viernes, 7 de febrero de 2020

Ruralidad y barbarie: la militancia "política"

Aquí, en el pueblo, solemos decir que, en la organización de tal o cual evento, se ha generado mal rollo porque se ha "politizado" -o porque se ha mezclado la "política"-.
Y entrecomillo "política" porque no creo que en ese caso se esté hablando de política realmente -quizá solo en un sentido muy vago-.
Más bien, se trata de rencillas personales entre los que se adscriben a cada uno de los dos bloques antagónicos en torno a los que se vertebra la vida social en el pueblo: los conservadores -los que tradicionalmente han mirado con buenos ojos a terratenientes, nobles, militares o propietarios- Vs los "progres" -herederos de una cierta tradición burguesa progresista y liberal-.

Normalmente hablamos de derechas e izquierdas -que todos lo entendemos mejor-.
Se trata de un pueblo chico, en un terreno de montes, y, al final, la idea general que manejamos de terratenientes y burgueses es bastante limitada. Por terrateniente entendemos cualquier propietario de al menos una porción de tierra que permita mantener a toda una familia. Y la noción de burguesía progresista abarca desde funcionarios a propietarios de negocios, autónomos... o cualquier otro profesional que no dependa del campo para su subsistencia. Entre medias queda la inmensa mayoría de desposeídos: jornaleros, amas de casa, asalariados... Que están en situación de dependencia respecto de los otros grupos y que, por tanto, se identifican con uno u otro bando.

Independientemente de cuál sea la motivación para identificarse con derechas o izquierdas, no tiene nada que ver con las ideologías políticas -entendida la política como una serie de preceptos y normas para organizar la vida social, la economía, el trabajo y los medios de producción-.
En ocasiones, me sorprendo escuchando ideas neoliberales y racistas en boca de personas que se consideran de izquierdas de toda la vida.
En el sentido contrario también veo incongruencias similares: voxeros o peperos defendiendo ideas totalmente comunistas -cooperativas, intervención de mercados, protección del pequeño comercio...-
Al final, el sentirse parte de cada uno de los bloques, tiene más que ver con una cierta tradición familiar y con los mitos, poses y símbolos compartidos dentro de cada facción. Y, estos símbolos y mitos, están relacionados con la guerra civil y el franquismo: las derechas simpatizan con el relato del militar golpista benefactor de la nación y las izquierdas se oponen a él -al considerarlo un tirano opresor y asesino-.

-Fuuaaaa! Pero eso de franco hace ya mil años!
-Sí, pero el relato ha tenido continuidad. Por ejemplo, vox es un partido "moderno" de reciente creación, con gran cantidad de adeptos. Y, míralo, ahí: con sus ideas de una grande y libre, el racismo por bandera -los españoles primero- y hablando del consenso "progre" -a modo de libertinaje decadente y muera la inteligencia-. Además, con una serie de recetas absolutamente neoliberales en lo económico. Su ideario no dista mucho de las últimas décadas de dictadura franquista.

Y, bueno, la simbología y la mitología son importantes y entretenidas... Pero, a la hora de hacer política, lo que cuenta son los planes económicos y organizativos -Programa, programa, programa. - Que diría Anguita-.
Y, la verdad, ambos bloques manejan planes y programas similares. De ahí que, al inicio de este post, los presentase como bloques procedentes de los propietarios de la tierra y la burguesía, respectivamente. Porque no parece que fueran a defender ideas políticas muy diferentes unos de otros. Ya que, hoy día, podríamos considerar poco relevante la diferenciación entre propietarios y burgueses, al estar ambos grupos implicados y comprometidos con el desarrollo capitalista -insertos en una sociedad en la que el terreno, sus frutos y recursos se han convertido en una mercancía como cualquier otra-.

Así que, las ideas "políticas" de ambos bloques, pasan por una suerte de desarrollismo. Con unas prioridades de amplio consenso entre los vecinos de la localidad: mantener el pueblo vivo -lucha contra la despoblación-, conservación y mejora de los servicios básicos e infraestructuras, atraer inversión...
Las mayores disputas vienen por quién ha de llevar a cabo esos planes de desarrollo. Que, en el fondo, no es más que una pugna por dirimir quién se hace con el poder y el control de las instituciones.

Así que, los que se adscriben públicamente a cada uno de los bloques, acaban convertidos en militantes "políticos". Y deben defender las actuaciones y discursos de sus líderes, a la vez que atacar al contrario, independientemente de cualquier razón. Porque no hay una ideología política que sustente cada bloque. No hay razón... Solo barbarie... Y la esperanza de que los que accedan al poder recompensen a los militantes con puestos de trabajo -servidumbre-.

Auto de Fe de la Santa Inquisición en la plaza de Llerena - Foto de la maqueta expuesta en el Museo de la Historia de Llerena

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Mi padre no es originario de este pueblo y suele contar que, cuando llegó, le sorprendió que hubiese tan poca gente que viviese de sus propias tierras. Que de donde él venía (La Mancha), había quién tenía más y quien tenía menos, pero la mayoría podía vivir de lo suyo.
En Extremadura hemos padecido durante siglos el problema del latifundismo. Supongo que eso forja un carácter especial. Un carácter que normaliza la existencia de dominantes y dominados, propietarios y aparceros, gobernantes y gobernados... Quizá por eso, más que en otros lugares, cuesta superar el bipartidismo. Quizá por eso, aquí, más que en cualquier otro sitio, siempre pareció extremadamente útopica y lejana una emancipación de la población. Una emancipación que la hiciera dueña de su propio destino y que acabara con las luchas de poder -un poder que, por fin, se encontraría distribuido entre todos por igual-.
Claro que, ese imaginario de emancipación, ya hace tiempo que se disipó del conjunto de la sociedad, en favor de una cierta idea de poder participativo -democrático-.

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