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sábado, 27 de marzo de 2021

Extremadura y el 25 de marzo

Esta semana fue 25 de marzo. Un día que algunos extremeños -a la izquierda del espectro político- reivindican como el verdadero día de Extremadura. Un día que hace referencia al 25 de marzo de 1936, cuando los trabajadores del campo extremeño se organizaron y ocuparon las grandes fincas a lo largo y ancho de la Comunidad Autónoma. El objetivo: poner los medios de producción -la tierra- al servicio de quienes los trabajaban. Un hecho inusual, casi bizarro... porque parece que los extremeños nunca protestan: son gente aburrida y mansa que aguanta lo que se les eche. 

Portada de la revista francesa Regards con foto de David Seymour (Chim). / ARMHEX. Extraída de CTXT

A mí me la trae floja el día de Extremadura. Pero sí es verdad que, si algo podía identificar a los extremeños -aunque no sólo a los extremeños y tampoco a todos-, es la división de la superficie agrícola en grandes latifundios utilizados como lugar de recreo e inversión especulativa -propiedad de gente que ni tan siquiera habita por aquí cerca: los señoritos de la capital-. 
Aquí apenas ha habido grandes fábricas o industrias. Nuestro medio de producción es la tierra. Nuestros obreros son agricultores, ganaderos, colmeneros, resineros... Eso hace que la población haya estado tradicionalmente dispersa y resultara más sencillo mantenerla sometida a los caprichos de los grandes propietarios. Esta dispersión también ha dificultado la organización y la implicación de la clase trabajadora en movimientos revolucionarios.
 
Tampoco creo que los extremeños tengamos una fuerte identidad cultural como pueblo: más bien somos una amalgama de andaluces, portugueses y castellanos, distribuidos según la proximidad a qué frontera artificialmente creada -con fines administrativos y de gestión-. Así que, cuando se dirimía el día en que debíamos celebrar la unión que nos habían impuesto, parece que el presidente de la Junta -socialista y obrero- decidió que el mejor día para celebrar la extremeñidad era el día de la Virgen de Guadalupe -Toma yá!- Le pareció que la creencia en estos seres míticos y mágicos nos representaba muy bien. Y también potenciaba nuestro carácter manso: -Somos gente pacífica, aquí no hay ningún conflicto, hagan con nosotros lo que quieran... la Virgen proveerá
 
 

El movimiento del 25 de marzo fue apagado durante el mes de agosto de ese mismo año: con el golpe militar, su desenlace en Guerra Civil y la masacre perpetrada en la plaza de toros de Badajoz por el bando franquista.
Podría decirse, con el expresidente de la Junta, que el 25 de marzo fracasó. Pero el mayor fracaso sería dejar caer esa fecha en el olvido. Como efectivamente ha ocurrido: la mayoría de extremeños no conocen aquellos hechos.
Se ha borrado de nuestro imaginario la idea de que también nosotros podemos organizarnos desde abajo, que podemos luchar y reclamar justicia. Pareciera así, que las revoluciones son cosas de pueblos lejanos: los arrojados rusos, los irreverentes anarquistas catalanes...

Y no creo que sea algo casual ese olvido. Porque es una fecha que cuestiona el sistema actual de propiedad privada -algo absolutamente inviolable en nuestra sociedad actual-. Aunque realmente lo que cuestione no sea la propiedad privada sino, más bien, cómo deben administrarse y repartirse los beneficios obtenidos con el trabajo. Y, seguramente, cuestione muchas cosas más que tienen que ver con: la toma de decisiones, la distribución del poder, la solidaridad, el reparto... Asuntos que, los que nos gobiernan -ahora democráticamente- tampoco están dispuesto a a poner bajo el punto de mira.

martes, 11 de diciembre de 2018

De la hipertrofia de derechas a izquierdas canijas

Hace unos días se revelaron los resultados de las elecciones andaluzas... Y todo el país se llevó las manos a la cabeza cuando vieron la gran cantidad de votos obtenidos por VOX (un partido político considerado de extrema derecha).
Y es que, VOX, se ha atrevido a hacer explícitas pulsiones que ya estaban latentes entre los principales partidos a la derecha del espectro político. Tanto en el ámbito de lo económico como de lo moral y cultural.

