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miércoles, 13 de septiembre de 2017

Jubileo y lo dionisíaco

Justo la mañana del día de Extremadura (el 8 de Septiembre), que además es cuando en Herrera del Duque celebramos el día de nuestra patrona, la virgen de Consolación, escuché este podcast: Dioniso, el dios de la máscara. Y, la verdad, que la fiesta que celebramos en los valles de Consolación (Jubileo) tiene mucho de Dionisíaco: salida al campo, caballos, alcohol, música... Reencuentro con la Naturaleza y nuestro lado más salvaje.

Es una fiesta religiosa, en honor a una virgen, pero, a algunos, esa parte no nos interesa. Lo que queremos es preparar comida y bebida para pasar el día en el campo. Con los amigos, ir de aquí para allá. Con la cerveza en la mano, esquivando excrementos de caballo, bailar en la orquestilla del bar, liar alguna que otra bronca, o estrellar el coche contra alcornoques, encinas, olivos...


La gente bebe mucho en esa fiesta (en general). ¿Qué otra cosa se puede hacer en el campo? Algunos la toman como una fiesta ecuestre aunque, con la mecanización de las tareas agrícolas, cada vez hay menos mulas y asnos y han aumentado los caballos de recreo (que resultan más elegantes). De chaval recuerdo que era genial conocer a alguien que tuviera una "bestia" y que te montasen encima. Un caballo impone, sobre todo si están engalanados y tú eres un pequeñajo que mira desde abajo... Casi todo el camino está asfaltado y es muy fácil acceder en coche, lo difícil es volver (la gente bebe mucho en esa fiesta :-)

Lo pasamos bien sin hacer nada especial. Estar en el campo es lo especial. Además, con muchas incomodidades: porque no tenemos una casa donde cocinar, no se puede hacer fuego (en septiembre el monte aún está muy seco), hay que cargar desde los aparcamientos con neveras, comida, bebida, sillas...
Así, lo más importante es, que necesitas un grupo de amigos con los que organizar todo eso ("solo no puedes, con amigos sí"). Y un buen árbol que proporcione sombra. Nosotros acabamos siempre debajo de un alcornoque, sobre un manantial de agua, junto a otro alcornoque ya muerto, cuyo tronco recuerda la cabeza de un caballo, en las traseras de la ermita.


No es casual que nuestra fiesta (y las de muchos otros pueblos) tenga ciertas semejanzas con las celebradas en honor de Dioniso: en esas fiestas, las mujeres salían del hogar y se internaban en el monte. Durante ese tiempo se liberaban de la máscara social, extasiadas por la música, el alcohol, el baile... El desenfreno, un acto de voluntad dirigido por el deseo.
Nuestra cultura occidental es heredera de la antigua Grecia y se ha ido desarrollando sobre esa base, transformando y sublimando ciertas costumbres, normas morales, intereses, técnicas... También el cristianismo es deudor de esa época mitológica, se puede apreciar en los paralelismos entre Cristo y Dioniso: beber la sangre (el vino), la muerte y resurrección...
La moral cristiana de los últimos siglos reprimió con fuerza la sexualidad: se les pusieron muchos mantos a las vírgenes... quizá, solo como una reacción al libertinaje y los torsos desnudos de los griegos y romanos...  Y es que la historia no es algo que avance linealmente, también retrocede y gira, sin ningún fin aparente, como los astros, como un herrereño por las inmediaciones de la ermita el día de Jubileo...

martes, 10 de enero de 2017

Decadencia

El Sol se pone todos los días
y nadie hace nada por detenerlo
Porque, en el fondo:
Todos somos partícipes de su espíritu destructivo,
autolesivo.

Curiosos adictos...
Siempre nos quedará la huida,
a cualquier otro planeta.




El atardecer resulta decrépito,
apacible,
como un edificio abandonado,
a medio hacer,
donde reposa del guerrero...



