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lunes, 2 de mayo de 2022

Cambiar de trabajo

Llevo unas semanas de tensión total con lo del cambio de trabajo. Di los 15 días laborables de preaviso y no debería haberlo hecho: porque apenas tenía asuntos pendientes debido al cambio de proyecto al que me habían destinado recientemente... Bueno, más que un cambio de proyecto, era un cambio de compañía en toda regla: con gente nueva, en países dispersos por el mundo, con tecnologías diferentes a las que venía utilizando... Pero en las mismas condiciones -salario- de siempre. Así que ahí llevo unas semanas prolongando la agonía, resolviendo dudas a los que heredan los proyectos que llevaba y escuchando alguna que otra poco motivadora contraoferta.

Ahora hay muchas empresas tecnológicas anglosajonas buscando mano de obra fuera de sus territorio -supongo que les sale más barato que contratar nativos-. La compañía multinacional para la que trabajaba había adoptado otra estrategia: compraba empresas por todo el mundo para disponer de sus trabajadores. En realidad, puede ser una buena oportunidad para todos: la compañía anglosajona consigue trabajadores baratos y, estos, adquieren la experiencia para dar el salto al nuevos mercados... Con lo que en pocos años los salarios se equilibrarían y todo quedaría perfectamente globalizado.

Creo que cuando era más joven no me afectaba tanto lo de los cambios. Todo era algo provisional... Aún lo veo así: trabajas unos años en un sitio, luego te vas a otro -o te ves obligado a irte-. Y así vas completando tu CV... Hasta que ya no puedes más y te jubilas o mueres. No se parece en nada a los puestos que deseaban nuestros padres: con una estabilidad, solidez y beneficios que se iban consolidando e incrementando cada año que pasabas en la misma compañía. Entre los trabajos cualificados parece que sólo el funcionariado sigue apostando por esa fórmula. El resto se ha precarizado sobremanera. Las grandes empresas se dividen, subcontratan... y también presionan a los gobiernos para que relajen las leyes que les hacen tener obligaciones para con sus trabajadores. Los vínculos entre las empresas y empleados se debilitan, favoreciendo la rotación. Muy apropiado para estos tiempos líquidos donde todo fluye muy deprisa, donde tecnologías novedosas pasan a estar obsoletas en un puñado de años. 

Las empresas, como organismos deseantes y cambiantes, se mueven buscando los mayores beneficios, el crecimiento, el lujo, la sensualidad... Los trabajadores sólo somos el medio para conseguir sus fines -una incomodidad necesaria-. Aunque, en ocasiones, se realizan intentos por atraer a los empleados a esas dinámicas del deseo: vestir elegante, oficinas chulas o lujosas, viajes, gente joven...

Estaba acomodado, absurdamente atado a la disciplina de mi antigua compañía. Conocía el producto, la gente... Tenía un cierto vínculo con mis compañeros. Pero no estaba ahí por el deseo. Me estaba convirtiendo en un ente pasivo, temeroso del mundo exterior, de los jefazos... Mi confianza en mí mismo caía... Y tampoco me estaba ayudando a conseguir mis objetivos personales: la filosofía, la familia, escribir, el campo, la fotografía... El trabajo me daba bajón y, además, estaba incurriendo en ciertos comportamientos viciosos -las redes sociales-, que en nada ayudaban a mi bienestar y, mucho menos, al desarrollo de mi eficiencia -en cualquier ámbito que implicara estar a solas con una pantalla-. Tenía que salir de ahí. Ese trabajo me hacía viejo. Todo el rato hablando en inglés con desconocidos a los que no importas lo más mínimo, serio, sin bromear... Aquel cambio de proyecto fue el remate final, el impulso que necesitaba para dar el salto.

La pandemia ha cambiado muchas cosas, una de ellas es lo del teletrabajo, que se ha generalizado en mi ámbito profesional. Ya no soy el bicho raro. Las empresas buscan gente que quiera trabajar en remoto. Para mí, ha sido una suerte la pandemia.

El cambio me hace ilusión, lo deseo... Y no sé si me acabaré adaptando a las nuevas formas de trabajo... Parece todo muy happy flower en esta nueva empresa. Pero también he perdido el miedo a buscar empleo, ya sé que existe demanda. Hace años que debiera haber hecho este ejercicio. Es un torbellino de emociones: buscar ofertas, actualizar el CV, hacer entrevistas, reflexionar sobre lo que te gusta y lo que no, lo que has hecho todos estos años, cómo te ves en el futuro... Sentirse joven, atractivo y capacitado otra vez -o todo lo contrario cuando no aparecen ofertas, la entrevista sale mal...-. Sentir que el destino no está cerrado, que aún dispongo de cierta autonomía frente a la necesidad de un empleo -ingresos-.

domingo, 10 de abril de 2022

Actualizar el curriculum

Hace unas semanas decidí actualizar mi CV y realizar algunas entrevistas. Era algo que siempre me decía debía hacer... Pero no acababa de lanzarme porque estaba a gusto en mi trabajo: llevo en remoto ya casi 10 años, con proyectos variados e interesantes y siempre van saliendo cosas nuevas. Cuando he necesitado reducir la jornada para los cuidados nunca me han puesto pegas -aunque esto último sí que puede suponer que te saquen de la primera línea de ciertos proyectos-. 