Ciudadanos, como gran defensor del neoliberalismo económico, ya lleva tiempo tratando de erosionar el raquítico estado de bienestar. En favor de un estado dirigido por la iniciativa privada. El PP y el PSOE ya habían conseguido erosionar ese estado con sus continuos casos de corrupción y con la externalización de servicios y concesiones a grandes empresas privadas.
Así que, en su discurso económico, VOX, no aporta ninguna novedad. Lo único que hace es señalar esa dirección, sin ningún tipo de remilgos: -Lo privado es más eficiente, está exento de burocracia y ofrece calidades adaptadas a todos los bolsillos.
La tendencia general, a nivel mundial, parece ser la de seguir ahondando en un capitalismo de consumo, con escasas restricciones al libre mercado. Así que, todos estos partidos van en la buena dirección: en la dirección que marcan los grandes grupos financieros, controlados por unas pequeñas élites que escenifican sus juegos financieros en el gran tablero global.

En el plano moral y cultural es donde más se diferencia VOX. Realiza una apuesta clara por los valores del nacional catolicismo franquista. Que se podía ya descubrir en los sectores más rancios del PP, pero que no se atrevían a manifestar tan abiertamente, quizá por no levantar la sospecha de que el PP seguía siendo el brazo democrático de las élites de la dictadura.
VOX, además, añade su toque racista, para simpatizar con las clases bajas: aquellas que conviven más estrechamente con la inmigración. Y un toque misógino, como contrapartida a todas las políticas en favor de la igualdad de género que se vienen desarrollando, en mayor o menor medida, por los dos grandes partidos que se alternan en el poder. Estas políticas de igualdad parecen haber ofendido al hombre blanco heterosexual.

Quizá, lo que más ha popularizado a VOX, haya sido el "conflicto catalán". Y su apuesta por "Una grande y libre": "España no se rompe"; "Hay que luchar contra los golpistas independentistas"...
La verdad que han desplegado una simbología muy potente. Han hecho suyo el lema de "¡A por ellos, oé!" y han ensalzado los cuerpos y fuerzas de "seguridad" (represión) del Estado, y todo su aparato legal de crimen y castigo.

Así que, sí, VOX reúne todos los requisitos para ser un partido de derechas. Ellos se siente orgullosos pregonándolo y, las izquierdas (y el centro), se sienten aliviados al poder señalar a tan peligroso enemigo de la democracia... Quizá, pasando un poco por encima el hecho de que VOX está jugando a la democracia representativa, igual que ellos, aunque no estén de acuerdo con sus propuestas políticas. Y el juego democrático parece que se les da bastante bien a las derechas (más o menos extremas). Ya existen numerosos casos de éxito fuera de nuestras fronteras: Donald Trump en EEUU, Marine Le Pen en Francia, Bolsonaro en Brasil...

En el caso de las elecciones andaluzas, lo que sorprendió fue que, entre los tres partidos que se consideran abiertamente de derechas (PP, Ciudadanos y VOX), obtuvieran mayoría parlamentaria. Por primera vez desde la muerte del dictador. Mientras que el PSOE se llevaba el gran batacazo (ya no podrá seguir gobernando en Andalucía) y las confluencias de izquierda (Izquierda Unida y Podemos) perdía algunos de sus votos.

Para muchos, lo ocurrido en Andalucía es preludio de lo que podría ocurrir en las elecciones generales. Y todos quieren aprender de esta experiencia.
Quizá, lo más significativo, es que la derecha, tradicionalmente representada por un único partido (el PP, los herederos de los que ganaron la Guerra Civil), se encuentre más fragmentada que nunca y que, a pesar de esa fragmentación, haya cobrado fuerza. Vamos, que han tenido éxito haciendo justo lo contrario que han hecho las izquierdas con su reagrupación (Podemos + Izquierda Unida: un conglomerado descafeinado de socialdemocracia).
Mientras, el PSOE se ha quedado en tierra de nadie, en una posición de derechas en lo económico y cierto progresismo de izquierdas en lo moral ("Todo por el pueblo, pero sin el pueblo").

