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viernes, 8 de marzo de 2019

China, el partido único y el rumbo de Herrera



En mayo se celebran elecciones autonómicas y locales en Extremadura. Y se rumorea que en mi localidad, Herrera del Duque, habrá una única opción política -la que, a groso modo, lleva gobernando desde la muerte del militar golpista-.
Así que este año no se dará la paradoja de las dos españas -sublevados vs republicanos-. El pp siempre había sacado sus concejales, pero parece que este año no los necesitará. Habrá un único partido para representarnos a todos: el psoe. Un partido que aúna los anhelos e intereses de los dos bloques tradicionales: una mezcla de tradicionalismo en lo cultural y progresismo en lo económico -dirigidos y ordenados desde las instituciones públicas-.
Es lo que podríamos llamar "la distopía China"... Esa idea se me dibujó entre las cejas mientras veía esta micronoticia sobre la Asamblea Nacional Popular de la república "comunista":



En el vídeo se nos muestra a China como una gran compañía. En libre competencia global con otras tantas: CocaCola, Europa, Google... Y que, por tanto, debe ser dirigida con mano firme y eficiente para alcanzar los objetivos que se fijan en estas asambleas. Algo que sólo puede lograrse bajo el férreo control de un hábil y sereno hombre de negocios: el amado líder.
-Ains... Si Marx levantara la cabeza.

Desde las democracias occidentales siempre se ha criticado el modelo chino de gobierno. Seguramente por no encontrarse alineado con los intereses económicos de EEUU -porque, en la práctica, no es un modelo tan exótico-.
Por ejemplo, en mi pueblo y mi región, este esquema chino de gobierno se ha estado materializando durante bastante tiempo: el mismo partido dirigiendo simultáneamente la localidad, la comunidad autónoma y el estado. Todos los líderes que ostentan algún cargo público unidos por el mismo cordón ideológico y la militancia de partido.
Algo que, en principio, no es ni bueno ni malo. Incluso, aparentemente, puede ser beneficioso para ciertos sectores, por ejemplo para los vecinos de nuestro pueblo: los integrantes del partido son personas motivadas que quieren hacer prosperar su región y sus gentes. Esas personas se van insertando en la estructura del partido, conociendo y consiguiendo tratos de favor por parte de otros líderes en capas más altas del poder, atrayendo la inversión pública y dando notoriedad a la zona -crecimiento-.
Y, está bien, porque, tanto aquí como en China, nadie se atrevería a poner en duda que el objetivo de cualquier empresa, por pequeña o monstruosamente grande que sea, es el crecimiento. El amado líder chino no cuestiona ese esquema y, por supuesto, las autoridades de nuestra localidad tampoco -¿A quién le importa la sostenibilidad, o si el crecimiento es a costa del raquitismo de otros?-.


Ya no vivimos los tiempos de grandes ideales políticos: libertad, igualdad y fraternidad. Y estamos plenamente convencidos de que existe una única forma posible de gobierno: la democracia representativa. Que se lleva muy bien con la única forma posible de organización económica: el capitalismo. Ambas, estructuras piramidales basadas en la desigualdad, donde unos pocos deciden sobre la forma de vida y trabajo de la mayoría.

-Ya, pero China no es una democracia.
-Bueno, si hacemos el ejercicio de pensar la democracia como un estado gradual en el que, a mayor porcentaje de población participando del mayor porcentaje de decisiones políticas, más democrático es el sistema. Entonces tenemos que China no es tan diferente. Tanto allí como aquí un porcentaje muy pequeño participa activamente en la política. Allí sólo puedes insertarte en el escenario político a través de un partido y aquí tienes tres o cuatro. Sí, estamos mejor, pero no mucho más.

Los chinos idolatran a su líderes. En nuestro pueblo muchos de los defensores del actual equipo de gobierno alardean de las altas posiciones que han alcanzado algunos de sus integrantes dentro de las estructuras del partido -y también en las instituciones regionales y autonómicas- como alegato para mantener la fidelidad de los votantes:
-Es mejor que gobiernen siempre los mismos porque ya se conocen entre ellos y es más fácil tramitar cualquier inversión...
Así, los privilegios de la localidad van creciendo con los de los miembros del partido.
Con esto, parecen decirnos que la política no es cosa del pueblo, que es cosa de profesionales: los grandes propietarios, los empresarios y las personas que aspiran a forjarse una carrera política.

Se vuelve todo muy endogámico y, como ocurriera en la nobleza y la realeza, empiezan a surgir malformaciones.
De ahí que una de las críticas más airadas contra estos sistemas de gobierno de partido único sea la red de clientelismo, dependencia y corruptelas que generan. Un partido no tiene porqué funcionar de forma transparente y democrática.
Y no es ese un problema que vaya a suprimirse con la existencia de un oligopolio de partidos que se disputan y reparten el poder. Pero, quizá, sí se reduciría y, al menos, de cara al conjunto de la sociedad proporcionaría una mayor sensación de seguridad y transparencia.

En Extremadura siempre hemos padecido el problema de grandes latifundios -Lo que mande el señorito- y, en España, hemos tolerado que un reducido conjunto de personas acapare grandes cotas de poder.
Es un problema que seguimos soportando, quizá lo hemos interiorizado y normalizado. Por eso aguantamos con apatía y resignación que existan uno o dos partidos políticos que monopolizan las instituciones. O, quizá, nuestras instituciones están diseñadas para ser administradas en régimen de monopolio. Vamos, que nos gusta que siga habiendo señoritos. Eso sí, que sean avalados con nuestro voto.
Algún día, ese esquema llegará también a China y, con suerte, nosotros habremos avanzado en nuestro grado de democracia, habremos guillotinado a los líderes, tomado las riendas de nuestro gobierno y sólo habrá música en los corazones...