Comenzó como un juego,
lo tomamos demasiado enserio...
Y llegaron los esclavos,
los miedos y los vicios,
de las metas y los objetivos,
el salario y el plazo fijo.

 

martes, 3 de noviembre de 2015

No recomendado para menores

A veces tengo ganas de ver una peli, videos musicales, documentales... y los que más me gustan son de contenidos "chungos": palabras malsonantes,  sexo, violencia, sangre, drogas, excrementos... Todo eso se considera no apropiado para menores de edad... Y es verdad, a mi hija de dos años no le interesa un carajo, prefiere ver imágenes saturadas de color, sonidos repetitivos y estridentes, risas y agudos chillidos...
Así que me parece estupendo que exista una clasificación "positiva" de los contenidos. Porque es cierto que no vas a conseguir mantener la atención de los niños con "El día de la bestia" o un documental de la Segunda Guerra Mundial (por muy interesante o entretenido que a un adulto le pueda parecer).
No me parece tan estupenda la clasificación "negativa": -No puedes ver eso porque es para mayores.- Y aquí entran un montón de cosas por circunstancias varias:
El porno, que no es para mayores, es para su consumo furtivo. La violencia, que no queremos cerca pero que toleramos o somos cómplices de ella, ya sea dejándola en manos del Estado (policía) o encerrándola en guetos de marginalidad. La sangre, vísceras, caca, culo, pedo, pis... cosas de sádicos o del paleolítico; no queremos saber cómo ha llegado ese filete a nuestra mesa y, mucho menos, de dónde procede o a dónde va cuando sale de nuestro ano. Debemos estar siempre limpios y eliminar cualquier olor que pueda parecer humano.

El porno es algo demasiado explícito, muy orientado a cubrir fantasías específicas de adultos retorcidos por el control social. Aunque también está el porno de calidad, el de la gente normal: mujeres llamativas, depiladas, atletas del sexo... el que debe gustar, al "hombre normal". En internet el porno está por todas partes, tiene muchos adeptos. Y es claro que es una forma de sometimiento de los actores, a la ley del dinero y a los instintos más bajos y vergonzosos de una masa informe de consumidores. Pero hasta el porno, como industria, hay un montón de escalones intermedios: Sexo consentido, más o menos explícito, cuerpos desnudos, pelos, tetas y culos, culos y tetas... que seguramente no interesen a los niños, y a los adultos nos inspire cierto pudor. Pero el pudor se puede y debe vencer, no es como la prostitución que en general se considera vicio, y del malo: del que necesita denigrar al otro (utilizarlo como un medio).
El porno es fatal, para menores y adultos, te fríe el cerebro, te lo deja líquido, merma la voluntad, la imaginación, además, para producirlo, es necesario denigrar y someter a otrxs.
En cambio, las muñecas "barbie": bulímicas y anoréxicas, se muestran sin pudor a niños y adolescentes. O los guerreros: anabolizados y violentos... Vaya modelos! Prohibir tetas y culos en favor de disfunciones alimenticias. Los juguetes que vendemos a nuestros niños dicen mucho de nuestra suciedad. Una sociedad que marca con trazo firme, desde la infancia, los roles masculino/femenino, obsesionada por la juventud, por un concepto de salud basado en unos cánones estéticos, antinaturales, enfermizos... Si alguna vez has revisado un catálogo de juguetes de niñxs... resultan ofensivos: es fácil identificar edades y sexos, solo con los colores.
El mercado se adapta a nuestra demanda? Todos somos críticos con la sociedad: lo puedes escuchar en las noticias, en las conversaciones del bar. Un acto de coherencia con este espíritu crítico sería no replicar los patrones sociales que denigramos, en nuestros hijos. Está claro que no se puede estar siempre alerta, que en ocasiones nos dejamos llevar, no reparamos en todos los detalles y, como conocemos los vicios, los repetimos: alabamos esa belleza enfermiza, ridiculizamos las actitudes lujuriosas de las mujeres, somos complacientes con la violencia contra "otros"...

