Mostrando entradas con la etiqueta política. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta política. Mostrar todas las entradas

domingo, 21 de febrero de 2021

La muchacha falangista

Esta semana fue trending topic el vídeo de una muchacha vestida de falangista, lanzando proclamas antisemitas ante un puñado de neonazis.

Y, claro, los demócratas se llevaban las manos a las cabeza con gestos sobreactuados: -¿Qué hemos hecho mal para que la juventud vuelva a estas ideas? ¿Acaso no son la democracia representativa y el estado de derecho la mejor forma de gobierno? ¿Acaso no estamos en una democracia plena -el mejor de los mundos posibles-?

 

Es conocido que las derechas sienten admiración por el fascismo y el nacismo. Saben mucho de sus procesos constitutivos y de expansión. Cualquier persona, mínimamente ilustrada, a la derecha del espectro político, puede hablar largo y tendido sobre sus metodologías marciales, errores, virtudes... Aunque siempre se desmarcan de las actitudes racistas o, al menos, del empleo de la violencia sistemática contra el "otro" -las otras etnias, o los otros ideales-. Todo dejando siempre un cierto tufillo supremacista: -Sí, eso de matar judíos era horrible, no puede justificarse. Pero hay que reconocer que nosotros, los arios, estamos muy por encima y merecemos más.

 

La muchacha falangista decía ser también socialista. A mucha gente esto le sonaba a gilipollez sin sentido. Porque socialista se vincula actualmente al PSOE. Que, sin estar muy claro qué tipo de ideología representa este partido, parece que debiera ser opuesta al falangismo: puesto que el PSOE se considera el brazo político de los que perdieron la Guerra Civil y el falangismo, por el contrario, se le posiciona a favor de franco.

Lo que habitualmente entendemos por socialismo -sin vincularlo al PSOE- es una suerte de reparto de la riqueza y sistema de apoyo mutuo, entre una cierta comunidad -normalmente un Estado o parte de este-. En las derechas, la comunidad sobre la que se aplica el socialismo estaría más restringida -los arios, los puros, los propietarios, los ricos- y también, quizá, más jerarquizada -o, al menos, no tenderían a una abolición de las clases sociales, sino a justificar cierto elitismo-. El ejemplo paradigmático de socialismo de izquierdas sería la antigua Unión Soviética; y, el nazismo, sería el socialismo de derechas.

Todo resulta aún más complicado cuando el liberalismo económico se une a estas posiciones políticas: multiplicando las facciones. El socialismo, tanto de derechas como de izquierdas, no puede sino entrar en conflicto con esta ideología tan individualista. Pero lo cierto es que, el neoliberalismo, ha conseguido alzarse en la teoría económica por excelencia: las derechas lo apoyan como una suerte de vara de medir el éxito evolutivo en esta lucha darwiniana por acaparar la riqueza -pueden sustituir así su concepto de raza por el más objetivo de éxito en los negocios-. Las izquierdas también abrazan tímidamente el liberalismo, aunque restringiendo y tratando de controlar las desigualdades que provoca.


La muchaha falangista desató tremendo interés. Yo creo fue porque ponía encima de la mesa la existencia de otras teorías políticas -ideologías-, más allá del neoliberalismo y la democracia representativa, en las que nos hayamos inmersos. Y a las que parece no existir alternativa... Salvo la chifladura del falangismo, o la violencia de los antisistema que piden libertad para Pablo Hassel... El sistema se defiende caricaturizando como radical todo lo que lo cuestiona.

Imagen de la muchacha falangista. Extraída de El Liberal


jueves, 21 de enero de 2021

El ideario neoliberal y su potencial revolucionario

Lo que más temen los neoliberales son los gobiernos de izquierdas. Para ellos, la izquierda trae pobreza. Y siempre ponen como ejemplo los países donde gobierna o ha gobernado: Venezuela, la antigua URSS...

Países donde la escasez campa a sus anchas mientras los líderes viven de forma lujosa, a costa de los impuestos que recaudan fomentando el odio hacia las clases altas y las empresas que generan la riqueza.

Los líderes de izquierda tendrían aspiraciones absolutistas y el firme deseo de controlarlo todo desde el aparato del Estado. Además, ese liderazgo sería siempre costoso: en salarios, asesores, propaganda, represión, burocracia, control... Su estilo de vida, soberbio y caprichoso, llevaría al Estado a aumentar la presión impositiva, de tal forma que desincentivarían el emprendimiento y producirían una población servil y victimista que estaría siempre reclamando a las administraciones públicas la satisfacción de sus deseos y necesidades.

No les falta razón: yo también tendría miedo de un escenario así. 

Meme para minar la confianza en los políticos de izquierda. Extraída de Hispañidad

 

El modelo neoliberal lo fijaría EEUU. Un Estado ligero, con bajas cargas impositivas, controlado por las empresas y las clases altas. Una tierra de oportunidades para todos los que estén dispuestos a aprovecharlas.

A las izquierdas les acojona este escenario. Ven en EEUU una amenaza armada y la materialización de desigualdades -donde los sintecho recogen las migajas que caen al suelo de los lobos de Wall Street-. Un capitalismo salvaje donde los más fuertes se meriendan todo lo que pueden a su paso. 

Viñeta que ironiza sobre EEUU como potencia armada. Extraída de GRUÑIDO GRRR - Ironía Gráfica

 

Esta caracterización que hago de las derechas neoliberales estaría representada en España, muy especialmente, por Ciudadanos. También PSOE y PP -pero estos, con un imaginario heredero de los últimos años de "dictablanda" del franquismo, basada en el desarrollo del turismo y la construcción-. Así que, Ciudadanos, un partido fresco, representaría mejor que ninguno el ideario neoliberal -al menos, antes de su giro nacionalista- sin el lastre de la Guerra Civil, el franquismo, la tradición católica, ni el desarrollismo de ladrillo, sol y playa.

En las izquierdas, estaría el actual Podemos. Una amalgama de las izquierdas clásicas -de tradición social comunista- y los nuevos movimientos sociales. Que defendería un modelo de desarrollo "sostenible" tutelado por el Estado y un cierto reparto de la riqueza -un capitalismo progre-. 

 

Para estas izquierdas, la deriva neoliberal global trae desigualdad, guetos de marginalidad y pobreza,  abusos medioambientales, vulneración de derechos humanos... Además de concentración de la riqueza en unas pocas manos, con la consiguiente monopolización de los mercados y la acaparación de poder en ciertas empresas trans/nacionales -que serían incluso capaces de corromper las instituciones y eludir los mecanismos de control de los estados-. 

El capital andaría siempre tratando de influir -o hacerse con- el poder. Para así agilizar sus negocios y obtener ventajas competitivas -sin importarle mucho las consecuencias sociales o medioambientales-. 
Mientras que las izquierdas desconfiarían de estos capitales, tratarían de ponerles límite y conseguir que sus beneficios revirtieran en las arcas públicas -algo totalmente lógico, puesto que sus beneficios de las empresas son posibles gracias a las infraestructuras, recursos humanos y medioambientales, así como a las garantías legales y securitarias que proporcionan los estados-.

 

Los neoliberales necesitan el Estado, principalmente porque es el garante de la propiedad privada. Y, además, les interesa cualquier beneficio que puedan obtener de este -aunque las mariscadas las paguen con el dinero de sus negocios-. Las izquierdas también necesitan al Estado: para poder poner límites a los desmanes económicos. Y, además, les interesa recaudar, no sólo para mantener la infraestructura que hace posible los negocios, sino también para potenciar el tipo de sociedad que creen más justa -y para pagar sus mariscadas-.

Así que, unos y otros, compiten por el poder. Aunque, desde la caída de la URSS, la ventaja está claramente del lado de los neoliberales. Las izquierdas, acorraladas por la caricatura que de ellas hacen las derechas -dictaduras generadoras de escasez e incapaces de satisfacer los caprichos consumistas de la población-, han quedado como una débil herramienta para denunciar los abusos de las grandes empresas, aplicar pequeños parches que lleven a un capitalismo más amable y "sostenible", o actuar en el plano simbólico -para restablecer la dignidad de ciertos colectivos oprimidos por el conservadurismo moral que caracteriza a las derechas-.

Vamos, que las izquierdas han perdido todo potencial transformador y revolucionario. Ese potencial se ha trasladado a la economía neoliberal, y teorías como la de El Gran Reinicio nos parecen hoy más plausibles que una revolución a la Rusa.

De hecho, ante todas las medidas restrictivas adoptadas para combatir la pandemia por Coronavirus, han sido los sectores de la derecha los que más se han movilizado contra los gobiernos legítimamente establecidos -trumpistas que asaltan el Capitolio, caceroladas en el barrio de Salamanca...-, actuando como verdaderos antisistema, anteponiendo la libertad de sus negocios a la seguridad sanitaria.

 

PD: ya habíamos hablado de cómo las derechas se estaban haciendo fuertes, también en el plano simbólico y moral, en el post De la hipertrofia de derechas a izquierdas canijas

sábado, 16 de enero de 2021

Peloche y el colonialismo

Peloche es una pedanía de Herrera. Es un pueblo por sí mismo pero, a nivel legal y administrativo, depende de Herrera. 

Entre los pelochos existe una cierta animadversión hacia este hecho. 
Aunque no se materialice en acciones o grupos organizados concretos, la idea de su independencia, flota en el ambiente.

¿Por qué no habrían de tener sus propias instituciones y decidir sobre sus propios asuntos? No se aprecian diferencias entre Peloche y otras localidades pequeñas que tienen su propio ayuntamiento.

 

Después de las navidades se dispararon los casos de Coronavirus en Herrera -en toda Extremadura, en general-. Y comenzaron a proliferar los mensajes de ánimo... Poco más se puede hacer una vez que el virus está extendido -bueno, también se podría vacunar más rápido-. Así que, Peloche, se quedó sin sus fiestas patronales -que se celebran para San Antón-. 
Por ese motivo, el alcalde de Herrera, publicó esta foto de apoyo a los pelochos. La verdad que la imagen no puede dejar indiferente a ningún local.