En la compañía todo el mundo se ha adaptado al trabajo remoto: todos tenemos cámaras, micrófonos, aplicaciones para conectar, compartir pantalla, salas de reuniones para conferencias... Así resulta mucho más fácil. Cuando yo empecé corrías el riesgo de quedar excluido por el simple hecho de que al resto de compañeros les diera pereza llamarte por video conferencia -estábamos muy acostumbrados a levantarnos de la mesa e ir a importunar a cualquiera-. Unos utilizaban un programa, otros cualquier otro y toda la responsabilidad de que las llamadas fueran bien recaía en el tío que estaba en casa -que no se metieran las niñas en la habitación mientras hablabas, que no hubiera ruidos...-, resultaba un tanto estresante, porque además yo era el primer interesado en que aquel experimento del trabajo remoto saliera bien. Quizá incluso, durante algún tiempo, me cargué en exceso de trabajo. Creo que me subió la tensión debido a aquello. Porque, cuando estás en casa, sólo trabajas -solo-, no paras al café o comentar algún chascarrillo con los compis. Afortunadamente, la pandemia ha enriquecido nuestra experiencia con el teletrabajo, es algo que todos hemos tenido la oportunidad de saborear, o sufrir, y ya sabemos de qué va.

Como consecuencia de esta inmersión en mi puesto de trabajo, mi salario se ha ido quedando muy por debajo de la oferta del mercado y tampoco parece que en mi compañía tenga muchas posibilidades de promocionar. Hay posibilidad de moverse entre diferentes proyectos, pero los salarios no se mueven, a menos que alguna otra compañía te haga una oferta en firme. Así, te puedes encontrar con compañeros que cobran el doble que tú con responsabilidades y tareas muy similares. 

Yo no estoy especialmente preocupado por el dinero, no llevo un estilo de vida especialmente elevado. Pero los agravios comparativos no molan. Más, cuando uno se esfuerza por hacer bien su trabajo y sabe que es bueno en ello. 

Hace unos meses me cambiaron de área. Ahora trabajo en un grupo internacional, con gente de diferentes países, hablando siempre en inglés. Está guay, me di cuenta de que aún podía defenderme en ese idioma, a pesar de llevar tanto tiempo sin practicar la oralidad. Trabajamos con las tecnologías más novedosas, y eso siempre se agradece, porque lo más novedosos siempre es más fácil, rápido y cómodo de utilizar. Los que hemos tenido que sostener o desarrollar alguna tecnología antigua sabemos que hay que poner especial atención hasta en los más mínimos detalles. Muchos aspectos que quedan automatizados y verificados de forma casi mágica con herramientas o productos más avanzados, resultaban fuente de error y quebraderos de cabeza en otra época.

El problema de los grupos internacionales son los desfases horarios, sobre todo si trabajas con gente en el continente americano. Puede que necesites algo de alguien en esa franja horaria y, para conseguirlo, tengas que perseguirlo incluso fuera de tu horario. Reuniones que empiezan tarde y se alargan... 

Al poco tiempo de estar trabajando en este nuevo grupo, el jefe del equipo se fue de la compañía, y el proyecto estaba completamente en pañales: apenas sin definir y casi sin concretar las tecnologías a utilizar. Este fue el punto de inflexión, sentí que estábamos dando palos de ciego y empecé a tener dudas de que aquello fuera a salir adelante. Muchas veces ocurre que se encuentra una solución de terceros económicamente más barata y se abandona el proyecto interno. Cogí el Word de mi viejo CV, lo metí en Google Docs y actualicé también el Linkedin. Ahora, pasadas unas semanas, creo que ya estoy bastante contento con cómo me ha quedado: resumida mi experiencia, señaladas las tecnologías que más me interesan, con una foto reciente...

También realicé algunas entrevistas bastante catastróficas -cogí un gripazo tremendo que me nubló el entendimiento durante casi dos semanas-, además, no tenía muy claro a qué posiciones tirar la caña, el rango salarial... Y, porque, cuando llevas tanto tiempo trabajando, hay que hacer el ejercicio de traer a la memoria todas las cosas que has ido haciendo. Ya voy teniendo todo esto más claro y, como veo que hay bastantes ofertas, he decidido tomármelo con más calma, hasta encontrar algo que, al menos de entrada, me satisfaga y motive.

