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lunes, 1 de marzo de 2021

El año del gallo, 1981

Hoy se cumplen 40 años de mi llegada al mundo. Era el año chino del gallo. No sé muy bien qué significa eso. 
Me hubiese gustado que los horóscopos o la astrología  marcaran mi destino indicándome qué hacer en cada momento. Dónde invertir mi tiempo, mi dinero y mi talento -si es que tuviera algo de todo eso-.

De pequeño todo era más fácil. Los padres se preocupaban de cubrir las necesidades. Y yo sólo de jugar, superar los retos del colegio... Todos me cuidaban y yo no tenía que cuidar de nadie.

 

La vida está llena de posibilidades, aunque casi siempre transitamos los mismos caminos. La posición de nacimiento condiciona nuestro futuro y nadie quiere renunciar a que le sonría la fortuna, o que un acontecimiento inesperado le haga vivir grandes aventuras.

Yo he tenido suerte. He ido haciendo siempre lo que debía -o se esperaba de mí-. Tomándome ciertas licencias de cuando en cuando. Y he ido a parar a buen puerto. No me da envidia el dinero -seguramente ahí no he tomado las mejores decisiones, pero la libertad tiene un precio y, en el amor: he ganado-.

En términos capitalistas y de rendimiento del trabajo, los cuarenta son una buena edad: tienes experiencia, energía... Podrías ponerte al frente y decir a todos lo que deben hacer. Como si fueras el gallo más fuerte del gallinero, repartiendo picotazos a diestro y siniestro y disfrutando de los mejores bocados. Es un buen momento para realizar los sueños -si es que todavía te queda de eso-.



De pequeño tenía muchos sueños. Me encantaba ir a la cama a soñar. Incluso había depurado ciertas técnicas. Por ejemplo, ponía la radio bajito: supongo que eso me mantenía medio alerta, en una suerte de duermevela, hasta pasar a la fase REM. Así que, la realidad, me resultaba poca cosa... una distopía aburrida.

Luego fui cogiendo el gustillo al campo, las plantas, los animales, las novelas, divertirme con los amigos, el amor, la música, el sexo, la playa, el alcohol, internet, la comida... Puede que haya una etapa de la vida donde todo eso abunde: en la adolescencia y la juventud. Luego va en retroceso. El trabajo nos embrutece, los cuidados y la administración de los recursos nos ocupan gran parte del tiempo... empezamos a tararear "mucha policía poca diversión". Y, en nuestra cabeza, no paran de resonar: pandemia, virus, políticos, Cataluña, pensiones, sanidad... -Sí, ahora recuerdo que de pequeño los noticiarios también me parecían lo puto peor.

Ya apenas pinto ni dibujo. Casi no hago deporte. No tengo tiempo -me digo-. Es verdad que también tengo otras aficiones: la fotografía, la escritura, las plantas, la filosofía... Que la familia hay que cuidarla, las amistades regarlas... 
En términos humanos y de canalización del deseo, los cuarenta se presentan como una época intensa, afanada... -Bueno, hemos llegado hasta aquí. Habrá que exprimir el limón, antes que se pudra.

Es verdad que la sociedad actual nos atosiga continuamente: maximizar el beneficio, crecer, hacer cosas -productivas-, consumir, formarse, emprender, viajar, quemar experiencias... Pero, a veces, la vida nos brinda la oportunidad de ser Fuertes -como Gloria-

"Me dijeron:
– O te subes al carro
o tendrás que empujarlo.
Ni me subí ni lo empujé.
Me senté en la cuneta
y alrededor de mí,
a su debido tiempo,
brotaron las amapolas.
"


martes, 13 de noviembre de 2012

Huelga general

- ¿Por qué hacer huelga? - Me preguntaba?
Porque es una forma de expresar mi descontento con la situación laboral actual.
Porque creo que la dirección en que está evolucionando la organización del trabajo es profundamente irracional: no responde a los deseos y anhelos de los trabajadores, ni tan siquiera de la mayoría de la población.
Porque muchos de los que quieren trabajar no pueden hacerlo.
Porque aún teniendo trabajo, no existen garantías de mantenerlo: cercenando  planes de futuro, sumiendo a la población en la incertidumbre y el miedo.
Porque los que organizan el trabajo no son sensibles ni conocen las necesidades y problemas de los trabajadores (me atrevería a decir que los consideran otra especie, los que producen, muy por debajo de los que gestionan, los que comercian).