Imagen extraída de la cuenta de Facebook del alcalde de Herrera y Peloche
 
En primer plano aparecen los danzantes de Peloche. Durante la fiesta de San Antón se travisten con esos ropajes y danzan por las calles para sus vecinos y vecinas. Hay otras danzas similares en la comarca, pero no con hombres vestidos con ropas de mujer. Además, es una fiesta netamente religiosa (católica), los danzantes bailan en la iglesia -supongo que esta danza sea algo más antiguo que el catolicismo ha incorporado para dar gusto a sus parroquianos-.
 
De fondo aparecen el alcalde de Herrera -y Peloche- junto con alguien de la diputación, desvelando una estatua que representa a un danzante anónimo. Como si fuera una ofrenda a las colonias para calmar sus anhelos de independencia. -Mirad, ahora, a los pelochos, os vamos a identificar con esta cosa tan graciosa y tradicional de los danzantes. 
Quitando las letras de la foto, podría ser perfectamente la portada de un libro de antropología.
Supongo que desde Herrera vemos en Peloche una especie de pueblo originario, virgen, primitivo, en plena conexión con la Naturaleza, apartado de la modernidad. El típico relato que potencia el turismo de interior -es normal: el turista busca siempre este tipo de hitos para formarse el mapa de los lugares que visita-. 

Los pelochos están muy orgullosos de sus danzantes y de sus fiestas. Y, en esas fechas, acuden de todos los puntos del planeta por los que se encuentran dispersos. Los de Herrera también nos acercamos a los principales eventos ¡Y los disfrutamos! Estamos muy conectados -quien más o quien menos tiene conocidos o familiares allí-. Pero es una fiesta de la gente de Peloche y la organizan como a ellos les da la gana. Ellos son los protagonistas de sus fiestas -al contrario de lo que refleja la fotografía, donde todas las miradas se dirigen a los dos hombres blancos, burgueses y adultos ataviados con traje y corbata que descubren la estatua-.
Y era eso lo que más me llamó la atención de la foto: que era absolutamente herrerocentrista. Como eran eurocentristas las crónicas antropológicas de los investigadores de los siglos pasados. Como aquella despedida de Loquillo a Pau Donés, donde no se le ocurre otra cosa que ponerse a sí mismo en el centro para recordar al pobre Pau...
 
Imagen extraída de la cuenta de Twitter de Loquillo



 

miércoles, 6 de enero de 2021

La búsqueda del sentido

Los cielos del amanecer y el anochecer molan... mucho. Si los estás observando es porque has puesto la vida entre paréntesis: nada importa, sólo la mutación de colores en el cielo. Es como un pequeño viaje, unas microvacaciones. Podría ser un rito, una terapia... Los días de no trabajo me gusta madrugar sólo por eso. Es como estar solo ante el universo, como un agente de guardia, mientras todos duermen.

Después, el sol viene apremiando. Hay que moverse.

Así, el resto del día es puro agobio... Es como estar debiendo algo a alguien continuamente, una búsqueda incansable de recompensas al esfuerzo. Un sin sentido: canalizar las pulsiones, ganar dinero, invertirlo, formarse, elegir, acumular experiencias...

 

Antes de la pandemia nos gustaba reunirnos con lxs amigxs. Reservar un día para preparar comida, pasear, fumar, jugar a las cartas... Poner el día entre paréntesis. Tampoco tenía sentido, pero era divertido: "Salir, beber... el rollo de  siempre".
O esperar a la llegada de la noche: cenar, tomar unas copichuelas, jugar futbolín, contar chistes, cantar, bailar...

Para viajar, el sacrificio era más grande. Había que ahorrar, reservar vacaciones... Te servía para justificarte en sociedad, por estar haciendo cosas horribles durante todo el año: madrugar, montarte en transporte público, abusar del café, meter comida en tuppers, pisotear las cabezas de potenciales competidores...

 

El Coronavirus nos ha robado los pequeños placeres comunales que llenaban una parte importante de nuestro tiempo de ocio. Encerrados en nuestras burbujas, distanciados, recelosos...  

Solíamos decirnos que el dinero y las posesiones materiales no eran tan importantes: coches, casas, móvil, tv... Pero toda propiedad privada ha salido potenciada con la pandemia: es mucho más deseable una buena vivienda con vistas al exterior, jardín, piscina... que un piso pequeño; es más seguro desplazarte en nuestro coche que hacerlo en un vagón atestado de posibles contagiados; mejor veranear en tu segunda residencia de la Costa Brava que un hotel lleno de viejos en Benidorm; una tele enorme para sustituir el cine... El capitalismo de consumo refuerza sus posiciones y nos arrebata nuestros lujos de pobre: unas cañas al salir del curro, llevar a lxs niñxs al parque, reuniones familiares, una pachanga...

Quizá antes pensáramos que una vida social plena era posible practicando el ocio en espacios comunes -bares, parques, pistas deportivas...-. Quizá antes pudiéramos llegar a pensar que no era necesario sacrificar tanto por acumular riquezas. 

Las crisis capitalistas de 2008 y anteriores nos enseñaron que el dinero en los bancos se podía devaluar y que, por tanto, era mejor invertirlo. Incluso la vivienda se podía devaluar, así que era mejor diversificar. La lección ha sido siempre que debíamos ser emprendedores e inversores, estar en la cresta de la ola, siempre arriba... Pero también se podía hacer la lectura de estas crisis como infortunios que nos golpean de forma aleatoria, imprevisible e inevitable y que, quizá, resulte mejor vivir al día, ir tirando... Porque no hay valores seguros y no tendría sentido acumular otra cosa que no fueran experiencias -quizá, en el 15M, esta lectura alcanzó relevancia como crítica al sistema-. 

No sé cuántas décadas puede durar la lección de esta pandemia, pero llama la atención que su mensaje case tan bien con el capitalismo de consumo y con un individualismo recalcitrante: -Acumula todo lo que puedas porque, cuando vengan mal dadas, los que tengan una casa grande van a estar más agustito.

 

Cuando Pablo Iglesias se compró un chalet, supuso un duro golpe para muchos de sus votantes... Quizá esperaban algo diferente de este líder: que deseara cosas diferentes a las que deseaban el resto de líderes. Porque sólo alguien con deseos y anhelos opuestos a los de quienes dirigen el sistema -un sistema que acumula riquezas en manos de unos pocos a costa de la miseria de muchos- está en condiciones de llevarnos a un mundo más justo. 

Esta idea del deseo como herramienta transformadora del mundo ya estaba presente en filósofos del siglo pasado, como Deleuze o Lyotard. Y parece que, hoy día, tiene más sentido que nunca. Cuando el consumo vampiriza toda nuestra energía para dejarnos vacíos y solos -en nuestro enorme chalet- ante una pantalla que no para de emitir contenidos que apuntalan el relato de la individualidad.

Quizá sería mejor que existieran la magia, la religión, el destino... Una misión más allá de las pulsiones y los mecanismos de recompensa. Quizá una vida menos atomizadora y agobiante, una vida en común. Nuevos referentes, nuevos imaginarios que rompan con estas dinámicas de sálvese quien pueda -y quien más pueda, que se salve más-.

Al final del túnel hay luz. Canet de Mar, diciembre 2020


Referencias

lunes, 21 de diciembre de 2020

Asociacionismo: consenso Vs democracia

Me encontraba en una reunión de delegados de clase -en cada clase del cole se elige a una de las madres o padres para representar a todxs-. Siempre he sido muy reacio a estas formas de participación representativas -más en la situación actual, en que el aislamiento social impide la comunicación cara a cara, que es con la que la mayoría se siente más cómoda-. 
Pero bueno, son grupos pequeños -de entre 10 y 20 alumnxs por clase- y agiliza mucho las reuniones el que los interlocutores sean 15 personas -y no 250-. Aunque esto implique que la opinión de algunas familias quede silenciada.

Los grupos de cada clase funcionan como pequeños corrillos donde la gente está más desinhibida y cada cual da su opinión, a sabiendas de que no va a trascender. Tiene su utilidad, porque sirve para que, dentro de ese corrillo, se genere debate y se consoliden opiniones sobre temas de los que no todo el mundo tenía una opinión formada. La función de los delegados es luego transmitir esas opiniones a la dirección del cole.

 

Se trataba de una reunión telemática, una video conferencia grupal. Si ya resultan frías estas reuniones de por sí, al ver las caras individuales de los participantes en la pantalla del ordenador, era como abrir la puerta de un congelador. 
El grupo de delegados solo se constituye cuando lo requiere el equipo directivo del cole -es una especie de acto obligado-. No actúa nunca por iniciativa propia. No sienten que sean más que un vinculo de comunicación entre la dirección y el aula a la que representan.

La reunión fue convocada por la AMPA, una asociación de madres y padres unidos por intereses comunes: mejorar las instalaciones del cole, potenciar la convivencia entre familias, organizar actividades extracurriculares, representar los intereses de las familias ante las diferentes administraciones... 
Aunque en colaboración con el equipo directivo del cole, la AMPA actúa por iniciativa propia, en función de los intereses y preocupaciones de sus miembros, o de los que les trasladan las familias. 

A pesar de su labor, la AMPA no goza de simpatía entre un porcentaje importante de las familias del cole. Diría que el asociacionismo de cualquier tipo despierta animadversión en este pueblo. La sociedad está muy polarizada y reducen las personas a una única dimensión: la dimensión de los partidos políticos. 
Y la gente es muy militante, se posiciona vehementemente en uno un otro bando al primer movimiento de piezas. 

A esta animadversión de la población general, se superpone el hecho de que los poderes fácticos aspiran a mantener un cierto control sobre el movimiento asociacionista. Con medios materiales -atrayendo mediante subvenciones o ayudas-, o bien, colocando personas de su confianza en los espacios de toma de decisión. Por cuanto son agrupaciones de personas con intereses muy concretos que pueden generar consensos en aspectos nunca abordados en la lucha política por el poder, o que entren en conflicto directo con el poder mismo.

