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jueves, 29 de febrero de 2024

Revolución

Era un tipo mediocre, el típico mal estudiante que conseguía salir adelante haciendo lo mínimo y aprovechándose del trabajo de los demás. Pero él siempre se refería a sí mismo como el mejor. Disfrutaba dando la brasa al personal con su expertise en todo... en todo lo que a él le interesaba. Hasta que un día, los astros se alinearon y lo colocaron en un cargo de poder. A su manera, siempre andaba medrando. Pero ahora sí lo había conseguido: ¡Era lo más!
Ya sólo tenía que vigilar y castigar. Había sido educado en ese sistema y, con su falta de liderazgo, aquella era la única estrategia que conseguía imaginar para mantenerse como miembro honorable de la República Democrática de la Banana.

En la República la consigna de El Capo era clara: -Tenemos que exponer nuestros éxitos por encima de todos y acallar cualquier crítica. Tenemos que ganar la batalla por el relato! Así que, la militancia, se pasaba los días escudriñando las redes sociales y, cuando detectaban algún movimiento que pudiera interpretarse como una crítica, unos cuantos mamporreros se encargaban de hacer las llamadas pertinentes: -Tenéis que portaros bien. Podemos poneros las cosas muy difíciles. La gente solo quiere morbo y nosotros sólo queremos lo mejor para todxs. Pablo Motos era un aficionado a su lado.

Así que, poco a poco, en la República Bananera la gente fue callando... Se fue quedando seria, como patatas. Sólo en las fotos y videos de El Capo y sus secuaces se veían sonrisas. Todo era apariencia. Como en El Show de Truman. Pero... ¿Qué cojones! Si hasta habían contratado una empresa de marketing digital para exhibir aquello como un lugar de fantasía y piruleta! Todo parecía estar bien en el mejor de los mundos posibles.

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Un día, el joven Truman, decidió tomar la iniciativa y arreglar el viejo semáforo. Estaba harto del caos en el cruce. Nadie sabía quién tenía prioridad y, ante la duda, se quedaban inmóviles -como patatas- esperando que la luz se pusiera en verde. Pero el verde nunca llegaba. Todo era de un rojo intenso, muy violento. Hasta que Truman actuó... De forma altruista y desinteresada, por el bien de su comunidad, porque le dolía aquella inmovilidad y seriedad. Y fue vitoreado, aclamado... -¡Bravo Truman! por fin podemos circular con seguridad! 

Entonces El Capo pensó que aquello no era bueno. Que las buenas acciones sólo debían venir de un sitio: desde arriba. -Comportamientos como este no se pueden tolerar: Vigilad, silenciad y castigad. O las patatas se rebelarán.

Truman se sintió decepcionado y cabreado a partes iguales. No entendía que fuese castigado por hacer cosas buenas. Acudió al Sindicato, pero el asociacionismo estaba secuestrado... Bueno, realmente estaba silenciado, o comprado, o ambas cosas... Vale, sí: secuestrado, estaba secuestrado. -No podemos ir contra El Capo, nos quitarían la subvención, la gente tiene miedo. No ves que están serios -como patatas-?

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El tipo mediocre -y ahora miembro honorable- se desenvolvía como pez en el agua en aquel ambiente. Reía y despotricaba a partes iguales. Era uña y carne con El Capo. Sus intereses estaban perfectamente alineados. Un halo de negrura se iba concentrando sobre La Fortaleza -el viejo cuartel militar que se alzaba sobre la sierra cercana-. Desde allí se podía controlar todo... Sí, para mantener el poder había que hacer cosas horribles y él estaba dispuesto a todo.

Las patatas se debatían entre el enfado y el acomodo. No querían tener que pasar por el brasas: era muy cansino. La militancia empleaba malas artes... Pero la apariencia y el aroma a rancio eran insostenibles. Truman quería llegar más lejos y, cada vez, aparecían más personas con buenas intenciones. Las patatas gritaban -¡Que le den la vuelta a la tortilla! ¡Revolución!

jueves, 21 de febrero de 2019

El silencio de otros

El miércoles fui al cine del pueblo. Proyectaban la película-documental "El silencio de otros". Que trata sobre las víctimas republicanas de la guerra civil española -y las que también lo fueron durante los casi 40 años de dictadura franquista-.

