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domingo, 14 de julio de 2024

El cercamiento, también de lo digital

En clase de inglés hablamos de las "time capsules". Como una especie de cajitas donde la gente pone recuerdos, fotos, objetos... que le gustaría ver en el futuro. Yo tengo por ahí una caja guardada con cartas, diarios y vete tú a saber cuantas cosas más -de mi adolescencia y primera juventud-. La vedad, no siento ganas de abrir esa mierda... o... bueno... quizá sí. El caso es que no suelo pensar en ello, sé que está ahí, por casa, pero no me interesa mucho. Es parte del pasado. y pasaron cosas buenas y también cosas malas.

En internet también tengo mi "time capsule", tengo currículums, páginas webs, perfiles de redes sociales... Y vete tú a saber cuantas cosas más. Está en internet porque quiero que se vea -no está bajo llave en una caja de casa-. El caso es que hay mucha gente temerosa de su huella en internet. Porque es un medio en el que hay que aprender a comportarse, y además siempre está el miedo de que se coja un trozo de algo, se saque de su contexto y se utilice con fines malignos... Quienes tenemos hijas que se aproximan al mundo digital, vivimos con ese miedo. Porque ves a los chavales con muy poca conciencia, muy malas intenciones y muy flipados con el mundo de los adultos.

La mejor forma de saber cuál es nuestra huella digital es poner en google nuestro nombre. Porque la huella digital es algo objetivo que hemos dejado por ahí al pasar -y los buscadores son máquinas que buscan datos objetivos, antiguos o nuevos-. Quizá encuentre nuestro lado más oscuro, nuestro historial delictivo -como en las pelis americanas-, o la cara que no queremos presentar a la empresa a la que hemos enviado el CV.
Uno nunca está del todo seguro en los espacios públicos... Por eso se privatiza todo... Esa extraña seguridad y garantía que nos da la propiedad privada, nuestro espacio, nuestro tesoro inviolable. Eso es también nuestra red social: donde podemos elegir el nivel de privacidad, quién nos ve y quién no. Todo mediado por las empresas y los gobiernos. La red social son los enclosures de internet.

 

Peasant Kermis, David Teniers, c. 1665 - Foto en Rijksmuseum

Me encontré en un podcast, a raíz de unos comentarios sobre "La España de las piscinas", la opinión de que todo en la serie "Médico de familia" era pura ideología -pura ideología de derechas-. La verdad, nunca la había visto así -para mí era una serie más que echaban en la tele-. Pero lo cierto es que representaba un montón de clichés y modos de vida que, en general, se pueden asociar a la derecha pija-progre de este país -Ciudadanos, UPyD y ciertos sectores del PSOE y el PP-.
Parecía una familia normal -porque tenían trabajos-, pero el estilo de vida que representaban no era normal. Se trataba de una ficción, una ficción que acabó convirtiéndose en el sueño húmedo de muchas familias de clase media: El chalet en las afueras, la asistenta, los coches...
El tío Phil de nuestro "Príncipe de Bel-Air" no era abogado -era médico- y nuestro Geoffry, una mujer con acento del sur. 

Pensaba que esa aspiración nada tenía que ver con las gentes que vivimos en los pueblos. En los pueblos tenemos nuestros propios y genuinos modelos de lo aspiracional. Aunque se podría decir que el modelo de éxito más común es la casa baja grande con piscina, o el chalet en el campo -también con su piscina-. -Vaya! Al final no es tan diferente del chalet de la familia Martín.
Pareciera que lo importante es ir ampliando la propiedad privada, ir cercando la vida social en tu propiedad, una propiedad donde tú elijes el nivel de privacidad: quién entra y quién sale... Todo garantizado por los gobiernos, las empresas de seguridad.

En el mismo podcast se comentaba que uno de los impulsores de este modelo de la casa grande en las afueras sostenía que, esta, era una buena manera de mantener a la gente ocupada: porque siempre estaban pensando en reformas y mejoras sobre su propiedad -Ikea y Leroy Merlin lo petan-, de tal manera que no les quedaba mucho tiempo para pensar, organizarse y convertirse en comunistas -era un estadounidense y el comunismo era el enemigo-.
Es curioso que este modelo haya ganado tanto éxito en Europa, donde estábamos tan acostumbrados a la plaza, los espacios y servicios públicos, las sillas al fresco, las fiestas, los mercadillos...
Pero poco a poco lo privado va ganando terreno a lo público. Al final, bañarse en la piscina -un tiempo y espacio para la socialización-, se ha transformado en un elemento de ostentación y en un sumidero de esfuerzo y dinero para mantener el agua clarita y el cesped brillante. Las vías de tren se van desmantelando en favor del coche. Las terrazas de bar ocupan cada vez más lugar en las plazas. La propiedad de titularidad pública se adueña de lo comunal...
El señor americano nos ha ganado la partida: nos ha encerrado en nuestra propiedad vacía y nos ha aislado -porque esa es la única manera de mantener la afamada privacidad-.
Y quizá nosotros no queríamos tanto eso... pero oye, también nos pasa cuando entramos a nuestra red social, que queremos ver cómo andan nuestros conocidos y acabamos aislados viendo vídeos chorras de kiss or slap, la máquina que tritura cosas, tractores que tiran de otros tractores, chicas exuberantes que se cambian de ropa, recortadores de toros... En fin: un enorme espacio lleno de vacío caro.