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lunes, 19 de junio de 2023

La excursión con la AMPA

Todos los años, desde la AMPA del cole, se organiza una excursión de fin de curso. Este año hemos ido a Aquasierra -un parque acuático en un pueblo de Córdoba-. La verdad, nunca me hubiese planteado ir a ese tipo de sitios: parques de atracciones, aquaparks y similares... Me da tremenda pereza. De hecho, siempre que puedo, me escaqueo. Pero, en este caso, como formo parte de la directiva de la asociación y estoy implicado en el proceso de organización... me parecía muy feo no ir. Y, bueno, están las niñas, que les encantan esos sitios: se lo pasan pipa, además tienen el aliciente de ir en autobús con otros niños, con las familias... realmente lo disfrutan, y mucho. Lo peor de todo es que yo, y el resto de adultos... también lo disfrutamos! Y, cómo no hacerlo? Si te montas en un autobús todo lleno de niños, superilusionados, sabiendo que lo único que tienes que hacer es pasar el día ocioso -al final acabé tirándome de todos los toboganes-. Además, tiene otras cosas buenas, como por ejemplo que, aunque cada uno va a su bola, te vas encontrando por el parque a los otros niños, padres y madres que han ido en el bus; intercambias comentarios e impresiones y te sientes más seguro sabiendo que el entorno está lleno de personas conocidas -también más apoyado porque, al final, se reparten los cuidados y no estás tan tenso como cuando vas a esos sitio solo con las niñas-.

Así que, me siento muy contento de haber roto mis reticencias iniciales y haber, no sólo asistido al evento, sino formar parte activa de la organización. Porque cuesta organizar estos eventos. Este año, personalmente, me ha costado más. El pasar a horario completo, el cambio de empresa, los trabajos del campo, las tareas del hogar... Lo que más cuesta es desconectar la cabeza de todo eso para centrarse en la atención que requiere la AMPA -aunque no sea mucha-. Al final, es una asociación de personas: hay que debatir, expresar opiniones, escuchar, planificar, reunirse, rellenar papeles, enviar correos... reflexionar sobre lo que se hace -no podemos hacerlo todo, así que tampoco es necesario hacer lo que no queremos-. Muchas veces, resulta complicado dejar en suspenso los ritmos frenéticos que marcan el calendario escolar, los grupos de Whatssap y la agenda del ayuntamiento -porque las instituciones demandan atención, participación y cierto control del tejido asociativo-. Es verdad que somos pocos en la directiva pero, como los ritmos los marcamos nosotros, y hay muy buen ambiente, las cosas van saliendo... Cuando estamos más gente y podemos dedicar más tiempo, salen más cosas y, cuando no hay tiempo ni gente, salen menos. Al final, es fácil implicarse, porque se hace por las niñas y los niños.



En el pueblo hay bastantes asociaciones, tienen sus eventos, programan sus actividades y reúnen a gente de lo más variopinta. Me parece que son una buena herramienta, una herramienta de organización, de organización política: Política de la buena, de la requiere participación y no sólo representación. Una herramienta de colaboración, planificación y materialización de ciertos anhelos y deseos -aunque puedan parecer tan tontos como ir de excursión a un aquapark, comprar un tobogán para el patio del cole u opinar en cómo te gustaría que fuese el parque de tu pueblo-. La política no es sólo organizar los medios de producción, o repartir las subvenciones que vienen de la junta. 



lunes, 21 de diciembre de 2020

Asociacionismo: consenso Vs democracia

Me encontraba en una reunión de delegados de clase -en cada clase del cole se elige a una de las madres o padres para representar a todxs-. Siempre he sido muy reacio a estas formas de participación representativas -más en la situación actual, en que el aislamiento social impide la comunicación cara a cara, que es con la que la mayoría se siente más cómoda-. 
Pero bueno, son grupos pequeños -de entre 10 y 20 alumnxs por clase- y agiliza mucho las reuniones el que los interlocutores sean 15 personas -y no 250-. Aunque esto implique que la opinión de algunas familias quede silenciada.

