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martes, 2 de agosto de 2022

Trabajos de mierda

Ya llevo un par de meses en la nueva empresa. Me ha resultado fácil adaptarme: a la gente y, también, a las nuevas tecnologías. Al final, las tecnologías no son tan diferentes unas de otras. Cambian los nombres, la apariencia... se busca siempre el golpe de efecto, lo revolucionario... más bien se busca el trending topic: convertir tu solución en viral, que todos se entusiasmen y utilicen ese nuevo lenguaje, ese nuevo control de versiones, el IDE supersónico, el software definitivo para la gestión de proyectos... Y está muy bien, la gran mayoría de novedades vienen a facilitar la vida a los trabajadores del sector, aumentar la productividad... con curvas de aprendizaje realmente rápidas. Los informáticos que estén próximos a la jubilación deben de flipar con lo rápido que ha evolucionado todo esto. La extrema atención que debíamos prestar para ciertas tareas, la memoria, la interiorización de patrones y lógicas de acción, la agilidad... Ya todo está automatizado, codificado, segmentado, protocolarizado... incluso los modelos de negocio: las consultoras, las empresas de producto, las que alquilan infraestructura... En cuanto surge un nuevo nicho, se le aplica la fórmula y se explota.

La gente de la nueva empresa es muy maja. Supongo que también ayuda que la mayoría son del sur -Andalucía-, eso hace más fácil la conexión, aunque sólo sea por el feeling climático, los lugares, expresiones y bromas comunes. Me hacen sentir un poco viejo. No es muy grande el desfase generacional -unos 10 años- pero, los más jóvenes, manejan unos referentes culturales de la infancia bastante diferentes a los míos. Tengo que hablar en inglés, pero no todo el rato. Mi inglés es bastante chusquero, no me siento seguro en ese idioma, tampoco tengo tanto dominio como para expresarme con todos los matices y la rapidez que me gustaría, así que es bastante liberador combinarlo con el español. La propia consultora fomenta cierto compañerismo y el establecimiento de lazos: con fiestas y reuniones ociosas, cursos de formación... Realmente consiguen crear un ambiente agradable -aunque la mayor parte del tiempo estés currando en proyectos externos-.

Hacía mucho tiempo que no trabajaba para una consultora. Son ambientes muy dinámicos, cambiantes, precarios... Hoy estás en un cliente, mañana te mandan a otro... La apariencia es muy importante: parecer que controlas, parecer que eres experto, proyectar una imagen de seguridad, decisión, ambición... Algo en lo que no soy especialmente bueno, yo soy más de demostrar con hechos. El proyecto en el que estoy trabajando me gusta, para mí es una especie de reto tecnológico, porque utiliza herramientas y lenguajes modernos con los que hacía años que no trabajaba. Me resulta novedoso, pero seguramente sea un coñazo excesivamente burocratizado para quien lleve mucho tiempo en el nicho de ese lenguaje de programación -Java- en entornos web: estamos migrando servicios a una infraestructura nueva, con lo que va muy bien para tener una visión global de las tecnologías y metodologías que se utilizan, y no estar únicamente con el foco puesto en la programación.

Quizá el peor punto en contra sea el tipo de negocios a los que se dedica la empresa para la que estoy subcontratado: juego online, apuestas deportivas, crypto... movidas muy chungas. Es lo que David Graeber definiría, sin ningún tipo de fisura, como un "trabajo de mierda": un trabajo absolutamente dañino para la sociedad. En cierta manera, el tipo de trabajos que siempre he desempeñado en mi carrera profesional: trabajos bien pagados, que otorgan cierto estatus social pero que, probablemente sería mejor que nadie desempeñara. Sólo que en este caso es mucho más explícito, no se trata sólo de sostener y reproducir un sistema social desigual e injusto, sino de trabajar para los peores vicios de nuestras sociedades: ludopatía, blanqueo de dinero, especulación... Obviamente no son cosas que yo vea en mi trabajo del día a día, que es meramente técnico: lo más que veo son transacciones de dinero, que podrían ser para apostar o para comprar productos de amazon.

jueves, 16 de septiembre de 2021

Facebook y la patria chica

Cuando apareció Facebook y similares, todos nos lanzamos a colgar fotos, etiquetar a nuestros amigos, buscar la gente que conocíamos... Éramos jóvenes, guapos, esbeltos... o, simplemente, nos sentíamos cómodos con nuestra imagen. Hacíamos bromas, intercambiábamos banalidades, nos divertíamos... Se había convertido en el patio del colegio -o en nuestro pueblo chico-. 

A medida que íbamos haciéndonos mayores, los contenidos que compartíamos eran cada vez menos personales, menos banales y cotidianos. Subíamos menos fotos de nuestros cuerpos -que ya no eran tan esbeltos-. Ee cuando en cuando, fotos de nuestras caras o de acontecimientos muy especiales -bodas, comuniones -en las que aparecíamos anormalmente adornados-...
Como en la vida real: nos fuimos dejando ver menos por los espacios públicos y nos refugiamos en nuestra propiedad privada. Mientras, los más jóvenes buscaron otras redes, como Instagram, en las que exhibirse -es lo bueno de Internet, que el espacio es infinito y no tienes que esperar a que tus viejos se vayan de la discoteca para ir tú-.
No se diferencia mucho ese proceso de socialización en la red del que se da en la vida real. Un proceso en el que vamos comprendiendo que, a pesar de ser vecinos o amigos, no tenemos las mismas ideas ni intereses. 
Para no ofender, o no enredarnos en eternas discusiones, empezamos a publicar menos: "los demás no necesitan saber tanto de nuestras vidas", "te puede causar problemas publicar dónde estás y demás", "no quiero parecer egocéntrico hablando de lo que hago o pienso", "yo pienso esto, pero no lo voy a decir porque no quiero que nadie me rebata", "no soy famosa, ni tengo nada que aportar", "no quiero parecer tonto", "hay gente muy desconfiada y malpensada, mucho ofendidito"... 

Los muros empezaron a llenarse de silencio y aburrimiento... Algo que una empresa que vive del entretenimiento no podía permitir. Así, Facebook fue rellenando esos silencios de publicidad, de anuncios de grupos que te podrían interesar, de negocios, de política nacional e internacional, de fútbol... Los profesionales de la producción de contenidos los vertieron también en esta red, nos sacaron de lo local y personal y nos devolvieron a lo global. A pesar de que para nosotros resultarían más interesantes el nuevo peinado de la vecina, las ovejas de aquel, el huerto del otro, el coche nuevo del colmenero, las mayas del profesor de spinning o los enredos del equipo local de fútbol.
Las pequeñas cosas que nos ilusionaban y entretenían se arrinconaron y comenzamos a engullir propaganda y contenidos como veníamos haciendo en los medios tradicionales: tv, periódicos, radio...

A Facebook, como compañía, ya le venía bien este giro de los acontecimientos: es una empresa que cotiza en bolsa y sus accionistas obtienen beneficios. Pero tener una cuenta es gratis ¿Cómo puede ser? ¿De dónde sale la pasta? Entonces hubo personas avispadas que pensaron "si es gratis es que nosotros somos el producto...". Y no queremos que nadie se aproveche de nosotros sin compartir los dineros.
Pero el identificarnos como producto no nos hizo libres. Al contrario: asumimos que sólo los famosos, o la gente que tiene una imagen pública, es la que debe compartir sus pensamientos o sus actividades. Ejercimos nuestro micropoder coercitivo para callar a los demás y a nosotros mismos y consentimos que los mismos grupos de poder de siempre siguieran arrojándonos sus mensajes para que asumiéramos sus poses. 

"El medio es el mensaje" y Facebook se ha convertido, principalmente, en un medio clásico, que vive de la distribución de contenidos y la publicidad.
Se parece poco a la idea inicial de mantenerte conectado con tus conocidos y seres queridos -o la de cotillear a tus vecinos-. Y, aunque siguen subsistiendo, esas funciones resultan prácticamente marginales, o bien se han desplazado al Whatssap o redes más privadas. 
No creo que haya sido una estrategia fríamente calculada. Más bien, un ir improvisando, sobre la marcha, aprovechando las corrientes y oportunidades. Facebook empezó como una especie de reto tecnológico o juego sociológico: crear una plataforma que atrajera a millones de usuarios... Luego ya verían cómo rentabilizar algo así.
Y el resultado les ha queda bien. Tienen un montón de usuarios que entran a su plataforma, les da                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     un poco de lo que quieren: información de sus amigos y entorno cercano y, de paso, les endosan un montón de publicidad y contenidos generalistas -mejor o peor dirigidos a un público objetivo-.

Por todas partes comenzaron a surgir tutoriales y gurús que explicaban cómo gestionar los perfiles de negocio en estas redes sociales. Trucos y consejos para conseguir mayor visibilidad, mayor alcance, mejores valoraciones... Se profesionalizó el patio del colegio. Y, como teníamos cuenta en esa red, también comenzamos a pensar que debíamos profesionalizarnos nosotros: mostrar nuestro mejor perfil -postureo-, ser políticamente correctos, ciudadanos del mundo globalizado, opinadores de la actualidad del país, haters del otro bando...

 

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Yo utilizo Facebook para consumir contenidos y también para publicarlos. Me gusta, es una forma de socialización y entretenimiento como otra cualquiera. Me gusta saber qué cosas preocupan, gustan o ilusionan en mi entorno cercano, qué ven mis amigxs desde sus ventanas, qué opinan sobre las diferentes noticias, intercambiar opiniones, mirar sin ser visto, cómo les va la vida a los antiguos compañeros de uni, cómo crece su prole, si ya han empezado a coger setas, cuándo siembran las patatas, dónde van a castrar, los festivales a los que van, los libros que han leído o si la última de Disney les pareció mejor que la anterior.

