domingo, 9 de marzo de 2008

El bosque animado

No esperaba mucho de este libro, había oído hablar muy bien de él... por eso me extrañó encontrar algo tan bello. Porque, sobre todas las cosas, es bello, es pura poesía, tanto por su lenguaje como por las imágenes que evoca. Pero además de eso, es divertido, con un humor oscuro, porque aborda con cómica y despreocupada perspectiva dramáticos aspectos. Es enternecedor, surrealista, animista, costumbrista, utópico, ecologista... tantas cosas en un puñado de papeles.


No es una novela, no al menos una novela normal, de esas que enganchan con artilugios de sobra conocidos. Está formado por numerosos relatos que giran alrededor de una fraga, la fraga de Cecebre. Uno tiene la impresión de estar ante una obra maestra, una obra de ingeniería donde cada palabra e idea ocupan un lugar estratégico. No es este un formato de mucho éxito hoy en día, cuando la gente busca una lectura liviana, que implique una inmersión rápida en la historia, porque no se dispone, o no se dedica, mucho tiempo a la lectura.


Es una ventana a otro mundo, un mundo rural, lleno de encanto y desgracias. Pero las desgracias son tan naturales que embellecen el conjunto y aportan ese toque melodramático que sacude y estremece el alma.




-Ya sé qué es lo que me gusta de los pueblos y que no tienen las ciudades, ni los pueblos de alrededor de las ciudades. Es, el contacto con la naturaleza, o la forma en que el pueblo se integra en la naturaleza, la utiliza, la moldea y la conserva. Porque aunque se trate de una ciudad pequeña, ésta se apodera de todo y expulsa la naturaleza de sus dominios. Luego puede intentar integrarla dentro de sí, pero ya sólo se consiguen parques y jardines y se convierte en un mero adorno. Y no sirve aferrarse a la vida social: "Esto es como un pueblo, nos conocemos todos." Os conocéis todos pero eso no es un pueblo.

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