El documental empieza fuerte: señalando la continuidad de las instituciones y personajes de la dictadura en la nueva y flamante democracia.
Una idea que ahora nos parece obvia -que no puedes venir de una dictadura y volverte demócrata de toda la vida- es un pensamiento que se nos ha negado durante décadas, por el bien de la propia  democracia. Porque pone de manifiesto que lo importante no es el sistema de elección de los gobernantes, o de los cargos públicos que ejercen poder sobre la población, sino que los gobernantes y poderosos sigan la línea marcada.

Uno tiene la sensación de que no sólo se nos ha negado la crítica a la transición, sino también el conocimiento de nuestra historia del pasado siglo. De la guerra y de la dictadura no se habla en los colegios ni en las familias.
Yo nací en la democracia, ya con ciertas ideas consolidadas en la opinión pública:
  • La transición fue modélica y pacífica
  • La ley de amnistía del 77 era necesaria para dejar de mirar al pasado y entrar de lleno en el ilusionante futuro democrático
  • El rey nos salvó del golpe de estado de tejero
  • Republicanos y sublevados cometieron crímenes por igual
40 años después, estos puntos empiezan a someterse a crítica y a ponerse en cuestión. Concretamente, el documental pone el acento en la ley de amnistía del 77 y nos presenta la lucha de colectivos del bando republicano por conseguir cierta reparación y reconocimiento, en lo que se conoce como la "querella argentina".
En la guerra civil murieron gentes a ambos lados. Pero no hay que olvidar que fue franco quien se levantó en armas contra el gobierno legítimo. Y que, una vez en el poder, otorgó reparación y reconocimiento a los vencedores, y represión y violencia para los que perdieron la guerra.
Así que, no son lo mismo los crímenes de uno y otro bando.

La continuidad del régimen franquista en la actual democracia se trata de forma menos directa en el documental. Utilizando imágenes de un franco ya moribundo que deja al rey al cargo, con su famosa frase de "Todo está atado y bien atado". Y con imágenes de dirigentes del PP como los principales interesados en pasar la página de franco -algo bastante sesgado, porque el PSOE ha gobernado un porrón de años con el mismo interés en remover la historia-.
Esto es quizá lo que menos me gustó del documental, que cargaba de forma obscena contra el PP, cuando el olvido a que se ha sometido esta época de la historia es responsabilidad de todas las facciones políticas que han ostentado el poder desde la muerte del dictador.

Pero la continuidad del régimen franquista no quedaba sólo en el ámbito de la política, sino también en las propias instituciones del estado. Como demuestra el robo de bebés, durante los 80's, en hospitales, para ser adoptados por personas adineradas. Práctica que se había consolidado durante el régimen -los bebés se robaban a los rojos, madres solteras y demás pecadores-.

Durante los 40 años de dictadura los vencedores estuvieron escribiendo la historia. Y, en los otros 40 años de democracia, durante los que hemos podido recuperar el relato de los vencidos, preferimos olvidarla y mirar al futuro con infantil ilusión... Como si nada hubiera pasado, como si aquello no fuera con nosotros, como si eso fueran historias de otros...

En esta línea se trata el tema de nombres de calles y monumentos en honor al régimen franquista. Eliminar esos nombres de los espacios públicos es necesario, no por negar u olvidar la historia, sino porque esos personajes no merecen ningún honor ni admiración, más bien todo lo contrario, son nombres que atemorizaron, sometieron y violentaron a una parte muy importante de la población

El documental es ameno, muy cuidado y emotivo. Muy en la línea del cine español de las últimas décadas sobre la guerra civil. Y es que el cine español ha hecho una labor muy importante por intentar reconstruir la mirada de los perdedores -algo que nunca ha hecho el sistema educativo o las instituciones de este país-. Con todo, hay que tener en cuenta que la mirada del cine no es la de la historia -como ciencia de estudio del pasado- sino la mirada del arte, de la intuición.