También me gusta hacer fotos y publicarlas. Sé que existen redes más apropiadas para la fotografía, pero encuentro cierto encanto en hacerlo en ese cajón de sastre en que se ha convertido Facebook. Un lugar donde aparece mezclado lo personal, lo global, lo comercial, imágenes, audios, vídeos... Donde la única coherencia está en el muro personal de cada cual: como pequeñas moléculas enlazadas con otras, en estructura rizomática -aisladas y conectadas a la vez-.

También me gusta compartir noticias, pensamientos, pequeños textos... Sin ninguna pretensión especial. Como pequeñas notas que se me aparecen interesantes para mí y para mi círculo de "amigos". Pequeñas líneas de fuga que nos saquen del cerco del algoritmo y los puntos de interés que se definen desde los centros de poder y comunicación. Uno ya sabe que no puede alcanzar repercusión más allá de su círculo -tampoco lo deseo, porque no considero mi ocio como una actividad a rentabilizar-, eso da mucha liberdad, como da libertad escribir sabiendo que nadie -o muy pocos- lo van a leer.

Quizá lo que más me gusta de esta red social es el parecido con un pueblo chico. Porque mi red de "amigos" está muy localizada en torno a mi pueblo -supongo que Facebook controla de ubicaciones y siempre prioriza los contenidos de quién está cerca-. Un pueblo donde, cómo siempre, ciertos órganos de poder pueden alzar la voz sobre la de los demás, pero donde la turba también puede boicotear esos intentos de imposición de opinión y dar la batalla -aunque sea en desigualdad de fuerzas-.

Por ejemplo: hace unos meses, el alcalde del pueblo y el partido en el poder, decidieron, de forma unilateral, cobrar para acceder a la playa de Peloche. Lo anunciaron por Facebook, como si fuera un logro novedoso, puntero y por el bien de la ciudadanía -por lo del Coronavirus-. Inmediatamente, la población comenzó a quejarse por una medida a todas luces injusta, que sólo podía venir de alguien totalmente desconectado de la realidad de la localidad. Las quejas no se quedaron sólo en Facebook -quizá aquí se forjó el convencimiento de la injusticia que se estaba cometiendo- y trascendieron al plano de lo real: se organizaron manifestaciones, protestas, escritos formales... Incluso volvió a salir el tema en un pleno del ayuntamiento -aunque los poderes públicos no dieron su brazo a torcer-.

Así que, sí, Facebook sigue teniendo esos recovecos, escondrijos y el potencial revolucionario o democrático que muchos esperábamos se desatara con el desarrollo tecnológico de internet -y nunca llegó-.
También tiene sus cosas malas -muchas derivadas del hecho de no tratarse de un servicio público sino de un negocio-: la adicción causada por el sistema de notificaciones y recompensas, problemas de privacidad... Pero eso ya lo hemos tratado en otros posts de este blog


Imagen de Ella Ottersbach-Edwards. Extraída de Living For Likes: The Unspoken Addiction

martes, 8 de junio de 2021

Ciencia, tecnología e historia como construcciones sociales

En la tecnología, la física, las matemáticas... Siempre se nos instruye en las últimas teorías y metodologías aceptadas por los expertos de la época. Lo que hubiera anteriormente no nos interesa porque, simplemente, ha quedado demostrado era falso... Bueno, quizá tampoco estamos tan seguros de la falsación, pero lo que sí podemos afirmar es que ahora no nos resulta útil para los fines que pretendemos alcanzar.

En sociología, antropología y otras ciencias humanas, sí que se suele prestar mayor atención a las diferentes enfoques y desarrollos históricos -aunque sólo sea para hacer notar sus carencias y las soluciones adoptadas en las tendencias actuales-.
Es verdad que, normalmente, cuando se enseña alguna de las ciencias duras -física, química...-, se suele hacer un repaso histórico por las diferentes épocas e inventores. Pero es un repaso finalista: un recorrido por los avances y descartes que nos conducen hasta el estado actual, que es el verdadero. 
Hegel intentó hacer eso mismo con su interpretación de la historia y no nos inspira tanta confianza como los científicos de nuestra época. El estado actual de nuestras sociedades dista mucho de ser utópico o deseable -quizá sólo para unos pocos-. Así que, plantear la historia de la humanidad como un avance de logros hasta llegar al presente, resulta un tanto grotesco. Hegel es considerado pretencioso por ello y, nuestros científicos... también -pero no tanto-. 

Podemos atribuir a Hegel y los idealistas alemanes cierta actitud conservadora pero, sin embargo, consideramos que la ciencia está exenta de todo sesgo ideológico, que sólo ofrece una interpretación fidedigna de la realidad -en base a nuestras herramientas actuales-, que estudia lo que es así y no puede ser de otra manera. Afirmamos así que existe una realidad externa, que podemos conocerla y que, cuanto más precisos seamos en ese conocimiento, más éxito tendremos moviéndonos a través de esa realidad ideal...

En un entorno empresarial de trabajo, la ciencia serían los problemas del día a día, lo que hay que ir resolviendo cuanto antes. Y, luego, si hay tiempo, se piensa en cómo posicionarse, hacia dónde tender, dejarlo bonito... Pero todo eso ya no sería trabajo de la ciencia.

 

El desarrollo de la vacuna se ha difundido como uno de los grandes logros de la ciencia -obtenida en tiempo récord-. Pero quizá cuesta menos verla como un logro del sistema capitalista -el capitalismo creando y solucionando sus propios problemas-. Imagen extraída de El Mundo


Durante la actual pandemia de la Covid-19, la ciencia se ha volcado en el estudio del virus y la búsqueda de soluciones para evitar la enfermedad. Las farmacéuticas han invertido grandes sumas de dinero en el desarrollo de unas vacunas con las que poder comerciar... 
—Pero ¿La ciencia no es un saber independiente de condicionantes sociales y  sesgos ideológicos? 
—No, claro que no. Es una construcción social, como lo son la tecnología, la arquitectura, el arte... Apunta en direcciones privilegiadas, según las demandas de la sociedad -o el mercado-. La ventaja del conocimiento científico es que permite hacer predicciones -dadas unas condiciones de contorno muy concretas- y desplazarnos con ciertas garantías en esa dirección. 
—Ya veo. Así que, la relevancia actual del conocimiento científico y técnico devienen de su utilidad para el sometimiento y transformación de la Naturaleza -en sociedades capitalistas de consumo- y no tanto en que proporcionen una explicación fidedigna de la realidad. 
—Es posible. Quizá en otras épocas hubiesen tenido mayor importancia y utilidad los conocimientos religiosos, las habilidades artísticas o la pericia en la batalla. 

 

Esta dependencia de la ciencia respecto de la sociedad se puede observar también en los cambios que sufren las propias teorías científicas a lo largo del tiempo y cómo se adaptan a nuestros nuevos intereses. Por ejemplo, para poner un satélite en órbita se necesitan unas teorías y medidas mucho más precisas que las que manejara Copérnico para explicar por dónde aparecían los diferentes planetas del sistema solar. Quizá alguien podría pensar que han sido los avances en la ciencia los que han posibilitado el lanzamiento de satélites, como si fuera ese un destino ineludible al que nos arrastra el conocimiento de la física y el espacio. Pero pienso que, con la gran cantidad de estudios antropológicos, sociológicos e históricos que existen en la actualidad, resulta difícil defender esas posturas. Más cuando vemos que todos estos desarrollos no conducen necesariamente a sociedades mejores y parecen responder más al sesgo cultural e ideológico de occidente -al deseo de estas sociedades de dominar y someter la Naturaleza-. 

Seguramente podamos admitir cierta realimentación entre los avances científicos y las direcciones en que se mueven las sociedades. Pero resulta difícil defender, a día de hoy, la ausencia de sesgo en la ciencia, o que esta tenga un peso mayor en esa relación de interdependencia con la sociedad, incluso a pequeña escala: en la lucha entre laboratorios, equipos de investigación, universidades, empresas...
No está demás bajar el conocimiento científico de su pedestal para admitir que es sólo un tipo más de saber, al servicio de unos fines muy concretos.

 


jueves, 6 de mayo de 2021

Pablemos

La moción de censura en Murcia, que tuvo como consecuencia la convocatoria de elecciones en Madrid -y la salida de Pablo Iglesias de la vicepresidencia del gobierno para presentarse como candidato por la comunidad-, finalizó con Pablo fuera de la política.

Realmente, el resultado de Podemos en las autonómicas no fue tan malo -pero Pablo esperaba más-. Muchos votantes de izquierda ya lo veían venir: se comentaba su giro al centro, su excesivo protagonismo -era común referirse a su partido como Pablemos-, la disolución del núcleo inicial... 

Dejó mucho decepcionado en ese camino meteórico que comenzó con la canalización del descontento del 15M en una salida institucional -entrando primero en el parlamento europeo, después asaltando las municipalidades, hasta convertirse en un partido clásico que ha conseguido formar parte del gobierno-.

Leía una cita de Antonio Escohotado en la que decía "La casta política es el peaje que debemos pagar por la democracia".
La cita es abiertamente provocadora -Escohotado e Iglesias tienen sus rifirrafes intelectuales-. Pero creo que es difícil negar que Podemos se ha convertido en "casta" -de hecho, hace años que sus miembros no utilizan ese término-. Pero, además, se pagan otros peajes: el acotamiento de acción de los gobiernos, o unos discursos simplistas y campañas centradas en lo simbólico -más que en las condiciones materiales reales-.

Así, a medida que se adentraba en las instituciones, el programa de Podemos se fue aproximando al centro representado por pp-soe, aunque con alto componente social y énfasis de lo público.

Ya asentados, su discurso se enfocó en acabar con la corrupción y el establecimiento de mecanismos de transparencia. Quizá sea este uno de sus mayores logros -junto con la ruptura del bipartidismo y la alternancia de poder-. Pero, una vez solventados esos problemas: su relato se acabó. Se convirtió en una opción política más -diría que eso ocurrió en el momento mismo en que decidieron entrar en el gobierno-.