En este escenario, no hay debate posible y todo se reduce a medir las fuerzas, a vencedores o vencidos.  


Hace unos días empecé a leer "Un tributo a la tierra". Un cómic que narra la historia de los pueblos aborígenes de Canadá y su progresiva colonización por la sociedad occidental. En una de las viñetas, el autor añora aquellos tiempos en que los miembros de la tribu se reunían para debatir algún tema. Primero hablaban los más ancianos y luego espontáneamente cada uno iba aportando algún contenido nuevo, algún matiz... 
Luego llegaron los occidentales, con la extracción de gas y petróleo. Y la sociedad se dividió. Era imposible llegar a consensos y se recurrió a la democracia -el que tiene más votos gana-.

Fotografía de una de las páginas del libro "Un tribuo a la tierra" de Joe Sacco

 

Mientras hablaban los miembros de la AMPA, la cara del resto de delegados era de absoluta reticencia. Al final, alguien preguntó al director cuál era su opinión personal sobre aquello... 
Por fin todos tenían algo a lo que aferrarse para posicionarse: la opinión de una autoridad competente -y, menos mal, porque si no el debate hubiese estado sentenciado desde el principio-.


Creemos formar parte de sociedades muy avanzadas, disponemos de tecnologías que nos permiten intercambiar información con personas en la otra parte del globo pero, en lo social, estamos absolutamente en pañales. Somos incapaces de alcanzar acuerdos o de organizarnos para llegar a fines comunes. Sólo conseguimos una elevada organización recurriendo a formas de obediencia basadas en el poder y, en última instancia, en la violencia. 

Algo que, por otro lado, está poniendo de manifiesto la actual pandemia, con continuos mensajes de la población a las autoridades para que prohíban por ley las reuniones. Porque apelar a la responsabilidad individual es del todo ineficaz. Lo que viene a ser el reconocimiento de nuestra minoría de edad: puesto que somos incapaces de controlarnos, exigimos orden y castigo por parte de los que ocupan el poder de manera arbitraria.

jueves, 1 de octubre de 2020

¿La cultura ha fracasado? ¡Viva la muerte? ¡Muera la inteligencia???

El antisemitismo nazi durante la Segunda Guerra Mundial dejó una mancha de repugnante vergüenza en la conciencia de nuestras sociedades occidentales. Estábamos en la cumbre de la cultura, la técnica, la ciencia... Y, sin embargo, fuimos capaces de cometer aquellas atrocidades. 

Lo peor es que no parece hayamos quedado vacunados por la experiencia. En Europa siguen proliferando los partidos de corte xenófobo y ultranacionalista. En España tenemos a vox, un partido con un discurso bastante agresivo y simplista, que se basa en la idea de: los españoles primero... Pero no cualquier español, sino los españoles normales: los de la capital y la meseta, los que hablan bien el castellano, preferiblemente hombres, católicos, monárquicos, heteroxesuales... mejor si son ricos... Pero también atraen al votante pobre con la idea de que, expulsando a los extranjeros -inmigrantes-, habrá trabajo y dinero a espuertas para todos. 

Casi 4 millones de votos tuvo en las últimas elecciones. En este país siempre ha habido nostálgicos del militar golpista que gobernó España con mano firme durante casi 40 años. Yo siempre los había visto como gente rancia -pijos de otra época-, o bien, gente a la que la broma se les había ido de las manos -ese gustillo que tienen muchos por decir burradas para escandalizar al personal-. El problema es que esas burradas siguen estando en las instituciones, tienen voz y tienen poder.

Tweet publicado por el líder de vox, el día que se cumplían 100 años del surgimiento de la legión (el borbón, felipe VI, nunca fue legionario)
 

Los de vox utilizan una estética y una pose militarista. Algo así como si fueran señores feudales dispuestos a embarcarse en la conquista de América o en una cruzada contra los moros. Aunque, realmente, sólo son charlatanes, hacen política: hablan, presentan leyes, mociones de censura... Y, la verdad, la política española es bastante chabacana. Parecida a los combates de Pressing Catch. Puro teatro para proyectar imágenes simples que puedan despertar afinidades entre los electores.

 

Recuerdo que Pablo Iglesias -o cualquiera de los impulsores de Podemos- tenía un discurso muy sólido y valiente, antes de que su partido entrara en las instituciones. Luego todo eso cambió. Ahora sólo dice bobadas, perogrulladas, consignas simples. Evasivas o, bien, confrontamientos dialécticos. La política exige simpleza, rebajar el nivel intelectual para adaptar el discurso a las masas que observan distraídas. Militar, repetir insistentemente las consignas hasta que calen. Con todo y eso, hay grados. Y, aunque hay partidos que reducen más que otros, al final, ese tener que moverse en el marco de la legalidad, lo políticamente correcto, lo práctico, lo apto para todos los públicos... conducen al discurso binario del "estás conmigo o estás contra mí" -la confrontación-.


Por ejemplo, vox utiliza el concepto difuso de nacionalismo, para construir una cierta idea de hombre normal -varón, blanco, católico, promilitar, castellano parlante- contrapuesto a lo otro -las personas que ocupan las peores posiciones en la escala social: inmigrantes, mujeres, minorías étnicas, pobres...-. Suele ocurrir que, las personas que llamamos inmigrantes, acumulan todos esos roles. Así que, el discurso de vox, no es más que una forma de defender la desigualdad. Una desigualdad que es más bien una forma de opresión, ya que todos esos inmigrantes realizan los trabajos más duros y arriesgados de nuestras sociedades, sin ningún tipo de protección: jornaleros del campo, cuidadoras de personas dependientes, prostitutas, comerciantes de droga, trabajadoras del hogar... y, en general, la mayoría de trabajos que han de realizarse al margen de la ley.

También, cuando denigran lo "progre", o niegan la necesidad del feminismo, están defendiendo los intereses de esa "su normalidad". En nuestras sociedades occidentales salta a la vista que, aunque en un plano legal, la mujer pueda tener los mismos derechos y deberes que el hombre, no ocurre así en el plano social. La mujer continúa asumiendo el rol de ama del hogar, responsable de los cuidados y la educación de lx niñxs, es la que debe estar siempre guapa y arreglada, la que debe permanecer casta y sobria... Es verdad que lo único que obliga a asumir esos roles es la presión social. Y, aunque no sepamos muy bien en que unidades medir esa "presión social", lo cierto es que existe, y genera situaciones de estrés y sometimiento sobre las mujeres. Sometimiento que se proyecta también en los múltiples feminicidios  que ocurren cada año -el hombre se siente dueño y señor, el que controla la violencia y el que está en plenas facultades para ejercerla-. 

La derecha ofendidita siempre dice que no todos los hombres son maltratadores. Y tiene razón. Pero continúan existiendo costumbres arraigadas en bajos instintos, que encuentran nichos sociales en los que se refuerzan y acaban cebándose contra todos esos otros excluidos de la norma. Se puede estar en desacuerdo en cómo se afronta ese problema de forma práctica. Pero negar el problema, desde mi humilde opinión, es un error.

Quizá los feminicidios sean sólo la punta de un iceberg que se levanta sobre la industria del porno, la prostitución, las agresiones a inmigrantes, la ilegalización de colectivos, el acoso infantil... Vamos, que persisten un montón de actitudes que utilizan al otro como un medio, como un cuerpo sobre el que infligir dolor, sobre el que proyectar deseo u odio, o con el que comerciar como objeto de mercado.


Solemos pensar que la norma es lo más común, lo mayoritario. Pero ya hay muchos pensadores que nos advierten de que la norma es más bien algo raro. Algo que se fija con violencia y cuyo único objetivo es mantener ciertos privilegios. Aunque se trate de un privilegio tan estúpido como: -Yo me voy a jugar al paddle mientras tú haces los recados -y de paso te compras algo bonito para ti. Guapa!-. O tan macabro como: -Yo te esclavizo, te mato y te robo porque no hablas mi idioma, tienes la piel de color y la ciencia me ampara argumentando que perteneces a una raza inferior.  

-Sí, pero mira los dirigentes de Podemos: ahí, viviendo de puta madre a costa de decir que trabajan para las clases más desfavorecidas. Es verdad que Podemos parece sólo desear el poder, o que sólo le interesa la fama, la riqueza e inflar su ego. Eso es algo que tienen en común todos los dirigentes de los partidos y, en general, cualquiera que se alza en representante de los demás -y es algo sobre lo que siempre hay que estar alerta-. Pero el discurso de Podemos no es el de la explotación y el privilegio, como sí lo es el de vox. Y si vox fuese consecuente con su discurso, se vería obligado a utilizar la violencia contra toda esa otredad que tiene claramente identificada. Un tipo de violencia que iría en la línea de la ya implantada en muchos ámbitos del país y de Europa: vallas y alambradas para blindar fronteras, campos de refugiados, Centros de Internamiento de Extranjeros...  Ahora, con la COVID-19, vemos también como se aplican medidas policiales y de control más severas en los barrios de menor renta -donde las personas viven más hacinadas y tienen mayor dificultad para acceder a los servicios públicos de asistencia-. También hemos asistido en los últimos años a represión de ciertas manifestaciones culturales -Valtònyc, los titiriteros, Strawberry, Willy Toledo...- así como de los intentos de vincular una cierta identidad cultural con una legalidad -como ocurrió con la declaración de independencia de Catalunya-. La normalidad ataca con violencia cualquier intento de disidencia, justo porque se sabe que de "normalidad" no tiene nada.


Cuanto más simplista es el discurso de un partido, más insulsa y vacía es la apariencia de sus miembros. Así, la estética de los dirigentes de vox es la de gente que no le preocupa lo más mínimo las manifestaciones culturales o artísticas, salvo aquellas que sirven a sus intereses políticos o económicos. Una especie de zoquetes que no se van a dejar seducir por los cantos de sirena de "lo progre". No les interesa si la pintura ha evolucionado a través del expresionismo, la abstracción, el surrealismo... Ellos siguen fascinados con los retratos de reyes y el brillo del oro.

