martes, 22 de octubre de 2019

Luchemos como viejos por el fascismo pop en las batallitas de oficina

Paco había vivido toda su vida en un barrio obrero de Sevilla. Allí regentaba un pequeño taller mecánico. Había trabajado largas jornadas por más de 45 años. Su esposa y él sacaron adelante a sus tres hijas. Pagaron sus estudios, estancias en el extranjero, academias... Las mantuvieron alejadas de las garras del trabajo hasta que consiguieron una buena colocación.
En los últimos años de la empresa familiar, Paco, se subió la cuota de autónomo para que le quedara una pensión digna. Su mujer se había dedicado a las tareas del hogar y, aunque echaba una mano en el taller, lo hacía sin contrato. Así que tendrían que vivir los dos con la pensión de Paco. Afortunadamente, terminaron de pagar las hipotecas antes de la jubilación. 
Hoy, Paco y su mujer, Ana, junto con miles de jubilados del norte y sur de la península, llegan caminando a Madrid. Para manifestarse por unas pensiones dignas.
- Somos unos afortunados. -Comenta Ana ante los micrófonos de Telecinco. - Mi Paco cobra 900€ al mes. Nuestras hijas no necesitan ayuda. Una es médico en Londres, otra en Frankfurt y la más pequeña es ingeniera informática en Nueva York. No las vemos mucho, pero estamos muy orgullosos de ellas -una lágrima se escurre por su mejilla-. Mi Paco y yo vamos tirando con los 900€. Venimos a la manifestación porque en el barrio ves situaciones muy duras: gente que ha estado toda la vida trabajando como burros pero les quedan pensiones bajísimas y, además, tienen que ayudar a los hijos... Y, bueno, aquí en Madrid, la capital del reino, hay mucho dinero. Dicen que los diputados cobran buenos sueldos... Seguro que cuando conozcan nuestras historias tomarán medidas. ¡Llevamos toda la vida luchando por nosotros y nuestras hijas, no vamos a permitir que un cordón policial nos frene! ¡Somos viejos joder!
Mandril disecado. En el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. 19 de Octubre de 2019

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Venía en el autobús escuchando la conversación que un chico joven mantenía por teléfono con su hermana. Lo acababan de ascender en el curro y estaba muy contento. -Tú lo que tienes que hacer es dedicarte a las cosas que te dan más dinero e ir dejando las otras actividades. Si no, vas a estar toda la vida trabajando.
Después describió todos los productos que había comprado en una gran superficie, el coche de empresa que le habían asignado y todos sus extras.
El chaval era joven -veintipocos años- pero ya tenía bastante experiencia -por los infortunios que narraba en otras empresas-.
Había abandonado su pequeña ciudad de provincias para instalarse en una mega urbe llena de oportunidades. Sin duda: había prosperado, había conseguido dar el salto a una nueva y flamante clase social. Seguro que no volveríamos a encontrarlo en el autobús.

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El otro día, santiago abascal -que no tiene nada que ver con nati abascal- acudió como invitado a "el hormiguero" -un programa de entretenimiento-.
Hace unos años, su partido -considerado de corte fascista por un amplio sector de la sociedad- no tenía representación en el gobierno. Pero ahora que la tiene, está legitimado para aparecer en televisión y difundir su mensaje racista y misógino.
Recordé este post "La prensa cambia de chaqueta", donde el Doctor Zaydus auguraba el auge del "fascismo pop".