Los grupos de cada clase funcionan como pequeños corrillos donde la gente está más desinhibida y cada cual da su opinión, a sabiendas de que no va a trascender. Tiene su utilidad, porque sirve para que, dentro de ese corrillo, se genere debate y se consoliden opiniones sobre temas de los que no todo el mundo tenía una opinión formada. La función de los delegados es luego transmitir esas opiniones a la dirección del cole.

 

Se trataba de una reunión telemática, una video conferencia grupal. Si ya resultan frías estas reuniones de por sí, al ver las caras individuales de los participantes en la pantalla del ordenador, era como abrir la puerta de un congelador. 
El grupo de delegados solo se constituye cuando lo requiere el equipo directivo del cole -es una especie de acto obligado-. No actúa nunca por iniciativa propia. No sienten que sean más que un vinculo de comunicación entre la dirección y el aula a la que representan.

La reunión fue convocada por la AMPA, una asociación de madres y padres unidos por intereses comunes: mejorar las instalaciones del cole, potenciar la convivencia entre familias, organizar actividades extracurriculares, representar los intereses de las familias ante las diferentes administraciones... 
Aunque en colaboración con el equipo directivo del cole, la AMPA actúa por iniciativa propia, en función de los intereses y preocupaciones de sus miembros, o de los que les trasladan las familias. 

A pesar de su labor, la AMPA no goza de simpatía entre un porcentaje importante de las familias del cole. Diría que el asociacionismo de cualquier tipo despierta animadversión en este pueblo. La sociedad está muy polarizada y reducen las personas a una única dimensión: la dimensión de los partidos políticos. 
Y la gente es muy militante, se posiciona vehementemente en uno un otro bando al primer movimiento de piezas. 

A esta animadversión de la población general, se superpone el hecho de que los poderes fácticos aspiran a mantener un cierto control sobre el movimiento asociacionista. Con medios materiales -atrayendo mediante subvenciones o ayudas-, o bien, colocando personas de su confianza en los espacios de toma de decisión. Por cuanto son agrupaciones de personas con intereses muy concretos que pueden generar consensos en aspectos nunca abordados en la lucha política por el poder, o que entren en conflicto directo con el poder mismo.

En este escenario, no hay debate posible y todo se reduce a medir las fuerzas, a vencedores o vencidos.  


Hace unos días empecé a leer "Un tributo a la tierra". Un cómic que narra la historia de los pueblos aborígenes de Canadá y su progresiva colonización por la sociedad occidental. En una de las viñetas, el autor añora aquellos tiempos en que los miembros de la tribu se reunían para debatir algún tema. Primero hablaban los más ancianos y luego espontáneamente cada uno iba aportando algún contenido nuevo, algún matiz... 
Luego llegaron los occidentales, con la extracción de gas y petróleo. Y la sociedad se dividió. Era imposible llegar a consensos y se recurrió a la democracia -el que tiene más votos gana-.

Fotografía de una de las páginas del libro "Un tribuo a la tierra" de Joe Sacco

 

Mientras hablaban los miembros de la AMPA, la cara del resto de delegados era de absoluta reticencia. Al final, alguien preguntó al director cuál era su opinión personal sobre aquello... 
Por fin todos tenían algo a lo que aferrarse para posicionarse: la opinión de una autoridad competente -y, menos mal, porque si no el debate hubiese estado sentenciado desde el principio-.


Creemos formar parte de sociedades muy avanzadas, disponemos de tecnologías que nos permiten intercambiar información con personas en la otra parte del globo pero, en lo social, estamos absolutamente en pañales. Somos incapaces de alcanzar acuerdos o de organizarnos para llegar a fines comunes. Sólo conseguimos una elevada organización recurriendo a formas de obediencia basadas en el poder y, en última instancia, en la violencia. 