También están las drogas, que no nos cansamos de repetir a nuestros menores que son muy malas, mientras nos ponemos hasta el culo y exhibimos su consumo sin ningún pudor: alcohol, tabaco, café... Las peores de las drogas son las ilegales, porque para su consumo es necesario ir contra la ley... Y la ley es la represión más violenta que la sociedad ejerce contra sí misma... mucho más que el control social, que las opiniones y las habladurías. Obviamente, nadie quiere que sus hijos tengan problemas con la ley y la justicia. Y para protegerlos de ella negamos la existencia de las drogas, les hacemos creer que no existen, que es algo marginal, que son todas igual de destructivas...

Lo de la sangre, vísceras... supongo que lo consideramos no apto para menores porque nos da asco, porque lo asociamos con la violencia y no queremos que los niños se familiaricen con ella... Otra vez los engañamos, queremos protegerlos del mundo que hemos creado, pero no haciendo de este un Mundo mejor, sino escondiendo la mierda debajo de la alfombra.

No tenemos tiempo para pensar, y negamos a nuestros hijos el contacto con ciertos contenidos sólo porque aparentemente se parecen a lo que consideramos malo: desnudos = porno; droga = delincuencia;  sangre = violencia. Más aún, no nos atrevemos a asumir la responsabilidad de la educación de nuestros hijos, porque desde la cuna nos han forzado a la especialización, a dejar en manos de expertos todo lo que sale fuera del estrecho ámbito de nuestro oficio. Se nos olvida que los que más saben de sus hijos y del entorno donde se desenvuelven son sus propios padres y que, ante la duda, uno siempre puede utilizar su capacidad de razonamiento o su intuición, antes de pasar a la prohibición sin más, antes de contribuir a la segmentación de la sociedad en grupos de edad.

domingo, 14 de junio de 2015

La muerte de la encina entre pastos oníricos

Todos tenemos nuestros vicios: el porno, tabaco, tele basura, alcohol, chequear el facebook... Pequeñas cosas que no podemos dejar de hacer y que nos hacen sentir culpables una vez consumadas... dolor de cabeza, mal aliento, prisas... Hay que organizarse, reducir los vicios, ganar tiempo.


Mi padre tiene un terreno, con unas cincuenta ovejas. Por la tarde fuimos a verlas. En el mes de junio ya está todo el pasto seco. Había mucho pasto... son pocas ovejas para tanto terreno.

También hay encinas, muchas se están muriendo: Están infestadas por algún insecto que produce unas pequeñas agallas en el envés de las hojas y que las perfora por el haz al salir. Se les ha juntado con unas podas de esas de sacar cuanta más leña mejor: -¿Y si se seca la encina? -Se corta y a tomar por culo!- Después uno se pregunta: -¿Por qué hay tanto páramo sin un solo árbol? Si tampoco se cultiva cereal (las plantaciones más grandes son de pino y eucalipto)-.
También en la zona, la dehesa pública está llena de encinas senescentes, nadie las repone y, con una presión ganadera elevada, es difícil que crezcan por su cuenta. Así que, poco a poco, de forma silenciosa, los pastos ganan terreno a la dehesa.

Y allí estaba yo, a la sombra de una encina, mirando sus hojas agujereadas y llenas de agallas. Las ovejas tampoco parecían querer alejarse de la sombra. Les molestaba mi presencia, no están acostumbradas a la gente.
Llevaba pantalones cortos y los calcetines llenos de zaragüelles. Todo estaba tranquilo, en paz, soplaba una suave brisa..
¡Olía a campo! Un olor que me era muy familiar de niño... ¡El atardecer de verano es tan tranquilizador... Había tanta variedad de hiervas en el suelo! (Incluso en los calcetines y el hueco de las botas) Cuanto más observaba, más detalles iban apareciendo! El campo tiene ese gran aliciente del cambio constante, como el agua del río de Heráclito... como "el agua de la fuente vieja de siempre, con agua siempre nueva". Pero ¿Quién tiene tiempo de recrearse en esos detalles?
Movimos un poco las ovejas, mirándoles el culo en busca de mosquera, contándolas...

