martes, 26 de abril de 2005

Ovejas modorras.

Hay ovejas a las que se les reblandece el cerebro, se apartan del rebaño y vagan solitarias -sin rumbo fijo, sin objetivos-.
En mi pueblo se dice que esas ovejas están “modorras”. Eso se dice también de las personas cuyo comportamiento se sale de los cánones de moralidad establecidos. Si además tienes ideas divergentes, los apelativos asignados pueden ser aún más duros, humillantes, desacreditativos.
Estos son los mecanismos con los que la sociedad se defiende de todo cambio.

Los cambios de costumbres asustan, son incómodos: Cambiar una rutina por otra -¿Para qué?- se dirán algunos. En nuestra sociedad acomodada es fácil aguantar: si no te gusta tu pueblo te vas a la ciudad; si en casa no te comprenden te metes en un chat; si no te gusta la realidad tienes la televisión, las consolas, la pornografía, las drogas…

Sabemos que existen países (tres cuartas partes) en los que no saben del “Estado de bienestar”. Salen en las noticias de la tele, cada vez menos, porque hay estómagos sensibles que prefieren estar al corriente de la última técnica en implantes de pecho -o cualquier otro entretenimiento que gastan los ricos y que nunca tendrán las personas de a pie-. Es una realidad externa, porque nosotros somos el “Primer Mundo” y ellos el “Tercero”. Es un problema tan inmenso que es difícil de atajar. Los Estados (que se supone somos todos) desvían nuestra atención de los problemas sin solución, delegan poder en las macro-empresas (en pro del Capitalismo, del avance), se sacuden la responsabilidad y el pueblo se lo agradecemos con nuestros votos y nuestra conformidad, apoyando estas tiranías democráticas que oprimen y condenan cualquier minoría, cualquier intento de arreglar algo.

Si la noticia no está en los medios, la noticia no existe”.
¡Cuántas guerras y miserias pasan desapercibidas para nosotros! Es difícil encontrar fuentes de información fiables. Internet, la gran red: tanta información inclasificable que no sabes ni por donde empezar.
¿Dónde está el conocimiento que perdemos con la información?

Don Quijote era un loco por querer reinstaurar la caballería andante, desfacer entuertos y ayudar a los menesterosos, sin rey ni amo. Los que invaden países en busca de petróleo, negocian con terroristas para hacer cundir el pánico entre la población y poder aplicar así leyes “poco humanitarias”, están muy cuerdos.
Hemos elegido malos pastores para guiar nuestros rebaños. Las ovejas modorras son ahora las guardianas de la sabiduría humana, si alguna vez la hubo.

Aquí dejo un enlace a una página de "contrainformación" que está bastante bien:
http://www.nodo50.org

viernes, 22 de abril de 2005

Música, conciertos, alcohol

Siempre que voy a un concierto, empiezo a pensar: -bueno, ahora pago la entrada me meto en el recinto y ¿qué hago?, ¿escucho música? Escucho música todos los días en mi casa y normalmente con mejor calidad de sonido que en cualquier concierto. Bailar, lo que se dice bailar, no bailo, debo tener algún defecto en mi sistema nervioso que me impide seguir cualquier ritmo.
Si es un grupo que me guste mucho (léase “Extremoduro”), entonces la cosa cambia, me incorporo al núcleo más comprimido e inestable de gente y me pongo a dar botes, haciendo gestos obscenos con las manos y gritando a pleno pulmón las letras, creo que alcanzo un estado de catarsis, semejante al de Santa teresa de Jesús, y me fundo en la histeria colectiva.
Hace poco estuve en un festival “Extremúsika”, en Cáceres, era el sitio ideal para estar bebiendo todo el día y acercarte de vez en cuando a ver qué se cocía en el escenario. Había grupos que estaban bastante bien, pero el alcohol tiene ese factor sorpresa que es lo que le hace tan atrayente, empiezas a ingerirlo y nunca sabes por dónde te va a dar: puede que te anime, puede que te deprima, puede que te ponga malo, puede que te robe la consciencia, puede que te cabree, … Seguramente te emborrache y, en esa locura que es la borrachera, puede ocurrir cualquier cosa. Yo no me enteré de los conciertos y además me dio por irme a casa pronto.
Luego están los conciertos a los que vas medio por compromiso, o es un grupo que no te acaba de convencer pero te cae cerca y la entrada no es muy cara, van todos tus colegas y no sabes qué hacer hasta que salgan. No entiendes, no te entra en la cabeza que la gente se anime, incluso que se emocione, con esa música, y te sientes como un observador externo, como una cámara de vídeo, un ser inerte que no pinta nada ahí. Es peor aún cuando no te dejan pasar la bebida al recinto, tienes que aguantar sobrio, nadie quiere hablar contigo y mucho menos irse a un lugar donde al menos puedas estar sentado.

domingo, 10 de abril de 2005

Urticaria de vida.

La vida no debería ser dura ni amarga,
habría que acabar con los explotadores.
Alegre amanecer junto al mar en calma,
lleno de ira y rabia porque se fue la noche.

Entrar en la vida de los demás,
correr veloz delante de nada,
huir del que dice que hay que parar,
sentir el corazón que se desata,
ver pasar los campos tras un cristal.

Hundidos, hasta el cuello en mierda
por no actuar contra quien tensa la cuerda,
por dejar que otros coman sólo piedras
mientras sus ombligos engordan, aumentan.

Grandes viajeros sin afectos,
sin lugares donde parar quietos,
no ven lo que buscan y se van lejos.
Buscan convencerse de que el mundo no es tan feo,
chocan contra la Humanidad y sus peores sentimientos.

miércoles, 6 de abril de 2005

El viaje de Chihiro

Mola, me resulta una peli bastante extraña, algo que me ocurre con todo el cine oriental -no sé si porque el que llega a mi vista es el que ya ha tenido éxito, o porque veo poco y entonces me impacta más-.
Tanta mitología anglosajona, tanta estética europea, cansa y se agradece que soplen vientos frescos de oriente.
Siempre me han gustado los dibujos japoneses: Caballeros del zodiaco, Bola de dragón, Doraemon,... Son sangrientos y no están tan obcecados en grandes batallas con grandes ejércitos donde el mal se camufla entre la muchedumbre engañada. En los dibujos japoneses el mal tiene rostro e incluso una filosofía individual, una razón de existir. Existe un orden más individual.

https://www.filmaffinity.com/es/film759533.html

domingo, 3 de abril de 2005

Todos dicen

Opinar es difícil, aunque la mayoría de la gente lo hace a la ligera, sin saber muy bien lo que dice. Lo peor de todo es que sueltan sus opiniones como si fuesen verdades absolutas, con voz fuerte y rotunda, como si gritando más fuerte fuese más verdad lo dicho. Así, llegamos a una contradicción y resulta que opinar es fácil, sólo tienes que decir las cosas sin preocuparte de lo que dices.

Todos hablan de lo que hay que hacer, agobiando a los demás: hay que estudiar, hay que currar, hay que leer, hay que viajar, hay que divertirse, ... que hay un tiempo para todo, sólo hay que organizarse. Vas creciendo y cada vez hay menos tiempo para desorgarnizarse, para desatarse, para volver a ser un niño, un niño que sueña por las noches en convertirse en superheroe, desfacer entuertos y ayudar a los menesterosos, volar,...Ya no hay sueños de irrealidad, sólo frustraciones, rencores, complejos, miedos,... que empujan la fantasia más adentro, al fondo de la ciénaga del dolor.