viernes, 8 de marzo de 2019

China, el partido único y el rumbo de Herrera



En mayo se celebran elecciones autonómicas y locales en Extremadura. Y se rumorea que en mi localidad, Herrera del Duque, habrá una única opción política -la que, a groso modo, lleva gobernando desde la muerte del militar golpista-.
Así que este año no se dará la paradoja de las dos españas -sublevados vs republicanos-. El pp siempre había sacado sus concejales, pero parece que este año no los necesitará. Habrá un único partido para representarnos a todos: el psoe. Un partido que aúna los anhelos e intereses de los dos bloques tradicionales: una mezcla de tradicionalismo en lo cultural y progresismo en lo económico -dirigidos y ordenados desde las instituciones públicas-.
Es lo que podríamos llamar "la distopía China"... Esa idea se me dibujó entre las cejas mientras veía esta micronoticia sobre la Asamblea Nacional Popular de la república "comunista":



En el vídeo se nos muestra a China como una gran compañía. En libre competencia global con otras tantas: CocaCola, Europa, Google... Y que, por tanto, debe ser dirigida con mano firme y eficiente para alcanzar los objetivos que se fijan en estas asambleas. Algo que sólo puede lograrse bajo el férreo control de un hábil y sereno hombre de negocios: el amado líder.
-Ains... Si Marx levantara la cabeza.

Desde las democracias occidentales siempre se ha criticado el modelo chino de gobierno. Seguramente por no encontrarse alineado con los intereses económicos de EEUU -porque, en la práctica, no es un modelo tan exótico-.
Por ejemplo, en mi pueblo y mi región, este esquema chino de gobierno se ha estado materializando durante bastante tiempo: el mismo partido dirigiendo simultáneamente la localidad, la comunidad autónoma y el estado. Todos los líderes que ostentan algún cargo público unidos por el mismo cordón ideológico y la militancia de partido.
Algo que, en principio, no es ni bueno ni malo. Incluso, aparentemente, puede ser beneficioso para ciertos sectores, por ejemplo para los vecinos de nuestro pueblo: los integrantes del partido son personas motivadas que quieren hacer prosperar su región y sus gentes. Esas personas se van insertando en la estructura del partido, conociendo y consiguiendo tratos de favor por parte de otros líderes en capas más altas del poder, atrayendo la inversión pública y dando notoriedad a la zona -crecimiento-.
Y, está bien, porque, tanto aquí como en China, nadie se atrevería a poner en duda que el objetivo de cualquier empresa, por pequeña o monstruosamente grande que sea, es el crecimiento. El amado líder chino no cuestiona ese esquema y, por supuesto, las autoridades de nuestra localidad tampoco -¿A quién le importa la sostenibilidad, o si el crecimiento es a costa del raquitismo de otros?-.


Ya no vivimos los tiempos de grandes ideales políticos: libertad, igualdad y fraternidad. Y estamos plenamente convencidos de que existe una única forma posible de gobierno: la democracia representativa. Que se lleva muy bien con la única forma posible de organización económica: el capitalismo. Ambas, estructuras piramidales basadas en la desigualdad, donde unos pocos deciden sobre la forma de vida y trabajo de la mayoría.

-Ya, pero China no es una democracia.
-Bueno, si hacemos el ejercicio de pensar la democracia como un estado gradual en el que, a mayor porcentaje de población participando del mayor porcentaje de decisiones políticas, más democrático es el sistema. Entonces tenemos que China no es tan diferente. Tanto allí como aquí un porcentaje muy pequeño participa activamente en la política. Allí sólo puedes insertarte en el escenario político a través de un partido y aquí tienes tres o cuatro. Sí, estamos mejor, pero no mucho más.

Los chinos idolatran a su líderes. En nuestro pueblo muchos de los defensores del actual equipo de gobierno alardean de las altas posiciones que han alcanzado algunos de sus integrantes dentro de las estructuras del partido -y también en las instituciones regionales y autonómicas- como alegato para mantener la fidelidad de los votantes:
-Es mejor que gobiernen siempre los mismos porque ya se conocen entre ellos y es más fácil tramitar cualquier inversión...
Así, los privilegios de la localidad van creciendo con los de los miembros del partido.
Con esto, parecen decirnos que la política no es cosa del pueblo, que es cosa de profesionales: los grandes propietarios, los empresarios y las personas que aspiran a forjarse una carrera política.

Se vuelve todo muy endogámico y, como ocurriera en la nobleza y la realeza, empiezan a surgir malformaciones.
De ahí que una de las críticas más airadas contra estos sistemas de gobierno de partido único sea la red de clientelismo, dependencia y corruptelas que generan. Un partido no tiene porqué funcionar de forma transparente y democrática.
Y no es ese un problema que vaya a suprimirse con la existencia de un oligopolio de partidos que se disputan y reparten el poder. Pero, quizá, sí se reduciría y, al menos, de cara al conjunto de la sociedad proporcionaría una mayor sensación de seguridad y transparencia.

En Extremadura siempre hemos padecido el problema de grandes latifundios -Lo que mande el señorito- y, en España, hemos tolerado que un reducido conjunto de personas acapare grandes cotas de poder.
Es un problema que seguimos soportando, quizá lo hemos interiorizado y normalizado. Por eso aguantamos con apatía y resignación que existan uno o dos partidos políticos que monopolizan las instituciones. O, quizá, nuestras instituciones están diseñadas para ser administradas en régimen de monopolio. Vamos, que nos gusta que siga habiendo señoritos. Eso sí, que sean avalados con nuestro voto.
Algún día, ese esquema llegará también a China y, con suerte, nosotros habremos avanzado en nuestro grado de democracia, habremos guillotinado a los líderes, tomado las riendas de nuestro gobierno y sólo habrá música en los corazones...

"Si le das mas poder al poder
Mas duro te van a venir a coger"
Molotov - Gimme tha power


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