Aún no siendo confortable, se está bien allí, el tiempo adquiere otra dimensión... Sin prisas, sin malos humores, un mundo onírico fuera de la ajetreada vida social.
En esos momentos (esporádicos) uno siente que algo tan sencillo como disfrutar de la naturaleza, en su estado salvaje, nos ha sido robado. Es de suponer que, cuando el campo se explotase sin las tecnologías químicas y de motor, quien trabajase la tierra debía de experimentar estas sensaciones en su día a día -si, además, podía disfrutar del producto de su trabajo...-
Pero, en algún punto, cambiamos la valoración de lo natural: lo natural se da sin intervención humana y, por tanto, no tiene valor.
La educación, la cultura, la demanda laboral... Todo nos conduce a la vida artificial, el cajero automático, la compra, cenas, alcohol... Incluso nuestras drogas "tradicionales" están tecnificadas... Y Los sabores del campo nos resultan demasiado fuertes, secos, pequeños, irregulares, incómodos... Frente a los alimentos tecnificados: homogéneos, vistosos, jugosos, suaves...


jueves, 27 de diciembre de 2012

Disquisiciones navideñas


Estos días había mucha niebla, así que sólo se veía a corto plazo, todo era frío y oscuro, como corresponde a la Navidad. Así que salimos a caminar, al Castillo, a lo más alto.
Desde allí se podía ver todo el mar de vapor de agua, los rayos de Sol eran especialmente cálidos, los picos más altos se lanzaban guiños entre sí, mientras cúmulos de algodón deshilachado cruzaban de un valle a otro.
Al ser un sitio alto estaba lleno de antenas que recibían y retransmitían lejanas y extrañas señales.
Del pueblo, sumido en la oscuridad, llegaban rugidos de motor y el gruñir de la carretera...
Sí, desde allí arriba, iluminados por el sol de invierno, todo se veía mucho más claro.

***************

En estas entrañables fiestas: de vacaciones, de intensa vida social (distendida, antilaboral)... es cuando uno repara especialmente en la mezquindad de la sociedad y del sujeto individual:
No, no existe el hombre bueno, ni honrado, ni modesto, ni austero. Cualquier atisbo de sacrificio, ahorro, valor... se va a tomar por culo en esa vorágine consumista que llamamos Navidad. Litros de alcohol, toneladas de comida, regalos inútiles, drogas, excesos... a costa de terribles desigualdades e injusticias (ocultas bajo huesos de chuletas, papel de regalo, cabezas de langostino, colillas...).
En la más opulenta de las fechas es imposible que el hombre no se crezca y atribuya a sus habilidades y valentía la sonrisa del destino. Se vuelve cruel y despiadado contra los desfavorecidos y contra todo lo que le rodea. Se deja arrastrar por la embriaguez del momento (una embriaguez continuada, justificada y alentada desde todas las capas e instituciones sociales).
Pero en Enero, cuando la Diosa Fortuna le da la espalda... el hombre Ario, el fuerte!, jeje... es devorado por la culpa, echa balones fuera: contra el destino, la crisis, el gobierno, la providencia... y entonces se acuerda de la piedad, la humildad, el sacrificio, las normas morales...

Un ciclo muy simple, pueril, infantil (retener la caca para echarla luego toda de golpe).
A pesar de su simpleza, y ser causa obvia de malestar, es la lógica que rige la sociedad capitalista-consumista: Sufrir-trabajar-acumular mucho durante un período, para luego consumir de forma compulsiva y redimirnos de tanto sacrificio enajenado, sin sentido.

Por eso es “El día de la Bestia” la más apropiada de las películas navideñas. Porque son unas fechas satánicas: de fuego que ya no da calor, que abrasa, arrasa...