La derecha ha ganado posiciones con su radicalismo. Y la izquierda las ha perdido con su afán de girar al centro, tratando de complacer a las élites, a la vez que hace concesiones a las masas de trabajadores y desempleados. La izquierda se ha acomodado: a sus escaños, a sus posiciones en las diferentes instituciones del Estado... Y, en ese acomodo, las grandes fortunas le han ganado la partida. Aumentado la desigualdad hasta el punto en que: los mileuristas se han convertido en la nueva clase media y, los funcionarios de tipo C, en la nueva burguesía. Sostenidos, todos ellos, por una masa de precarios e inmigrantes, apremiados a trabajar bajo la amenaza del paro y la exclusión social.

Así que, si las izquierdas siguen defendiendo sus posiciones elitistas de gobernantes, dirigentes y cargos públicos, frente a una masa de ciudadanos pasivos. Todavía tiene muchos votos que perder, porque a elitistas no pueden ganar a VOX.

Si hay hueco para la ultraderecha, tiene que haberlo también para otras izquierdas, unas que defiendan un mundo más justo para todos, más participativo, menos penoso... Un mejor mundo posible, más allá del capitalismo de consumo y más allá de la democracia representativa. Un mundo donde "nadie escupa sangre para que otro viva mejor".
Un objetivo muy ambicioso pero, al menos, algo que no nos arroje a un fascismo 2.0: un fascismo votado.

Imagen extraída de la revista de humor "El Jueves": Santiago Abascal quiere limpiar España de Pokémons Y combinada con "Communist Valor!" de Knackebruh

"No imaginarias todo el beneficio 
que sale de ese precipicio 
llamado trabajo 
al que vas cada día.
Esto es sencillo:
no toleramos ni hoces ni martillos.
Siete gritones de muertos por el comunismo.
Y tenemos un plan:
Santiago Abascal montado en Charizard"
Fragmento de "Napalm de libre mercado" - Sons Of Aguirre & Scila

viernes, 30 de noviembre de 2018

El "Homenaje a Cataluña" de George Orwell

Hace unos días terminé de leer esta novela. La verdad que me enganchó desde el principio. Y es que ofrece una visión de la Guerra Civil Española a la que no está uno acostumbrado.
Supongo que la guerra debió de vivirse de muy diversas formas dependiendo del lugar donde pillara a aquellas pobres gentes, y dependiendo del bando en que les tocara posicionarse.
El relato de Orwell transcurre entre Cataluña y el frente de Aragón, que fueron las últimas zonas en caer bajo el control de las tropas franquistas.

Durante los casi cuarenta años de dictadura, el relato dominante había sido el de los que ganaron la guerra. Con la muerte del dictador empezó a cobrar relevancia el de los vencidos (concretamente el de los que ganaron las elecciones, los socialistas, a los que Orwell consideraría socialistas de derechas). Y lo que nos ha llegado a las generaciones posteriores es esa dualidad: vencedores-vencidos, izquierda-derecha, fascistas-antifascistas, dictadura-democracia.
Pero en "Homenaje a Cataluña" se describe una complejidad mucho mayor: división entre comunistas, socialistas, anarquistas, trotskistas, el gobierno catalán... con una única cosa en común: el enemigo fascista.

Orwell describe la situación desde su óptica de miliciano extranjero que combate en las líneas del POUM (un partido comunista trotskista, opuesto a al comunismo institucional de Rusia).

[...]La «línea» del POUM era aproximadamente la que sigue: «Carece de sentido hablar de oponerse al fascismo por medio de una democracia burguesa. La "democracia" burguesa es sólo otro nombre del capitalismo y lo mismo ocurre con el fascismo; luchar contra el fascismo en nombre de la "democracia" significa luchar contra una forma de capitalismo en nombre de otra forma que es susceptible de convertirse en la primera en cualquier momento. La única alternativa real al fascismo es el control obrero [...]»