Así que, existen ciertos sectores de la sociedad que viven totalmente al margen de la cultura -del arte, la ciencia, la filosofía...- Y sólo les importa la simplicidad de sus consignas -para manejar grandes masas de gente, demasiado ocupadas en resolver los problemas que los apremian-. No es la cultura lo que ha fracasado, son la política, la desigual distribución del trabajo y la riqueza, o las formas de consumo compulsivo las que embrutecen a la humanidad y permiten que amplios sectores de la sociedad vivan de espaldas a la cultura.

La abolición de las clases sociales, o la restauración de los valores católicos europeos, están muy bien como marco teórico, o como medios para conseguir fines más elevados. Se pueden discutir, aprobar o reprobar. Pero, cuando llevar a la práctica esas teorías implica cualquier forma de violencia, debería hacernos sospechar que lo único que pretendemos es alzarnos en nueva normalidad, a costa de la explotación de otros.


En la película "Mientras dure la guerra", en el personaje de Unamuno, queda muy bien reflejado este problema de la cultura. Unamuno es un intelectual que añora los antiguos valores europeos y cristianos. Y, en un inicio, se posiciona a favor del levantamiento militar y en contra del gobierno de la república. Pero no tarda en darse cuenta del carácter violento del levantamiento. Una violencia especialmente encarnada en la persona de millán astray al grito de ¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia!

Pintada vista en Dublín - Enero de 2020


viernes, 13 de marzo de 2020

Narraciones. De procesiones, urbes y coronavirus

Estaba tomando unas cañas con amigos. Que resulta forman parte de una de las cofradías del pueblo -esa clase de gente que, en Semana Santa, saca de las iglesias imágenes de vírgenes y cristos y las pasea solemnemente por las calles del pueblo-.
Eso es todo lo que yo sé de las cofradías. No es algo que nunca me haya interesado, aunque algunas veces sí que me paso a ver las procesiones. Resultan un espectáculo curioso, como de otra época, con música, autoridades... Y una oportunidad de encuentro con los forasteros que visitan el pueblo en esas fechas.

Pero para los cofrades es algo más serio. Después de todo, son un grupo de gente variopinta que debe planificar una actividad para exhibirla ante todos los vecinos del pueblo. Y, claro, tienen que organizarse.
Las calles del pueblo periódicamente se adecentan, reparan y someten a obras. Así que, una de las cosas que deben discutir y fijar es el recorrido de las procesiones para ese año.
Supongo que al montar un espectáculo así, lo que se pretende es contar una historia. En principio, la historia de Cristo en sus últimas semanas de vida. Pero la historia de Jesús ha sido siempre polémica. Hay quien la cuenta de forma rimbombante desde el Vaticano y, otros, de forma mucho más austera desde las parroquias a pie de calle. Por poner dos ejemplos enfrentados -que hay muchos más, porque durante dos milenios da tiempo a construir muchos relatos sobre su obra y vida-.

Así que, elegir las calles no debe ser tema trivial. No se cuenta lo mismo pasando con penurias por una calle estrecha y mal iluminada que haciéndolo por una amplia avenida, con chorritos, terrazas y luces de colores. Si a todo eso le sumas intereses personales, partidistas, piques con otras cofradías... ¡Menudo cirio!


***************


Zootopia es una película de animación destinada al público infantil.
La verdad que la imagen y la animación están muy, muy cuidados. Los colores y los movimientos de los personajes te encandilan desde el minuto uno.
Así que, se ha convertido en una de las películas favoritas de la mayor de mis hijas.


La historia también te atrapa, está llena de intrigas, pequeñas historias anidadas, saltos en el tiempo... Pero, para mí, tiene ciertos aspectos que no me gustan en absoluto:

El hilo conductor de la película es el deseo decidido de una conejita por convertirse en policía.
Con el montón de profesiones que existen en el mundo tienes que hacer que la protagonista de la historia sea policía??!!
Además, tratándose de una película que se llama "Zootopia" -aludiendo a "utopía"-, resulta difícil imaginar que sea necesaria la existencia de policía. Porque la policía no deja de ser una herramienta de control sobre cierta parte de la población, para que no se le ocurra perpetrar actos que atenten contra "los buenos" (los propietarios). En el fondo, una herramienta para sostener y defender los privilegios de unos pocos sobre el resto. Si fuera una sociedad realmente utópica, de iguales, basada en la racionalidad y el bien común ¿Por qué iba a ser necesaria la policía?

Otro de los pilares fundamentales en los que se asienta la película es que los animales han dejado de ser salvajes y viven en armonía en una gran ciudad, Zootrópolis  -el nombre que toma la película en España-. Herbívoros y depredadores han dejado de lado sus instintos naturales y sus actos son guiados por la más absoluta racionalidad -como si fueran humanos-. Pero la ciudad que describen no es diferente de una jungla: asentada en la desigualdad de barrios ricos, pobres, guetos... donde todos compiten contra todos. Una estructura imposible de sostener sin que unas reducidas élites se ocupen de administrar el poder. Es decir, una urbe donde el deseo, el instinto, el sadismo... en fin, lo irracional, dan forma a la sociedad.


Así que "Zootrópolis" me parece un título mucho más apropiado que "Zootopía". Porque no deja de ser una metrópolis, como las que conocemos hoy día, donde los habitantes son animales, en lugar de humanos.

También tiene algunos aspectos positivos.
No quiero hacer spoiler de la película, así que no voy a desvelar detalles relevantes del argumento. En cierto momento de la trama, surge la polémica de que los depredadores pueden llegar a ser peligrosos, y acaban siendo víctimas de cierto prejuicio social -no deja de ser un ingenioso giro que los depredadores sean víctima de los prejuicios de los herbívoros-. Un prejuicio que además surge, y es alentado, desde las autoridades y los aparatos de control de esa misma sociedad. Un tema de candente actualidad en nuestras sociedades occidentales, donde la precariedad, el individualismo y el estado de constante alerta hacen que surjan brotes xenófobos y racistas, al mínimo atisbo de cambio.
Y este aspecto, junto con el hecho de que la protagonista sea de género femenino, y no esté estereotipada como sexo débil, es lo más remarcable de la película.

Por lo demás, no deja ser una apología del orden establecido, de la vida en mega urbes como el culmen de la evolución, de la meritocracia individualista como esa idea de que con tu propio esfuerzo puedes llegar a ser lo que te propongas... Lo que viene siendo propaganda del estilo de vida americano. Un estilo de vida dañino para el planeta y la mayoría de la población.


***************


Cuando se cuenta una historia se hace siempre desde una determinada posición, y con unos determinados fines. Por ejemplo, las historias de las guerras las cuentan siempre los vencedores, con la intención de legitimar la victoria -también en un plano teórico-.
La historia de Jesús la contaron sus discípulos, no porque quisieran joder a la humanidad padeciendo mil miserias en la tierra, sino porque creían realmente que encontrarían recompensa en el reino de los cielos.

Hay muchas películas como Zootrópolis, producidas en EEUU por grandes compañías, que invierten enormes sumas de dinero en su producción, y recaudan beneficios aún mayores. El capital anda siempre en esas: queriendo justificarse y reproducirse, buscando difundir -como los discípulos de Jesús- su doctrina. Y lo envuelven todo en esos envases tan coloridos y atrayentes que nos deslumbran y nos hacen olvidar todo lo demás.


Solo con cierta distancia -situándonos en las fronteras- podemos tomar consciencia de nuestra posición y los fines que perseguimos. Solo así conseguimos ver que esas historias las cuentan otros y las cuentan contra nosotros. Historias que, además, se aprovecha para difundir en los momentos que somos menos críticos: en la infancia, durante el ocio...

Ahora ha surgido una pandemia de coronavirus. Un virus nuevo que, aunque no tiene consecuencias graves en individuos saludables, se extiende con gran rapidez por todo el mundo.
Y la amenaza de la enfermedad ha hecho que nuestras posiciones cambien, y también nuestros fines. Aunque sólo sea durante las pocas semanas que dure el estado de alerta.

Al inicio de la pandemia hemos sido racistas con los chinos, los hemos ridiculizado y cuestionado sus métodos para contener el virus. Cuando la amenaza se ha ido acercando, hemos tomado consciencia de que no estábamos a salvo de nuestros propias aversiones irracionales. Y, por ello, hemos mirado con recelo a los que de forma imprudente se salían de los principales focos de infección -las ciudades- para desplazarse a los pueblos.

No paran de surgir voces que cuestionan nuestro actual modo de vida: hacinados en grandes metrópolis, con unos hábitos de consumo obsesivo/compulsivos -que se han llevado hasta el ridículo en el desabastecimiento de supermercados con las primeras alertas de infección- y unas formas de ocio y trabajo basadas en el desplazamiento rápido y continuo entre las diferentes urbes -que han transformado en unas pocas semanas una enfermedad local en una pandemia global-.

La amenaza del coronavirus ha conseguido que bajen los desplazamientos, el precio del petróleo y  las emisiones de CO2 -todo lo que no han conseguido años de continuos mensajes de concienciación verde-. Resulta que la solución no estaba tanto en cambiar los combustibles fósiles por energías renovables, como en bajar el ritmo, desacelerar, decrecer...
También se nos dice que la contención del virus puede estar más en olvidarnos de nuestra individualidad y ser cooperativos, responsables y respetuosos para con los demás, que en acatar ciegamente medidas que van de arriba hacia abajo. Que una sanidad pública que atienda a todos por igual es la única forma de contener una enfermedad que viaja en los mocos de gobernantes y CEOS y que afecta por igual a ricos, mujeres, niños, pobres...

De repente, el coronavirus ha puesto en jaque todos los principios del neoliberalismo. Lo ha dejado desnudo. Y ha cuestionado todos sus fundamentos: sí, el beneficio económico es sólo eso, no tiene que ver con la necesidad, y mucho menos con la responsabilidad.

