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sábado, 10 de septiembre de 2022

Oriente, religión, la reina de Inglaterra y la Virgen de Consolación

Esta semana me presenté al examen de una asignatura de Filosofía, sobre las sabidurías orientales de la India y China. Se está haciendo duro esto. Muy difícil de justificar. Es algo que nadie espera, ni quiere de ti -¿Para qué estudias eso si no te sirve de nada? Con todas las cosas que tienes que hacer, perder tu tiempo en eso... -Es verdad, además me cuesta la pasta y algunos sacrificios.

Estudiando encontré esta cita sobre las enseñanzas de Confucio:

"El hombre debe buscar su perfeccionamiento moral; los principios esenciales de esa moralidad son dobles. Por un lado, la virtud de la benevolencia, amor, bondad, altruismo (ren), y, por otro, la virtud de la rectitud, equidad, justicia (yi) [...] Cada individuo tiene ciertas cosas que debe hacer, porque es lo correcto, sin pensar en las consecuencias o el posible beneficio. Se opone al li (ganancia, amor a la riqueza)" - María Teresa Román. Sabidurías orientales de la antigüedad.

Y pensé que yo seguía estudiando Filosofía porque era lo que tenía que hacer, porque ando buscando ese perfeccionamiento moral y satisfacer el deseo de conocer... Porque se opone al li.

Confucio se preocupaba mucho por los asuntos políticos, la organización de las personas en sociedades, las normas morales y legales... para conseguir vivir en armonía bajo un Estado chino. La doctrina de Confucio se ajustaba muy bien a las condiciones materiales del momento: con una China dividida en regiones feudales que guerreaban entre sí por hacerse con el poder central. Se ansiaba la paz social y, aceptar y acatar las sensatas enseñanzas confucianas, podía llevar a la armonía.

Podríamos pensar que el pensamiento de Confucio ha sido efectivo: que ha conseguido sus objetivos: se ha consolidado y afianzado en la sociedad china a lo largo de los siglos. China es una potencia compacta y de peso en el tablero global, habiendo mantenido esa doctrina confuciana como pegamento de su sociedad. ¿Cómo confiar en alguien que no conoces?: Porque acepta las tesis confucianas, que son muy sensatas y respetuosas con el otro.

En Europa también teníamos nuestro pegamento: la religión. Es verdad que nos resultaría muy raro llamar religión al confucianismo, o a cualquier otra tradición de oriente. Nosotros reservamos esa palabra para las religiones del Libro -judaísmo, cristianismo e islam-, con su Dios, sus normas morales, su jerarquía, sus milagros, sus figuras humanas... Y cuando alguna de estas cosas no están, o se añaden otras rarunas, nos despista.

Pero en Europa la religión ya hace tiempo que dejó de ser efectiva, ni tan siquiera está alineada con nuestros valores morales -quizá sólo como justificación de una organización jerárquica privilegiada-. 
Tradicionalmente se ha dicho que el protestantismo sí se adaptaba bien a la individualidad, el surgimiento de la nueva clase burguesa y la acumulación de riqueza que requiere nuestra organización social y productiva actual: el capitalismo combinado con la democracia representativa. Que por ello fue derrotado el imperio español y se impuso el dominio de la cultura anglosajona a nivel global -o, al menos, en lo que llamamos occidente-. 
Hoy día, pienso, podríamos afirmar sin muchos reparos que, capitalismo y democracia, se han independizado de sus formas religiosas: que son capaces de fundamentar sus propias normas morales, leyes, formas de organización e, incluso, forjar su propia mitología. Mucha gente, hoy día, ansía conocer los secretos del mercado, seguir el sendero del empresario exitoso, hasta llegar al Nirvana de la riqueza y el prestigio absolutos. Que la ciencia y la tecnología ya resuelven la cosmogonía y mitología cristianas. En definitiva, como pregonara Nietzsche, podríamos afirmar que: Dios ha muerto. 

¿Qué podía hacer el cristianismo rimbombante, piadoso, de comunidad, mágico y culpabilizador? ¿Qué podían hacer portugueses y españoles contra la efectividad de los protestantes? Contra ese Dios al que sólo rinden cuentas en privado, con esa vía libre para transgredir casi cualquier norma moral: esclavismo, piratería, proletariado, acumulación...

Hace unos días murió la reina de Inglaterra. Tenía ya un porrón de años. Se había convertido en una ancianita entrañable: un símbolo cuqui del imperialismo británico. Un símbolo que inspira infinidad de memes. Pero, en este mundo globalizado, es también el recuerdo viviente de la explotación de recursos naturales y sociales en "los otros" territorios: "el mundo inculto" que era sólo una reserva de mercancías para la metrópolis.

Ahora hay mucha gente buscando una guía vital: libros de autoayuda, orientalismo, magia, conspiranoia, prácticas religiosas sin arraigo en la cultura propia... Parece que democracia, capitalismo y ciencia no resultan suficiente, que andamos siempre a la búsqueda de ese algo misterioso que de unidad a todo, que justifique la vida - con sus sufrimientos y alegrías-... Andamos siempre a la búsqueda de la espiritualidad, del argumento que nos conecte con el mundo: la música, los viajes, los amigos, los hijos, las batucadas, las procesiones, la fiesta... Y nos encontramos que son sólo estados transitorios, que la realidad material nos exige trabajar, ganar dinero, invertir, comprar, vender, tv, redes sociales... estar permanentemente ocupados y entretenidos. Y claro, el tiempo para la espiritualidad se reduce... Sólo hay tiempo para el comercio -que es lo único que puede justificar cualquier sacrificio, cualquier guerra, cualquier medida preventiva...-

 

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Tras la palmera, la Virgen de Consolación atravesando la plaza del pueblo -finales de agosto de 2022-.

En el pueblo todavía hay ciertas prácticas y rituales religiosos que sirven de pegamento social. A finales de septiembre viene la Virgen de Consolación al pueblo. Mucha gente sale a recibirla y, desde la parroquia se organizan para intentar que la religión sea algo vivido, algo comunitario, que pueda influir en la sociedad para hacerla mejor. Pero resulta sólo en un instante transitorio, el instante en que los devotos creen conectar con lo misterioso y la cerveza de después. En seguida vuelven la realidad material y la individualidad de las series de Netflix.