lunes, 21 de diciembre de 2020

Asociacionismo: consenso Vs democracia

Me encontraba en una reunión de delegados de clase -en cada clase del cole se elige a una de las madres o padres para representar a todxs-. Siempre he sido muy reacio a estas formas de participación representativas -más en la situación actual, en que el aislamiento social impide la comunicación cara a cara, que es con la que la mayoría se siente más cómoda-. 
Pero bueno, son grupos pequeños -de entre 10 y 20 alumnxs por clase- y agiliza mucho las reuniones el que los interlocutores sean 15 personas -y no 250-. Aunque esto implique que la opinión de algunas familias quede silenciada.

Los grupos de cada clase funcionan como pequeños corrillos donde la gente está más desinhibida y cada cual da su opinión, a sabiendas de que no va a trascender. Tiene su utilidad, porque sirve para que, dentro de ese corrillo, se genere debate y se consoliden opiniones sobre temas de los que no todo el mundo tenía una opinión formada. La función de los delegados es luego transmitir esas opiniones a la dirección del cole.

 

Se trataba de una reunión telemática, una video conferencia grupal. Si ya resultan frías estas reuniones de por sí, al ver las caras individuales de los participantes en la pantalla del ordenador, era como abrir la puerta de un congelador. 
El grupo de delegados solo se constituye cuando lo requiere el equipo directivo del cole -es una especie de acto obligado-. No actúa nunca por iniciativa propia. No sienten que sean más que un vinculo de comunicación entre la dirección y el aula a la que representan.

La reunión fue convocada por la AMPA, una asociación de madres y padres unidos por intereses comunes: mejorar las instalaciones del cole, potenciar la convivencia entre familias, organizar actividades extracurriculares, representar los intereses de las familias ante las diferentes administraciones... 
Aunque en colaboración con el equipo directivo del cole, la AMPA actúa por iniciativa propia, en función de los intereses y preocupaciones de sus miembros, o de los que les trasladan las familias. 

A pesar de su labor, la AMPA no goza de simpatía entre un porcentaje importante de las familias del cole. Diría que el asociacionismo de cualquier tipo despierta animadversión en este pueblo. La sociedad está muy polarizada y reducen las personas a una única dimensión: la dimensión de los partidos políticos. 
Y la gente es muy militante, se posiciona vehementemente en uno un otro bando al primer movimiento de piezas. 

A esta animadversión de la población general, se superpone el hecho de que los poderes fácticos aspiran a mantener un cierto control sobre el movimiento asociacionista. Con medios materiales -atrayendo mediante subvenciones o ayudas-, o bien, colocando personas de su confianza en los espacios de toma de decisión. Por cuanto son agrupaciones de personas con intereses muy concretos que pueden generar consensos en aspectos nunca abordados en la lucha política por el poder, o que entren en conflicto directo con el poder mismo.

En este escenario, no hay debate posible y todo se reduce a medir las fuerzas, a vencedores o vencidos.  


Hace unos días empecé a leer "Un tributo a la tierra". Un cómic que narra la historia de los pueblos aborígenes de Canadá y su progresiva colonización por la sociedad occidental. En una de las viñetas, el autor añora aquellos tiempos en que los miembros de la tribu se reunían para debatir algún tema. Primero hablaban los más ancianos y luego espontáneamente cada uno iba aportando algún contenido nuevo, algún matiz... 
Luego llegaron los occidentales, con la extracción de gas y petróleo. Y la sociedad se dividió. Era imposible llegar a consensos y se recurrió a la democracia -el que tiene más votos gana-.

Fotografía de una de las páginas del libro "Un tribuo a la tierra" de Joe Sacco

 

Mientras hablaban los miembros de la AMPA, la cara del resto de delegados era de absoluta reticencia. Al final, alguien preguntó al director cuál era su opinión personal sobre aquello... 
Por fin todos tenían algo a lo que aferrarse para posicionarse: la opinión de una autoridad competente -y, menos mal, porque si no el debate hubiese estado sentenciado desde el principio-.


Creemos formar parte de sociedades muy avanzadas, disponemos de tecnologías que nos permiten intercambiar información con personas en la otra parte del globo pero, en lo social, estamos absolutamente en pañales. Somos incapaces de alcanzar acuerdos o de organizarnos para llegar a fines comunes. Sólo conseguimos una elevada organización recurriendo a formas de obediencia basadas en el poder y, en última instancia, en la violencia. 

Algo que, por otro lado, está poniendo de manifiesto la actual pandemia, con continuos mensajes de la población a las autoridades para que prohíban por ley las reuniones. Porque apelar a la responsabilidad individual es del todo ineficaz. Lo que viene a ser el reconocimiento de nuestra minoría de edad: puesto que somos incapaces de controlarnos, exigimos orden y castigo por parte de los que ocupan el poder de manera arbitraria.