 

Sin duda, la irrupción de Podemos en la escena política, ha beneficiado a nuestra democracia representativa. Seguramente sus logros nos parezcan ínfimos, si los comparamos con la ilusión inicial de alcanzar una democracia real. Pero no hay que olvidar que Podemos surgió de la nada, del proyecto imaginado por gente de a pie, gente que trabajaba para ganarse la vida.
El sistema se puede cambiar desde dentro, pero hay límites que no te va a dejar traspasar. Otro de los logros de Podemos ha sido presionar esos límites y ponerlos en evidencia.

A mí me parecen legítimas estas críticas que se hacían a Pablo Iglesias y su partido. Supongo que, cuando estás en el poder, debes aprender a encajarlas e ignorarlas: es el precio que pagas por convertirte en "casta". 

Pero una cosa son las críticas en aspectos morales, formales o políticos y otra cosa es el acoso a que se le ha sometido desde que entró en el gobierno. Un acoso en lo personal que, desde luego, va mucho más allá de su dimensión política. Sí, es una persona que genera odio entre la derecha española -tanto como lo hace el lenguaje inclusivo-. Una actitud que recuerda mucho al bullying que los niños reproducen en los colegios contra otrxs niñxs. Supongo que responde a ese rechazo tan español hacia quien asciende meteóricamente: -No puede ser. Tú eres un comemierda como nosotros. No te puedes codear con el presidente. Vuelve a tu agujero en la universidad!

Imágenes extraídas de internet. Del primer Pablo Iglesias, a la caricatura grotesca que se representaban sus haters

 

Seguramente, Pablo Iglesias no debería haber entrado en el juego de vox, ni en esa dialéctica de la clase obrera enfrentada a cayetanos y fascistas -ya sabemos que están ahí, no hace falta señalarlos todo el rato-. La gente no quiere oír hablar de eso. Vivimos en una sociedad líquida, postmoderna, sin hilos que guíen el relato de la historia. Preferimos que nos regalen los oídos con la terracita, la cervecita, el centro comercial... mientras el resto del tiempo estamos jodidos trabajando, chupando atascos, sin proyecto de vida, sin ilusión... Pero que no nos llamen pobres de mierda -como poco: clase media-.

La campaña madrileña ha sido bastante repugnante. Una especie de gallinero donde todos intentaban cacarear por encima de los demás. Retorciendo los argumentos, tratando de culpar al otro de lo mismo que lo acusaban -Rebota, rebota y en tu culo explota-.
Supongo que, cuando el ayusismo rompió el tabú sobre vox y lo puso en el tablero político -en igualdad de condiciones-, vox decidió que podía jugar también a los memes y a ridiculizar la figura de Pablo Iglesias -para que no se escuchara su voz-.
En algo que recordaba a aquella ocasión en que los diputados del pp no dejaban hablar a Labordeta y no tuvo más remedio que increparles:

"Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder ustedes toda la vida. Y ahora les fastidia que vengamos aquí las gentes que hemos estado torturados y reprimidos por la dictadura a poder hablar. ¡Eso es lo que les jode a ustedes! ¡Coño! Y es verdad, ¡Joder!"

La dictadura ya nos queda lejos. También esa retórica de rojos y nacionales. Pero es verdad que les jode. No les jode que lxs hijxs del obrero tengan estudios, diseñen sus edificios, sus programas informáticos, que hagan cine, o den clases a su prole en la universidad... Lo que les jode es que se metan en sus instituciones, les hablen de igual a igual y que, además, las gestionen mejor que ellos ¡Coño! Y es vedad ¡Joder!


Se ha retirado con dignidad, consciente de que la sociedad lo tenía enfilado y se había convertido en un lastre para su propio proyecto. Estoy convencido que volverá, estaba demasiado metido en la actividad política, le vendrá bien tomar posiciones en lo teórico, pergeñar nuevos proyectos... Y, como cantara Julio Iglesias

"Al final las obras quedan las gentes se van.
Otras que vienen las continuarán.
La vida sigue igual.
"


miércoles, 10 de marzo de 2021

Día de la mujer trabajadora y conflictividad de clases

Esta semana se celebró el día de la mujer. Un día para dar visibilidad al feminismo. Un día extraño para los hombres -que no sabemos muy bien como posicionarnos-. Y creo que no hay mucho problema en declararnos feministas -algo muy extravagante hace unos años-. 

Sí, el feminismo avanza y cada día existe una mayor empatía de los hombres hacia las mujeres. Estamos juntos en el mundo, tenemos proyectos de vida comunes, queremos estar bien... No se puede estar bien si quien está a tu lado se come todos los marrones, o recibe violencia y desprecio de forma gratuita.

 

Primero se llamaba el día de la mujer trabajadora. Luego reparamos en que todas las mujeres lo son -a algunas se las remunera por su trabajo y a otras no-. Así que, al principio -cuando ese "trabajadora" tenía el sesgo de trabajadora fuera de casa-, este día parecía dirigir la mirada a la igualdad de oportunidades laborales para las mujeres: que pudieran acceder a los mismos puestos, que percibieran el mismo salario, que pudieran ascender igual que los hombres... 

Se ha avanzado mucho en esos aspectos y, ahora, es habitual que hombres y mujeres trabajen fuera de casa: así que, los hogares se han quedado vacíos, no hay nadie la mayor parte del tiempo.

Muchos de los trabajos del hogar se han externalizado: limpieza, cocina, educación... Esas actividades se desarrollan ahora en el cole, extraescolares, comedores, restaurantes... Es la forma que tiene el capitalismo de adaptarse a las demandas sociales y generar beneficio. -Todos queréis trabajar fuera. Bien, hagámoslo posible y movamos la economía.

Aún así, los trabajos de cuidados están fuertemente feminizados: -de todos es sabido que las mujeres nacen con esta tendencia natural a este tipo de oficios mal pagados y precarizados... No necesitan formación ni instrucción -eso es cosa de hombres que realizan trabajos dignificados- (y aquí dejo la ironía). 

 

Una solución muy loca: ahora, las clases medias y bajas se ven obligadas a competir en el mercado de trabajo para abastecer de cuidados a las clases altas. Y, cuando llegan a casa, tienen que seguir cuidando de ellas mismas. 

Impepinablemente el feminismo tiene que ir ligado a una crítica social, a la abolición de clases, a la no explotación de unas personas por otras -que nadie escupa sangre para que otro viva mejor-. 

Parecería una solución de mierda si, al final, se explota por igual a hombres y a mujeres. En lugar de realizar un reparto justo de las tareas en el conjunto de la sociedad. 

 

Imagen extraída de El blog del viejo topo: Iconografía y estética de los carteles sobre el 8 de marzo en la URSS. Día Internacional de la Mujer Trabajadora

En oposición a este feminismo obrero, siempre ha existido un feminismo "cuqui", de colores amables y formas suaves. El feminismo que fomentan las instituciones y las grandes empresas. Un feminismo que rehuye la conflictividad social. Un feminismo que no cuestiona la pirámide salarial y de poder... 

Queremos que las mujeres también puedan ser presidentas y CEOs de nuestros organismos... Pero el presidente no limpia, no cuida de los hijos, no cocina, no lava la ropa... Eso lo hacen "otras" -por una insignificante porción de su sueldo-. 

Es feo que sean las mujeres -por el hecho de ser mujeres- las que se sacrifiquen para que los hombres se dediquen a sus elevadas tareas. Pero sigue siendo feo que otros se sacrifiquen para que la presidenta acuda fresca, limpia y recién planchada a sus importantes reuniones. El feminismo cuqui se siente cómodo con la existencia del privilegio y, como el capitalismo, se adapta y no tiene grandes problemas en invertir los roles de género. 

Cartelería del Ministerio de igualdad para conmemorar el 8 de Marzo en 2020. Imagen extraída de la web de La Moncloa


Hace unos años se organizaban huelgas -también de consumo y de cuidados-. Eso no era cuqui, ni rentable... El día de la mujer ha sido fagocitado por el sistema, ha perdido su capacidad transformadora y se ha orientado a aspectos más acuciantes, menos ideales. Sí, sirve como herramienta de reflexión y toma de consciencia sobre los problemas que sufren especialmente las mujeres: abusos, hipersexualización, malos tratos, marginación laboral, prejuicios de género... Pero no cuestiona la actual organización ni la existencia de privilegios. Y sucede que, muy a menudo, los problemas que denuncia el feminismo se dan especialmente en mujeres de clase baja, racializadas, excluidas... 

Ciertos sectores de la izquierda, se han percatado de esto y miran con recelo al feminismo, porque fracciona la lucha y le hace la cama al capitalismo.

También desde las derechas se le mira con cierto hastío. Parecen decir: -Ya tenéis los mismos derechos y deberes ante la ley. Trabajad, arriesgad y dejad de llorar... que el pobre lo es porque quiere.

Las mujeres migradas salieron en Lavapiés (Madrid) para reivindicar el feminismo. David F. Sabadell. Foto extraída de El Salto


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Yo creo que los trabajos de cuidados son duros, pero tienen la ventaja de que los realizas para quien más quieres. La inmensa mayoría de trabajos son duros -no los haríamos si no fuera por el dinero-. La minusvaloración de la mujer tiene fuerte raigambre cultural y parece tener mucho que ver con la necesidad de nuestras sociedades de trabajo esclavo -trabajo no remunerado- para mantener un sistema de privilegios... 

Vamos, que ya me parecía bien el nombre de día de la mujer trabajadora -todas lo son-.


Referencias:

Podcast de Pol&Pop: El poder de lo cuqui

miércoles, 2 de octubre de 2019

Apropiación turística de lo rural

Cogí una silla de plasticucho rojo, de esas con propaganda de cerveza que suele haber en las terrazas de los bares más cutres. Era de noche, no había ni una sola nube, tampoco luna. Planté la silla en un lugar abierto, sin árboles, y me puse a mirar el cielo.
Allí, en medio del campo, a 10Km del pueblo más cercano, el cielo resulta muy entretenido.
Las niñas dormían, las luces de la pequeña casilla estaban apagadas. De cuando en cuando pasaba algún coche o camión por la cercana carretera, rompiendo con su estruendo el cantar de los grillos, el croar de las ranas y el mugir de las vacas.