Rodalies de Barcelona - Febrero 2020


jueves, 5 de marzo de 2020

Carnaval y contrapoder

En el pueblo se vive intensamente el carnaval. Mogollón de peña se pasa meses preparando disfraces: planteando ideas, coordinando equipos, trabajando en la elaboración... La gente se reúne en grupos para conseguir objetivos de lo más creativos, coloridos, divertidos... Nada que ver con las cosas horribles y grises que hacemos todos los días por dinero.

Sí, el carnaval es de lo más revolucionario.
Aquí, además de la faceta lúdico-festiva, ha tenido gran importancia la crítica al poder. Cuando era niño solía haber varias murgas y estudiantinas. Algunas de ellas con letras bastante corrosivas -de peor o mejor gusto-, que directamente apuntaban a los que ocupaban cargos de poder en el pueblo, la comunidad, el país...

En las zonas rurales no tenemos periódicos o medios de comunicación que puedan ser críticos con los poderes públicos. No es que no exista libertad de expresión, cada uno puede decir lo que buenamente le parezca. Pero alcanzar verdadera difusión, organizar, sistematizar... requiere de cierta inversión. Sólo así la crítica resulta efectiva y puede afectar las decisiones de quienes ocupan cargos en las instituciones. Pero, normalmente, solo pueden realizar esa inversión los mismos que gobiernan -o los aspirantes a gobernar-.

Así, en España, tenemos periódicos que típicamente se consideran próximos a ciertos partidos políticos y que dedican sus titulares a ensalzar sus logros o bondades, a denigrar las acciones del resto de contrincantes, o simplemente a dar relevancia a las noticias que avalan los lemas electorales del partido. Vamos que, a nivel nacional, está completamente normalizado que exista una cierta lucha sucia por el poder. Y no tiene sentido ser crítico con dicho poder si no aspiras a acapararlo tú mismo.

En los pueblos, al menos en el mío, el poder político se ejerce de forma monolítica por un único partido. Así que, cualquier publicación en medios locales, o en redes sociales, acaba siendo mera propaganda de las acciones que se realizan desde las instituciones -o que cuentan con el beneplácito de estas-. Así, pareciera que todo está bien en el mejor de los mundos posibles. Y, ese parecer, sería indiscutible si no tuviéramos el Carnaval... y las murgas.

Ahora sólo queda una murga en el pueblo... Una única murga, un único partido, un único periódico... Resulta curioso como, frente a la existencia de una enorme multiplicidad de organismos e instituciones encargadas de administrar y gestionar el territorio y sus gentes -ayuntamientos, mancomunidades, diputaciones, autonomías...- existen apenas unas pocas opciones políticas para acceder a su control. Como si no existiese conflictividad, como si todos estuviéramos de acuerdo con la estructura organizativa de nuestras instituciones, o con los eventos, actividades y sectores que se priorizan.
-Todo está bien como está y los gobernantes sólo deben hacer bien su trabajo y gestionar los recursos sin robar. -Nos decimos (quizá con razón), porque la política de partidos parece completamente encorsetada en la estructura de las instituciones.

Así que, el tema de la única murga del pueblo acaba siendo algo muy esperado. Una recopilación de los chascarrillos que los hombres han ido comentando en los bares. Acompañado con música y cantado con la intención de hacer reír a los vecinos -a costa de ridiculizar las acciones y la figura de los gobernantes-. Lo que se hace de forma profusa durante todo el año en pequeños corrillos abandona la clandestinidad y trasciende a la esfera pública en el Carnaval.

Así que, cantar en la murga se ha convertido en un oficio de riesgo. Porque para que tenga gracia debe caricaturizar el poder, presionar los límites, jugar con la ironía, generar controversia, rozar el mal gusto, lo inmoral... Todas esas cosas que  a los poderes no les hacen nada de gracia, porque minan su popularidad -y, en nuestras democracias representativas, el gobierno se gana con popularidad-.

En los pueblos, todos proyectamos una imagen en el resto de vecinos -por tenue, borrosa y desfigurada que sea-. El Carnaval también sirve para eso: para conocer qué imagen pública proyectas. Los que ostentan el poder y controlan los fondos públicos tienen medios y oportunidades para que su imagen sea acorde a sus intereses. Pueden pagar medios de difusión e, incluso, atraerse ciertos sectores de la sociedad que les puedan resultar estratégicos -no hace falta recurrir a ninguna ilegalidad: sólo el agilizar o ralentizar trámites burocráticos resulta una medida potenciadora o disuasoria suficiente-.

Así que, nadie quiere tener el poder en contra. Y las murgas van desapareciendo. Quedan como pequeños reductos de contrapoder, como células antisistema que sólo quieren reír y beber mientras todo arde alrededor.
Si existe un mundo mejor, que se pueda construir después del incendio, es algo que la resaca y el quehacer diario no nos van a dejar descubrir.

Todo muy carnavalesco, muy de la máscara. Unas fechas para convertirse en el Joker y dejar desnudo a Batman: ese pijo redomado y obsesionado con la ley y el orden -el orden establecido-.

Los Lolailos -la murga de Herrera del Duque- + el Joker. Carnaval 2020

viernes, 7 de febrero de 2020

Ruralidad y barbarie: la militancia "política"

Aquí, en el pueblo, solemos decir que, en la organización de tal o cual evento, se ha generado mal rollo porque se ha "politizado" -o porque se ha mezclado la "política"-.
Y entrecomillo "política" porque no creo que en ese caso se esté hablando de política realmente -quizá solo en un sentido muy vago-.
Más bien, se trata de rencillas personales entre los que se adscriben a cada uno de los dos bloques antagónicos en torno a los que se vertebra la vida social en el pueblo: los conservadores -los que tradicionalmente han mirado con buenos ojos a terratenientes, nobles, militares o propietarios- Vs los "progres" -herederos de una cierta tradición burguesa progresista y liberal-.

Normalmente hablamos de derechas e izquierdas -que todos lo entendemos mejor-.
Se trata de un pueblo chico, en un terreno de montes, y, al final, la idea general que manejamos de terratenientes y burgueses es bastante limitada. Por terrateniente entendemos cualquier propietario de al menos una porción de tierra que permita mantener a toda una familia. Y la noción de burguesía progresista abarca desde funcionarios a propietarios de negocios, autónomos... o cualquier otro profesional que no dependa del campo para su subsistencia. Entre medias queda la inmensa mayoría de desposeídos: jornaleros, amas de casa, asalariados... Que están en situación de dependencia respecto de los otros grupos y que, por tanto, se identifican con uno u otro bando.

Independientemente de cuál sea la motivación para identificarse con derechas o izquierdas, no tiene nada que ver con las ideologías políticas -entendida la política como una serie de preceptos y normas para organizar la vida social, la economía, el trabajo y los medios de producción-.
En ocasiones, me sorprendo escuchando ideas neoliberales y racistas en boca de personas que se consideran de izquierdas de toda la vida.
En el sentido contrario también veo incongruencias similares: voxeros o peperos defendiendo ideas totalmente comunistas -cooperativas, intervención de mercados, protección del pequeño comercio...-
Al final, el sentirse parte de cada uno de los bloques, tiene más que ver con una cierta tradición familiar y con los mitos, poses y símbolos compartidos dentro de cada facción. Y, estos símbolos y mitos, están relacionados con la guerra civil y el franquismo: las derechas simpatizan con el relato del militar golpista benefactor de la nación y las izquierdas se oponen a él -al considerarlo un tirano opresor y asesino-.

-Fuuaaaa! Pero eso de franco hace ya mil años!
-Sí, pero el relato ha tenido continuidad. Por ejemplo, vox es un partido "moderno" de reciente creación, con gran cantidad de adeptos. Y, míralo, ahí: con sus ideas de una grande y libre, el racismo por bandera -los españoles primero- y hablando del consenso "progre" -a modo de libertinaje decadente y muera la inteligencia-. Además, con una serie de recetas absolutamente neoliberales en lo económico. Su ideario no dista mucho de las últimas décadas de dictadura franquista.

Y, bueno, la simbología y la mitología son importantes y entretenidas... Pero, a la hora de hacer política, lo que cuenta son los planes económicos y organizativos -Programa, programa, programa. - Que diría Anguita-.
Y, la verdad, ambos bloques manejan planes y programas similares. De ahí que, al inicio de este post, los presentase como bloques procedentes de los propietarios de la tierra y la burguesía, respectivamente. Porque no parece que fueran a defender ideas políticas muy diferentes unos de otros. Ya que, hoy día, podríamos considerar poco relevante la diferenciación entre propietarios y burgueses, al estar ambos grupos implicados y comprometidos con el desarrollo capitalista -insertos en una sociedad en la que el terreno, sus frutos y recursos se han convertido en una mercancía como cualquier otra-.

Así que, las ideas "políticas" de ambos bloques, pasan por una suerte de desarrollismo. Con unas prioridades de amplio consenso entre los vecinos de la localidad: mantener el pueblo vivo -lucha contra la despoblación-, conservación y mejora de los servicios básicos e infraestructuras, atraer inversión...
Las mayores disputas vienen por quién ha de llevar a cabo esos planes de desarrollo. Que, en el fondo, no es más que una pugna por dirimir quién se hace con el poder y el control de las instituciones.

Así que, los que se adscriben públicamente a cada uno de los bloques, acaban convertidos en militantes "políticos". Y deben defender las actuaciones y discursos de sus líderes, a la vez que atacar al contrario, independientemente de cualquier razón. Porque no hay una ideología política que sustente cada bloque. No hay razón... Solo barbarie... Y la esperanza de que los que accedan al poder recompensen a los militantes con puestos de trabajo -servidumbre-.

