jueves, 15 de mayo de 2008

A los que aman

Un ideal es una cosa tonta, una obcecación, una manía y una superstición de un grupo determinado. Pero sacrificarse por un ideal honra al que lo hace. Al que no se vende por dinero, al que no se arrastra ante nadie por ganar un determinado bienestar, al que desprecia su bienestar en favor de esa idea que comparte con los demás...


¿Y los hombres bomba? ¿Y los que asesinan reclamando libertad independencia? ¿Y los exterminadores de razas? ¿Qué tipo de ideal es ese que exige el sacrificio de los demás? Lo que marca la diferencia entre los ideales “buenos” y los “malos”, es que los primeros exigen un sacrificio propio mientras que en los segundos el sacrificio es ajeno. Así, no hay cabida a ideales contrapuestos porque el ideal es bueno para todos y no atiende a intereses particulares.


Y es que, los ideales, no están al alcance de todos, se ven como una estupidez, en un mundo donde todo se compra y se vende, en un mundo donde no existe identidad de grupo, en un mundo atomizado donde lo que prima es salvar cada uno su culo. En un primer mundo de cobardes, donde nadie quiere abandonar su privilegiada y llena de banalidades posición.


Sí, tener un ideal es realmente incómodo. Sin embargo, hay quien sostiene que la verdadera felicidad reside en darse a los demás. Que no es más feliz el que más tiene, sino el que verdaderamente se siente dentro de una comunidad, ya sea familia, amigos, sindikato, grupo musikal, humanidad... el que da, el que comparte, y no por un cierto bienestar a corto plazo, sino por la permanencia en la consciencia de los demás.


Cuando digo los demás, me refiero al conjunto de la humanidad, no a los que son como yo o viven cerca de mí... porque eso es como pensar en uno mismo.


Un ideal, es en sí, la pertenencia a un grupo, sin esperar nada a cambio. El que traiciona un ideal está traicionando al grupo.


Si no hay grupo, no hay ideal, sólo obcecación, superstición, orgullo... que no tiene porqué ser mal asunto, simplemente es otra historia.


Los que no se dejan manipular, los que ponen la otra mejilla, los que golpean a los que abusan de los demás, los que remueven conciencias, los que denuncian injusticias, los Quijotes que se echan al monte a desfacer entuertos y ayudar a los menesterosos... Todos ellos gozan de mi más sincera y profunda admiración.