"Si le das mas poder al poder
Mas duro te van a venir a coger"
Molotov - Gimme tha power


jueves, 21 de febrero de 2019

El silencio de otros

El miércoles fui al cine del pueblo. Proyectaban la película-documental "El silencio de otros". Que trata sobre las víctimas republicanas de la guerra civil española -y las que también lo fueron durante los casi 40 años de dictadura franquista-.

El documental empieza fuerte: señalando la continuidad de las instituciones y personajes de la dictadura en la nueva y flamante democracia.
Una idea que ahora nos parece obvia -que no puedes venir de una dictadura y volverte demócrata de toda la vida- es un pensamiento que se nos ha negado durante décadas, por el bien de la propia  democracia. Porque pone de manifiesto que lo importante no es el sistema de elección de los gobernantes, o de los cargos públicos que ejercen poder sobre la población, sino que los gobernantes y poderosos sigan la línea marcada.

Uno tiene la sensación de que no sólo se nos ha negado la crítica a la transición, sino también el conocimiento de nuestra historia del pasado siglo. De la guerra y de la dictadura no se habla en los colegios ni en las familias.
Yo nací en la democracia, ya con ciertas ideas consolidadas en la opinión pública:
  • La transición fue modélica y pacífica
  • La ley de amnistía del 77 era necesaria para dejar de mirar al pasado y entrar de lleno en el ilusionante futuro democrático
  • El rey nos salvó del golpe de estado de tejero
  • Republicanos y sublevados cometieron crímenes por igual
40 años después, estos puntos empiezan a someterse a crítica y a ponerse en cuestión. Concretamente, el documental pone el acento en la ley de amnistía del 77 y nos presenta la lucha de colectivos del bando republicano por conseguir cierta reparación y reconocimiento, en lo que se conoce como la "querella argentina".
En la guerra civil murieron gentes a ambos lados. Pero no hay que olvidar que fue franco quien se levantó en armas contra el gobierno legítimo. Y que, una vez en el poder, otorgó reparación y reconocimiento a los vencedores, y represión y violencia para los que perdieron la guerra.
Así que, no son lo mismo los crímenes de uno y otro bando.

La continuidad del régimen franquista en la actual democracia se trata de forma menos directa en el documental. Utilizando imágenes de un franco ya moribundo que deja al rey al cargo, con su famosa frase de "Todo está atado y bien atado". Y con imágenes de dirigentes del PP como los principales interesados en pasar la página de franco -algo bastante sesgado, porque el PSOE ha gobernado un porrón de años con el mismo interés en remover la historia-.
Esto es quizá lo que menos me gustó del documental, que cargaba de forma obscena contra el PP, cuando el olvido a que se ha sometido esta época de la historia es responsabilidad de todas las facciones políticas que han ostentado el poder desde la muerte del dictador.

Pero la continuidad del régimen franquista no quedaba sólo en el ámbito de la política, sino también en las propias instituciones del estado. Como demuestra el robo de bebés, durante los 80's, en hospitales, para ser adoptados por personas adineradas. Práctica que se había consolidado durante el régimen -los bebés se robaban a los rojos, madres solteras y demás pecadores-.

Durante los 40 años de dictadura los vencedores estuvieron escribiendo la historia. Y, en los otros 40 años de democracia, durante los que hemos podido recuperar el relato de los vencidos, preferimos olvidarla y mirar al futuro con infantil ilusión... Como si nada hubiera pasado, como si aquello no fuera con nosotros, como si eso fueran historias de otros...

En esta línea se trata el tema de nombres de calles y monumentos en honor al régimen franquista. Eliminar esos nombres de los espacios públicos es necesario, no por negar u olvidar la historia, sino porque esos personajes no merecen ningún honor ni admiración, más bien todo lo contrario, son nombres que atemorizaron, sometieron y violentaron a una parte muy importante de la población

El documental es ameno, muy cuidado y emotivo. Muy en la línea del cine español de las últimas décadas sobre la guerra civil. Y es que el cine español ha hecho una labor muy importante por intentar reconstruir la mirada de los perdedores -algo que nunca ha hecho el sistema educativo o las instituciones de este país-. Con todo, hay que tener en cuenta que la mirada del cine no es la de la historia -como ciencia de estudio del pasado- sino la mirada del arte, de la intuición.


viernes, 28 de diciembre de 2018

Del salario mínimo interprofesional y la huella ecológica al colapso del capitalismo

Hace unas semanas, los partidos a la izquierda del espectro político español, anunciaron como un gran logro la subida del salario mínimo interprofesional a 900€. Curiosamente, el sueldo de cualquier político o funcionario es muy superior a esa cantidad, aún así, también anunciaron subidas de sueldo para los funcionarios.

Los salarios se establecen en función de la oferta y la demanda. Excepto políticos y empleados públicos, que están excluidos de esa lógica de mercado.
Y, aunque nadie necesita un político que le represente (porque los adultos ya sabemos cómo nos gustaría vivir y el tipo de sociedad que queremos construir), les pagamos su abultado sueldo y aplaudimos que sean garantes de una cierta idea de democracia y progreso.
El caso de los funcionarios es diferente: están ahí para garantizar que los servicios universales que ofrece el Estado a sus habitantes queden cubiertos. Definen y defienden el marco legal en que las empresas realizan sus transacciones económicas y mantienen una cierta uniformidad cultural y moral dentro del territorio (educación, policía, eventos culturales...).