Estas milicias de voluntarios, que contaban con muy escasos medios materiales (armas obsoletas, artillería pesada y municiones casi inexistentes), fueron las que consiguieron frenar el avance de las tropas franquistas por la península. Creando un cierto aislamiento del conflicto en la zona tras el frente de Aragón. Quizá, eso permitió fantasear durante los primeros meses de contienda con la posibilidad de una Revolución Obrera que llevase a una sociedad autogestionada.

[...]Cuando llegué a Barcelona por primera vez, me pareció una ciudad donde las distinciones de clases y las grandes diferencias económicas casi no existían. Eso era, desde luego, lo que parecía. Las ropas «elegantes» constituían una anormalidad, nadie se rebajaba ni aceptaba propinas; los camareros, las floristas y los limpiabotas te miraban a los ojos y te llamaban «camarada». Yo no había captado que se trataba en lo esencial de una mezcla de esperanza y camuflaje. Los trabajadores creían en la revolución, que había comenzado sin llegar a consolidarse, y los burgueses, atemorizados, se disfrazaban temporalmente de obreros. En los primeros meses de la revolución hubo seguramente miles de personas que deliberadamente se pusieron mono proletario y gritaron lemas revolucionarios para salvar el pellejo. Ahora las cosas estaban volviendo a sus cauces normales.[...]

Orwell terminó de escribir el libro antes de que finalizara la guerra. Los que nacimos ya en la democracia burguesa sabemos cual fue el desastroso final, y cómo el fascismo arrasó Europa en los años posteriores...
Es extraño, porque parece que no hayamos aprendido lo suficiente de aquella época: en occidente parecen tomar fuerza de nuevo los movimientos nacionalistas; el racismo y la xenofobia se ha volcado contra los inmigrantes del tercer mundo; los ejércitos siguen armados y bien armados.
Ahora sería muy difícil formar milicias de ciudadanos, porque, eso sí, los estados se han alzado con el monopolio del armamento. El capitalismo ya no tiene opositores, ni contraejemplos vigentes, campa a sus anchas por todo el globo, sometiendo a la miseria a un gran porcentaje de la población, contaminando, esquilmando recursos... Y todo para que unos pocos vivan muy bien. Aún así, en sus periódicas crisis, se atreve a decirnos que vivimos por encima de nuestras posibilidades. Cuando dedicamos largas jornadas de trabajo para subsistir en un frenético consumo. Cuando no dejamos de ver noticias de hambre y guerra en nuestros televisores. -¡Que nos nos engañen! ¡Vivimos muy por debajo de nuestras posibilidades!-

Cuando terminé de leer la novela estaba en Berlín. Una ciudad que había sido arrasada en la Segunda Guerra Mundial, y vuelta a construir.
Nos contaron historias de vallas y muros que dividían familias, a las que apenas separaban unos cientos de metros. Nos acordamos de Ceuta y Melilla, de México, EEUU... De barrios ricos y barrios pobres en toda gran urbe.
Todo es nuevo en Berlín. No queda ni rastro del nazismo. -Está prohibido exhibir cualquier símbolo nazi. -Nos comentó el guía turístico-. Como si los alemanes se avergonzaran profundamente de que aquel tipejo del bigote les hubiese engañado para satisfacer su afán de dominación expansionista.

Mientras, aquí, en España, todavía consentimos que el golpista que nos sumió en casi 40 años de dictadura tenga un monumento de dimensiones ciclópeas en el corazón del país; que todavía muchos digan que "con Franco se vivía mejor"; que incluso se paseen por el centro de la capital con sus banderas y cánticos para rendirle homenaje, en las inmediaciones del palacio donde vive el mismo rey que el dictador dejó al cargo de sus súbditos.

No sé si Orwell reconocería esta España nuestra, donde no existen alternativas políticas que cuestionen el capitalismo (ni a la izquierda, ni mucho menos a la derecha). Y es que, son muchos los que dicen que vivimos más en la distopía futurista descrita por Aldoux Huxley en "Un mundo feliz", que en el Estado de control policial descrito por Orwell en su más famosa novela "1984", seguramente muy influida por la experiencia vivida en la guerra civil española.
Toro de Osborne y edificio ruinoso junto a la autopista que une Zaragoza con Barcelona - 1 de Noviembre de 2018

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"Cuánto horror habrá que ver,
cuántos golpes recibir,
cuánta gente
tendrá que morir.