Siempre que miro a las estrellas no puedo evitar acordarme de los antigüedad clásica, de sus teorías para explicar los "movimientos" de los astros, de sus mitos para memorizar la cartografía celeste y orientarse cuando no había otra referencia. Seguro que el cielo que observaban era muy diferente del nuestro.
Veía aviones pasar en todas direcciones, con el insistente parpadeo de sus luces. No se escuchaban, así que debían estar muy lejos.
En poco rato vi caer 3 estrellas fugaces, y no tenía tantos deseos preparados. - ¡Montañas de hachís! - Solíamos decir en nuestra juventud -después de toda una infancia asediados por el eslogan publicitario de una liebre sobreexcitada pidiendo a gritos "¡Montañas de Nesquik!"-
Recordé algunas noticias que hacían referencia a la gran cantidad de basura espacial en las órbitas de nuestros satélites. - Ni el espacio exterior se libra de nuestra contaminación. - Pensé.
Nunca supe diferenciar muy bien un satélite de un planeta o una estrella. Y, con tantos restos de misiones espaciales orbitando a nuestro alrededor... Resultan demasiadas variables para estar seguro de a qué clase pertenece cada punto que brilla en el firmamento.
Sí, Ptolomeo lo tendría más difícil para elaborar una teoría que le permitiese predecir los acontecimientos celestes.

Hacía años que no dedicaba unos minutos a tan interesante menester. Las prisas, la contaminación lumínica, el cansancio...
Ahora hay empresas especializadas que se dedican a mostrar las maravillas de los cielos nocturnos a despreocupados turistas y gente que busca experiencias diferentes, relajantes, en contacto con la naturaleza... Hoy en día existen actividades muy raras, muy específicas.
Y no es que estime preocupante la especialización... Sino, cómo una actividad tan simple como mirar las estrellas, ha llegado a convertirse en una actividad mercantilizada de ocio.

Durante el día estuve con mi padre recogiendo y apilando la leña cortada durante el año anterior. Los inviernos son cada vez más cálidos, pero sigue siendo necesario calentarse.
También separamos las ovejas paridas de las que no lo estaban. Hay poca comida en el campo -hasta que lleguen las lluvias o empiece a caer la bellota- y, si hay que ayudar con pienso al ganado, resulta más óptimo hacerlo sólo con el que tiene prole, que además sufre más desgaste.
Después preparamos algo para comer. Nos reunimos una buena porción de familia: niñas, padres, madres, abuelos, bisabuelas, primos, primas...
No tenemos televisión y, últimamente, hasta se nos olvida poner la radio o la música. El campo es muy entretenido: hay infinidad de bichos, plantas, cosas por hacer...
No es exactamente turismo, pero se parece. Hay mucho de evasión, de escapar de los trabajos que nos apremian. Pasar tiempo en familia. Colaborar en las tareas del hogar. Descubrir el medio y el ambiente que nos rodean...


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Hace unos días tuvo lugar un acto de celebración en el pueblo, debido a que nuestra comarca había sido declarada Reserva de la Biosfera. En el acto habló mucha gente, mucho rato... La verdad que no prestaba atención a lo que decían. Pero, en algún momento, "alguien" dijo algo así como que en la Siberia se podían comer las mejores chuletillas de cordero de toda Extremadura. Pero, claro, sólo podían comerlas los autóctonos, los pastores o sus amigos e invitados -aludiendo a que no se servían en los restaurantes-. Ese "alguien" se apresuró en hacer notar que, con la declaración de Reserva de la Biosfera, se potenciaría el turismo y cualquiera con dinero podría probar esas famosas chuletillas.
Y aquello sonó como si lo de la declaración de Reserva no fuera más que una artimaña para que todos los políticos y cargos públicos que estaban en el escenario difundiendo sus bondades sólo quisieran arrebatar las chuletillas de cordero a los autóctonos, convertir nuestros lujos de pobre en mercancía para turistas -souvenirs del tipo experiencia-.


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Todos recordamos un Labordeta cabreado riñendo a los diputados del partido popular en el congreso porque no le dejaban hablar:
-“Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder ustedes toda la vida. Y ahora les fastidia que vengamos aquí las gentes que hemos estado torturados y reprimidos por la dictadura a poder hablar. ¡Eso es lo que les jode a ustedes! ¡Coño! Y es verdad ¡Joder!”
Pero también grabó una serie de programas muy interesantes, donde daba voz y visibilidad a las zonas rurales  y sus habitantes -se ve que lo suyo era la defensa de las causas perdidas-.
Claro que, todo eso fue justo antes de que la palabra desarrollo estuviera completamente impregnada de su actual significado "desarrollo neoliberal".

En la 2 de TVE están reponiendo los capítulos de "Un país en la mochila". Justo a esa hora hago un descanso para comer. La verdad que la visión que ofrece el programa de la España rural dista mucho de la que vemos hoy día en los medios de comunicación, en programas de similares características -por ejemplo, Agrosfera-.
Labordeta va recorriendo los pueblos y entablando conversaciones con los vecinos para descubrirnos sus oficios, su historia, su gastronomía, sus formas de ocio... Nos muestra los pueblos como una organización social enraizada en el entorno.
Ahora no, ahora cuando los pueblos salen en la televisión es para mostrarnos lo exóticos que resultan. No interesa tanto el pueblo en sí -como un todo, como comunidad y parte del ecosistema-  como lo que el turista individual -el turista como ente global y cierto poder adquisitivo- puede encontrar en él: bucólicos paisajes, oficios perdidos, lujosas casas rurales, actividades en la naturaleza, cocina de autor...

Un país en la mochila se grabó en la década de los 90's. Ya en democracia, con salud y educación pública plenamente instauradas. Una época en la que ya no se padecía miseria en el campo.
Desde entonces hemos progresado mucho... Hemos progresado en la dirección del neoliberalismo económico. Todo se puede comprar y vender, hasta las experiencias. Todo se ha globalizado. El sector turístico es muy importante en nuestro país ¿Por qué no habrían de turistificarse también los pueblos?
Pero ese turismo tiene una estética muy burguesa -de postureo, que nos gusta decir ahora-. No se parece en nada a los viajes de Labordeta, o al acto tan sencillo de coger una silla, plantarla en la puerta de tu casa y ponerte a mirar las estrellas, o entablar una banal conversación con algún vecino y disfrutar sin más -sin consumo-.

Hontanaya (Cuenca) - Camino del Cahorzo - Septiembre de 2019


viernes, 8 de marzo de 2019

China, el partido único y el rumbo de Herrera



En mayo se celebran elecciones autonómicas y locales en Extremadura. Y se rumorea que en mi localidad, Herrera del Duque, habrá una única opción política -la que, a groso modo, lleva gobernando desde la muerte del militar golpista-.
Así que este año no se dará la paradoja de las dos españas -sublevados vs republicanos-. El pp siempre había sacado sus concejales, pero parece que este año no los necesitará. Habrá un único partido para representarnos a todos: el psoe. Un partido que aúna los anhelos e intereses de los dos bloques tradicionales: una mezcla de tradicionalismo en lo cultural y progresismo en lo económico -dirigidos y ordenados desde las instituciones públicas-.
Es lo que podríamos llamar "la distopía China"... Esa idea se me dibujó entre las cejas mientras veía esta micronoticia sobre la Asamblea Nacional Popular de la república "comunista":



En el vídeo se nos muestra a China como una gran compañía. En libre competencia global con otras tantas: CocaCola, Europa, Google... Y que, por tanto, debe ser dirigida con mano firme y eficiente para alcanzar los objetivos que se fijan en estas asambleas. Algo que sólo puede lograrse bajo el férreo control de un hábil y sereno hombre de negocios: el amado líder.
-Ains... Si Marx levantara la cabeza.

Desde las democracias occidentales siempre se ha criticado el modelo chino de gobierno. Seguramente por no encontrarse alineado con los intereses económicos de EEUU -porque, en la práctica, no es un modelo tan exótico-.
Por ejemplo, en mi pueblo y mi región, este esquema chino de gobierno se ha estado materializando durante bastante tiempo: el mismo partido dirigiendo simultáneamente la localidad, la comunidad autónoma y el estado. Todos los líderes que ostentan algún cargo público unidos por el mismo cordón ideológico y la militancia de partido.
Algo que, en principio, no es ni bueno ni malo. Incluso, aparentemente, puede ser beneficioso para ciertos sectores, por ejemplo para los vecinos de nuestro pueblo: los integrantes del partido son personas motivadas que quieren hacer prosperar su región y sus gentes. Esas personas se van insertando en la estructura del partido, conociendo y consiguiendo tratos de favor por parte de otros líderes en capas más altas del poder, atrayendo la inversión pública y dando notoriedad a la zona -crecimiento-.
Y, está bien, porque, tanto aquí como en China, nadie se atrevería a poner en duda que el objetivo de cualquier empresa, por pequeña o monstruosamente grande que sea, es el crecimiento. El amado líder chino no cuestiona ese esquema y, por supuesto, las autoridades de nuestra localidad tampoco -¿A quién le importa la sostenibilidad, o si el crecimiento es a costa del raquitismo de otros?-.


Ya no vivimos los tiempos de grandes ideales políticos: libertad, igualdad y fraternidad. Y estamos plenamente convencidos de que existe una única forma posible de gobierno: la democracia representativa. Que se lleva muy bien con la única forma posible de organización económica: el capitalismo. Ambas, estructuras piramidales basadas en la desigualdad, donde unos pocos deciden sobre la forma de vida y trabajo de la mayoría.