Auto de Fe de la Santa Inquisición en la plaza de Llerena - Foto de la maqueta expuesta en el Museo de la Historia de Llerena

**************

Mi padre no es originario de este pueblo y suele contar que, cuando llegó, le sorprendió que hubiese tan poca gente que viviese de sus propias tierras. Que de donde él venía (La Mancha), había quién tenía más y quien tenía menos, pero la mayoría podía vivir de lo suyo.
En Extremadura hemos padecido durante siglos el problema del latifundismo. Supongo que eso forja un carácter especial. Un carácter que normaliza la existencia de dominantes y dominados, propietarios y aparceros, gobernantes y gobernados... Quizá por eso, más que en otros lugares, cuesta superar el bipartidismo. Quizá por eso, aquí, más que en cualquier otro sitio, siempre pareció extremadamente útopica y lejana una emancipación de la población. Una emancipación que la hiciera dueña de su propio destino y que acabara con las luchas de poder -un poder que, por fin, se encontraría distribuido entre todos por igual-.
Claro que, ese imaginario de emancipación, ya hace tiempo que se disipó del conjunto de la sociedad, en favor de una cierta idea de poder participativo -democrático-.

jueves, 19 de diciembre de 2019

¿Es Extremoduro un grupo para pijos y paletos?


A raíz de la noticia de la separación de Extremoduro, me encontré con este ingenioso comentario acerca de mi banda de música preferida. Justo yo, que soy habitante de un pueblo chico -un paleto-. Que además tengo muchos amigos que les gusta vestir de marca y miran con cierta complacencia a los de vox.
Así que, me descolocó y me hizo gracia por igual. Porque tenía su parte de razón -en cualquier otro caso hubiera sido un comentario irrelevante-.

Extremoduro es una banda extraña: se la etiqueta como rock urbano, cuando quizá sea más un rock rural. Una ruralidad que no es de paletos, en el sentido despectivo que se le atribuye: personas que no han atravesado nunca los límites de su localidad y se casan y mantienen relaciones entre ellxs, produciendo deformidades físicas y discapacidades mentales...
Yo creo que la de Extremoduro es una ruralidad más actual, que tiene mucho que ver con el concepto de "España vaciada", que ahora está tan en boca de todos. En sus letras se habla de lo que toda una generación de "desertores del arao" hemos pensado de una manera u otra: ¿Por qué cojones me tengo que ir a vivir a una ciudad? ¿ Por qué tengo que aparentar que es eso lo que quiero? ¿Por qué no me puedo ir a cualquier otro lugar? Y rápido aparecen las respuestas: porque hay que ir donde está el trabajo, porque para alcanzar cierta relevancia hay que estar en las urbes -con las oportunidades-... Y claro, todo eso produce rabia.
"Voy a dejar esta ciudad, no me pienso despedir
de la gente, hace ya tiempo estoy ausente.
no sé ni a donde voy a ir,
no me he parado a pensar.
a un sitio de color de rosa.
Sin dios ni amo - ¿Dónde están mis amigos? (1993)

Esa ruralidad se mezcla en sus canciones con cierta idea de ecologismo, un ecologismo de pueblo, porque los que vivimos en los entornos rurales vemos continuamente como van desapareciendo formas ancestrales de vida que se encontraban en perfecto equilibrio con el entorno. Todo para satisfacer las necesidades de las ciudades: nos colocan pantanos, centrales nucleares, macrogranjas de cerdos, regadíos, alicatan los llanos con placas solares...
"Tenemos el agua al cuello con tanto puto pantano, 
las bellotas radioactivas, 
nos quedamos sin marranos.
Tierra de conquistadores, 
no nos quedan más cojones, 
si no puedes irte lejos 
te quedarás sin pellejo."
Extremaydura - Rock transgresivo (1989)

Pero de lo que más hablan las canciones de Extremoduro es de amor. En el fondo, podemos pensar que todas las canciones son canciones de amor, sino: ¿Para que mierdas ibas a hacer una canción? -no solo existe el amor erótico- Y, desde luego, la forma en que trata el tema no es una forma ñoña ni complaciente. Es una forma muy bestia, salvaje, de altos y bajos, casi violenta y poética a la vez.
"Pero ¿dónde están los besos que me debes?
En cualquier esquina,
cansados de vivir en tu boquita
siempre a la deriva.
Y llega en tu braguita el amor de visita 
Y en mis pantalones entre los cojones.
Voy a tatuarme ,azul, una casita
para que allí vivan nuestros corazones.
A fuego - Yo, Minoría absoluta

En general, nadie admite que el Robe hiciera una música muy sofisticada o muy novedosa, y... es cierto. Es una música de la raíz, que brota desde lo más básico de las pasiones humanas, aderezado con marginalidad y expresado en un rock sucio, irreverente, transgresor...
Podría haber sido un cantautor y utilizar ritmos melódicos para acompañar sus poemas campestres de amor y droga, pero eligió el camino tortuoso y lleno de malezas.

Lo curioso es que este tipo de música guste a los pijos. No hace mucho, tanto Inés Arrimadas como Irene Montero, admitieron en una entrevista con Jordi Evolé que Extremoduro era uno de sus grupos preferidos. También Melendi le dedicó un temazo, allá por 2006, "Arriba Extremoduro". Y creo que todos ellos dan el perfil de pijos.
Y bueno, los pijos también se drogan, también aman y también gustan de la naturaleza. Quizá el mayor problema lo tendrían con aquellas canciones que arremeten contra las banderas, el sistema policial, judicial y político. No es que Extremoduro tenga un discurso muy elaborado al respecto, ni que maneje categorías conceptuales complejas que le permitan sistematizar su intuición de que esos sistemas de control son dañinos para el común de los mortales. Pero lo ve, lo siente y lo dice como le sale de los cojones. Que es lo que nos pasa a muchos cuando se nos revela esa idea difusa que no tenemos forma de expresar de forma ordenada y convincente: entonces damos un golpe encima de la mesa, alzamos la voz y arremetemos contra todo diciendo muchas palabrotas.
"-¿Quién va a meterse por el culo
mi libertad de expresión
cuando diga que me cago en la constitución?
Nadie puede escaparse si todo es una prisión.
-¿Por qué coño hay tantos maderos a mi alrededor?.
Estoy cansado de romper televisores
y vuelven a salir de dentro siempre los mismos señores.
Voy a pegarme un cabezazo contra alguna barra
antes que se me ocurra alguna idea más bandarra.
Luce la oscuridad - Yo minoría absoluta (2002)


Pero bueno, hasta los pijos cargan contra el estado cuando les cobran los impuestos, o alguna resolución judicial no les es favorable, o los maderos les multan por ir bebidos, drogados, con exceso de velocidad... Aunque, obviamente, saben que el sistema, de entrada, siempre va contra los que tienen la pinta de Robe Iniesta.
"sábado por la noche comenzó la cacería
parezco ser la presa de un montón de policías.
estado policial estado policial.
Estado policial - Deltoya (1992)


Así que, con un discurso muy rudo, salvaje, antisistema, individualista, incluso antipático -Iros todos a tomar por culo era el título de uno de sus discos recopilatorios grabado en directo-, Extremoduro alcanzó unos niveles de popularidad que ya quisieran muchas compañías que gastan millonadas en promocionar a sus artistas.
Y, seguramente, ese éxito se deba a que fueron mucho más originales en su apuesta a largo plazo de lo que se les reconoce. Y, también, porque conectaron con muchísimos colectivos: punks, hippies, metaleros, bakalas... incluso con gente ecléctica o sin una identidad definida. Y lo hicieron sin el apoyo de grandes plataformas mediáticas. Supongo que ellos mismos han debido de flipar con su éxito.

Para mí, su mejor disco fue Agila (1996), luego ya la cosa fue menguando. Y creo que tiene cierta lógica que se separen: porque toda la energía que han desplegado durante todos los discos... no parece que sea sostenible a cierta edad. Y si te vas a transformar en otra cosa, mejor dejar Extremoduro como lo que es.
 "Decidí
aprender a hacerme yo la maleta para poder vivir.
Hoy lloré,
se me habrá metido un poco de arena,
eso no es para mí.
Decidí - Rock transgresivo (1989)

Así que. sí, los pijos y paletos actuales también están el saco. El saco de un grupo mucho más amplio de españoles de clase media y baja que fuimos jóvenes mientras la banda estaba en activo.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Hazte socia de la AMPA de tu colegio

Tuve un arrebato de padre responsable e implicado en la educación de sus hijas y me hice miembro de la AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos) del colegio.
Mi mujer es maestra en ese mismo cole, así que yo estaba totalmente despreocupado. Ella lleva a las niñas y está al tanto de todo. Yo no tenía que responsabilizarme. Ni siquiera pisaba el edificio.

En mi afán presuroso por implicarme -y también por despiste e ignorancia- acabé metido en el Consejo Escolar... Que también está guay para enterarse de lo que se cuece en el colegio. Pero me sentía -y me siento, porque aún sigo ahí metido- como un intruso. Las familias me designaron en unas elecciones democráticas. Pero yo no me creo legitimado para erigirme en representante de nadie. Tampoco existen canales de comunicación para ejercer de vínculo entre el conjunto de familias de alumnos y el resto de la comunidad educativa.
Supongo que una sensación así debe asaltar a muchos políticos: que les han puesto ahí por haber ganado unas elecciones -en lugar de un concurso de oposición, por ejemplo-.

Después de diversos avatares, conseguí unirme a la AMPA. Gran parte de las antiguas miembro dejaban la asociación porque sus hijos pasaban al insti y había que llenar ese vacío.
Hay muy buen royo. Es una asociación. Algo relativamente informal: un grupo de gente que quiere hacer cosas por el cole, por los alumnos y por sus propios hijos. Sin jerarquías -más allá de las que exigen las instituciones para ser interlocutor para con ellas-.
La verdad que llevan acabo bastantes actividades, colaboran con los profes y ayudan al cole donde la burocracia y el dinero de las instituciones no llega -o llega tarde-. Se hace lo que se puede, teniendo en cuenta que es una asociación con pocos miembros, que los medios materiales son bastante limitados y que funciona con padres, y sobre todo madres, que tienen sus propias obligaciones y ceden de forma altruista su tiempo en estos menesteres.