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Sabía que había pasado el tiempo porque la leña de la lumbre era sólo ascuas y ceniza, la sala se había quedado fría. No le quedaba más dinero, ni leña; sólo unos polvorones resplandecían en la mesa... En el patio, la "estrella anunciadora" parpadeaba epiléptica y la aguda musiquilla de Jingle Bells se repetía una y otra vez, una y otra vez. Tenía que echar algo al fuego, la Navidad le estaba congelando... así que saltó! Fire walk with me!

domingo, 8 de julio de 2012

Sueños de una tormenta de verano

Llegó la lluvia y sopló el viento desde las montañas; por un día se endureció la arena de la playa y asentó el polvo donde debe estar: en el suelo. Un día sin sudar, un día de descanso, en un verano sin tregua, de los que no dejan dormir ni descansar. El infierno es siempre un lugar cálido. Hay mitos respecto al viento: que vuelve loca a la gente; sin embargo, el calor, parece requisito indispensable para la madurez: de la fruta, del cereal... del tontito al que le falta un hervor.
El calor tiene un lado perverso y oscuro. Y no es sólo por la carne de los cuerpos que se expone sin pudor a los rayos afilados del sol. Además es el catalizador de las pulsiones de muerte, la llave de esas puertas que dejamos mal cerradas cuando preferimos olvidarnos de los traumas infantiles o adultos, para seguir adelante. Porque matar o dejarse morir es malo por igual, aunque las buenas personas prefiramos dejarnos morir...
Costaba entender porqué existía esa veneración incondicional hacia el verano. Porqué todos se dejaban arrastrar por sus instintos más destructores y se lanzaban a un ocio de sol, tabaco, alcohol, temperaturas extremas, comidas copiosas, músicas chillonas, sexo, adulterio, drogas... cáncer. Sufría, sufría por todos ellos, mientras el aire acondicionado le helaba los huesos en aquella oficina gris y oscura, después de un fin de semana de contrastes de temperatura.
Delante de la epiléptica pantalla de ordenador soñaba con vacaciones, en un lugar frío, quizá Siberia, viendo corretear los renos desde debajo de su gorro polar, mientras la nieve golpeaba con furia el grueso abrigo. De pequeño adoraba los cuentos populares rusos, recordaba perfectamente los dos tomos de pasta dura de la biblioteca del pueblo. Había leído cientos de aquellas historias de caballos semi-mágicos, expirando fuego en medio de la estepa helada, ayudando al joven de buen corazón (pero bolsillos vacíos) a conseguir el amor de la hermosa princesa. De pequeño siempre estaba en las nubes, quizá no le había dado lo suficiente el sol, de pequeño...
Odiaba el calor y el aire acondicionado; además tenía un corazón salvaje, como los jóvenes de los cuentos populares: por eso siempre estaba sudando. Quizá su fascinación por Rusia no era algo irracional, ni sus sueños marxista-leninistas... la comunión de bienes.

Una rata gorda y peluda se posó a su lado; con sus manitas pequeñas y desnudas parecía querer decirle algo. No era más que el jefe del departamento de cuentas. -¿Qué cojones querría ahora!-. Esta gente parecía no enterarse que el calor le ponía de mal humor. -De acuerdo- Le espetó -Sin ni siquiera pensar lo que le había dicho (siempre eran pequeños detalles que no le interesaban lo más mínimo)-. Le vio alejarse arrastrando su cola carnosa tras el traje negro. Fijó la mirada en la pantalla: -¡Mierda!- El protector de pantalla se pavoneaba con mil colores, ahora entendía a qué había venido ese ser agorero. Era un Lunes de Julio, después de un fin de semana de cáncer e infarto. Una salida de la autopista de la rutina, tan intenso como desconcertante. Pero el señor rata no sabía nada de eso y prefería importunarle cuando observaba inexpresivo los renos de su amada Siberia.