El político, desde su torre de marfil, pone precio a las 40 horas semanales de trabajo. Pero el político es un representante, no un trabajador. Además, muchos de los políticos no han trabajado nunca y, muchos de los que lo han hecho, ha sido en el sector público. Así que, su consciencia de la presión que ejercen los mercados sobre las clases trabajadoras, queda limitada a la empatía que sean capaces de sentir por situaciones que nunca han vivido y nunca padecerán.

Sube el salario mínimo y sube el de los funcionarios. No se trata de una medida de equidad o justicia social (lo sería si solo subiera el salario mínimo). Se trata de una medida que ahonda en el expansionismo económico, en el crecimiento y en el aumento de los niveles de consumo y endeudamiento.

¿Cuánto dinero es el mínimo que necesita una persona para sobrevivir? Y ¿Para vivir dignamente? Y ¿Para vivir lujosamente? ¿Es justo que una persona que trabaja 40 horas semanales sea pobre?
Al final, la cantidad de dinero que necesita una persona para vivir viene marcado por los que viven lujosamente en su misma sociedad. Ellos son los que encarecen los productos, los que marcan el modelo a seguir, y al que aspiran el resto de clases que se encuentran por debajo. Por eso, la cantidad es muy diferente dependiendo del país donde habites.

Coche siniestrado, en el mismo año en que el diésel empieza a estar en el punto de mira de los grandes ayuntamientos (Noviembre de 2018).

Todos queremos vivir mejor: el que cobra el salario mínimo quiere cobrar por encima de esa cantidad, el funcionario de tipo C quiere ser como el de tipo A. El que se dedica a la cría de cordero quiere vender más y a mayor precio... Y nadie cuestiona ese esquema de crecimiento. Aún sabiendo que no se puede crecer indefinidamente en un planeta finito: eso es lo que postula el concepto de huella ecológica.
"Los españoles necesitan de media 3,7 hectáreas para satisfacer sus consumos y absorber sus residuos. Es decir, casi el triple de lo que el territorio español ofrece. Con el ritmo de vida de los españoles, sería necesario que España fuera 2,94 veces mayor."

Parece intuitivo que en los países occidentales consumimos por encima de lo que trabajamos, es decir, que no somos autosuficientes. ¿De dónde sale todo ese excedente del que nos apropiamos? ¿Cuándo comenzó esa tendencia?
Quizá puedan verse antecedentes en la antigüedad clásica, cuando griegos, romanos y árabes se lanzaban a la conquista de otros pueblos, para obtener los recursos que les permitieran seguir acumulando riquezas (entre los habitantes que se habían organizado para someter a los "bárbaros"). Todos estos imperios acabaron colapsando una vez que los pueblos conquistados eran integrados en el sistema y el poder comenzaba a fragmentarse. Sin embargo, a escala global, hubiesen podido mantenerse sin necesidad de planetas adicionales.

Es en la Modernidad cuando parece asentarse un sistema económico de crecimiento basado en la búsqueda de recursos en cualquier parte del globo. Empezaron los portugueses y españoles extrayendo especias y metales preciosos de Asia y el nuevo continente. Los anglosajones cerraron el círculo vendiendo manufacturas en las colonias, donde obtenían materias primas a cambio de mano de obra esclava capturada en África.
Europa se lanzó a la tarea de acumular la riqueza que se extraía del resto de continentes. Cuanta más población y territorios se incorporan a ese esquema de extracción de riqueza, más complejo se volvía el sistema. Más aún, a medida que se iban agotando los caladeros de recursos.

Ahora, empezamos a ver algunas de las nefastas consecuencias de ese sistema: degradación de la naturaleza, alteración del clima, agotamiento de combustibles fósiles, paro y pobreza sistémicas (que alimentan el mercado laboral con mano de obra barata), conflictos bélicos por el dominio de áreas estratégicas, auge de los fascismos y nacionalismos (que tratan de mantener los privilegios de sectores reducidos de población), flujos migratorios masivos hacia las áreas donde se concentra la riqueza... ¿Nos encontramos a las puertas del colapso del capitalismo?

Más información sobre estos y otros temas, en los podscasts del programa de radio "La linterna de Diógenes"
Colapso. Capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo
Capitalismo y Esclavitud. El Tráfico de esclavos

martes, 11 de diciembre de 2018

De la hipertrofia de derechas a izquierdas canijas

Hace unos días se revelaron los resultados de las elecciones andaluzas... Y todo el país se llevó las manos a la cabeza cuando vieron la gran cantidad de votos obtenidos por VOX (un partido político considerado de extrema derecha).
Y es que, VOX, se ha atrevido a hacer explícitas pulsiones que ya estaban latentes entre los principales partidos a la derecha del espectro político. Tanto en el ámbito de lo económico como de lo moral y cultural.