La cabeza bien cuidada
o muy bien estropeada
y nada
nada que agradecer.

Dentro de nuestro vacío
sólo queda en pie el orgullo,
por eso
seguiremos de pie.

Mogollón de gente
vive tristemente
y van a morir
democráticamente
y yo, y yo, y yo
no quiero callarme.

La moral prohíbe
que nadie proteste,
ellos dicen mierda,
nosotros amén,
amén, amén, amén,
a menudo llueve."
Fragmento de "Ellos dicen mierda"  - La Polla Records

martes, 31 de octubre de 2017

República catalana y autoritarismo

El pasado viernes, 27 de Octubre, el parlamento catalán espoleado por sus socios de gobierno, el clamor popular y el acoso del gobierno central, declaró de forma unilateral la República catalana.
A sabiendas de que no iba a materializarse, porque no contaba con el reconocimiento de España, ni de ningún otro país, dentro o fuera de la unión europea. Además, había un sector importante de la sociedad catalana que no estaba a favor de esta separación del estado español: unos porque reprobaban cómo se estaba haciendo (a las bravas, sin mayorías claras y en contra de la ley), otros porque se sienten españoles y no quieren perder el vínculo con el gobierno central.

La declaración de la República hizo que, inmediatamente, el gobierno del PP (apoyado por el resto de partidos "constitucionalistas") interviniera y se pusiera al mando de todos los órganos de poder de la generalitat catalana. Los dirigentes republicanos manifestaron públicamente no reconocer esta intervención del reino de España sobre sus instituciones. Y, durante ese fin de semana, algunos tuvimos dudas sobre lo que ocurriría porque: por un lado estaban los líderes catalanes (elegidos por su pueblo) que sostenían la vigencia de la República y, por otro, el estado español (dirigido por el PP, un partido con escasa representación en Cataluña y tradicionalmente odiado por amplios sectores de su sociedad) que negaba esta vigencia y, además, se autoproclamaba gobierno legítimo de la comunidad autónoma.
Había dos gobiernos, dos sistemas legales, y cabía la duda de cuál obedecerían los funcionarios -los únicos trabajadores que tienen algún vínculo de lealtad con el estado-.

Personalmente, me adscribo a la línea de los que sostienen que el proceso independentista no debería haberse iniciado en ese momento, porque no se disponía de mayorías abrumadoras, así que, era imposible que se llegara a ningún sitio. Porque la única arma de la que dispone cataluña es el clamor popular. Además, plantear un referéndum a la población con una pregunta de tipo sí/no y consecuencias irreversibles, me parece tan simplista y arriesgado como lanzar una moneda al aire. Y bueno, es una forma como cualquier otra de introducir posibles mejoras, ensayar soluciones, etc. Pero, ya que somos seres racionales y tenemos mecanismos de comunicación que permiten participación e interacción entre grandes masas de personas, podrían emplearse protocolos más ricos y complejos de autogobierno.

Al final, ocurrió lo peor: el gobierno de España, utilizando la fuerza de la ley (respaldada por los cuerpos y fuerzas de seguridad), tomó el poder en Cataluña. Y todo los órganos de poder del mundo entero respiraron por fin tranquilos: porque se había vuelto a restablecer la ley. Ya todo el mundo sabía qué tenía que hacer, no porque fuese lógico o deseable, sino porque estaba escrito en unos documentos redactados en 1978. Y, para mí, eso es lo más perverso de todo este proceso: la constatación de que el poder (y no sólo el español, sino a nivel global) no está dispuesto a ceder ni un sólo ápice de su autoritarismo. Y que, además, este autoritarismo queda reforzado por las nefastas consecuencias que ha tenido el proceso independentista catalán: sociedad divida(entre los del sí y los del no), resto de comunidades autónomas demencialmente en contra; en fin, refuerzo y fanatismo de los nacionalismos.