El infierno está lleno de calor y el mal tiene rabo. El deseo sexual se disfraza de voluptuosidad, el verdadero mal habita en mugrientas oficinas y sobre todo en las de amplias cristaleras. Después de la tormenta siempre llega la calma y le deja a uno tirado en medio de una realidad absurda, extraña, ajena... una especie de Matrix al que todos vivimos enganchados, engañados... como el Buda que no quiere saber de las pasiones.

La psicodelia del protector de pantalla le transportó a la noche del fin de semana, a la oscuridad de un antro en el centro de la ciudad donde se sorprendió mirando sus brazos, repletos de gruesas venas, como raíces de un gran árbol. Se giró para comentarlo a un colega, pero estaba en medio de un grupo que no era el suyo; una chica le preguntó algo, la música siempre estaba demasiado alta, o quizá  era extranjera; le señaló sus brazos, pero no pareció ver nada raro. Todos reían, bailaban y se movían muy rápido, así que pensó que sería el cóctel de drogas; que había llegado el momento de buscar al hombre sin química, aquel que habita más allá de los sueños, al otro lado de las sábanas, en el mediodía siguiente. Se fue a casa, sin despedirse, tampoco sabría de quien hacerlo, todos le resultaban conocidos. Fumando, tosiendo y sudando, con el sol asomándose para verle abrir la última puerta; se quitó la ropa y se metió en la cama, mientras pensaba que había vivido momentos de magia, que había visitado el lugar donde nace el narco iris y juegan los pequeños ponis. El calor y la humedad fueron especialmente insoportables, así que no descansó, sólo de vez en cuando susurraba -Mañana lloverá y arrastrará al mar este onírico malestar, las imágenes ya borrosas y los sentimientos de culpa, por no haber actuado acorde a la prudencia, la razón y el decoro.

El día siguiente amaneció un Domingo de tormentas, un regalo del Cielo. Dios le amaba. Después de todo, no había sido tan malo. Aunque no hacía falta que se lo confirmaran: él sabía que era de los buenos, de los que aman; los que odian prefieren de lunes a viernes: no piensan en la felicidad ni tienen raíces en los brazos y, por supuesto, no sueñan con árboles de vida y muerte.

lunes, 24 de octubre de 2011

Somatizar la angustia

Somatizar una angustia: siempre me había parecido algo muy sexy, un punto de unión entre dos mundos, una puerta abierta al cajón de todos los males.
Los hombres tienen problemas, luego soy un hombre y mi circunstancia es incierta. Pero preferiría ser un espectro, o un alien o... un angel, de esos que disparan flechas de amor eterno.

No existe la crisis, quizá sí la personal, pero no deja de ser un estado de ánimo. Sólo quiero un mundo mejor. No es mucho pedir. El hombre viajó a la Luna y a todos nos pareció lo más normal.

Corren tiempos extraños, falta para pensar. Es normal que no sepamos dónde vamos, es fácil que no sepamos ni dónde estamos ¿Estamos?
Y si la vida es un sueño como dijo algún navegante... me quedo con mi pesadilla llena de monstruos y tics nerviosos.

Tic-tic-tic...-- Atchússs!!!--- cof-cof-cof

Casi lo confundo con hacerse mayor, pero eso no es cierto. El Domingo a la noche me dijo Punset que viviría 100 o más años!!! Y me pareció terrorífico tener que aguantar tanto. Escohotado habló de Ibiza y las drogas, era una buena manera de pasar el rato, pero siempre amanece y el alcohol es tan malo...

Y el puto nervioso Tic-tic-tic... ¿Se me estará notando? ¿Cuantos demonios no se habrán escapado?

Hay quien si no habla revienta. Pero a mí me tiemblan las manos si no cojo el boli o teclado. Aunque un tic en el ojo es una figura tan literaria como otra cualquiera, para verter las entrañas. Pensaba en mis hijos, en mi pueblo, en el trabajo, en el futuro inmediato... pero se puso nublado y quedó empapado, otra vez a empezar, otra vez la hoja emborronada. Si sólo hubiera seguido los trazos que me habían marcado...