Ciudadanos, como gran defensor del neoliberalismo económico, ya lleva tiempo tratando de erosionar el raquítico estado de bienestar. En favor de un estado dirigido por la iniciativa privada. El PP y el PSOE ya habían conseguido erosionar ese estado con sus continuos casos de corrupción y con la externalización de servicios y concesiones a grandes empresas privadas.
Así que, en su discurso económico, VOX, no aporta ninguna novedad. Lo único que hace es señalar esa dirección, sin ningún tipo de remilgos: -Lo privado es más eficiente, está exento de burocracia y ofrece calidades adaptadas a todos los bolsillos.
La tendencia general, a nivel mundial, parece ser la de seguir ahondando en un capitalismo de consumo, con escasas restricciones al libre mercado. Así que, todos estos partidos van en la buena dirección: en la dirección que marcan los grandes grupos financieros, controlados por unas pequeñas élites que escenifican sus juegos financieros en el gran tablero global.

En el plano moral y cultural es donde más se diferencia VOX. Realiza una apuesta clara por los valores del nacional catolicismo franquista. Que se podía ya descubrir en los sectores más rancios del PP, pero que no se atrevían a manifestar tan abiertamente, quizá por no levantar la sospecha de que el PP seguía siendo el brazo democrático de las élites de la dictadura.
VOX, además, añade su toque racista, para simpatizar con las clases bajas: aquellas que conviven más estrechamente con la inmigración. Y un toque misógino, como contrapartida a todas las políticas en favor de la igualdad de género que se vienen desarrollando, en mayor o menor medida, por los dos grandes partidos que se alternan en el poder. Estas políticas de igualdad parecen haber ofendido al hombre blanco heterosexual.

Quizá, lo que más ha popularizado a VOX, haya sido el "conflicto catalán". Y su apuesta por "Una grande y libre": "España no se rompe"; "Hay que luchar contra los golpistas independentistas"...
La verdad que han desplegado una simbología muy potente. Han hecho suyo el lema de "¡A por ellos, oé!" y han ensalzado los cuerpos y fuerzas de "seguridad" (represión) del Estado, y todo su aparato legal de crimen y castigo.

Así que, sí, VOX reúne todos los requisitos para ser un partido de derechas. Ellos se siente orgullosos pregonándolo y, las izquierdas (y el centro), se sienten aliviados al poder señalar a tan peligroso enemigo de la democracia... Quizá, pasando un poco por encima el hecho de que VOX está jugando a la democracia representativa, igual que ellos, aunque no estén de acuerdo con sus propuestas políticas. Y el juego democrático parece que se les da bastante bien a las derechas (más o menos extremas). Ya existen numerosos casos de éxito fuera de nuestras fronteras: Donald Trump en EEUU, Marine Le Pen en Francia, Bolsonaro en Brasil...

En el caso de las elecciones andaluzas, lo que sorprendió fue que, entre los tres partidos que se consideran abiertamente de derechas (PP, Ciudadanos y VOX), obtuvieran mayoría parlamentaria. Por primera vez desde la muerte del dictador. Mientras que el PSOE se llevaba el gran batacazo (ya no podrá seguir gobernando en Andalucía) y las confluencias de izquierda (Izquierda Unida y Podemos) perdía algunos de sus votos.

Para muchos, lo ocurrido en Andalucía es preludio de lo que podría ocurrir en las elecciones generales. Y todos quieren aprender de esta experiencia.
Quizá, lo más significativo, es que la derecha, tradicionalmente representada por un único partido (el PP, los herederos de los que ganaron la Guerra Civil), se encuentre más fragmentada que nunca y que, a pesar de esa fragmentación, haya cobrado fuerza. Vamos, que han tenido éxito haciendo justo lo contrario que han hecho las izquierdas con su reagrupación (Podemos + Izquierda Unida: un conglomerado descafeinado de socialdemocracia).
Mientras, el PSOE se ha quedado en tierra de nadie, en una posición de derechas en lo económico y cierto progresismo de izquierdas en lo moral ("Todo por el pueblo, pero sin el pueblo").

La derecha ha ganado posiciones con su radicalismo. Y la izquierda las ha perdido con su afán de girar al centro, tratando de complacer a las élites, a la vez que hace concesiones a las masas de trabajadores y desempleados. La izquierda se ha acomodado: a sus escaños, a sus posiciones en las diferentes instituciones del Estado... Y, en ese acomodo, las grandes fortunas le han ganado la partida. Aumentado la desigualdad hasta el punto en que: los mileuristas se han convertido en la nueva clase media y, los funcionarios de tipo C, en la nueva burguesía. Sostenidos, todos ellos, por una masa de precarios e inmigrantes, apremiados a trabajar bajo la amenaza del paro y la exclusión social.

Así que, si las izquierdas siguen defendiendo sus posiciones elitistas de gobernantes, dirigentes y cargos públicos, frente a una masa de ciudadanos pasivos. Todavía tiene muchos votos que perder, porque a elitistas no pueden ganar a VOX.

Si hay hueco para la ultraderecha, tiene que haberlo también para otras izquierdas, unas que defiendan un mundo más justo para todos, más participativo, menos penoso... Un mejor mundo posible, más allá del capitalismo de consumo y más allá de la democracia representativa. Un mundo donde "nadie escupa sangre para que otro viva mejor".
Un objetivo muy ambicioso pero, al menos, algo que no nos arroje a un fascismo 2.0: un fascismo votado.