Algo que, por otro lado, está poniendo de manifiesto la actual pandemia, con continuos mensajes de la población a las autoridades para que prohíban por ley las reuniones. Porque apelar a la responsabilidad individual es del todo ineficaz. Lo que viene a ser el reconocimiento de nuestra minoría de edad: puesto que somos incapaces de controlarnos, exigimos orden y castigo por parte de los que ocupan el poder de manera arbitraria.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Hazte socia de la AMPA de tu colegio

Tuve un arrebato de padre responsable e implicado en la educación de sus hijas y me hice miembro de la AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos) del colegio.
Mi mujer es maestra en ese mismo cole, así que yo estaba totalmente despreocupado. Ella lleva a las niñas y está al tanto de todo. Yo no tenía que responsabilizarme. Ni siquiera pisaba el edificio.

En mi afán presuroso por implicarme -y también por despiste e ignorancia- acabé metido en el Consejo Escolar... Que también está guay para enterarse de lo que se cuece en el colegio. Pero me sentía -y me siento, porque aún sigo ahí metido- como un intruso. Las familias me designaron en unas elecciones democráticas. Pero yo no me creo legitimado para erigirme en representante de nadie. Tampoco existen canales de comunicación para ejercer de vínculo entre el conjunto de familias de alumnos y el resto de la comunidad educativa.
Supongo que una sensación así debe asaltar a muchos políticos: que les han puesto ahí por haber ganado unas elecciones -en lugar de un concurso de oposición, por ejemplo-.

Después de diversos avatares, conseguí unirme a la AMPA. Gran parte de las antiguas miembro dejaban la asociación porque sus hijos pasaban al insti y había que llenar ese vacío.
Hay muy buen royo. Es una asociación. Algo relativamente informal: un grupo de gente que quiere hacer cosas por el cole, por los alumnos y por sus propios hijos. Sin jerarquías -más allá de las que exigen las instituciones para ser interlocutor para con ellas-.
La verdad que llevan acabo bastantes actividades, colaboran con los profes y ayudan al cole donde la burocracia y el dinero de las instituciones no llega -o llega tarde-. Se hace lo que se puede, teniendo en cuenta que es una asociación con pocos miembros, que los medios materiales son bastante limitados y que funciona con padres, y sobre todo madres, que tienen sus propias obligaciones y ceden de forma altruista su tiempo en estos menesteres.

La principal fuente de financiación de la AMPA son las cuotas de socios. Y, por desgracia, no hay muchos...
Tener ideas está guay pero, para materializarlas, se suele necesitar pasta. Puedes tirar de voluntarios -y la verdad que padres y madres se implican muchísimo-. Pero para actividades con grupos grandes se necesita material en cantidades industriales. Además puede resultar un tanto violento o abusivo que siempre colaboren las mismas personas sin recibir nada a cambio -más, teniendo en cuenta que todo el personal del cole y de la administración cobra su salario- y que quien suele colaborar son precisamente las personas que no tienen empleo -por los horarios lectivos-. Padres y madres lo hacen encantadas: porque pasan el rato cerca de sus hijos y compañeros en un ambiente diferente a la familia. Pero cuando hay que recurrir a personas que no tienen vínculo con el cole...
Hacer cosas por los niños está bien, pero vivimos un mundo globalizado, con terribles desigualdades y miserias: uno no puede implicarse en todas las luchas.

Otra fuente de financiación son las subvenciones. Las instituciones, que recaudan los impuestos a los más ricos, los revierten al conjunto de la sociedad en forma de ayudas económicas. Pero las subvenciones son también pequeñas trampas: porque se conceden para realizar acciones en la dirección misma que apuntan esas instituciones. Muchas veces son solo una forma de sacudirse la responsabilidad y hacerla recaer sobre el receptor de los fondos: 
-Hay que hacer esto, toma el dinero, hazlo tú y gástalo sólo en eso. 
-No, mira... es que necesitamos el dinero para esto otro.

 
En los últimos años, asistimos a una cierta dejadez de los servicios básicos por parte de las administraciones públicas. Lo que redunda en una peor calidad de los mismos.
Los que pueden permitírselo demandan mejoras y crean la ocasión para que servicios como la educación y la sanidad acaben siendo privatizados... Que no está mal, pero el problema es que, además de pagar el cole, vas a tener que seguir pagando impuestos -y sabemos que hay familias que no pueden afrontar gastos extras-.
Las AMPAs, y otro tipo de asociaciones, pueden ayudar a paliar esta tendencia, además de implicar en la solución a los afectados por el problema. Es una lucha desigual, porque las asociaciones no tienen poder ni medios... Pero es moralmente necesaria. 