Llevo días dándole vueltas al hecho de que vivimos en crisis, que se pide al pueblo (la clase obrera), cada vez mayores esfuerzos. Como si esforzándonos mucho todo fuese a ir mejor. Pero no parece que el fin sea producir más ¿alimentos, coches, casas..? EL esfuerzo, se dice, es para conseguir mayor competitividad en los mercados globales. Pero si ser más competitivos implica endurecer las condiciones laborales, disminuir las garantías sociales... en fin, adentrarnos en el malestar social, profundizar en las desigualdad de clases... Quizá no queremos ser competitivos, quizá prefiramos esforzarnos por obtener una sociedad más justa, con un reparto racional de las cargas laborales, donde nuestros hijos no vean el mundo como un lugar al que hemos venido a sufrir, para que otros vean satisfechos sus aspiraciones aristocráticas y de lucro.




Sobre la crisis del capitalismo regulado y el paso al capitalismo global:
[...] La filosofía económico-política que deviene hegemónica en la disputa por conducir la crisis es el neoliberalismo. Propugna ajustes estructurales que refuercen las posiciones institucionales del capital y debiliten el trabajo y la ciudadanía. Son políticas: desreguladoras de los mercados internos y externos, en particular, del mercado de trabajo, con el fin de crear excedentes de trabajo y flexibilizar su uso en los mercados y empresas, denunciando los pactos sociales y realizando políticas antisindicales; remercantilizadoras de industrias y servicios estatales, ofreciendo una salida a la inversión de los excedentes del capital, poniendo a su disposición sectores estratégicos de alta tecnología de dimensión oligárquica; recortando funciones y recursos de los estados del bienestar, tildados de ineficientes, caros y totalitarios; y reduciendo la imposición directa sobre los capitales y la propiedad. [...]
Globalización y cambio de las categorías Filosófico-Políticas.  Bernat Riutort Serra

miércoles, 14 de junio de 2006

se acabó

Y yo me pregunto... ¿y yo quién soy? ¿Por qué tengo tan mal humor? ¿Se me han olvidado las cosas bonitas? Sólo veo sexo y violencia, eso es todo lo que percibo a mi alrededor. Y gente que le gusta molestar, gente egoísta que no piensa en si molesta.
Antes, creo, existían árboles, animales... biodiversidad. Ahora sólo hay castaños, palmeras, gorriones y palomas.

- No sé, no sé, David, lo que quiero: - ¡Dímelo tú, que tanto estudias, que tanto parece que sabes! - ¿No será que no sabes nada?
- Las cosas, ya no van a dar un quiebro inesperado, va a ser así siempre, no te quepa duda: gente que pasa hambre y tú atiborrándote de indiferencia.

No creo que nunca vuelva a dormir tranquilo. El sueño profundo es un privilegio de los limpios de conciencia, y yo no tengo más que mierda que rebosa hasta por las orejas. Me merezco un tumor, y si no me lo merezco lo tendré igual, porque el aire que respiro es insano, porque me empeño en recorrer siempre los caminos mas infectados. ¿Donde está la droga cuando se la necesita? ¿Esos martillazos de alcohol que clavaba en mi conciencia? Por fuerza, me he vuelto un chico responsable, aquello que pronostiqué ocurriría a los 18 años. Bueno, ha llegado algo más tarde. Y ahora que soy responsable, soy peor persona, o puede que la mayor parte del tiempo no sea una persona, sólo un mecanismo que hace lo que debe.
-¡Se acabó!