Imagen extraída de la revista de humor "El Jueves": Santiago Abascal quiere limpiar España de Pokémons Y combinada con "Communist Valor!" de Knackebruh

"No imaginarias todo el beneficio 
que sale de ese precipicio 
llamado trabajo 
al que vas cada día.
Esto es sencillo:
no toleramos ni hoces ni martillos.
Siete gritones de muertos por el comunismo.
Y tenemos un plan:
Santiago Abascal montado en Charizard"
Fragmento de "Napalm de libre mercado" - Sons Of Aguirre & Scila

viernes, 30 de noviembre de 2018

El "Homenaje a Cataluña" de George Orwell

Hace unos días terminé de leer esta novela. La verdad que me enganchó desde el principio. Y es que ofrece una visión de la Guerra Civil Española a la que no está uno acostumbrado.
Supongo que la guerra debió de vivirse de muy diversas formas dependiendo del lugar donde pillara a aquellas pobres gentes, y dependiendo del bando en que les tocara posicionarse.
El relato de Orwell transcurre entre Cataluña y el frente de Aragón, que fueron las últimas zonas en caer bajo el control de las tropas franquistas.

Durante los casi cuarenta años de dictadura, el relato dominante había sido el de los que ganaron la guerra. Con la muerte del dictador empezó a cobrar relevancia el de los vencidos (concretamente el de los que ganaron las elecciones, los socialistas, a los que Orwell consideraría socialistas de derechas). Y lo que nos ha llegado a las generaciones posteriores es esa dualidad: vencedores-vencidos, izquierda-derecha, fascistas-antifascistas, dictadura-democracia.
Pero en "Homenaje a Cataluña" se describe una complejidad mucho mayor: división entre comunistas, socialistas, anarquistas, trotskistas, el gobierno catalán... con una única cosa en común: el enemigo fascista.

Orwell describe la situación desde su óptica de miliciano extranjero que combate en las líneas del POUM (un partido comunista trotskista, opuesto a al comunismo institucional de Rusia).

[...]La «línea» del POUM era aproximadamente la que sigue: «Carece de sentido hablar de oponerse al fascismo por medio de una democracia burguesa. La "democracia" burguesa es sólo otro nombre del capitalismo y lo mismo ocurre con el fascismo; luchar contra el fascismo en nombre de la "democracia" significa luchar contra una forma de capitalismo en nombre de otra forma que es susceptible de convertirse en la primera en cualquier momento. La única alternativa real al fascismo es el control obrero [...]»

Estas milicias de voluntarios, que contaban con muy escasos medios materiales (armas obsoletas, artillería pesada y municiones casi inexistentes), fueron las que consiguieron frenar el avance de las tropas franquistas por la península. Creando un cierto aislamiento del conflicto en la zona tras el frente de Aragón. Quizá, eso permitió fantasear durante los primeros meses de contienda con la posibilidad de una Revolución Obrera que llevase a una sociedad autogestionada.

[...]Cuando llegué a Barcelona por primera vez, me pareció una ciudad donde las distinciones de clases y las grandes diferencias económicas casi no existían. Eso era, desde luego, lo que parecía. Las ropas «elegantes» constituían una anormalidad, nadie se rebajaba ni aceptaba propinas; los camareros, las floristas y los limpiabotas te miraban a los ojos y te llamaban «camarada». Yo no había captado que se trataba en lo esencial de una mezcla de esperanza y camuflaje. Los trabajadores creían en la revolución, que había comenzado sin llegar a consolidarse, y los burgueses, atemorizados, se disfrazaban temporalmente de obreros. En los primeros meses de la revolución hubo seguramente miles de personas que deliberadamente se pusieron mono proletario y gritaron lemas revolucionarios para salvar el pellejo. Ahora las cosas estaban volviendo a sus cauces normales.[...]

Orwell terminó de escribir el libro antes de que finalizara la guerra. Los que nacimos ya en la democracia burguesa sabemos cual fue el desastroso final, y cómo el fascismo arrasó Europa en los años posteriores...
Es extraño, porque parece que no hayamos aprendido lo suficiente de aquella época: en occidente parecen tomar fuerza de nuevo los movimientos nacionalistas; el racismo y la xenofobia se ha volcado contra los inmigrantes del tercer mundo; los ejércitos siguen armados y bien armados.
Ahora sería muy difícil formar milicias de ciudadanos, porque, eso sí, los estados se han alzado con el monopolio del armamento. El capitalismo ya no tiene opositores, ni contraejemplos vigentes, campa a sus anchas por todo el globo, sometiendo a la miseria a un gran porcentaje de la población, contaminando, esquilmando recursos... Y todo para que unos pocos vivan muy bien. Aún así, en sus periódicas crisis, se atreve a decirnos que vivimos por encima de nuestras posibilidades. Cuando dedicamos largas jornadas de trabajo para subsistir en un frenético consumo. Cuando no dejamos de ver noticias de hambre y guerra en nuestros televisores. -¡Que nos nos engañen! ¡Vivimos muy por debajo de nuestras posibilidades!-

Cuando terminé de leer la novela estaba en Berlín. Una ciudad que había sido arrasada en la Segunda Guerra Mundial, y vuelta a construir.
Nos contaron historias de vallas y muros que dividían familias, a las que apenas separaban unos cientos de metros. Nos acordamos de Ceuta y Melilla, de México, EEUU... De barrios ricos y barrios pobres en toda gran urbe.
Todo es nuevo en Berlín. No queda ni rastro del nazismo. -Está prohibido exhibir cualquier símbolo nazi. -Nos comentó el guía turístico-. Como si los alemanes se avergonzaran profundamente de que aquel tipejo del bigote les hubiese engañado para satisfacer su afán de dominación expansionista.