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Me encontraba tomando café con los compañeros del curro. Hablábamos sobre las vacaciones y el Camino de Santiago. Uno de los jefecillos comentaba que él lo había realizado en bici, pero que era una paliza. -Bueno, depende de cómo te lo tomes, pero yo tenía pocos días y me había propuesto terminarlo.
El tío no se rinde ni deja que nadie le pase por encima -ni jefes ni subalternos-. Supongo que es lo que, desde recursos humanos, llaman un perfil agresivo -aunque resulta un tipo afable y simpático-.
Después nos estuvo contando una historia sobre su hijo adolescente: había perdido un partido de fútbol y estaba muy malhumorado porque no aceptaba la derrota. -¡Vaya! No tiene a quién parecerse -pensé de forma irónica para mis adentros-.
-Tú sólo tienes niñas ¿Verdad?
-Sí -contesté.
-Las niñas son mucho más tranquilas. Mi hermana tiene dos niñas y, cuando nos reunimos, las ves ahí tan calmadas, en un rinconcito, jugando con sus muñecas... Mis hijos no: están todo el tiempo compitiendo y poniendo la casa patas arriba.
-Bueno, yo no creo que sea por la condición biológica de ser niñas. Lo veo más como una cuestión cultural: a los niños se los educa para la competitividad y la agresividad, mientras que a las niñas se las orienta a los cuidados y la sumisión; la mayoría de referentes de lo masculino y lo femenino van en esa dirección.
-No, no, no... Eso va en los genes. Mis hijos eligen sobre sus actividades y sus referentes, yo no los he condicionado nunca... 
-Tienes razón -yo no soy un perfil de esos que, en recursos humanos, llaman agresivo-.

miércoles, 2 de octubre de 2019

Apropiación turística de lo rural

Cogí una silla de plasticucho rojo, de esas con propaganda de cerveza que suele haber en las terrazas de los bares más cutres. Era de noche, no había ni una sola nube, tampoco luna. Planté la silla en un lugar abierto, sin árboles, y me puse a mirar el cielo.
Allí, en medio del campo, a 10Km del pueblo más cercano, el cielo resulta muy entretenido.
Las niñas dormían, las luces de la pequeña casilla estaban apagadas. De cuando en cuando pasaba algún coche o camión por la cercana carretera, rompiendo con su estruendo el cantar de los grillos, el croar de las ranas y el mugir de las vacas.

Siempre que miro a las estrellas no puedo evitar acordarme de los antigüedad clásica, de sus teorías para explicar los "movimientos" de los astros, de sus mitos para memorizar la cartografía celeste y orientarse cuando no había otra referencia. Seguro que el cielo que observaban era muy diferente del nuestro.
Veía aviones pasar en todas direcciones, con el insistente parpadeo de sus luces. No se escuchaban, así que debían estar muy lejos.
En poco rato vi caer 3 estrellas fugaces, y no tenía tantos deseos preparados. - ¡Montañas de hachís! - Solíamos decir en nuestra juventud -después de toda una infancia asediados por el eslogan publicitario de una liebre sobreexcitada pidiendo a gritos "¡Montañas de Nesquik!"-
Recordé algunas noticias que hacían referencia a la gran cantidad de basura espacial en las órbitas de nuestros satélites. - Ni el espacio exterior se libra de nuestra contaminación. - Pensé.
Nunca supe diferenciar muy bien un satélite de un planeta o una estrella. Y, con tantos restos de misiones espaciales orbitando a nuestro alrededor... Resultan demasiadas variables para estar seguro de a qué clase pertenece cada punto que brilla en el firmamento.
Sí, Ptolomeo lo tendría más difícil para elaborar una teoría que le permitiese predecir los acontecimientos celestes.

Hacía años que no dedicaba unos minutos a tan interesante menester. Las prisas, la contaminación lumínica, el cansancio...
Ahora hay empresas especializadas que se dedican a mostrar las maravillas de los cielos nocturnos a despreocupados turistas y gente que busca experiencias diferentes, relajantes, en contacto con la naturaleza... Hoy en día existen actividades muy raras, muy específicas.
Y no es que estime preocupante la especialización... Sino, cómo una actividad tan simple como mirar las estrellas, ha llegado a convertirse en una actividad mercantilizada de ocio.

Durante el día estuve con mi padre recogiendo y apilando la leña cortada durante el año anterior. Los inviernos son cada vez más cálidos, pero sigue siendo necesario calentarse.
También separamos las ovejas paridas de las que no lo estaban. Hay poca comida en el campo -hasta que lleguen las lluvias o empiece a caer la bellota- y, si hay que ayudar con pienso al ganado, resulta más óptimo hacerlo sólo con el que tiene prole, que además sufre más desgaste.
Después preparamos algo para comer. Nos reunimos una buena porción de familia: niñas, padres, madres, abuelos, bisabuelas, primos, primas...
No tenemos televisión y, últimamente, hasta se nos olvida poner la radio o la música. El campo es muy entretenido: hay infinidad de bichos, plantas, cosas por hacer...
No es exactamente turismo, pero se parece. Hay mucho de evasión, de escapar de los trabajos que nos apremian. Pasar tiempo en familia. Colaborar en las tareas del hogar. Descubrir el medio y el ambiente que nos rodean...