-Ya, pero China no es una democracia.
-Bueno, si hacemos el ejercicio de pensar la democracia como un estado gradual en el que, a mayor porcentaje de población participando del mayor porcentaje de decisiones políticas, más democrático es el sistema. Entonces tenemos que China no es tan diferente. Tanto allí como aquí un porcentaje muy pequeño participa activamente en la política. Allí sólo puedes insertarte en el escenario político a través de un partido y aquí tienes tres o cuatro. Sí, estamos mejor, pero no mucho más.

Los chinos idolatran a su líderes. En nuestro pueblo muchos de los defensores del actual equipo de gobierno alardean de las altas posiciones que han alcanzado algunos de sus integrantes dentro de las estructuras del partido -y también en las instituciones regionales y autonómicas- como alegato para mantener la fidelidad de los votantes:
-Es mejor que gobiernen siempre los mismos porque ya se conocen entre ellos y es más fácil tramitar cualquier inversión...
Así, los privilegios de la localidad van creciendo con los de los miembros del partido.
Con esto, parecen decirnos que la política no es cosa del pueblo, que es cosa de profesionales: los grandes propietarios, los empresarios y las personas que aspiran a forjarse una carrera política.

Se vuelve todo muy endogámico y, como ocurriera en la nobleza y la realeza, empiezan a surgir malformaciones.
De ahí que una de las críticas más airadas contra estos sistemas de gobierno de partido único sea la red de clientelismo, dependencia y corruptelas que generan. Un partido no tiene porqué funcionar de forma transparente y democrática.
Y no es ese un problema que vaya a suprimirse con la existencia de un oligopolio de partidos que se disputan y reparten el poder. Pero, quizá, sí se reduciría y, al menos, de cara al conjunto de la sociedad proporcionaría una mayor sensación de seguridad y transparencia.

En Extremadura siempre hemos padecido el problema de grandes latifundios -Lo que mande el señorito- y, en España, hemos tolerado que un reducido conjunto de personas acapare grandes cotas de poder.
Es un problema que seguimos soportando, quizá lo hemos interiorizado y normalizado. Por eso aguantamos con apatía y resignación que existan uno o dos partidos políticos que monopolizan las instituciones. O, quizá, nuestras instituciones están diseñadas para ser administradas en régimen de monopolio. Vamos, que nos gusta que siga habiendo señoritos. Eso sí, que sean avalados con nuestro voto.
Algún día, ese esquema llegará también a China y, con suerte, nosotros habremos avanzado en nuestro grado de democracia, habremos guillotinado a los líderes, tomado las riendas de nuestro gobierno y sólo habrá música en los corazones...

"Si le das mas poder al poder
Mas duro te van a venir a coger"
Molotov - Gimme tha power


martes, 15 de enero de 2019

El peso de los años, Interstellar y la conquista de nuevos espacios

No sé si será el invierno, la Navidad o, simplemente, el peso de los años. Pero creo que nunca había planeado llegar tan lejos, vivir tanto tiempo... 
Cuando era joven solo quería ir superando los diferentes hitos: el carnet de conducir, la carrera, el trabajo... Nunca me hubiese planteado que el recorrido tuviera un final, que hubiera que acomodarse en algún lugar, parapetarse y esquivar las balas. Hasta que el cansancio y la enfermedad me arrebatasen la vida.

Al reparar a mi alrededor, veo cómo las personas van envejeciendo. Esas personas que siempre habían sido valientes, fuertes, decididas... se van achantando y se me antojan débiles, quebradizas... Lo veo sobre todo en mi familia más cercana: madre, padre, abuela, tías, tíos, suegros... Se van retirando y van dejando enormes espacios vacíos. Y uno no sabe qué actitud tomar, porque siempre se ha visto apremiado a ir abriendo sus propios caminos por otros derroteros -ni mejores ni peores, simplemente intentando acomodarse a las estrecheces de la sociedad-.
No son solo los espacios vacíos, es el vacío existencial, ese que se abre al tomar consciencia de que las luchas de toda una vida acaban reducidas a un cuerpo marchito y solo, sentado en el brasero, engullendo televisión y ruidosas tertulias de radio. Como si todo fuera un gran sinsentido, una broma macabra.

En el mundo de los vivos en activo todo es más colorido, más animado: gente haciendo cosas, viajando, divirtiéndose, consumiendo, construyendo, buscando financiación, haciendo deporte... Sometidos a extrañas situaciones con el único fin de sentirse vivos.

Cuando miro a nuestras hijas, tan pequeñas, con todo por hacer, todo por aprender... con su estúpida ilusión por las cosas más absurdas y su asombro ante muchas de las situaciones que para nosotros son casi cotidianas...
La verdad que, con su vitalidad, me alegran el corazón. Pero también me asaltan el miedo y la inseguridad. Porque uno sabe que el mundo que habitamos es profundamente injusto, que está lleno de depredadores, de plásticos, contaminación...
Pronto empezarán a abrirse paso en la jungla de la sociedad, buscaran sus lugares, recompensas y métodos para sentirse vivas. Y yo no podré darles ningún consejo más allá de: -No os quedéis al margen, manteneos en la cresta de la ola y... sálvese el que pueda.

Collage: Sophia y yo.

Bajo estas premisas existencialistas me lancé a ver la película Interstellar: una distopía futurista en la que la humanidad se habría cargado el planeta, haciendo casi imposible la vida en el mismo. Y, donde unos pocos elegidos -ingenieros y científicos de la NASA-, se habían lanzado a buscar alternativas habitables fuera de la Tierra.
El tiempo y el espacio se pliegan en el film para decirnos que: en la tecnología está la salvación, que, a pesar de nosotros, conseguiremos sobrevivir en otros mundos posibles. Y lo haremos incrementando nuestra fuerza e inteligencia hasta unos niveles que hoy día no alcanzamos a comprender -como las diferentes teorías sobre el espacio exterior que se exponen durante todo el desarrollo de la película-.

Lejos nos quedan ya las historias de conquistadores, colonos y náufragos que se arrojaban al mar a descubrir nuevos mundos -Robinson Crusoe, Darwin, Pizarro...- Exploradores de nuevas culturas y ecosistemas que les revelaran las claves de la existencia -o los preceptos para llevar una vida en armonía y felicidad en este nuestro planeta-.
Mayor trascendencia -en cuanto que marcaron el espíritu colonialista de siglos posteriores- tuvieron los que preferían arrebatar tesoros, y encontrar una fama y gloria que les fuese dado disfrutar en sus lugares de origen.
Aventuras, todas ellas, que acabaron sometiendo cualquier descubrimiento a la lógica de dominación de los mercados.

Pero la tendencia de arrojarse al espacio infinito -o al ancho mar- no ha cesado: ahora lo hacen conquistadores y colonizadores del sur, en frágiles embarcaciones, huyendo de las hambrunas y las guerras -como los astronautas de Interstellar-. Buscando la felicidad y la estabilidad que les arrebataron los comerciantes europeos y otros traficantes de sueños.


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Quizá la vida no sea tan larga, quizá debiéramos vivir 500 años o más. Sólo para tomar consciencia. Para cansarnos, aburrirnos y atisbar qué es lo verdaderamente importante. Echar un paso atrás y tomar el camino de la sostenibilidad, de lo bello, lo amable, divertido, compartido...  Llegar a viejos y decir a nuestras hijas: -Disfrutad, aquí estaréis bien.


miércoles, 17 de octubre de 2018

La radio y la actualidad

Hoy participé en una tertulia de actualidad, en un programa de la radio local... no sé porqué me meto en estos berenjenales, si la actualidad la vivo con retardo: no escucho la radio y no veo las noticias, ni tertulias. Además, con esta experiencia, me he dado cuenta de que a nivel regional y comarcal estoy aún menos informado.

Ha empezado el programa hablando del tren de Extremadura. Dada la serie de incidentes sufridos durante el puente del 12 de Octubre, parece estar sumido en la más absoluta dejadez (de esta noticia me enteré mientras estaba allí, sentado en la sala de la radio).
La verdad que he cogido muy pocas veces el tren para moverme en la comunidad autónoma (Herrera, mi pueblo, está muy lejos de cualquier vía de tren). Y, cuando lo he cogido, para ir de Madrid a Cáceres, resultaba muy romántico, bucólico... pero, como medio de transporte, el autobús era más rápido (de esto hará ya 20 años, y parece que nada ha cambiado desde entonces). Extremadura tiene pocos habitantes y la mayoría concentrados en en las Vegas del Guadiana, Cáceres, Mérida... está cerca de Lisboa. Seguramente, con unas buenas comunicaciones por tren, podría evitarse mucho tráfico rodado y quedarían las carreteras más despejadas, y en mejor estado, para los pobres diablos que nos movemos por las zonas más agrestes.
Me parecería bien que arreglasen o mejorasen el tren aunque, por mi circunstancia, estoy más interesado en que mejoren las comunicaciones con Barcelona. No sé por qué, nunca conseguí que invadiera el sentimiento patriótico extremeño. Así que, no consigo centrar mi interés en lo que cae dentro de esas divisiones tan extrañas que son las comunidades autónomas. Supongo que también influye el que la Siberia, mi comarca, sea fronteriza con Castilla la Mancha, que la mayoría de gente de por aquí se va a currar a Madrid, que mi padre es de Cuenca y que he tenido la suerte de estar danzando por la capital y por Barcelona bastante tiempo.

Después ha seguido el debate con el anuncio del arreglo de una carretera que une varias pequeñas poblaciones de la comarca: Helechosa, Villarta y Bohonal. Otro asunto de absoluta dejadez que, al menos, con la información de que disponemos, parece se va a solucionar. Han hablado sobre los detalles de la operación y las diferentes administraciones y partidos políticos implicados. Había oído algunas cosas antes, en las típicas conversaciones de bar y en comentarios en Facebook, pero no había llegado a formarme una opinión más allá del "ya era hora".
Se trata de una demanda histórica de la población de la comarca, y no creo que sea asunto de discusión de dónde salga el dinero porque: tanto si lo hace confederación hidrográfica del Guadiana, la junta de Extremadura o la diputación, el dinero sale siempre de nuestros bolsillos. Y nos gusta que nuestro dinero se emplee en cosas útiles, buenas y para las que existe un consenso generalizado. Cualquiera que haya pasado por esa carretera sabe que no se trata de un lujo innecesario.