La principal fuente de financiación de la AMPA son las cuotas de socios. Y, por desgracia, no hay muchos...
Tener ideas está guay pero, para materializarlas, se suele necesitar pasta. Puedes tirar de voluntarios -y la verdad que padres y madres se implican muchísimo-. Pero para actividades con grupos grandes se necesita material en cantidades industriales. Además puede resultar un tanto violento o abusivo que siempre colaboren las mismas personas sin recibir nada a cambio -más, teniendo en cuenta que todo el personal del cole y de la administración cobra su salario- y que quien suele colaborar son precisamente las personas que no tienen empleo -por los horarios lectivos-. Padres y madres lo hacen encantadas: porque pasan el rato cerca de sus hijos y compañeros en un ambiente diferente a la familia. Pero cuando hay que recurrir a personas que no tienen vínculo con el cole...
Hacer cosas por los niños está bien, pero vivimos un mundo globalizado, con terribles desigualdades y miserias: uno no puede implicarse en todas las luchas.

Otra fuente de financiación son las subvenciones. Las instituciones, que recaudan los impuestos a los más ricos, los revierten al conjunto de la sociedad en forma de ayudas económicas. Pero las subvenciones son también pequeñas trampas: porque se conceden para realizar acciones en la dirección misma que apuntan esas instituciones. Muchas veces son solo una forma de sacudirse la responsabilidad y hacerla recaer sobre el receptor de los fondos: 
-Hay que hacer esto, toma el dinero, hazlo tú y gástalo sólo en eso. 
-No, mira... es que necesitamos el dinero para esto otro.

 
En los últimos años, asistimos a una cierta dejadez de los servicios básicos por parte de las administraciones públicas. Lo que redunda en una peor calidad de los mismos.
Los que pueden permitírselo demandan mejoras y crean la ocasión para que servicios como la educación y la sanidad acaben siendo privatizados... Que no está mal, pero el problema es que, además de pagar el cole, vas a tener que seguir pagando impuestos -y sabemos que hay familias que no pueden afrontar gastos extras-.
Las AMPAs, y otro tipo de asociaciones, pueden ayudar a paliar esta tendencia, además de implicar en la solución a los afectados por el problema. Es una lucha desigual, porque las asociaciones no tienen poder ni medios... Pero es moralmente necesaria. 

El movimiento asociacionista vive malos tiempos. Los estados y sus instituciones se han hecho con el control de todos los ámbitos, también los culturales y lúdicos. Eso ha restado autonomía a las asociaciones, que tienen una gran dependencia de la administración.
Las zonas rurales y marginadas no resultan atractivas para la inversión privada, y la escasez de población hace difícil el asociacionismo para causas concretas. Así que nos hemos acostumbrado a que cualquier iniciativa provenga de ayuntamientos, autonomías... y la población acabamos por volvernos objetos pasivos, despreocupados o, a lo más, críticos con las iniciativas públicas -después de todo, es su trabajo, cobran por ello de nuestros impuestos y tienen que hacerlo bien-.
Quienes dirigen las instituciones lo hacen inmersos en sus creencias, sus ideales, sus fantasías... Tienen los medios, la autoridad y el tiempo para llevarlos acabo. Eso determina que toda iniciativa parta de estas clases gobernantes. Y la dirección que apuntan y apuntalan no tiene porqué coincidir con las inquietudes e intereses de la población general.
No son iguales las iniciativas que brotan desde la población que las que salen desde las administraciones. No son lo mismo en las formas, ni en los medios, ni en los contenidos.

Los estados te pueden obligar a pagar los impuestos. La AMPA no te puede obligar a que pagues la cuota de socio -puede constituir una obligación moral, pero no es una obligación legal-.
Para mí eso es lo maravilloso de la AMPA -y en general de cualquier asociación sin ánimo de lucro-:
-¿Quieres colaborar y abrir un camino que vaya en cierta dirección?
- Sí.
-Entonces: asóciate, haz propuestas, implícate... No esperes a que tu candidato favorito salga elegido presidente del gobierno.


Le educación es obligatoria. Los estados apremian y aprietan para que escolarices a tus hijos. ¿Vas a dejarlos en manos de burócratas y funcionarios de carrera sin preocuparte lo más mínimo de lo que se les inculca?
Niños y niñas necesitan referentes diversos. Porque ser conscientes de la diversidad y de las infinitas posibilidades que tenemos nos hace más libres, más felices.
Los colegios siguen siendo órganos del aparato de control de los estados, es comprensible que profesores y gestores no consigan pensar la diversidad más allá del marco normativo que los rige.
Alguien debió darse cuenta de estas limitaciones y, en algún momento, se decidió que las familias, y el conjunto de la sociedad, debía colaborar en esa tarea de control que supone la educación pública para, de alguna manera, contribuir a su legitimación: surgieron las AMPA, los consejos escolares y otras herramientas de colaboración.
Gracias a todo eso, la educación ha cambiado mucho en las últimas décadas: ha pasado de ser algo exclusivo de clases adineradas a extenderse al conjunto de la población. De utilizar métodos punitivos y represivos a otros más motivacionales y de refuerzo positivo. De estar controlada por la religión a estarlo por los estados y los poderes económicos.
Su función de control social se sigue manteniendo, pero incluso los que somos conscientes de ello, lo creemos necesario -aunque sólo sea en un sentido socialmente práctico-. Eso sí, tiene que ser permeable a las demandas e intereses de la población.

Es un camino difícil -el del asociacionismo-, todos tenemos nuestras propias ideas, creencias... Hay que transigir en muchos aspectos. Pero es un escenario acotado a la educación de nuestra prole. Es posible llegar a acuerdos porque todxs queremos lo mejor para lxs niñxs: que disfruten de su infancia y se les permita llegar a donde elijan ir.

Con hacerte socio y colaborar con la AMPA no vas a salvar el mundo, pero en el cole pasan mucho tiempo lxs niñxs, así que, no parece mala idea contribuir a su bienestar y abrir su abanico de referentes.

I want you for AMPA
Escultura egipcia señalando a lxs socixs de la AMPA. Neues Museum (Museo Nuevo) - Berlín - Noviembre de 2018


martes, 22 de octubre de 2019

Luchemos como viejos por el fascismo pop en las batallitas de oficina

Paco había vivido toda su vida en un barrio obrero de Sevilla. Allí regentaba un pequeño taller mecánico. Había trabajado largas jornadas por más de 45 años. Su esposa y él sacaron adelante a sus tres hijas. Pagaron sus estudios, estancias en el extranjero, academias... Las mantuvieron alejadas de las garras del trabajo hasta que consiguieron una buena colocación.
En los últimos años de la empresa familiar, Paco, se subió la cuota de autónomo para que le quedara una pensión digna. Su mujer se había dedicado a las tareas del hogar y, aunque echaba una mano en el taller, lo hacía sin contrato. Así que tendrían que vivir los dos con la pensión de Paco. Afortunadamente, terminaron de pagar las hipotecas antes de la jubilación. 
Hoy, Paco y su mujer, Ana, junto con miles de jubilados del norte y sur de la península, llegan caminando a Madrid. Para manifestarse por unas pensiones dignas.
- Somos unos afortunados. -Comenta Ana ante los micrófonos de Telecinco. - Mi Paco cobra 900€ al mes. Nuestras hijas no necesitan ayuda. Una es médico en Londres, otra en Frankfurt y la más pequeña es ingeniera informática en Nueva York. No las vemos mucho, pero estamos muy orgullosos de ellas -una lágrima se escurre por su mejilla-. Mi Paco y yo vamos tirando con los 900€. Venimos a la manifestación porque en el barrio ves situaciones muy duras: gente que ha estado toda la vida trabajando como burros pero les quedan pensiones bajísimas y, además, tienen que ayudar a los hijos... Y, bueno, aquí en Madrid, la capital del reino, hay mucho dinero. Dicen que los diputados cobran buenos sueldos... Seguro que cuando conozcan nuestras historias tomarán medidas. ¡Llevamos toda la vida luchando por nosotros y nuestras hijas, no vamos a permitir que un cordón policial nos frene! ¡Somos viejos joder!
Mandril disecado. En el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. 19 de Octubre de 2019

**********************
Venía en el autobús escuchando la conversación que un chico joven mantenía por teléfono con su hermana. Lo acababan de ascender en el curro y estaba muy contento. -Tú lo que tienes que hacer es dedicarte a las cosas que te dan más dinero e ir dejando las otras actividades. Si no, vas a estar toda la vida trabajando.
Después describió todos los productos que había comprado en una gran superficie, el coche de empresa que le habían asignado y todos sus extras.
El chaval era joven -veintipocos años- pero ya tenía bastante experiencia -por los infortunios que narraba en otras empresas-.
Había abandonado su pequeña ciudad de provincias para instalarse en una mega urbe llena de oportunidades. Sin duda: había prosperado, había conseguido dar el salto a una nueva y flamante clase social. Seguro que no volveríamos a encontrarlo en el autobús.

******************
El otro día, santiago abascal -que no tiene nada que ver con nati abascal- acudió como invitado a "el hormiguero" -un programa de entretenimiento-.
Hace unos años, su partido -considerado de corte fascista por un amplio sector de la sociedad- no tenía representación en el gobierno. Pero ahora que la tiene, está legitimado para aparecer en televisión y difundir su mensaje racista y misógino.
Recordé este post "La prensa cambia de chaqueta", donde el Doctor Zaydus auguraba el auge del "fascismo pop".

