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lunes, 18 de marzo de 2019

La sangre del cordero

Recordaba haberme cortado muchas veces. Siempre he estado rodeado de objetos punzantes y afilados. Siempre me había manejado con poco cuidado, como si fuese un reptil capaz de regenerar cada una de las amputaciones.
Pero, esta vez, al ver correr la sangre y atisbar las consecuencias, pensé: -Podía haberlo evitado fácilmente y, ahora, por las prisas y dejarme llevar por la rabia, voy a tener que prescindir de esa parte de mi cuerpo lo que me resta de vida.

Así que, recogí el dedo meñique que flotaba en el charco de sangre del cordero que acababa de matar y me dirigí al botiquín.
El muy cabrón me había propinado una patada en la cara mientras le clavaba el cuchillo por debajo de la oreja y, de la mala hostia que invadió, le rajé el cuello. La muerte fue rápida, y también lo fue la amputación del dedo de la mano con que sujetaba su cabeza.

Parecía un corte limpio, vendé la mano como pude, eché el dedo al bolsillo, me monté en el coche y conduje hasta el hospital más cercano, en una localidad a unos 50 kilómetros .


-No podemos hacer nada. El dedo está perdido. Tendrá que apañárselas con los que le quedan.

Me desinfectaron la herida, la cosieron, me pincharon algún analgésico y me volví por donde había venido.
Cuando llegué al lugar de los hechos... El cordero no estaba, sólo quedaba el charco de sangre.

-¡Fantástico! En menos de un segundo he perdido un dedo y un borrego. Un día redondo. Verás que risas cuando lo cuente en casa.


Se había hecho tarde, con las prisas y la intensidad de la situación no había llamado a nadie y, allí, en medio del campo, donde teníamos el establo para los animales, no había cobertura.
Así que me tocaba conducir de noche, herido, ensangrentado y oliendo a lana y mierda de oveja. No me gustaba conducir de noche por esas carreteras tan solitarias.
-Bueno, pondré el CD de "Nine inch nails" y haré como que me desplazo en una peli de David Lynch...

Cuando llegué a casa y aparqué el coche en el garaje, Sky -nuestro gato- no salió a recibirme.
-Qué raro, si no suele moverse de aquí...
De repente me vino la imagen de un bulto blanco en el arcén de la carretera, justo a unos metros de la entrada a nuestra calle. Caminé en esa dirección llamando a Sky.
-¡Sky! ¡Sky!...
Cuando llegué a la carretera, se confirmaron mis sospechas. El bulto blanco parecía un animal muerto y sangre fresca salpicaba el asfalto. Seguro que se trata de Sky...
Caminé hasta él... ummm.... Parece demasiado grande para ser un gato.

No llevaba linterna ni chaleco y no había luna, así que, la carretera estaba totalmente a oscuras...
Algo se movía, me acerqué más. De pronto... Pasó un camión inundándolo todo de una luz blanca muy molesta.
El bulto se incorporó, vino una ráfaga de olor a chuches y gominolas.
Aquello no era Sky -¡Era el cordero!
Clavó sus ojos degollados en los míos. Tenía la lana del costado derecho teñida de sangre seca y un dedo meñique le brotaba del cráneo agitándose como una serpiente.

Un hilo de sangre coagulada le colgaba de la boca. Mientras realizaba movimientos entrecortados, con una voz aguda y metálica, dijo:

-Soy un unicornio. Puedo concederte un deseo...

-¡Devuélveme mi dedo maldito cabrón!