembre de 2020

Transiciones

Con el paso del mito al logos
los griegos dejaron atrás sus cuentos y supersticiones,
comenzaron a explicarse el Mundo científicamente.

En nuestra transición,
dejamos atrás la dictadura y
nos sumergimos en la democracia burguesa.

Todo es una transición: 
del blanco y negro al color, 
del cine mudo al surround 7.1

Claro que... 
Todavía hay quien cree en dioses y demonios, 
que el régimen del 78 sigue latiendo,
que la tele es la misma basura -aunque esté saturada de color-,
o que escuchar la música a todo volumen
en el estridente altavoz de un celular
es lo puto mejor.

Exterior de la Iglesia de Herrera del Duque. Abril de 2017

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Jubileo y lo dionisíaco

Justo la mañana del día de Extremadura (el 8 de Septiembre), que además es cuando en Herrera del Duque celebramos el día de nuestra patrona, la virgen de Consolación, escuché este podcast: Dioniso, el dios de la máscara. Y, la verdad, que la fiesta que celebramos en los valles de Consolación (Jubileo) tiene mucho de Dionisíaco: salida al campo, caballos, alcohol, música... Reencuentro con la Naturaleza y nuestro lado más salvaje.

Es una fiesta religiosa, en honor a una virgen, pero, a algunos, esa parte no nos interesa. Lo que queremos es preparar comida y bebida para pasar el día en el campo. Con los amigos, ir de aquí para allá. Con la cerveza en la mano, esquivando excrementos de caballo, bailar en la orquestilla del bar, liar alguna que otra bronca, o estrellar el coche contra alcornoques, encinas, olivos...


La gente bebe mucho en esa fiesta (en general). ¿Qué otra cosa se puede hacer en el campo? Algunos la toman como una fiesta ecuestre aunque, con la mecanización de las tareas agrícolas, cada vez hay menos mulas y asnos y han aumentado los caballos de recreo (que resultan más elegantes). De chaval recuerdo que era genial conocer a alguien que tuviera una "bestia" y que te montasen encima. Un caballo impone, sobre todo si están engalanados y tú eres un pequeñajo que mira desde abajo... Casi todo el camino está asfaltado y es muy fácil acceder en coche, lo difícil es volver (la gente bebe mucho en esa fiesta :-)

Lo pasamos bien sin hacer nada especial. Estar en el campo es lo especial. Además, con muchas incomodidades: porque no tenemos una casa donde cocinar, no se puede hacer fuego (en septiembre el monte aún está muy seco), hay que cargar desde los aparcamientos con neveras, comida, bebida, sillas...
Así, lo más importante es, que necesitas un grupo de amigos con los que organizar todo eso ("solo no puedes, con amigos sí"). Y un buen árbol que proporcione sombra. Nosotros acabamos siempre debajo de un alcornoque, sobre un manantial de agua, junto a otro alcornoque ya muerto, cuyo tronco recuerda la cabeza de un caballo, en las traseras de la ermita.


No es casual que nuestra fiesta (y las de muchos otros pueblos) tenga ciertas semejanzas con las celebradas en honor de Dioniso: en esas fiestas, las mujeres salían del hogar y se internaban en el monte. Durante ese tiempo se liberaban de la máscara social, extasiadas por la música, el alcohol, el baile... El desenfreno, un acto de voluntad dirigido por el deseo.
Nuestra cultura occidental es heredera de la antigua Grecia y se ha ido desarrollando sobre esa base, transformando y sublimando ciertas costumbres, normas morales, intereses, técnicas... También el cristianismo es deudor de esa época mitológica, se puede apreciar en los paralelismos entre Cristo y Dioniso: beber la sangre (el vino), la muerte y resurrección...
La moral cristiana de los últimos siglos reprimió con fuerza la sexualidad: se les pusieron muchos mantos a las vírgenes... quizá, solo como una reacción al libertinaje y los torsos desnudos de los griegos y romanos...  Y es que la historia no es algo que avance linealmente, también retrocede y gira, sin ningún fin aparente, como los astros, como un herrereño por las inmediaciones de la ermita el día de Jubileo...