Muchos dirán que no vivimos en estados autoritarios, que gozamos de gran libertad como individuos. Y es cierto, como individuos tenemos gran libertad de pensamiento, e incluso de acción, (dentro del amplio marco de la ley, que garantiza la convivencia en nuestras sociedades masificadas).
Hay leyes para todo, así que el nivel de represión, burocracia y control es alto: parece que es el precio que hay que pagar por vivir en este tipo de sociedad.
Pero los estados (las clases dirigentes) tienen sus propias ideas de progreso, que refuerzan con propaganda e incentivos económicos, y también defienden con la fuerza de la ley. Por supuesto, no están dispuestos a renunciar a ninguna de sus parcelas de poder y control.
Es decir: como individuos gozamos de bastante libertad (siempre que no se rebase el ámbito de lo privado), pero como grupo no se nos permite cuestionar el poder. Prueba de ello es el que todavía sea necesario mantener cuerpos policiales, para reprimir y amedrentar con fuerza física estas revueltas internas. Revueltas que no consiguen apaciguar la educación ni la propaganda.

Sí, el estado es necesariamente represor. Porque su origen, y su propia idiosincrasia, se basan en la imposición violenta de la voluntad ciertas clases sociales sobre el conjunto de la población.
Lo que querían los nacionalistas catalanes, aunque partieran de un proceso emancipatorio pacífico, era también un estado, en las mismas condiciones que el anterior, pero más pequeñito, más manejable. En estos tiempos en que el capitalismo salvaje pide pequeños grupos autónomos, emprendedores, que luchen las batallas de las grandes empresas y no acaben resultando una carga cuando el escenario cambia.

"Sabemos que la actual democracia no es más que un bonito cuento alimentado por nuestros políticos, jueces y académicos del sistema, que quieren creer en ella porque esta hace ver como que ellos gobiernan [...]
Sabemos que los señoritos globales de las multinacionales, las corporaciones financieras y sus servidores patrios se reparten criminalmente grandes beneficios hundiendo el mundo del trabajo, la economía, la sociedad y el medio ambiente y sin que por ello paguen ningún impuesto o contra-prestación a la sociedad."


sábado, 7 de octubre de 2017

Fascismo 2.0 y el independentismo catalán

Si entendemos el fascismo como un autoritarismo de Estado, fundado en el sentimiento nacional y perpetuado por la represión violenta... -¿Cuántos fascismos podrías reconocer hoy en España?: Siendo estrictos: sólo uno, porque estados Españoles sólo hay uno; actualmente gobernado por un partido mafioso, heredero de la dictadura franquista (el verdadero fascismo 1.0, nacido en el siglo XX). 8 millones de votos (de los 46 millones de personas que habitan el territorio) lo avalan en el poder.

Pero, puesto que los gobernantes han sido avalados con el voto democrático de la población, no podemos llamarlo propiamente estado fascista. Además, en la Europa del siglo XXI, no está bien visto que los estados repriman a su población haciendo uso de la violencia física, ni que agredan a otros estados miembro. Ahora tenemos métodos de control más sutiles: los medios de comunicación, la educación, leyes, incentivos económicos, multas...
Eso sí, la exaltación nacional se sigue utilizando por parte de los estados actuales como elemento unificador. Y tiene su sentido, porque, en gran medida, las fronteras de los estados modernos se fijaron atendiendo a esas identidades nacionales y culturales. Aunque estas hubiesen venido impuestas de forma sangrienta por regímenes patriarcales y absolutistas, en cruentos enfrentamientos contra el otro, el bárbaro, el extranjero. Enfrentamientos bélicos, que arrasaron Europa desde... que el hombre se organizó en sociedades.
Pero los estados no renuncian a ese legado de odio y siguen utilizando el sentimiento nacional como herramienta de cohesión. Recurriendo a símbolos y mitos como: banderas, reyes, transición, idioma, chistes, religión...

El Estado es, además, quien monopoliza el control sobre los medios de violencia: policía y ejército.

En la tecnología web, se utiliza el concepto 2.0 para indicar que los contenidos web ya no son estáticos y fijos, sino que es posible que el usuario interactúe con los mismos y se convierta en productor de contenidos.