Así que, me había encerrado en una conversación pública para debatir sobre unos hechos de los que prácticamente me estaba enterando en el momento... Y no soy persona de hablar por hablar... Mejor dicho, no soy persona de hablar. Paso mucho tiempo solo y la mayor parte del día no cruzo una palabra con nadie. Pero sí me gusta expresarme. Y también me gusta enterarme de estos asuntos que, en el fondo, sí me afectan, a mí y a los que me rodean. Y, la verdad, que la charla debate es muy amena, cada uno suelta lo que le parece, sin ofender, pero sin la necesidad de fundamentar o aportar datos objetivos concretos. Algo que no estoy muy acostumbrado a hacer: ni en mi vida como estudiante, ni en el rígido mundo ingenieril de la creación de software.

Así que, mis intervenciones fueron bastante patéticas y si no me hubieran interpelado o aludido creo que no hubiera dicho ni una palabra.

Como se trataba de un ambiente distendido y sin un guion fijo, la conversación acabó derivando hacia la juventud, su pasividad y poca implicación en la vida pública, los ninis (los que ni estudian, ni trabajan)... Y yo tengo ya 37 tacos, no me veo precisamente joven.
Pero sí que creo que la gente de mi generación y más jóvenes no nos implicamos en la vida pública. O no nos implicamos en la forma que lo hacían nuestros padres o generaciones anteriores. Y creo que es porque hemos perdido la esperanza en que los organismos del estado o la política (encarnada en la actual "democracia") vayan a venir a sacarnos las castañas del fuego.

Nuestros padres venían del fantasma de la guerra civil, y de casi cuarenta años de fascismo represor. Debió de suponer un gran subidón que el dictador muriera y se abriera un nuevo período lleno de posibilidades e ilusión. Una época de crecimiento económico y de asentamiento del estado del bienestar. Un apogeo que no debió de durar ni un par de décadas.
Para cuando los de mi generación y posteriores empezábamos a estar en edad de trabajar ya no se empleaba esa expresión sino "incorporarse al mercado laboral". Ya éramos un producto más del mercado y el capitalismo de consumo había invadido todos los ámbitos: desde el ocio a las relaciones con nuestros congéneres (haciendo necesarios artilugios cada vez más sofisticados y caros para intercambiar cuatro palabras).

Así que, para mí, el Estado es solo un aliado de esos mercados que nos utilizan como mano de obra (y como consumidores) para alimentar una maquinaria expansionista, esquilmadora de recursos naturales y generadora de desigualdad.

Uno de los tertulianos (creo que fue Antonio) dijo: "Los partidos políticos son como ejércitos". Y es cierto, utilizan tácticas de guerrilla para alzarse con el poder. Una de las actitudes, de la gente que se afilia a un partido, que me resulta más patética y dañina, es defender a capa y espada una serie de posiciones solo porque se ha dicho desde "el partido". Consignas sencillas, fáciles de recordar y difíciles de fundamentar, que acaban incorporándose al imaginario colectivo, resultando tremendamente dañinas para el conjunto de la sociedad (sirva como ejemplo el ataque que se realiza desde las "derechas" hacia la medida de subida del salario mínimo interprofesional)

Se habló de tirarnos a las barricadas, como los jubilados de Euskal Herria. Esto creo que sí lo hace la gente joven... Pero son manifestaciones muy específicas, muy vinculadas a identidades particulares: independentistas catalanes, feministas, el colectivo LGTBIQ, animalistas, conservacionistas, antiabortistas... La sociedad parece estar completamente fraccionada en grupos de interés. Que van consiguiendo sus pequeñas victorias. Pero nadie parece tomar consciencia de que la mayoría del malestar en nuestra sociedad viene del plano material: existe poca gente muy rica y mucha gente extremadamente pobre.

La mecanización y la automatización han conseguido que sea necesaria cada vez menos mano de obra, en prácticamente todos los sectores. Las sucesivas crisis han conseguido disminuir los salarios, precarizar los trabajos y reducir el estado de bienestar.

A los jóvenes de las clases medias y bajas se nos desarraiga y se nos educa para emprender nuevas profesiones, lejos de cualquier tradición familiar. Así, solo disponemos de nuestra fuerza de trabajo, una fuerza de trabajo que es prescindible, puesto que existe una alta tasa de paro. A esto se suman las continuas amenazas de deslocalización y flujos migratorios del mercado global: se pueden exportar las actividades económicas a cualquier parte del mundo o atraer flujos migratorios de personas desde más allá de cualquier océano.
Este dinamismo de los mercados y esta precarización se ceba sobre todo en los jóvenes, que acabamos encontrando estabilidad ya muy mayores (los que la encuentran). Y, esa falta de estabilidad y estar vagando de un puesto de trabajo a otro, de un emprendimiento a otro, con condiciones totalmente dispares entre trabajadores de una misma zona, hace muy difícil plantear una lucha en las mismas condiciones que las grandes huelgas del pasado siglo.

Así que, sí, puede que seamos pasivos, que estemos desencantados, desarraigados, disgregados... o puede que estemos buscando objetivos, alguna forma de lucha que sea realmente efectiva. Alguna forma de conseguir un mejor mundo posible, más equitativo y sostenible.

Mientras tanto, intentamos técnicas de desgaste y erosión. Nos contentamos con pequeños gestos (dentro de los márgenes que nos marcan las tendencias de mercado): como el consumo responsable, darle me gusta a los contenidos que nos parecen socialmente comprometidos, o apoyar movimientos sociales. Acciones en el plano simbólico que raramente trascienden al plano material. Pareciera que cualquier golpe o rabieta, por fuerte que sean, acaban absorbidos por el capital y el sistema "democrático"* de partidos.

Después del 15M, aparecieron en el escenario político Podemos y su antagonista Ciudadanos. Por fin se había acabado la alternancia de partidos en el poder... y, bueno, al menos ahora, los partidos políticos tienen que dialogar entre ellos para decidir sobre nosotros.
Se han conseguido algunas victorias en cuanto a mejoras sociales, transparencia y lucha contra la corrupción. Pero parecen más el resultado de una toma de conciencia y concesiones por parte de las grandes empresas y Alemania, que los logros de una disputa política. Como si la lucha política fuese el trámite burocrático que hay que cumplimentar para que el capital nos conceda cierto crédito.

Vivimos un mundo en que los Estados van perdiendo sus poderes en favor de la mano invisible del mercado. Así, aunque la mayoría de la población, la clase trabajadora, lograra hacerse con el control de las instituciones, los partidos y los medios de producción ¿Conseguirían hacer frente a un capitalismo que permanentemente amenaza con deslocalizar sus actividades? ¿El Estado ha muerto? O ¿Ha quedado solo como un garante de la propiedad privada y de las condiciones materiales de la actividad económica en un territorio?

*Lo llaman democracia y no lo es: lo llamaremos fascismo 2.0
Como una masa de hormigas ahogadas en el mismo tarro de miel que nos da de comer

viernes, 29 de diciembre de 2017

Roma, matanza, caza y barbarie en Captain Fantastic

Ir a Roma en viaje de ida y vuelta es casi imposible... ha de ser en vuelo de no retorno. Porque hay que ir volando: no estamos para perder el tiempo en largos trayectos, hay que llegar al punto exacto, al lío, al meollo. Y, aunque vuelvas, ya no serás el mismo, no podrás mirar a tu alrededor sin el peso de la historia.
Roma es la cuna de muchas de nuestras instituciones, creencias, técnicas... todavía hoy se habla de "derecho romano", "vía romana", "romana" (instrumento para pesar).... Y es que desde Roma llegó a administrarse un gran imperio (en una época en la que no eran tan comunes los imperios).

Pero sobre todo, es la cuna de la iglesia católica, de toda su estructura jerárquica y administrativa. Y los símbolos cristianos se encuentran esparcidos por toda la ciudad. Símbolos vivos y vigentes (levantados y restaurados sobre otros símbolos, no tan vivos, mutados).

No tienen los romanos fama de grandes pensadores o estetas... se les atribuye un carácter eminentemente práctico: copiaban y sintetizaban, de aquí y allá. Así que, al visitar la ciudad, se dispara la autoconciencia de la cantidad de estratos en los que se apoya nuestra civilización, nuestro mundo conocido y vivido. Curiosamente, resultan estratos de dominación, violencia, oportunismo (ya nos viene de antiguo la tendencia elitista)
Al ver sus grandes obras de ingeniería, esculturas y restos de arte... uno se siente pequeño, bárbaro, inculto, débil... Toda esa amalgama ha debido influir en los artistas e ingenieros posteriores (sus predecesores habían dejado el listón muy alto). Afortunadamente, los tiempos han cambiado y ya no estamos interesados en que las cosas duren eternamente (podemos dejar un registro digital); la violencia preferimos dejarla al margen (en las orillas que separan el primer mundo del resto del Mundo); en cambio lo práctico, lo eficiente, sí que sigue de actualidad.