Me puse a leer y un tal Carr, me dijo que Internet era la causa de mi dispersión, que ya no podía seguir de arriba a abajo, que había quedado atrapado en  la transversalidad... pero fue demasiado tarde y ya estaba en un nuevo hiperenlace, picoteando en otro abrevadero. Entonces comprendí porqué nadie contesta mis mensajes.

Otra vez el dedo en el ojo. Pero a Tic no le agradan las caricias.
Tic-tic-tic...-- Atchússs!!!--- cof-cof-cof
Me está metiendo todos los demonios. Me rasco, no recordaba las uñas tan largas, ni ese color rojo, resbalando, tan cálido... Por fin! Lo arranco, lo sostengo en mi mano, me mira, nos miramos y mientras los demonios pululando...

domingo, 3 de junio de 2007

Moral hipócrita

Hemos construido una moral hipócrita y prohibimos todo lo que no concuerda con esa amalgama de pensamientos pseudo cristianos. Prohibimos las drogas, la prostitución, las armas, la pornografía, el juego... Hacemos como que no existen y miramos satisfechos la limpieza de nuestro cuarto. Creamos “guetos” donde toda la suciedad que no queremos a nuestra vista se desarrolla con virulencia. De vez en cuando, salpica y apesta nuestros hogares, y con cara de gilipollas clamamos al cielo y preguntamos cómo es posible tanta injusticia. Hemos perdido la fe en el Hombre y pretendemos que el poder del Estado acabe con nuestros instintos más rastreros.

La prohibición no ha acabado con la drogadicción ni la prostitución, probablemente la legalización tampoco lo haga. Pero si la sociedad admite que esos hechos existen y no los niega, aunque los considere perniciosos, tal vez la presión social acabe siendo mejor regulador que la represión policial.

domingo, 29 de octubre de 2006

¡No podéis encadenar a un animal salvaje!


Resulta que mis artistas preferidos podrían perfectamente ser personas al límite de la esquizofrenia. Pudiera ser que yo no fuese tan inteligente como me atribuyo, que sólo estuviese al borde de la locura, que me refugiase en mis fantasías y extrañas ideas, sólo para compensar el miedo y la tensión que me producen las relaciones cercanas.

Inadaptado, una antena de 100 ohmios, enchufada a una línea de 50. Todo se disipa en mí, albergo una enorme cantidad de potencia que no va a ningún lugar. Me resulta difícil traducir a alguna técnica expresiva las quimeras producto de mi mente enferma.

Soy mi propia obra, un artista de lo inconcebible. Un ingeniero de proyectos absurdos.
¿Cómo explicar si no esta relación de amor-odio con las drogas? ¿Cómo, si no es para huir de mí y de lo que me rodea?
¿Y el Amor? Si no tengo Amor no tengo nada. Si no tengo Amor sólo soy un bote de conservas vacío. Y aún teniendo Amor, quedan huecos que tapar con otros sentimientos y aficiones. Amor con sexo, la perfecta adaptación, para radiar al medio lo mejor de los seres humanos.
¡QUE NADIE ME PIDA!
Que nadie me pida que difunda las bondades de mi carrera. Que nadie me pida que enaltezca a aquellos profesores que creen ser mejores cuando suspenden al mayor porcentaje de gente! Que no piensen que soy partidario de un sistema de enseñanza ineficiente, que sólo entrena para tener un ojete más abierto, por donde penetren todo tipo de explotaciones mercantiles. Que nadie piense que defiendo teorías fascistas o Darwinistas en lo que a educación se refiere.