A nivel global, los estados han perdido gran parte de su poder de intervención sobre lo económico que, en general, está en manos de grandes grupos empresariales que operan a nivel internacional. Así, el Estado queda como una especie de regulador del territorio que: administra justicia, previene frente a los abusos del capitalismo sobre la población, es garante de la propiedad privada y se encarga de mantener las infraestructuras que permiten las transacciones económicas.
En las luchas obreras del pasado siglo se consiguió, además de la democracia representativa, garantizar cierta protección a las clases trabajadoras (eran tiempos de pleno empleo): salud pública, educación universal básica (con su contrapartida de adoctrinamiento), subsidio de desempleo, jubilación...

Y sí, ahora a nuestros estados los llamamos democracias representativas, pero también podríamos usar el término fascismo 2.0: un fascismo votado, en que los usuarios customizan ciertos contenidos, pero que, sigue gobernado desde arriba hacia abajo. Con una alternancia en el poder de partidos que no cuestionan este esquema de: autoritarismo, sentimiento nacional y monopolio sobre el aparato represor.


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El pasado 1 de octubre, la población catalana, con aspiraciones a convertirse en estado independiente (basándose en su propio sentimiento de identidad nacional) había organizado un referéndum para votar su salida de España. Y, esa votación, que previamente había sido declarada ilegal desde el gobierno central, fue además reprimida con el uso de la violencia... Un acto bochornoso, que obligó al gobierno a poner en marcha todo su aparato propagandístico, para justificar ante la opinión pública lo que era abiertamente un atentado contra su propia población. El fascismo había quedado al descubierto (fascismo del bueno, el de siempre, 1.0).

Yo no soy independentista, me cuesta mucho apoyar cualquier movimiento basado en identidades nacionales, de raza, culturales, religiosas... y menos, un movimiento que lo único que pretende es sustituir un estado por otro.
Aún podría apoyar un nuevo estado que conlleve renuncias de este a parte de su totalitarismo y control de la población.

Es verdad que el independentismo catalán no es sólo un movimiento de arriba hacia abajo, que también hay un pueblo que pide autonomía: para gestionar su cultura, leyes, el marco en que desarrollar la economía... En ese sentido, es difícil no simpatizar: en el sentido de que el pueblo asuma su mayoría de edad y se autogobierne, de forma participativa, no sólo avalando con el voto.

El problema es el sentimiento de nación, que se traga todas las injusticias sociales, incluso las acrecienta (señalando y excluyendo al otro, al extranjero). Provocando que las clases dominantes sigan acaparando el poder y utilizándolo contra el resto de la ciudadanía que, queda expuesta a los intereses de corporaciones económicas transnacionales y a regímenes corruptos.


sábado, 20 de octubre de 2012

Derechos de autor y software libre: capital y nación percudios de Comunismo universal

Los derechos de autor, las patentes: son acuerdos legales entre los hombres para obtener beneficios económicos a partir de algo inmaterial. En el mejor de los casos, no son más que un incentivo para seguir creando. En el peor, una forma de poner barreras de entrada y ganar una posición privilegiada en el mercado. Los derechos de autor y las patentes no pueden entenderse fuera de un contexto capitalista.
Desde luego, muchos de estos creadores no entendería que la obra no es suya, sino que es fruto de su época histórica, de su educación, su cultura, su contexto social. Que todos participamos de la obra, que todos somos creadores.
Deseamos títulos (copyright, médico, ingeniero, sir, duque...), concedidos por el garante de la propiedad privada (el Estado). Que nos permitan vivir del esfuerzo que un día hicimos, que justifiquen una posición privilegiada frente a los que, como la cigarra de la fábula, se dedicaban mientras tanto a cantar y beber vino... o incluso trabajar.
Detrás de cada creación hay mucha dedicación. Los hay que esperan ser remunerados económicamente, otros esperan no tener pérdidas, quizá divertirse y, por supuesto, también hay quien espera lucrarse.
El creador, el inventor... oficios sin sentido en una sociedad basada en la posesión de lo material. Ahí radica la polémica: ¿Cómo apropiarse de lo inmaterial, de lo que no se concibe si no es compartido por todos?