Mientras, aquí, en España, todavía consentimos que el golpista que nos sumió en casi 40 años de dictadura tenga un monumento de dimensiones ciclópeas en el corazón del país; que todavía muchos digan que "con Franco se vivía mejor"; que incluso se paseen por el centro de la capital con sus banderas y cánticos para rendirle homenaje, en las inmediaciones del palacio donde vive el mismo rey que el dictador dejó al cargo de sus súbditos.

No sé si Orwell reconocería esta España nuestra, donde no existen alternativas políticas que cuestionen el capitalismo (ni a la izquierda, ni mucho menos a la derecha). Y es que, son muchos los que dicen que vivimos más en la distopía futurista descrita por Aldoux Huxley en "Un mundo feliz", que en el Estado de control policial descrito por Orwell en su más famosa novela "1984", seguramente muy influida por la experiencia vivida en la guerra civil española.
Toro de Osborne y edificio ruinoso junto a la autopista que une Zaragoza con Barcelona - 1 de Noviembre de 2018

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"Cuánto horror habrá que ver,
cuántos golpes recibir,
cuánta gente
tendrá que morir.

La cabeza bien cuidada
o muy bien estropeada
y nada
nada que agradecer.

Dentro de nuestro vacío
sólo queda en pie el orgullo,
por eso
seguiremos de pie.

Mogollón de gente
vive tristemente
y van a morir
democráticamente
y yo, y yo, y yo
no quiero callarme.

La moral prohíbe
que nadie proteste,
ellos dicen mierda,
nosotros amén,
amén, amén, amén,
a menudo llueve."
Fragmento de "Ellos dicen mierda"  - La Polla Records

miércoles, 17 de octubre de 2018

La radio y la actualidad

Hoy participé en una tertulia de actualidad, en un programa de la radio local... no sé porqué me meto en estos berenjenales, si la actualidad la vivo con retardo: no escucho la radio y no veo las noticias, ni tertulias. Además, con esta experiencia, me he dado cuenta de que a nivel regional y comarcal estoy aún menos informado.

Ha empezado el programa hablando del tren de Extremadura. Dada la serie de incidentes sufridos durante el puente del 12 de Octubre, parece estar sumido en la más absoluta dejadez (de esta noticia me enteré mientras estaba allí, sentado en la sala de la radio).
La verdad que he cogido muy pocas veces el tren para moverme en la comunidad autónoma (Herrera, mi pueblo, está muy lejos de cualquier vía de tren). Y, cuando lo he cogido, para ir de Madrid a Cáceres, resultaba muy romántico, bucólico... pero, como medio de transporte, el autobús era más rápido (de esto hará ya 20 años, y parece que nada ha cambiado desde entonces). Extremadura tiene pocos habitantes y la mayoría concentrados en en las Vegas del Guadiana, Cáceres, Mérida... está cerca de Lisboa. Seguramente, con unas buenas comunicaciones por tren, podría evitarse mucho tráfico rodado y quedarían las carreteras más despejadas, y en mejor estado, para los pobres diablos que nos movemos por las zonas más agrestes.
Me parecería bien que arreglasen o mejorasen el tren aunque, por mi circunstancia, estoy más interesado en que mejoren las comunicaciones con Barcelona. No sé por qué, nunca conseguí que invadiera el sentimiento patriótico extremeño. Así que, no consigo centrar mi interés en lo que cae dentro de esas divisiones tan extrañas que son las comunidades autónomas. Supongo que también influye el que la Siberia, mi comarca, sea fronteriza con Castilla la Mancha, que la mayoría de gente de por aquí se va a currar a Madrid, que mi padre es de Cuenca y que he tenido la suerte de estar danzando por la capital y por Barcelona bastante tiempo.

Después ha seguido el debate con el anuncio del arreglo de una carretera que une varias pequeñas poblaciones de la comarca: Helechosa, Villarta y Bohonal. Otro asunto de absoluta dejadez que, al menos, con la información de que disponemos, parece se va a solucionar. Han hablado sobre los detalles de la operación y las diferentes administraciones y partidos políticos implicados. Había oído algunas cosas antes, en las típicas conversaciones de bar y en comentarios en Facebook, pero no había llegado a formarme una opinión más allá del "ya era hora".
Se trata de una demanda histórica de la población de la comarca, y no creo que sea asunto de discusión de dónde salga el dinero porque: tanto si lo hace confederación hidrográfica del Guadiana, la junta de Extremadura o la diputación, el dinero sale siempre de nuestros bolsillos. Y nos gusta que nuestro dinero se emplee en cosas útiles, buenas y para las que existe un consenso generalizado. Cualquiera que haya pasado por esa carretera sabe que no se trata de un lujo innecesario.

Así que, me había encerrado en una conversación pública para debatir sobre unos hechos de los que prácticamente me estaba enterando en el momento... Y no soy persona de hablar por hablar... Mejor dicho, no soy persona de hablar. Paso mucho tiempo solo y la mayor parte del día no cruzo una palabra con nadie. Pero sí me gusta expresarme. Y también me gusta enterarme de estos asuntos que, en el fondo, sí me afectan, a mí y a los que me rodean. Y, la verdad, que la charla debate es muy amena, cada uno suelta lo que le parece, sin ofender, pero sin la necesidad de fundamentar o aportar datos objetivos concretos. Algo que no estoy muy acostumbrado a hacer: ni en mi vida como estudiante, ni en el rígido mundo ingenieril de la creación de software.