Por eso estaba interesado en el arte Moderno y Contemporáneo de la ciudad, intuía que debía de ser diferente al de otros lugares. A pesar de lo globalizado, del turismo de masas, de la comunicación instantánea, de la mercantilización del arte, de la influencia de Hollywood... Así que visité La galería nacional de arte moderno de Roma ¿Qué más podía hacer un marginal hombre rural?
"Orfeo solitario", Giorgio de Chirico — en Museo Carlo Bilotti (Roma)

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Salchichones y chorizos - Matanza 2017

Soy muy fan de la matanza -la matanza de los cerdos-. Es con diferencia el mejor de los acontecimientos de la Navidad -solemos aprovechar esas fechas, en que estamos de vacaciones, para realizar tan sangrienta actividad- . En mi casa se vive como una fiesta, nos juntamos bastante gente. Y es que matar un cerdo no es cosa que puedas hacer en solitario: es un animal muy grande. Aprovechar toda esa carne lleva mucho trabajo: preparar la calabaza para las morcillas, matar los cerdos, quitarles la sangre, quemar, raspar, rajar, sacar y lavar tripas, separar las mantecas, colgar (para que se enfríen), descuartizar, separar lo magro de lo gordo, especiar, embutir, salar, secar...
Es algo de otro tiempo, una frikada. Como también lo es la familia de "Captain fantastic": con sus extraordinarios conocimientos y habilidades de supervivencia. Alienígenas en nuestra sociedad de consumo, urbana, virtual, globalizada...
La película de Captain fantastic comienza con el hijo mayor acechando y matando un ciervo, con la sola ayuda de un cuchillo. Un rito de iniciación en el que participa toda la familia. Algo muy tribal y fácil de entender: para comer hay que cazar. Aunque, en nuestra sociedad actual es algo totalmente incomprensible, ajeno. Porque la comida la produce el sector primario y para disfrutarla sólo hay que pagarla. La carne ya viene procesada: en trozos, limpia de sangre, plumas, piel y vísceras. No tiene nada que ver con los animales de los que procede, está totalmente disociada, en otra esfera.
La matanza es un rito mucho más complejo que la caza. No se mata cualquier cerdo, queremos cerdos que cumplan ciertos cánones: que hayan llevado determinada alimentación, que estén sanos, que no sean muy viejos, ni muy sebosos... Aunque del cerdo se pueden elaborar gran cantidad de productos, y cada familia elige según sus necesidades y gustos: hay quien sólo guarda lomos y solomillos y el resto lo pica para embutir. Otros prefieren dejar jamones y paletas para secar. Algunos hacen la morcilla de patata, otros de calabaza, también hay quien prefiere hacerlo todo trozos y meterlo en el congelador.

En la península Ibérica, se dice que cobra importancia en el medievo, para reafirmarse los cristianos viejos. Si tenía o no carácter religioso, ha quedado diluido en nuestras sociedades laicas, agnósticas.
Tal como se vive en mi familia, tiene más que ver con el paganismo, con lo Dionisíaco: muerte, sangre, vino, alcohol, carne, brasas, excesos... Un rito en el que participa toda la familia (extensa), y donde todos los miembros tienen su papel: los jóvenes y fuertes, los ancianos, los que cocinan e incluso los niños que juegan.

En cualquier caso, si uno se mira dentro del contexto de occidente actual, acaba por sentirse al margen: no tiene sentido que una familia realice las labores de carnicero, cría, matarife... En una sociedad donde prima la especialización, en áreas muy concretas, que poco o nada tienen que ver con la supervivencia y la alimentación. Tampoco se puede ver como un ocio al uso, ya que excluye los objetos de mercado.
A menudo, incluso, dudamos de la legalidad de la práctica y preferimos no darle mucha publicidad. Nos escondemos, como Ben Cash, con nuestras familias, dejando de lado una sociedad que nos empuja a adquirir objetos que no necesitamos, actividades que no nos llenan y un modo de vida destructivo (con todo aquello que, no hace tanto tiempo, era nuestro medio natural de vida)
Escultura de cerda en los museos vaticanos

Seguramente uno podría ir a Roma a buscar antecedentes de la matanza del cerdo, a reencontrarse con sus orígenes. Y por sus calles encontraría: embutidos, cecinas y representaciones artísticas, con el cerdo como protagonista.
También encontraría referencias a la caza, en los restos de la Roma clásica, donde había dejado de ser una necesidad (para una parte importante de la población). Pero donde todavía la Naturaleza no era algo que había que defender y proteger sino que mantenía su carácter de amenaza y peligro.

domingo, 18 de junio de 2017

Privilegios televisados y la teoría de antenas

Elitistas: fascistas, clasistas, racistas, nacionalistas, aristócratas, meritócratas, plutócratas, capitalistas ... todos ellos son capaces de advertir diferencias entre grupos humanos. Pero, no contentos con ello, además pretenden justificar injusticias y privilegios basándose en esa diferencia. Y no tengo nada en contra de que gobiernen los más sabios, los más hábiles o los más ricos; pero sí estoy en contra de que los dirigentes disfruten de privilegios y derechos que no tienen el resto.
Por eso, siempre que tengo la oportunidad, se me llena la boca diciendo que el presidente del gobierno debe ganar lo mismo que cualquier otro trabajador o que el sueldo de la doctora debe ser igual al del enfermero, el de la arquitecta igual al del programador,... Nadie debería verse obligado a hacer algo que no quiere solo por dinero... Otra cosa es que nos acomodemos a la oferta y la demanda, y aprovechemos las oportunidades que nos brinda nuestra circunstancia para llenarnos los bolsillos y ensanchar nuestro ego:
- Tú te quedabas frente a la TV, extenuado en el sofá. Mientras yo estaba continuamente afanado: de la biblioteca a la cafetería, haciendo entrevistas, en reuniones, eventos, esnifando y engañando. Merezco mis privilegios. Yo soy la cigarra...

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Mi hija se vuelve un tanto impertinente cuando está viendo la tele. Un invento tan avanzado y tan macabro... Puede estar constante e ininterrumpidamente difundiendo sus mensajes e imágenes (el mismo mensaje para todo el Mundo). Cuando se es adulto es fácil comprender que, estar engullendo contenidos sólo porque salen de un artilugio en medio del salón, no hace ningún bien a nadie. Supongo que, de alguna manera, hacen bien a quien los difunde, a quien selecciona los contenidos, los horarios, a quien instala los cables, las antenas...
- Porque podrías estar trabajando para trepar por la escalera social y, en cambio, pierdes tu tiempo frente a la caja tonta, asimilando roles de género y clase, indignándote por la impunidad de las fechorías de tus dirigentes o intentando copiar un estilo de vida insostenible, banal..


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Siempre me resultó un tanto esotérica y guarra la teoría de antenas: demasiadas incertidumbres, además de todas esas constantes (reveladas como por una autoridad divina), prueba, error, estadística... Yo quería algo exacto, como la teoría de la gravedad, universal: dos cuerpos que se atraen con un fuerza proporcional a sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa... pura poesía. La tranquilidad de que es posible entender la Naturaleza porque sigue reglas matemáticas... Como si nuestras matemáticas pudiesen modelar cualquier fenómeno natural... No como esas matemáticas que hay que retorcer y reinventar para predecir burdamente el diagrama de radiación de una antena... Diempre en el campo lejano.
Esas matemáticas retorcidas, que alguien utiliza para meter a Bob Esponja, Doraemon o Donald Trump en los hogares de todo el mundo.

Diversos tipos de antenas presidiendo Herrera del Duque, en la base de su Castillo/Fortaleza

martes, 3 de noviembre de 2015

No recomendado para menores

A veces tengo ganas de ver una peli, videos musicales, documentales... y los que más me gustan son de contenidos "chungos": palabras malsonantes,  sexo, violencia, sangre, drogas, excrementos... Todo eso se considera no apropiado para menores de edad... Y es verdad, a mi hija de dos años no le interesa un carajo, prefiere ver imágenes saturadas de color, sonidos repetitivos y estridentes, risas y agudos chillidos...
Así que me parece estupendo que exista una clasificación "positiva" de los contenidos. Porque es cierto que no vas a conseguir mantener la atención de los niños con "El día de la bestia" o un documental de la Segunda Guerra Mundial (por muy interesante o entretenido que a un adulto le pueda parecer).
No me parece tan estupenda la clasificación "negativa": -No puedes ver eso porque es para mayores.- Y aquí entran un montón de cosas por circunstancias varias:
El porno, que no es para mayores, es para su consumo furtivo. La violencia, que no queremos cerca pero que toleramos o somos cómplices de ella, ya sea dejándola en manos del Estado (policía) o encerrándola en guetos de marginalidad. La sangre, vísceras, caca, culo, pedo, pis... cosas de sádicos o del paleolítico; no queremos saber cómo ha llegado ese filete a nuestra mesa y, mucho menos, de dónde procede o a dónde va cuando sale de nuestro ano. Debemos estar siempre limpios y eliminar cualquier olor que pueda parecer humano.

El porno es algo demasiado explícito, muy orientado a cubrir fantasías específicas de adultos retorcidos por el control social. Aunque también está el porno de calidad, el de la gente normal: mujeres llamativas, depiladas, atletas del sexo... el que debe gustar, al "hombre normal". En internet el porno está por todas partes, tiene muchos adeptos. Y es claro que es una forma de sometimiento de los actores, a la ley del dinero y a los instintos más bajos y vergonzosos de una masa informe de consumidores. Pero hasta el porno, como industria, hay un montón de escalones intermedios: Sexo consentido, más o menos explícito, cuerpos desnudos, pelos, tetas y culos, culos y tetas... que seguramente no interesen a los niños, y a los adultos nos inspire cierto pudor. Pero el pudor se puede y debe vencer, no es como la prostitución que en general se considera vicio, y del malo: del que necesita denigrar al otro (utilizarlo como un medio).
El porno es fatal, para menores y adultos, te fríe el cerebro, te lo deja líquido, merma la voluntad, la imaginación, además, para producirlo, es necesario denigrar y someter a otrxs.
En cambio, las muñecas "barbie": bulímicas y anoréxicas, se muestran sin pudor a niños y adolescentes. O los guerreros: anabolizados y violentos... Vaya modelos! Prohibir tetas y culos en favor de disfunciones alimenticias. Los juguetes que vendemos a nuestros niños dicen mucho de nuestra suciedad. Una sociedad que marca con trazo firme, desde la infancia, los roles masculino/femenino, obsesionada por la juventud, por un concepto de salud basado en unos cánones estéticos, antinaturales, enfermizos... Si alguna vez has revisado un catálogo de juguetes de niñxs... resultan ofensivos: es fácil identificar edades y sexos, solo con los colores.
El mercado se adapta a nuestra demanda? Todos somos críticos con la sociedad: lo puedes escuchar en las noticias, en las conversaciones del bar. Un acto de coherencia con este espíritu crítico sería no replicar los patrones sociales que denigramos, en nuestros hijos. Está claro que no se puede estar siempre alerta, que en ocasiones nos dejamos llevar, no reparamos en todos los detalles y, como conocemos los vicios, los repetimos: alabamos esa belleza enfermiza, ridiculizamos las actitudes lujuriosas de las mujeres, somos complacientes con la violencia contra "otros"...