*******************

Me encontraba tomando café con los compañeros del curro. Hablábamos sobre las vacaciones y el Camino de Santiago. Uno de los jefecillos comentaba que él lo había realizado en bici, pero que era una paliza. -Bueno, depende de cómo te lo tomes, pero yo tenía pocos días y me había propuesto terminarlo.
El tío no se rinde ni deja que nadie le pase por encima -ni jefes ni subalternos-. Supongo que es lo que, desde recursos humanos, llaman un perfil agresivo -aunque resulta un tipo afable y simpático-.
Después nos estuvo contando una historia sobre su hijo adolescente: había perdido un partido de fútbol y estaba muy malhumorado porque no aceptaba la derrota. -¡Vaya! No tiene a quién parecerse -pensé de forma irónica para mis adentros-.
-Tú sólo tienes niñas ¿Verdad?
-Sí -contesté.
-Las niñas son mucho más tranquilas. Mi hermana tiene dos niñas y, cuando nos reunimos, las ves ahí tan calmadas, en un rinconcito, jugando con sus muñecas... Mis hijos no: están todo el tiempo compitiendo y poniendo la casa patas arriba.
-Bueno, yo no creo que sea por la condición biológica de ser niñas. Lo veo más como una cuestión cultural: a los niños se los educa para la competitividad y la agresividad, mientras que a las niñas se las orienta a los cuidados y la sumisión; la mayoría de referentes de lo masculino y lo femenino van en esa dirección.
-No, no, no... Eso va en los genes. Mis hijos eligen sobre sus actividades y sus referentes, yo no los he condicionado nunca... 
-Tienes razón -yo no soy un perfil de esos que, en recursos humanos, llaman agresivo-.

sábado, 25 de mayo de 2019

Feminismo y terror sexual


El feminismo está en auge. En campaña electoral todos los partidos políticos manifiestan su opinión y tienen propuestas al respecto. No hay nadie que pueda escaquearse de este discurso. Y las posiciones son muy variadas: desde los que creen que las desigualdades no son tan grandes y que las mujeres deben seguir siendo mujeres (sin que se les prive del acceso a la vida pública); hasta los que sostienen que vivimos en una sociedad heteropatriarcal que restringe los lugares y las conductas a las que las mujeres deben someterse.

Se ha avanzado mucho en cuanto a las reivindicaciones feministas, es innegable: la mujer es un sujeto de derecho por sí misma, sin ninguna dependencia de maridos, padres o tutores. Y, aunque no es la norma, ha conseguido acceder a los puestos de poder y control que los hombres crearon a medida para otros hombres.
Tanto en el plano de las élites económicas como en la masa de trabajadores y desposeídos, la mujer ha ido adquiriendo relevancia en la esfera pública.
Podría decirse que, poco a poco, han ido desapareciendo los elementos legales y socio-culturales que ejercían coerción sobre la mujer.
Y ha sido gracias a la lucha de las propias mujeres. Una lucha desde abajo. Una lucha que no interpela a facciones políticas (de derechas o izquierdas), sino que apela directamente a la razón de los seres humanos:
- Si todas y todos somos miembros de la sociedad, no tiene ningún sentido que los derechos y deberes sean diferentes en función del sexo de cada individuo.

A mi modo de ver, la lucha feminista es un claro caso de éxito que, con mucho esfuerzo, sacrificio y constancia ha conseguido arrancar libertades al poder para un porcentaje muy amplio de población (la mitad de esa población). Una lucha que lleva siglos librándose (al menos desde las primeras sufragistas).

¿Pero "contra quién" es la lucha feminista? En Estados totalitarios sería fácil identificar el enemigo: el dictador militar que es a la vez autoridad religiosa. Que sería no sólo el represor de las mujeres, sino también de cualquier otro colectivo "exprimido". Pero, aunque en occidente hemos realizado una transición a otros tipos de gobierno y otras formas de control de la población, siguen existiendo mecanismos de represión y recompensa que limitan la libertad de las mujeres. Son mecanismos poco obvios y distribuidos entre el conjunto de la sociedad: instituciones públicas, privadas, relatos estereotipados de la realidad (actual e histórica)...

Los que utilizan el término "feminazi", sostienen que las feministas identifican al hombre con el enemigo. Pero no parece que el feminismo sea un movimiento que pretenda acabar con los hombres, o sustituirlos por mujeres. La crítica que realiza el feminismo es mucho más profunda y tiene que ver con comportamientos, normas y creencias que se han ido asentando en la sociedad a través de etapas sucesivas de la historia, y que abarcan todo el espectro de la vida pública y privada.

La antropología nos enseñó que existen muy diferentes tipos de sociedades: desde las más violentas a las más pacíficas; represoras o libertarias; patriarcales, matriarcales... El espectro es muy amplio. La sociedad occidental es sólo uno de esos modos de organización posibles. Pero es una sociedad que se ha expandido de forma masiva (viral, podríamos decir).
La nuestra es una cultura históricamente belicista y patriarcal: se puede observar en nuestras religiones, modelo de familia, instituciones, conflictos, lenguaje...
Podríamos decir que toda esa violencia y machismo tienen como fin articular una serie de privilegios de unos pocos sobre muchos: ricos vs. pobres, gobernantes vs. gobernados, inversores vs trabajadores, titulados vs no cualificados, hombres vs. mujeres...

La lucha del feminismo es, fundamentalmente, contra los privilegios de los hombres. Privilegios obtenidos a partir de la arbitraria asignación de genitales al nacer. Pero su lucha va más allá y arremete contra el poder político, legislativo, económico... En tanto en cuanto los privilegios de los hombres atraviesan transversalmente todos estos ámbitos (de ahí que, a menudo, se asocie con movimientos anticapitalistas).
Por ello, no debe sorprendernos que existan mujeres que declaren abiertamente no ser feministas o que existan hombres que digan serlo, en tanto en cuanto es una lucha contra cualquier privilegio adquirido de forma ilegítima (si es que hay manera de legitimar el privilegio).

En nuestra sociedad individualista y competitiva el privilegio es socialmente aceptado siempre que esté fundamentado en unos ciertos méritos: esfuerzo, habilidad, inteligencia, audacia... Y, obviamente, los de los hombres no están fundamentados nada más que en una serie de circunstancias históricas, que han mantenido siempre con violencia: desde la quema de brujas, al ajusticiamiento por adulterio. Todo para mantener a la mujer clausurada en el ámbito familiar y de cuidados.

En "El planeta de los simios" el mono más violento se hace con el control del grupo y, desde su posición de poder, construye una sociedad injusta y férreamente jerarquizada. Quizá nuestra sociedad occidental tenga un origen similar.
En la naturaleza las cosas son como son y no pueden ser de otra manera: no podemos cambiar la ley de la gravedad, la velocidad de la luz o los regímenes de las mareas. Pero en el mundo humano, en la sociedad, podemos elegir cómo queremos que sean las cosas. Así que, podemos elegir que gobierne la mona más inteligente, la más amable o, incluso, que no nos gobierne nadie en absoluto.



Si miramos los sistemas legales del pasado siglo, en los que se restringía el derecho a voto de la mujer, o se legitimaba al marido para asesinar a su mujer si la encontraba con otro en la cama, o su limitación a la propiedad privada. Podemos considerar que, en lo legal y lo económico, tenemos los mismos derechos y deberes.
Pero el movimiento feminista sigue insistiendo (no sin razón) en que la igualdad no se ha alcanzado: que los puestos directivos los siguen ocupando hombres, que la mujer sigue cargando mayoritariamente con las tareas de cuidados y del hogar, que el propio lenguaje invisibiliza y desprestigia a la mujer, que la violencia sexual se ceba especialmente con ellas...


Y es en la violencia sexual en lo que se centra la autora del libro  "Microfísica sexista del poder (el caso Alcasser y la construcción del terror sexual)". Partiendo del análisis del mediático crimen consigue fundamentar la vigencia de las reivindicaciones feministas. Y evidencia cómo el terror sexual contribuye a mantener el sometimiento de las mujeres ante un peligro que no afecta a los hombres.



Tenía vagos recuerdos de ese crimen (ocurrió en el año 92, yo tenía unos 11 años). En internet hay un montón de información: tres niñas de entre 14 y 15 años fueron brutalmente torturadas, violadas y asesinadas. El caso tuvo un gran seguimiento en los medios y parece que nunca llegó a quedar del todo resuelto.

El libro no entra en los detalles detectivescos del caso, sino que ahonda en las implicaciones coercitivas que estas manifestaciones de extrema violencia y su exposición en los medios tienen sobre el conjunto de las mujeres.

"... que este riesgo -el de violación- esté establecido y graduado no es accidental, forma parte del conjunto de recompensas y castigos que sirven para controlar socialmente a las mujeres y asegurar que se mantengan en su puesto, dentro del orden patriarcal. Este orden divide a las mujeres: las que aceptan las reglas del juego, a las que la sociedad va a proteger, y las otras, a las que se puede violar. La que sale de noche, la que vive sola, la que se atreve a ir al cine sin compañía, la que se atreve a entrar en cafeterías y bares, a hacer autostop... se arriesga a que le digan groserías, le den la lata, le metan mano, la soben, la violen"
Agresiones VII/7, "La violación", en CDM Maite Álbiz, Bilbao, s.f., p. 3

Muchos hombres se ofenden ante las denuncias feministas contra la violencia sexual, argumentando que los violadores y asesinos son individuos concretos y que no se puede acusar al conjunto de los hombres de ese tipo de comportamientos. Sobre todo, cuando se pretenden promulgar leyes no simétricas (en cuanto a género) para tratar de revertir esta lacra.
Quizá sean los mismos que ven en el movimiento feminista una especie de ataque de las mujeres hacia los hombres. Un ataque completamente infundado: no es que se pretenda que las mujeres  violen y asesinen a los hombres, lo que se busca es que no exista la violación en absoluto. Es decir, no se busca acaparar privilegios a costa del otro sexo, sino que cuestiona el privilegio en sí.


Otras referencias

“No tenemos que limpiar a Woody Allen para que su cine sea bueno”La escritora francesa Virginie Despentes publica la última novela de su trilogía, 'Vernon Subutex', y reedita su ensayo feminista 'Teoría King Kong'"
P. ¿Qué le parece el término "terrorismo machista"?
R. Adecuado. La violación es una forma de terrorismo. Cada violador es un terrorista que trabaja para sus compañeros. Para una ideología. No todos violan, pero todos disfrutan de la fuerza que otorga el miedo de la mujer.
[...]
R. Las chicas podemos hacer la guerra mejor, tenemos la costumbre de no escuchar nuestros deseos y sacrificarnos... Pero cuando eres el cuerpo que fabrica humanos la idea de matarlos por millones no te parece tan urgente.

Podcast del programa "La linterna de Diógenes" - "El caso Alcasser y la construcción del terror sexual"