domingo, 8 de enero de 2012

Estado de Malestar


-El paro, la crisis... Obviamente lo que está fallando es el Estado de Bienestar- Dijo un tipo el otro día en la tele. Y se quedó más ancho que largo.

Ese discurso se ha grabado en la mente de la mayoría de la gente y no importa que sean beneficiarios del Estado de Bienestar, o capitalistas usuarios del sistema privado. La maquinaria de los mass media ha unificado su pensamiento. En el transcurrir de los 3 o 4 años el discurso del miedo, de la catástrofe económica que cada día se cierne sobre nosotros, ha minado la conciencia de la sociedad. Ahora el trabajador sólo quiere trabajar y no importan las condiciones.

Nos han convertido en expertos en macroeconomía: inflación, primas de riesgo, deuda de países y comunidades autónomas... A partir de esas premisas es como se justifican los recortes de derechos de los ciudadanos, trabajar más y cobrar menos, pagar más impuestos y tener menos servicios. Esas son las medidas para salir de la crisis, crear el Estado de Malestar, el infierno en la tierra. 

Por todos lados se oyen voces que despotrican contra el funcionario medio, esos odiados seres que tienen condiciones dignas de trabajo. -¡Que los echen!- Si no a todos, al menos un porcentaje alto. -¡Que les obliguen a trabajar más!- ¡Que les bajen el sueldo! Si estallase la revolución, nadie asesinaría al empresario, al banquero o al político (bueno, al político quizá sí). La masa enloquecida acabaría con los servicios públicos y se los darían a un capitalista para que los explotase de forma más eficiente, para que exprimiera a sus trabajadores con la amenaza del despido.

Si aumentas la jornada laboral, la consecuencia directa es la reducción de puestos de trabajo.
Si suprimes los servicios públicos reduces puestos de trabajo. 

¿O acaso un empresario va a contratar más personal del estrictamente necesario?, ¿o se va a esforzar en cumplir unos determinados criterios de calidad si no se los imponen desde fuera? Sólo si hay competencia se esforzará en seducir, en transmitir sensación de calidad.

Obviamente el paro es una lacra, pero el discurso macroeconómico que escuchamos todos los días no tiene la intención de acabar con él, así como tampoco tiene la intención de generar mayor calidad de vida para los ciudadanos. El Mercado sólo quiere crecer y no importan los medios.

Nuestros gobernantes ya no lo son, son expertos en economía, son gestores del capital y realmente ni siquiera tienen ideas políticas, sólo tienen un plan mejor para gestionar la economía. Son expertos comunicadores apoyados por grandes empresas, que se encargan de financiar la difusión de sus mensajes.

Hubo un tiempo en que no se cansaban de decir que, como la población era cada vez más vieja, el Estado de Bienestar sería insostenible porque no habría suficientes trabajadores para cotizar. Hace años que no escucho ese argumento.

Existe una crisis, pero es una crisis de valores, de valores morales, de argumentos... En otro caso no se entiende que la población acepte de tan buen grado recortes en sus derechos. Por algo tan ajeno, tan etéreo, como es la crisis de los mercados. Así como tampoco se entiende la polarización de la población en una clase dirigente extremadamente rica que exige sacrificios a una mayoría cada vez más pobre. 

Sí, en el sistema actual existen tremendas contradicciones, algo está fallando... pero no es el Estado de Bienestar. Me parece correcta la posición de las clases altas, dirigentes, capitalistas, de querer acabar con el Estado de Bienestar y repartirse los impuestos recaudados al pueblo, acabar con sus derechos para tener un mercado laboral más flexible. Es una postura coherente: Igual que existe inmediatez y deslocalización en los mercados financieros con movimientos instantáneos de grandes sumas de dinero de un lugar a otro del mundo ¿Por qué no hacer lo mismo con el mercado laboral? 
Lo que no me parece correcto es que los miembros, o posibles miembros de ese mercado laboral, apoyen su modelo. Porque es un modelo en contra de las personas. Se pueden manipular las ideas y los sentimientos de la gente, pero existe un instinto, o una tendencia, gregaria: buscar una estabilidad, unos vínculos sociales... Las personas aunque sean pobres, no son cosas, no son mercancías, no son monedas y desde luego que se las puede tratar como tales, pero no seamos tan necios de darles nuestro consentimiento para que lo hagan.

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