También están las drogas, que no nos cansamos de repetir a nuestros menores que son muy malas, mientras nos ponemos hasta el culo y exhibimos su consumo sin ningún pudor: alcohol, tabaco, café... Las peores de las drogas son las ilegales, porque para su consumo es necesario ir contra la ley... Y la ley es la represión más violenta que la sociedad ejerce contra sí misma... mucho más que el control social, que las opiniones y las habladurías. Obviamente, nadie quiere que sus hijos tengan problemas con la ley y la justicia. Y para protegerlos de ella negamos la existencia de las drogas, les hacemos creer que no existen, que es algo marginal, que son todas igual de destructivas...

Lo de la sangre, vísceras... supongo que lo consideramos no apto para menores porque nos da asco, porque lo asociamos con la violencia y no queremos que los niños se familiaricen con ella... Otra vez los engañamos, queremos protegerlos del mundo que hemos creado, pero no haciendo de este un Mundo mejor, sino escondiendo la mierda debajo de la alfombra.

No tenemos tiempo para pensar, y negamos a nuestros hijos el contacto con ciertos contenidos sólo porque aparentemente se parecen a lo que consideramos malo: desnudos = porno; droga = delincuencia;  sangre = violencia. Más aún, no nos atrevemos a asumir la responsabilidad de la educación de nuestros hijos, porque desde la cuna nos han forzado a la especialización, a dejar en manos de expertos todo lo que sale fuera del estrecho ámbito de nuestro oficio. Se nos olvida que los que más saben de sus hijos y del entorno donde se desenvuelven son sus propios padres y que, ante la duda, uno siempre puede utilizar su capacidad de razonamiento o su intuición, antes de pasar a la prohibición sin más, antes de contribuir a la segmentación de la sociedad en grupos de edad.

jueves, 11 de abril de 2013

De Lincoln al Estado Social: referencias cinematográficas

Últimamente veo mucho cine americano... Bueno... no es algo que haga sólo últimamente, es casi imposible no verlo, está por todas partes: Con buenas y malas películas; para pasar el rato o reflexionar; alucinar con nuevos avances tecnológicos o conflictos internacionales (reales o ficticios, ¿qué más da?); absorver propaganda de Estado, valores morales... Hollywood se ha convertido en la mayor factoría de sueños y el encargado de moldear en nuestro imaginario colectivo el ideal democrático liberal (por no hablar de comportamientos sexuales, religiosos, de ocio y consumo, cánones de belleza, sensualidad... --> hasta llegar a la pornografía más explícita que inunda toda la inter-red --> La red, el espacio para las minorías, lo bizarro, el subsconsciente.-)

Este exceso de cultura yanqui me produce empacho, atiborramiento... de hamburguesas, coca-cola... Y, a veces, necesito urgentemente una purga a base de cine europeo.
El otro día, el revuelto de estómago me lo produzco "Lincoln", de Steven Spielberg. Desde luego, tanto el título como el director, apuntaban a digestión pesada. Pero tengo cierta debilidad por la historia, además me interesaba conocer la narración oficial y ortodoxa de la guerra civil americana.
Después de todo Estados Unidos es el modelo universal de Estado y Democracia.
En la época relatada -desde una visión europea- los Estados Unidos no eran más que colonias donde hacer y buscar nuevas oportunidades de negocio, enriquecerse. Así que resultaba lógico que el modelo fuese el liberal y que el Estado se limitase a garantizar la propiedad privada y los derechos de los ciudadanos (libres e iguales ante la ley).
Aunque se trataba de una democracia, en el siglo XIX, el derecho a voto seguía restringido a los varones propietarios (vamos, que estaba controlado por los más ricos). La película no oculta las corruptelas a las que está sometida la clase política, de hecho es un claro ejemplo de la importancia del populismo, la compra de votos, estrategia, contactos, etc. En cierto modo, la peli da a entender que todas las triquiñuelas son válidas para aprobar la "Decimotercera enmienda" (la abolición de la esclavitud de los negros).

-¡Qué buenos son los americanos ricos!- Que con su caridad y megalomanía quieren rescatar a los pobres negritos de los paletos del sur.

No he indagado mucho sobre el tema pero, analizando los indicios que se presentan en la película, invita a pensar que: El interés de la facción representada por Lincoln en la abolición de la esclavitud podría tener como objetivo alcanzar un cierto control sobre los estados del sur -cuya economía estaba basada en la mano de obra esclava- debilitando (o haciendo menos rentable) su sistema productivo una vez terminada la guerra.
Claro que, también aparece el argumento iusnaturulista (todas las personas son de la misma naturaleza, anterior a cualquier Estado u organización ¿por qué habrían de estar sometidos a leyes o regulaciones diferentes?). Pero el argumento resulta un tanto fuera de lugar, como un juego sutil del intelecto, al margen del utilitarismo, la efectividad y la acción directa que parecen regir a los hombres de provecho, los triunfadores, los propietarios.
Y, después de todo, las discusiones filosóficas siempre van varios siglos por delante, son necesarias generaciones para ser aceptadas por la mayoría. Y, por supuesto, está el "Statu quo": Los que ostentan el poder necesitan mantenerlo, aunque cambie el paradigma social, tienen que transformarse, adecuarse y prepararse para que todo siga igual.

Hasta aquí no se ha dicho nada de Estado Social, quizá sí de Estado y de su formación.

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"Mientras tanto, en un universo paralelo..." Europa, sumida en plena Revolución Industrial, con grandes monopolios y mano de obra sometida a las más penosas condiciones, los efectos del liberalismo/capitalismo no dejan indiferentes a nadie. Surgen los sindicatos y las ideas socialistas, la idea de que es necesario un cierto control por parte de los Estados sobre el capital, y también un cierto reparto de la riqueza.
Es una época en la que todo está por explotar: Los recursos naturales no parecen tener fin, la ciencia y la tecnología producen inventos cada vez más sorprendentes, las máquinas realizan el trabajo de cientos de hombres... ¿Cómo es posible que las condiciones de los trabajadores sean aún más penosas que en la época feudal?
Los Estados se arman -y crecen aumentando el consumo interno- para defender sus intereses colonialistas y expansionista... Estallan las Guerras Mundiales.

Es admitido que el mayor desarrollo del Estado Social ocurre después de la Segunda Guerra Mundial: La URSS es una gran potencia mundial, Alemania se recupera de los estragos de la guerra, la economía crece, se liberan las colonias, el sufragio se extiende a cada vez más colectivos (negros, mujeres)... Además del Socialismo real de la URSS, en el resto de países europeos surgen la educación pública, la asistencia sanitaria universal, los derechos de los trabajadores, etc. Todo lo que era patrimonio de la beneficencia de los más ricos se institucionaliza y parece que un mundo más justo es posible.
Sin embargo, este Estado Social en desarrollo no está exento de profundas contradicciónes, vicios y perversiones... Como puede verse en "Lola"  de Fassbinder. Una película llena de colores, claro-oscuros, reflejo de una época de crecimiento en lo económico. Es una película sobre lo humano, pero también aparecen de soslayo: el problema de la burocracia; de la coexistencia entre iniciativa privada y estatal; la búsqueda de la riqueza a cualquier precio. Sin duda una buena purga contra el cine de Hollywood.

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Al final se aprueba la "Decimotercera Enmienda" y los Estados del norte vencen a los confederados esclavistas del Sur.

Después de la  Segunda Guerra Mundial, los movimientos socialistas no parecen arraigar en los Estados Unidos. Los negros consiguen una mejora considerable: de esclavos a ciudadanos. Estados Unidos lidera la Segunda Revolución Industrial y se convierte en el gran defensor del ideal liberal (y demócrata). Un Estado de estados, una de las mayores potencias militares, que exporta la idea de mínima intervención en lo económico, sólo defender la propiedad privada y garantizar los intercambios económicos.
El socialismo europeo es una perversión para las grandes corporaciones norteamericanas -que con la globalización y deslocalización se han expandido por todo el globo-. Los Estados y sus instituciones pierden poder, son tentados por el modelo de consumo, el individualismo... Y "Billy Elliot" aparece en una barriada obrera de UK, donde su familia desestructurada lucha por defender los restos del Wellfare State. Billy tiene un sueño de lucha individual, su padre y su hermano (los nuevos esclavos) tienen que trabajar y demostrar que vivimos en un mundo de profundas desigualdades, pero... Con talento, esfuerzo y dedicación, cualquiera puede triunfar. Y el triunfo justifica cualquier sacrificio.

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La política, que era entendida por los griegos como una forma de buscar un ideal de justicia social, y de consensuar la mejor forma de vivir para toda la comunidad -polis-. Ha quedado reducida, desde el fin de la Edad Media - desde el traspaso el poder de la nobleza a la burguesía (de la justificación genética del poder a la económica) -, al arte maquiavélico de mantener e incrementar el poder. El arte de imponer la voluntad de unos pocos sobre las masas. Y, esos pocos, son los defensores del liberalismo económico y el capital, los que controlan la propiedad privada, los que nos seducen con su Estado de Consumo, los que juegan a la Bolsa y a los Mercados.
 



En este mapa conceptual hay 3 enlaces a 3 programas de radio sobre el Estado Social (Origen, Desarrollo y Declive). Cortesía de RTVE y UNED, dos vestigios del Estado de Bienestar, producto del esfuerzo y contribución de Todos.
Como decía la Bola de Cristal: - Solo no puedes, con amigos sí. -