El movimiento asociacionista vive malos tiempos. Los estados y sus instituciones se han hecho con el control de todos los ámbitos, también los culturales y lúdicos. Eso ha restado autonomía a las asociaciones, que tienen una gran dependencia de la administración.
Las zonas rurales y marginadas no resultan atractivas para la inversión privada, y la escasez de población hace difícil el asociacionismo para causas concretas. Así que nos hemos acostumbrado a que cualquier iniciativa provenga de ayuntamientos, autonomías... y la población acabamos por volvernos objetos pasivos, despreocupados o, a lo más, críticos con las iniciativas públicas -después de todo, es su trabajo, cobran por ello de nuestros impuestos y tienen que hacerlo bien-.
Quienes dirigen las instituciones lo hacen inmersos en sus creencias, sus ideales, sus fantasías... Tienen los medios, la autoridad y el tiempo para llevarlos acabo. Eso determina que toda iniciativa parta de estas clases gobernantes. Y la dirección que apuntan y apuntalan no tiene porqué coincidir con las inquietudes e intereses de la población general.
No son iguales las iniciativas que brotan desde la población que las que salen desde las administraciones. No son lo mismo en las formas, ni en los medios, ni en los contenidos.

Los estados te pueden obligar a pagar los impuestos. La AMPA no te puede obligar a que pagues la cuota de socio -puede constituir una obligación moral, pero no es una obligación legal-.
Para mí eso es lo maravilloso de la AMPA -y en general de cualquier asociación sin ánimo de lucro-:
-¿Quieres colaborar y abrir un camino que vaya en cierta dirección?
- Sí.
-Entonces: asóciate, haz propuestas, implícate... No esperes a que tu candidato favorito salga elegido presidente del gobierno.


Le educación es obligatoria. Los estados apremian y aprietan para que escolarices a tus hijos. ¿Vas a dejarlos en manos de burócratas y funcionarios de carrera sin preocuparte lo más mínimo de lo que se les inculca?
Niños y niñas necesitan referentes diversos. Porque ser conscientes de la diversidad y de las infinitas posibilidades que tenemos nos hace más libres, más felices.
Los colegios siguen siendo órganos del aparato de control de los estados, es comprensible que profesores y gestores no consigan pensar la diversidad más allá del marco normativo que los rige.
Alguien debió darse cuenta de estas limitaciones y, en algún momento, se decidió que las familias, y el conjunto de la sociedad, debía colaborar en esa tarea de control que supone la educación pública para, de alguna manera, contribuir a su legitimación: surgieron las AMPA, los consejos escolares y otras herramientas de colaboración.
Gracias a todo eso, la educación ha cambiado mucho en las últimas décadas: ha pasado de ser algo exclusivo de clases adineradas a extenderse al conjunto de la población. De utilizar métodos punitivos y represivos a otros más motivacionales y de refuerzo positivo. De estar controlada por la religión a estarlo por los estados y los poderes económicos.
Su función de control social se sigue manteniendo, pero incluso los que somos conscientes de ello, lo creemos necesario -aunque sólo sea en un sentido socialmente práctico-. Eso sí, tiene que ser permeable a las demandas e intereses de la población.

Es un camino difícil -el del asociacionismo-, todos tenemos nuestras propias ideas, creencias... Hay que transigir en muchos aspectos. Pero es un escenario acotado a la educación de nuestra prole. Es posible llegar a acuerdos porque todxs queremos lo mejor para lxs niñxs: que disfruten de su infancia y se les permita llegar a donde elijan ir.

Con hacerte socio y colaborar con la AMPA no vas a salvar el mundo, pero en el cole pasan mucho tiempo lxs niñxs, así que, no parece mala idea contribuir a su bienestar y abrir su abanico de referentes.

I want you for AMPA
Escultura egipcia señalando a lxs socixs de la AMPA. Neues Museum (Museo Nuevo) - Berlín - Noviembre de 2018