Así que, mis intervenciones fueron bastante patéticas y si no me hubieran interpelado o aludido creo que no hubiera dicho ni una palabra.

Como se trataba de un ambiente distendido y sin un guion fijo, la conversación acabó derivando hacia la juventud, su pasividad y poca implicación en la vida pública, los ninis (los que ni estudian, ni trabajan)... Y yo tengo ya 37 tacos, no me veo precisamente joven.
Pero sí que creo que la gente de mi generación y más jóvenes no nos implicamos en la vida pública. O no nos implicamos en la forma que lo hacían nuestros padres o generaciones anteriores. Y creo que es porque hemos perdido la esperanza en que los organismos del estado o la política (encarnada en la actual "democracia") vayan a venir a sacarnos las castañas del fuego.

Nuestros padres venían del fantasma de la guerra civil, y de casi cuarenta años de fascismo represor. Debió de suponer un gran subidón que el dictador muriera y se abriera un nuevo período lleno de posibilidades e ilusión. Una época de crecimiento económico y de asentamiento del estado del bienestar. Un apogeo que no debió de durar ni un par de décadas.
Para cuando los de mi generación y posteriores empezábamos a estar en edad de trabajar ya no se empleaba esa expresión sino "incorporarse al mercado laboral". Ya éramos un producto más del mercado y el capitalismo de consumo había invadido todos los ámbitos: desde el ocio a las relaciones con nuestros congéneres (haciendo necesarios artilugios cada vez más sofisticados y caros para intercambiar cuatro palabras).

Así que, para mí, el Estado es solo un aliado de esos mercados que nos utilizan como mano de obra (y como consumidores) para alimentar una maquinaria expansionista, esquilmadora de recursos naturales y generadora de desigualdad.

Uno de los tertulianos (creo que fue Antonio) dijo: "Los partidos políticos son como ejércitos". Y es cierto, utilizan tácticas de guerrilla para alzarse con el poder. Una de las actitudes, de la gente que se afilia a un partido, que me resulta más patética y dañina, es defender a capa y espada una serie de posiciones solo porque se ha dicho desde "el partido". Consignas sencillas, fáciles de recordar y difíciles de fundamentar, que acaban incorporándose al imaginario colectivo, resultando tremendamente dañinas para el conjunto de la sociedad (sirva como ejemplo el ataque que se realiza desde las "derechas" hacia la medida de subida del salario mínimo interprofesional)

Se habló de tirarnos a las barricadas, como los jubilados de Euskal Herria. Esto creo que sí lo hace la gente joven... Pero son manifestaciones muy específicas, muy vinculadas a identidades particulares: independentistas catalanes, feministas, el colectivo LGTBIQ, animalistas, conservacionistas, antiabortistas... La sociedad parece estar completamente fraccionada en grupos de interés. Que van consiguiendo sus pequeñas victorias. Pero nadie parece tomar consciencia de que la mayoría del malestar en nuestra sociedad viene del plano material: existe poca gente muy rica y mucha gente extremadamente pobre.

La mecanización y la automatización han conseguido que sea necesaria cada vez menos mano de obra, en prácticamente todos los sectores. Las sucesivas crisis han conseguido disminuir los salarios, precarizar los trabajos y reducir el estado de bienestar.

A los jóvenes de las clases medias y bajas se nos desarraiga y se nos educa para emprender nuevas profesiones, lejos de cualquier tradición familiar. Así, solo disponemos de nuestra fuerza de trabajo, una fuerza de trabajo que es prescindible, puesto que existe una alta tasa de paro. A esto se suman las continuas amenazas de deslocalización y flujos migratorios del mercado global: se pueden exportar las actividades económicas a cualquier parte del mundo o atraer flujos migratorios de personas desde más allá de cualquier océano.
Este dinamismo de los mercados y esta precarización se ceba sobre todo en los jóvenes, que acabamos encontrando estabilidad ya muy mayores (los que la encuentran). Y, esa falta de estabilidad y estar vagando de un puesto de trabajo a otro, de un emprendimiento a otro, con condiciones totalmente dispares entre trabajadores de una misma zona, hace muy difícil plantear una lucha en las mismas condiciones que las grandes huelgas del pasado siglo.

Así que, sí, puede que seamos pasivos, que estemos desencantados, desarraigados, disgregados... o puede que estemos buscando objetivos, alguna forma de lucha que sea realmente efectiva. Alguna forma de conseguir un mejor mundo posible, más equitativo y sostenible.

Mientras tanto, intentamos técnicas de desgaste y erosión. Nos contentamos con pequeños gestos (dentro de los márgenes que nos marcan las tendencias de mercado): como el consumo responsable, darle me gusta a los contenidos que nos parecen socialmente comprometidos, o apoyar movimientos sociales. Acciones en el plano simbólico que raramente trascienden al plano material. Pareciera que cualquier golpe o rabieta, por fuerte que sean, acaban absorbidos por el capital y el sistema "democrático"* de partidos.

Después del 15M, aparecieron en el escenario político Podemos y su antagonista Ciudadanos. Por fin se había acabado la alternancia de partidos en el poder... y, bueno, al menos ahora, los partidos políticos tienen que dialogar entre ellos para decidir sobre nosotros.
Se han conseguido algunas victorias en cuanto a mejoras sociales, transparencia y lucha contra la corrupción. Pero parecen más el resultado de una toma de conciencia y concesiones por parte de las grandes empresas y Alemania, que los logros de una disputa política. Como si la lucha política fuese el trámite burocrático que hay que cumplimentar para que el capital nos conceda cierto crédito.

