En el verano uno se relaja, le baja la tensión y disfruta con los diferentes teatros y excesos institucionalizados (forjados por sedimentación durante siglos de historia).
Los toros
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José Garrido - Plaza de toros de Herrera del Duque - 14 de Agosto de 2015 |
No soy el más aficionado a la tauromaquia, pero me gusta el espectáculo. Disfruto cuando sale bien: cuando música, toro y torero representan su peligrosa y sobrecogedora danza de muerte; cuando la espada desgarra rápida y profunda la vida del animal.
Sufro cuando sale mal: cuando el toro no puede soportar con bravura el dolor, cuando queda corto de fuerzas, cuando no entra al trapo, cuando la muerte se prolonga...
El toreo está lleno de contrastes, de gloria y abucheos; de incertidumbres, personalidad y animalidad...
Hay mucha gente en contra de esta forma de arte:
- Porque se mata al animal públicamente. Y la muerte es algo que debe ocurrir en privado, con pena, indolora, aséptica...
- Porque la gente que asiste disfruta con el espectáculo y es completamente amoral disfrutar con la tortura y muerte de animales.
- Luego hay otros que lo ven como símbolo de la opresión y conquista cultural de un Estado demasiado grande.
A mí, estéticamente, me fascina: la fuerza del toro, la fragilidad del torero y su "paquete", los colores, la sangre, la música, el público atento (sobrecogiéndose, aplaudiendo)...
Es una forma de contacto con la naturaleza, de encuentro con la vida y con la muerte, con todo lo que nuestra sociedad tecnificada expulsa a los suburbios y entierra en el subconsciente.
También me causa sentimientos encontrados, porque quiero ser normal, aceptado en la mayoría de círculos sociales. Y la norma parece tender hacia el precepto moral de ampliar los derechos humanos al mayor número posible de seres vivos... Claro que, los derechos humanos, son sólo una declaración de intenciones... Y, aceptar preceptos morales, solo porque es
main-stream es un tanto banal.
La religión católica
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Virgen de Consolación - Herrera del Duque - 28 de Agosto de 2015 |
Lo he ido dejando caer: aceptar preceptos morales, sin cuestionarlos, no es propio del adulto libre. A la religión le gustan los niños, adiestrar desde pequeños para someter y ampliar su comunidad, hacerse cada vez más fuerte...
La religión católica tiene feos detalles, porque utiliza la culpa y el miedo para extender su influencia...
Sí, vivimos en una sociedad individualista, que no casa con el concepto de rebaño defendido por la Iglesia. Pero también es cierto que existen otras formas de crear comunidad entre personas libres...
Estoy un tanto resentido con el catolicismo: me costó mucho desprenderme de sus "mandamientos", su culpa, sus mitos, su represión-normalización de la sexualidad...
Aún así, también me causa curiosidad: todo el arte, la literatura, el imaginario, la capacidad de congregación, el dolor, la negación de la muerte, la forma en que todos lo toman en serio.
A finales de Agosto, la Virgen de Consolación viene desde la ermita hasta el pueblo, y se queda en él durante 9 días. Es un acto muy solemne y somos muchos los que nos reunimos para recibirla. No puedo evitar acordarme de la fábula de "
El traje nuevo del emperador": porque no deja de ser una figura muy bien ataviada a la que muchos atribuyen propiedades psico-mágicas.
El ganado
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Ovejas paridas alimentándose de pajas, para criar corderos sanos y jugosos - Puerto de los Carneros (La Siberia) - 2 de Agosto de 2015 |
Los humanos crían animales como alimento. Llevan milenios
seleccionando y moldeando los más jugosos y dóciles. En una doble
acción: represión de lo impredecible, lo áspero, lo esquivo; y
potenciación de lo apetecible, lo manso.
Y nos hemos
vuelto como los animales que nos alimentan y acompañan. La religión católica llama a
sus simpatizantes abiertamente "rebaño". Así que, el ganado bravo es un
anacronismo, un vestigio de lo salvaje, como la terminación de nuestra
columna vertebral que otra vez fuera un rabo.
Con los
festejos taurinos surge la polémica, los animalistas atacan con sus
valores a los asistentes: los llaman paletos, salvajes, cavernícolas...
Y
estos ataques denotan un montón de contradicciones: porque el paleto,
el que vive en los pueblos, es el que realmente cuida de los animales y
las plantas, al que le preocupa que ese mundo rural siga existiendo,
porque quiere vivir en él y de él.
Es verdad que la
mayoría de la población vive en las ciudades y que, en una democracia,
tienen todo el derecho a convertir sus valores morales en leyes, y con
ello someter lo rural a su lógica de maximizar el beneficio, de utilizar
la Naturaleza como una fábrica de alimentos, energía o parque temático... Ante esa
lógica aplastante, no se puede anteponer lo bello, lo tradicional, lo
divertido, lo imprevisible, lo arriesgado, lo no controlado...
El
torero es un atleta: ser un buen torero requiere una férrea disciplina y decisión
para dominar la técnica. Pero para ser realmente bueno, hay que aportar
algo más: la estética, la autenticidad, lo que le destaque del rebaño,
lo que emocione. Todos estamos sometidos a férreas disciplinas (más bien
coacciones) para "ganar las habichuelas", pero no se espera de nosotros
ninguna autenticidad, solo productividad...