Después de leer un poco acerca de esta
“tercera cultura”, le queda a uno la impresión de que no es más
que el campo donde dirimen sus batallas los tradicionales dos
ámbitos de las “letras”/“humanidades” y los
“números”/“ciencias”.
Los dos luchan por alzarse con el
reconocimiento de la sociedad como el valor más alto de la cultura.
Todos quieren participar en el proceso de divulgación popular y, por supuesto,
quieren que su área sea la más relevante.
Hubo un tiempo en que esta separación
no existía, todo era Ciencia, saber, conocimiento acerca del Mundo. Con la invención
de la escritura, el saber podía almacenarse y guardarse, con lo
que este se ha ido incrementando generación tras generación, a lo
largo de cientos de años. Y claro, ahora es imposible saberlo todo
de todo, así que bajo el paradigma de “divide y vencerás”, las
distintas ramas del conocimiento se han ido separando e independizando unas
de otras. Hasta llegar a la situación actual, donde podemos
distinguir dos grandes bloques: Las ciencias que versan sobre el
mundo físico (lo que es así y no puede ser de otra manera) y las
letras que lo hacen sobre la producción humana (lo elegible).
Los científicos reprochan a los
humanistas el haberse apropiado durante siglos de la palabra
“intelectual”, de tal manera que un científico no podía
considerarse “culto” por no conocer a los clásicos:
Aristóteles, Shakespeare, Cervantes... En cambio, un humanista podía
considerarse muy culto sin tener ni idea de conceptos matemáticos.
Desde la otra perspectiva, los
humanistas podrían reprochar a los científicos el haberse apropiado
de la palabra “Ciencia”, de forma que su conocimiento no sería
un conocimiento verdadero, porque no versa sobre el mundo físico,
sino sobre productos del desarrollo humano en sociedad. Pero la
literatura, la política, la antropología, la historia... hablan de
la realidad, pasada o futura y, quizá, la única diferencia radica en
la sistematización y precisión que se puede alcanzar en el ámbito
de las humanidades y el de las ciencias.
El término de “la tercera cultura”
fue acuñado por Charles
Percy Snow. En su última obra al respecto vaticinaba el
surgimiento de una tercera cultura que dialogaría con las otras dos...
Pero esto no ocurrió. Y, en un efecto acción-reacción, lo que ha
ocurrido es que desde el ámbito científico ha comenzado una labor
divulgadora, de manera que, hoy día, podría decirse que el
reconocimiento social es para el ámbito de la ciencia en detrimento
de los humanistas. Así, numerosos científicos escriben libros para
el público general con una amplia aceptación.
Uno no puede dejar de ver tintes
materialistas en esta inversión de las tornas, que tampoco creo que
sea tal. Más bien, lo que a ocurrido es que a partir de la
revolución industrial, con la fabricación en serie, se han ido
incorporado al hogar cada vez más complicados aparatos tecnológicos
(coches, lavadoras, ordenadores, móviles...). Y estos nuevos
aparatos no sólo han sido incorporados para satisfacer necesidades,
sino que invaden además nuestro tiempo de ocio. Al ser productos de
comercio mundial tienen enormes repercusiones en la economía y todos
los inversores quieren estar al corriente de los diferentes avances
en ciencia y tecnología. Creo que estos dos factores: la
incorporación de la alta tecnología al hogar y la repercusión
económica, son fundamentales en la revalorización de la cultura de
las ciencias.
¿Qué valor puede tener la literatura
frente a una película de ciencia-ficción 3D y 7 canales de audio
envolvente? Porque en el cine y las demás artes también puede
percibirse este interés creciente por las ciencias.
Por tanto, la profecía de Snow no se
cumplió y los intelectuales de “letras” se han convertido en
seres improductivos que se dedican a tareas de lo más freak.
Sin embargo, las humanidades y la tecnología no son tan diferentes:
ambas tienen como objeto de estudio alguna producción humana. En
algún momento de la historia la tecnología dejó de ser meramente
una herramienta de producción, de arte o de guerra y pasó al
servicio de la ciencia, que la revistió con su halo de necesidad.
Con lo que parece que la tecnología es así y no puede ser de otra
manera, es la mejor posible. Cuando, realmente, es fruto de las
elecciones humanas, de lo que han decidido investigar, conocer, de lo
que se podía vender, lo que podía curar o lo que podía matar. Más
tarde, la tecnología se incorporó al hogar, al ocio, y dejó de ser
un medio para convertirse en un fin, la tecnología por la tecnología.