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Hace unos días tuvo lugar un acto de celebración en el pueblo, debido a que nuestra comarca había sido declarada Reserva de la Biosfera. En el acto habló mucha gente, mucho rato... La verdad que no prestaba atención a lo que decían. Pero, en algún momento, "alguien" dijo algo así como que en la Siberia se podían comer las mejores chuletillas de cordero de toda Extremadura. Pero, claro, sólo podían comerlas los autóctonos, los pastores o sus amigos e invitados -aludiendo a que no se servían en los restaurantes-. Ese "alguien" se apresuró en hacer notar que, con la declaración de Reserva de la Biosfera, se potenciaría el turismo y cualquiera con dinero podría probar esas famosas chuletillas.
Y aquello sonó como si lo de la declaración de Reserva no fuera más que una artimaña para que todos los políticos y cargos públicos que estaban en el escenario difundiendo sus bondades sólo quisieran arrebatar las chuletillas de cordero a los autóctonos, convertir nuestros lujos de pobre en mercancía para turistas -souvenirs del tipo experiencia-.


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Todos recordamos un Labordeta cabreado riñendo a los diputados del partido popular en el congreso porque no le dejaban hablar:
-“Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder ustedes toda la vida. Y ahora les fastidia que vengamos aquí las gentes que hemos estado torturados y reprimidos por la dictadura a poder hablar. ¡Eso es lo que les jode a ustedes! ¡Coño! Y es verdad ¡Joder!”
Pero también grabó una serie de programas muy interesantes, donde daba voz y visibilidad a las zonas rurales  y sus habitantes -se ve que lo suyo era la defensa de las causas perdidas-.
Claro que, todo eso fue justo antes de que la palabra desarrollo estuviera completamente impregnada de su actual significado "desarrollo neoliberal".

En la 2 de TVE están reponiendo los capítulos de "Un país en la mochila". Justo a esa hora hago un descanso para comer. La verdad que la visión que ofrece el programa de la España rural dista mucho de la que vemos hoy día en los medios de comunicación, en programas de similares características -por ejemplo, Agrosfera-.
Labordeta va recorriendo los pueblos y entablando conversaciones con los vecinos para descubrirnos sus oficios, su historia, su gastronomía, sus formas de ocio... Nos muestra los pueblos como una organización social enraizada en el entorno.
Ahora no, ahora cuando los pueblos salen en la televisión es para mostrarnos lo exóticos que resultan. No interesa tanto el pueblo en sí -como un todo, como comunidad y parte del ecosistema-  como lo que el turista individual -el turista como ente global y cierto poder adquisitivo- puede encontrar en él: bucólicos paisajes, oficios perdidos, lujosas casas rurales, actividades en la naturaleza, cocina de autor...

Un país en la mochila se grabó en la década de los 90's. Ya en democracia, con salud y educación pública plenamente instauradas. Una época en la que ya no se padecía miseria en el campo.
Desde entonces hemos progresado mucho... Hemos progresado en la dirección del neoliberalismo económico. Todo se puede comprar y vender, hasta las experiencias. Todo se ha globalizado. El sector turístico es muy importante en nuestro país ¿Por qué no habrían de turistificarse también los pueblos?
Pero ese turismo tiene una estética muy burguesa -de postureo, que nos gusta decir ahora-. No se parece en nada a los viajes de Labordeta, o al acto tan sencillo de coger una silla, plantarla en la puerta de tu casa y ponerte a mirar las estrellas, o entablar una banal conversación con algún vecino y disfrutar sin más -sin consumo-.

Hontanaya (Cuenca) - Camino del Cahorzo - Septiembre de 2019