Por eso me maravilla tanto el software libre: va en contra del más importante principio capitalista o liberal. Es decir: que toda motivación para el esfuerzo viene del deseo de acumular un mayor capital ("bienestar").
¿Por qué evoluciona entonces el software libre? Si no existe el incentivo de amasar fortunas y lo único que conlleva es esfuerzo? Por el reconocimiento? la fama? Porque sirve de lanzadera para hacer software privativo? ¿O quizá porque sirve para poder seguir trabajando en ello, en algo que no es un trabajo alienante? Todas son posibles motivaciones. También porque se espera que el usuario sea parte del producto, que lo entienda y simpatice con él, que se esfuerce en hacerlo funcionar (porque viene a satisfacer una necesidad o un deseo que surge del individuo y no de una campaña de marketing). Así, si no tienes dinero siempre puedes ser paciente y hacértelo tú mismo. En el caso contrario puedes pagar a alguien que lo haga por ti. Te libera de la carga de quejarte amargamente -¿Por qué esta puta mierda no funciona!!! - (O no funciona como yo quiero) - Arréglalo!, cámbialo!, pregunta, investiga, interacciona, reacciona!
Es pura ideología y no podría haber surgido si no existiese un hastío del sistema capitalista de consumo (de una sociedad que fomenta la desigualdad, el elitismo y el usuario tonto que no ha de solucionarlo todo con dinero). Pero también es necesario gente que pueda invertir su tiempo en algo que no sea puramente su "modus vivendi". Porque otra de las desventajas del capitalismo es que no hace un reparto equitativo de las cargas de trabajo, sino que sólo son las élites las que están exentas del mismo (tal como lo conocemos la mayoría). Que además presionan a las clases trabajadoras para que se esfuercen más y más, y sacien su frustración en el consumo de cosas (viajes, coches, ropa, gadjets, software...)
Tampoco se puede negar la importancia de los sistemas de educación pública (universidades). Permitiendo el acceso a estudios superiores de los hijos de las clases obreras (con sistemas de valores y creencias distintos a los de las élites). Profesores-investigadores que reciben un salario por transferir, difundir y generar conocimiento (aquí tampoco lo más importante es hacerse con el capital o ser un ídolo de masas y, sí el ser respetado dentro de la comunidad científica).
Sin internet no habría sido posible: sin la interconexión entre los usuarios y desarrolladores a lo largo del mundo entero, hablando todos un mismo idioma, aunque programen en diferentes lenguajes y habiten Estados o Naciones antagónicas.

Porque además de contradecir los principios capitalistas, el software libre también se opone a otra de las principales ideologías de los dos últimos siglos: el Nacionalismo, el patriotismo... Esforzado en identificar vínculos culturales, idiomáticos, religiosos dentro de un territorio finito, para exaltar a sus gentes y conseguir así, una cierta clase gobernante, el control absoluto de ese feudo.
El software libre busca adeptos en todo el mundo y de hecho acaba fundando comunidades sin fronteras dentro de la red, castillos en la nube, que son de todos, puesto que no hay un ánimo de lucro y todos pueden participar en su construcción.
Hacer software es una tarea compleja. Lleva mucho tiempo tener un producto más o menos estable -y eso teniendo un equipo encerrado en una oficina y amenazóndolo con el despido y ejerciendo coerción para que trabajen largas horas-. Sin embargo, el sofware libre se las arregla para crecer, integrarse y fusionarse con una sociedad mayoritariamente regida por principios opuestos a los suyos, creando una comunidad universal. Un ideal válido universalmente, para todos los individuos y no sólo para un territorio o clase social concreta. Con un fruto del trabajo repartido entre el conjunto de la humanidad y no apropiado por unos pocos.

Es software libre, pero podría verse también como una realización del Comunismo (no en un Estado físico concreto): que conlleva la apropiación por parte de los obreros de los medios de producción, y el reparto del fruto de trabajo entre el conjunto de la sociedad. Un comunismo universal.


https://es.wikipedia.org/wiki/GNU/Linux


Aquí dejo un enlace a un documento sobre los orígenes del software libre:
Richard Stallman: Software y libertad