En algunos posiciones esperan que seas experto en tecnologías muy concretas y... es complicado, porque puede que hayas trabajado con ellas hace años, o que no las hayas utilizado los años que esperan o, simplemente, que ahora estés en otras cosas y no tengas eso en el centro de tus pensamientos. Al final, de lo que uno se da cuenta es de que tiene una cultura tecnológica y del trabajo que le permite adaptarse y profundizar en cualquier proyecto. Que he adquirido el bagaje que facilita integrarse, e incluso, tomar las riendas de nuevos proyectos. Que he ido llenando la mochila de experiencias y conocimientos que ahora me permiten sobrevivir en cualquier jungla. He sufrido una evolución, algo así como cuando nos empeñamos en instruir, formar y someter a pruebas a niños y adolescentes en conocimientos abstractos en los que no están interesados y que, pasados unos años, sólo por su desarrollo personal y social, serán capaces de asumir sin más. 

miércoles, 16 de marzo de 2016

Costumbrismo de finales de invierno y documentales de la 2

Te levantas cualquier día de finales de invierno. Es temprano, justo asoman los primeros rayos de Sol tras la lejana sierra. Huele a humo de leña  y pan recién horneado. Llegas a la panadería de la Cooperativa. Intercambias unas palabras con el personal, que conoces de toda la vida (aunque sólo sea de forma somera). Vuelves a casa, a desayunar unas tostadas con ajo, tomate, aceite de oliva virgen extra y embutido de la última matanza (o quizá jamón de la de hace cuatro).
Son las 9:00 AM y te pones a currar. Ha llovido en las últimas semanas. Desde la ventana, la hierva está verde y salpicada de florecillas. Las mimosas y almendros lucen ya atuendo de primavera, amarillo o blanco tirando a rosa, respectivamente. Las cigüeñas vuelan ajetreadas buscando alimentos y materiales para su nido. Las primeras golondrinas han llegado y, en las zonas fluviales, los patos levantan el vuelo al menor ruido.
Las hogueras salpican la montaña del Castillo: Son los olivareros quemando el "ramón". En los llanos, los tractores hunden el arado en la tierra, ahora que está húmeda y tierna. Los hortelanos inician la siembra de las patatas. Los cazadores se preparan para enfundar sus armas y dejar que los animales procreen.
Los días son más luminosos, las tardes se alargan y todos anhelan y disfrutan la puesta de sol, el reposo del guerrero...

Cigüeñas reposando sobre un trifásico poste de la electricidad. Herrera del Duque 17 de Marzo de 2016


Los pequeños detalles de lo cotidiano, de una vida rural. De una vida conectada con la Naturaleza, aunque solo sea como telón de fondo, como eso que se da por hecho, que siempre está ahí, como fuente inagotable de recursos...

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Con una similar mirada costumbrista al pueblo de Villafáfila comienza este documental de "El Escarabajo Verde": con el planteamiento de que toda vida transcurre en un espacio físico y un tiempo, en un entorno. Y, el entorno, puede ser rural, natural, bello, divertido... Y aburrido también, con un aburrimiento relajado, tranquilo, espacioso, creativo. Porque no puede uno estar continuamente asombrándose de lo que le rodea, acosado por estímulos cada vez más fuertes?

Así, el Escarabajo Verde, primero nos revela algo de lo que no estábamos siendo conscientes, aplicando la lupa y el microscopio a las pequeñas cosas de lo cotidiano, ensalzando lo que de exclusivo tienen respecto a lo global y uniformado de las sociedades occidentales.
Una vez establecidas las premisas, se hace necesario formular la inferencia: otorgar una intención, una moraleja, una proyección hacia el futuro, hacia los futuros posibles:
Plenamente conscientes del amor a Villafáfila y el entorno que la rodea, llega el momento de preguntarse  si ¿De verdad deseamos dejar todo esto desaparecer (abandonar, urbanizar, tecnificar)?
Durante la primera parte del documental hemos paseado por sus calles, conocido sus vecinos, su entorno y su relación mutua. Así que, ahora forma parte de nuestra vivencia (como espectadores) y, por supuesto, de las vivencias de sus habitantes, padres, ancestros... Todo podría quedar transformado y olvidado a cambio de una cierta idea de progreso. "Por un puñado de dólares": los que van buscando los jóvenes a las grandes ciudades.
El éxodo rural de los jóvenes se ve acompasado por cambios en el entorno de Villafáfila. Y es que, las observaciones sistemáticas de las aves migratorias que pasan el invierno en las lagunas cercanas, revelan que está disminuyendo su número y que, además, están cambiando sus costumbres. Probablemente, debido al calentamiento global y al desplazamiento de las zonas cálidas más al Norte.