En el mundo del arte es reconocido que
con el Impresionismo hubo una ruptura en lo que había sido la
representación de la realidad, la “mímesis”. Quizá, en el mundo
de la tecnología, ocurrió algo similar con la Revolución Industrial
(curiosamente en la misma época), la producción en serie y los
mercados globales. Fijando el concepto de progreso como desarrollo
tecnológico y crecimiento económico. Obviamente las rupturas no son
nunca tales, son siempre un proceso. Y tampoco ocurren rupturas de
forma aleatoria, sino que suele haber fuertes interdependencias entre
las diferentes áreas en las que, de forma artificiosa, los humanos
hemos dividido el conocimiento. En este sentido, me parece que la
tecnología y sus estudiosos, los ingenieros, podrían jugar un
importante papel llenando el vacío entre el campo de las ciencias y
las letras. Haciendo de mediadores e integradores, quizá
construyendo esa tercera cultura de la que hablaba Snow, siempre y
cuando consigamos vencer el prejuicio de las humanidades como algo
improductivo y fuera de la realidad.
Algunos ya han dado este paso como
Thomas Khun
con su teoría de los “cambios de paradigma científico”. Un cambio de este
tipo está enmarcado dentro de un contexto social e histórico y no
puede ocurrir de forma abrupta por muy científicas que sean las
pruebas.
Vivimos en una sociedad altamente
especializada y, aún los que hemos dedicado muchos años a estudiar,
tenemos enormes carencias en todo lo que se sale de nuestro ámbito.
Aceptar esto es duro, así que preferimos refugiarnos en lo nuestro,
que siempre es lo más difícil y mejor, restamos importancia a lo
demás, incluso lo negamos:
«Soy una persona culta», se dicen, «y
no puedo encontrarle sentido a esto. Por lo tanto
tiene que ser
absurdo.»
- Paul Davies
Yo, lo único que he aprendido en estos años es que todo es susceptible de aprehenderse, que la
dificultad la ponen la falta de tiempo, de información y de
voluntad. Decir que lo que otros han hecho o piensan es absurdo,
que no tiene sentido, que está mal... es la solución fácil. Echar
por tierra el trabajo de los demás para que el propio cobre
protagonismo es sólo un ejercicio de soberbia.
estás fatal david...
ResponderEliminarpero coincido contigo en el análisis, debe ser que yo también estoy fatal. A mí esto de los compartimentos de la realidad no me convence para nada, y la verdad, a veces me pregunto si acabaré siendo profe de tecnología, que no deja de ser un sesgo del conocimiento llamado asignatura.
El problema de abordar el conocimiento es difícil, porque hay mucho, y tampoco estoy en desacuerdo con separar en áreas del saber. Lo que sí creo es que hoy en día existe una especialización exagerada... y pobre de ti si no la tienes porque no encontrarás trabajo. El problema de la especialización es que nos vuelve idiotas y nos hace cerrarnos en nuestro campo que es en el que nos sentimos seguros. No hay comunicación, ni diálogo, solo competencia. Así no hay manera de marcar un norte, otro motivo que potencia las contradicciones de la sociedad actual.
ResponderEliminarPero hay que ser positivos, yo creo que una educación genérica es muy importante si queremos que todos los ciudadanos sean demócratas responsables, que haya diálogo constructivo, conseguir un mundo mejor para todos... Y habría que alargarla más (si dices esto te tachan de comunista y que te dejes en paz de gilipolleces que lo que hay que hacer es trabajar). La tecnología se puede plantear como una asignatura transversal, la tecnología no es neutra, tiene repercusión en la política, economía, literatura, arte... es todo un gran sistema realimentado. Yo creo que en la ESO lo que se debe hacer (y que se hace o se intenta en muchos casos) es potenciar este tipo de conocimiento "como un todo suma de todas las partes". Y al final esa visión la tiene que dar un profe desde su asignatura... así que espero que acabemos siendo profes por el bien de la humanidad. "Piensa globalmente y actúa localmente".
Ya somos tres que estamos fatal. Pedazo de análisis David, te felicito porque has explicado y profundizado en la tercera cultura mucho mas que la poca información que he podido encontrar.
ResponderEliminarOjalá se formasen ciudadanos librepensantes verdaderamente demócratas, pero lo que se forma es consumidores en potencia.
Ahi estaremos nosotros para invertir esta tendencia.
Gracias!! El refuerzo positivo es una técnica cojonuda, habría que aplicarla más a menudo, en todos los ámbitos de la vida.
ResponderEliminarLa verdad es que el consumo por el consumo, la publicidad, el lo compro porque me gusta, porque es cool, porque lo compran los demás... es uno de los grandes problemas de la sociedad actual que además potencia una conducta impulsiva en contra de todo lo que se enseña en la escuela, en contra de la razón.