Si la pregunta es, si soy feliz? Me veré obligado a responder que la mayor parte del tiempo lo soy. Pero a menudo me enferman las injusticias y desigualdades de este mundo que tan mal hemos modelado. Si Dios hubiese existido no nos habría puesto en el planeta para destruir su obra. Somos los dueños de la creación pero no tenemos ni puta idea de nada.
Asisto como observador impasible a la degradación del hombre por el hombre, y esa es la única fuente de dolor que mina mi felicidad.
Me gusta la canción protesta, los textos subversivos, las películas oníricas, la gente que habla sin miedo a equivocarse pero consciente de su falibilidad.
Odio a los que mienten, a los que se sienten superiores y desprecian lo que no comprenden, a los oradores, publicistas, políticos, a todo aquel parásito que trata de elevarse aplastando a la masa informe, apoyándose en la población media, o en cualquiera que caiga bajo su pie.
Prefiero estar ocupado, desarrollar actividades que me hacen feliz, actividades productivas, al menos para mí. Crear, escribir palabras bonitas, dibujar, leer, aprender, investigar, hacer deporte... A veces me sorprendo malgastando mi tiempo en formas autodestructivas, pero es que aún no he aprendido a controlar del todo la ociosidad.
Ya no hago apología de las drogas, pero hay momentos en que uno necesita su pequeña dosis de muerte.
Y todas mis ensoñaciones consisten en echarme al monte, aullar en noches despejadas, a la luna llena, sobre una roca junto a una charca al borde de un viejo hayedo, vagar por montañas donde nunca haya pisado el hombre. Olisquear el culo a mi amada y montarla por detrás, criar una camada de lobos hombres que sólo cacen por necesidad.

lunes, 24 de julio de 2006

Confusion


Porque Pancho no sabía que le ocurría, no sabía quién era ese tío tan raro que le contaba historias absurdas de adolescentes. No comprendía cómo un tío tan viejo y tan feo podía ver la noche con la mirada de un niño que acaba de descubrir los vicios de los adultos. Pero le escuchaba... y cierta curiosidad prendía mecha en su pecho.
No entendía cómo había llegado a ese bar, no sabía dónde estaban sus amigos y... ¿Por qué estaba tan borracho? Ese comportamiento no es el propio de una persona de su condición. Las personas deben comportarse de acuerdo a lo que se espera de ellas, si quieren ser comprendidas. No existe la incomprensión, sólo aquellos que se empeñan en comportarse de manera estrambótica.
Había tomado drogas -y mucho alcohol-, estaba en fase decadente y destructiva, ya sólo el aguante de su cuerpo y el cóctel de sustancias ingeridas eran los dueños de su destino. Observaba a las chicas con obsesión y cierto vacío en la mirada. Y aquél tío comiéndole la oreja...

Cuando despertó, no quería mirar a su alrededor ¿Cómo había llegado allí? Aquello no era su casa, olía bastante mal, a cuarto de baño con humedad, mal ventilado y sucio.
-No vuelvo a beber, no me sienta bien, es malo para mi salud y para mis relaciones con los demás. –Y su voz sonaba a borrachera, a noche de descontrol y juego perdido-.
Abrió los ojos: definitivamente aquello no era su casa, en la habitación no había nadie, y tampoco se oían voces. ¿Era la casa del desconocido que le habló en el bar? No conseguía recordar cómo había llegado allí.

domingo, 12 de marzo de 2006

Un día gris de solecito y calor

La felicidad no es real.
La felicidad es un instante,
se alcanza esquivando los malos tragos,
atravesándolos, matándolos.

La felicidad puede ser llorar,
o reir, incluso la soledad.
Es sólo un estado mental,
no es algo que puedas ver o tocar.

La tristeza, el dolor
las ganas de acabar con tó.
Un grito sordo,
una lágrima en el folio.

Una noche de feria,
una ralla de coca,
dos coches que chocan …
eso son cosas serias.

La felicidad no se puede alcanzar
y cuando llega, no la sabemos tratar.
La tristeza es más fácil… sólo hay que aguantar.