El calentamiento global es una consecuencia colateral de nuestra forma de dominar y someter el Medio, de nuestro macro-comportamiento (el del espectador, el del documentalista, los habitantes de Villafáfila y el resto del mundo desarrollado hacinado en grandes núcleos urbanos). Así que, es algo que depende de todos: de un estilo de vida basado en el comprar, usar, tirar y de un anhelo egoísta e infantil de continuo crecimiento.

Seguramente no queramos ver desaparecer Villafáfila, pero nos vemos abocados a ello. Porque lo malo de las decisiones que requieren de la implicación de la sociedad global es que: llevarlas acabo no depende de si el motivo para el cambio es cierto o falso, si está científicamente testado o no, si es técnicamente viable o no... Es necesario construir una cultura, un sistema de creencias (mitología) que avalen, que permitan un comportamiento público conservacionista sin ser tachado de loco o idealista.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Network (un mundo implacable)

El título puede llevarnos a confusión: con la palabra “Network” todos pensamos en Internet, redes sociales, facebook... Pero no, la película tiene más de 30 años y todavía no se atisbaba el “bum” que supondrían estas tecnologías.

Aún así, la temática es de candente actualidad. Tanto la principal: el mundo de la televisión con sus vicios y perversiones. Como las secundarias: crisis (la originada con la subida del petróleo en el 73), pérdida de poder de los Estados en favor de las grandes compañías, globalización, indignación (más bien cólera).
Incluso la historia de amor resulta adecuada al contexto actual, hasta arriesgada para el puritanismo americano -claro, que eran los 70's: drogas, sexo, feminismo...- Sí, el puritanismo ha ganado terreno en las artes visuales, ahora hay más sexo explícito pero, cuando se trata de relaciones serias, todo es más convencional, más ñoño.

Me han llamado la atención pequeños detalles:
Bebían Cutty Shark con Cocacola (en botella de 2 L.), los directivos!! Fumaban en los restaurantes!!
Se menciona el Comunismo! incluso el Marxismo!! Aunque sea con la intención de ridiculizarlo y desacreditarlo.
Quizá las libertades no hayan evolucionado mucho, pero las prohibiciones y tabús ...

El presentador-profeta, en su papel delirante, iracundo, demente... aporta cierto toque de humor, porque las realidades que duelen sólo las podemos encajar como chiste. Aún siendo el estereotipo de predicador americano, resulta más que creíble, quizá porque en la televisión todo parece más real. En general todos los personajes y la trama resultan de gran realismo.

En fin, un claro ejemplo de que la historia se repite, de lo cíclico de las crisis, de la evolución que han tenido los medios de comunicación y de su escaso interés por informar en favor de hacer dinero.

domingo, 3 de junio de 2007

Termitero global

El cambio es inminente. Está ocurriendo a marchas forzadas. La globalización, la conexión a la red mundial... Cada vez vivimos una realidad más virtual. Cada día estamos más implicados en una misma consciencia mundial. La TV, la radio, el periódico, las revistas, las películas, la música, el teléfono, internet...
Antiguamente, quizá hace apenas 100 años, visitar un país extranjero, por cercano que este fuera, podría parecernos algo así como visitar otro planeta. Hoy día, se puede viajar sin problemas por todo el mundo desarrollado y lo único que se percibe, es estar en un lugar ligeramente diferente, con ciertas particularidades, casi reservadas a la percepción de minuciosos observadores. Al llegar a un lugar nuevo, con intercambiar unas cuantas palabras con una determinada persona, ya puede ser clasificada dentro de unos patrones que todo el mundo conoce a escala mundial. ¿Es que las nuevas tecnologías de la información han provocado un aumento tan grande en nuestra percepción? ¿O estamos asistiendo a una disminución de la variedad?
Estamos acostumbrados a que decidan por nosotros, a que nos prohíban o nos digan qué es lo mejor, que es saludable y que no. Hemos llegado a un nivel muy alto de especialización, hay infinidad de capas que otros se encargan de hacernos transparentes. Y realmente sería difícil no abstraerse a la mayor parte del conocimiento. Pero esa abstracción la hemos exportado a otras áreas: nos abstraemos de la inmigración, del hambre y la enfermedad en países pobres, las guerras, los daños a la Naturaleza... De vez en cuando, alguien por encima dice: - Este tema es importante y hay que tomar estas medidas que un comité de expertos ha determinado prioritarias-. Y la gran colmena se pone en marcha.
Al final, miles de años de evolución nos ha convertido en obreras de un mundo a nuestra medida.