Vivimos un mundo en que los Estados van perdiendo sus poderes en favor de la mano invisible del mercado. Así, aunque la mayoría de la población, la clase trabajadora, lograra hacerse con el control de las instituciones, los partidos y los medios de producción ¿Conseguirían hacer frente a un capitalismo que permanentemente amenaza con deslocalizar sus actividades? ¿El Estado ha muerto? O ¿Ha quedado solo como un garante de la propiedad privada y de las condiciones materiales de la actividad económica en un territorio?

*Lo llaman democracia y no lo es: lo llamaremos fascismo 2.0
Como una masa de hormigas ahogadas en el mismo tarro de miel que nos da de comer

lunes, 10 de septiembre de 2018

Neofascismos

- Creo que voy a dejar el negocio.
-¿Y eso? Si te va bastante bien, sacas pasta y eres tu propio jefe.
- Bueno, es que el trabajo de autónomo es muy duro. Requiere mucha entrega y ser experto en un montón de tareas que se salen de mi ámbito. Sí, saco pasta, tampoco para tirar cohetes, pero mis relaciones personales se están yendo a la mierda... no tengo una vida separada del trabajo. Soy mi propio jefe y me exploto a mí mismo.
- Es cierto: el trabajo asalariado es mucho más cómodo. Tienes garantías sociales, una estabilidad, te puedes permitir una cierta planificación. Echas tus horas y te olvidas. Es más fácil de conciliar.
- Bueno, eso no es exactamente así, en mi caso (precario).
- Ya, pero es que tu nivel de estudios es bajo. 
- Tienes razón, me merezco unas condiciones laborales deplorables.
- Haber estudiado...

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Se ha armado un insólito revuelo porque van a sacar a franco del Valle de los Caídos. El caso es que hay un sector considerable de la población que no quiere tal cosa, que prefiere que todo se quede como está.
Son los que llamaríamos "fachas": sienten cierta admiración hacia el personaje, llevan banderitas de España y dicen ser muy patriotas.
Parecen haber olvidado que franco traicionó a su país: se levantó en armas contra el gobierno del Estado, llevó a su población a una cruel guerra civil en la que murieron cientos de miles de personas e hizo retroceder las libertades y la situación económica españolas varias décadas.
No contento con eso: mantuvo su dictadura católico-militar durante casi 40 años. Tenía la fuerza y la astucia, se consideraba merecedor de su cargo y sus privilegios... como les pasa a los de los niveles de estudios.

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"Lo que mande el señorito" 
Es una actitud que queda muy bien reflejada en la película de Los santos inocentes. Y es que, antiguamente, en Extremadura, la gente vivía principalmente de la tierra. Y esta ha estado muy mal repartida en nuestra comunidad. Había poca gente que pudiera vivir de trabajar sus propias parcelas, así que, había que trabajar para los señoritos, los ilustrados, los complacientes con el régimen, los refinados, los propietarios...
¿Quién iba a defender mejor una posesión elitista de la tierra? Precisamente los que se consideran élite: los que creen que dios y el destino les han designado para desenvolverse jerárquicamente entre los más fuertes, los que luchan. No como esa turba de vasallos que lo único que pueden hacer es plegarse, obedecer y trabajar duro... como Dios manda.

Democracia: izquierdas y derechas
Los tiempos han cambiado y, ahora, pocos quieren trabajar la tierra -aunque sean propietarios-. Pero muchos de los que han conseguido adquirir sus propios terrenos, montar su negocio, tienen la percepción de haber conseguido entrar en las élites... se han vuelto de derechas, conservadores -aunque siguen siendo esclavos de ellos mismos  y de una economía de consumo-.
Otros fueron muy aplicados y obedientes y, aprovechando la bonanza económica y el afianzamiento del estado de bienestar, decidieron estudiar y asentarse en las estructuras del estado -los funcionarios- y de las grandes empresas. Muchos dicen ser de "izquierdas" porque, aun considerándose privilegiados, lo consiguieron por méritos propios... como franco.
Así que, tanto a la "izquierda" como a la derecha, se defienden los privilegios. Tanto si realmente dispones de ellos, como si crees tenerlos, o mantienes viva la ilusión de que algún día los conseguirás -a cualquiera le puede tocar la lotería-.
Con esas ideologías predominantes, es muy difícil articular un estado del bien común. Esta es la herencia que nos dejó el golpista.


viernes, 27 de abril de 2018

Del decaimiento de la dehesa a ideologías que "no nos representan"

Hace unos meses comenzaron las obras para realizar una carretera de circunvalación en nuestra localidad. Dicha carretera permitiría desviar el tráfico pesado directamente al polígono industrial, sin tener que atravesar el centro del pueblo.
Ya, en el año anterior, se había hecho público cómo serían las obras, las acciones a emprender y el impacto de las mismas.
Nos sorprendió gratamente que en el documento oficial (Resolución 30 de Marzo de 2017 DOE número 91) se hablara de los árboles que sería necesario talar. Incluso se hacía referencia a su edad (centenarios), su especie (Quercus ilex) y su gran porte (belleza). Como si fueran vecinos a los que hubiera que tener en consideración.

"Los principales impactos generados por el vial urbano de circunvalación son sobre la vegetación, encinas centenarias de gran porte, y la ocupación del suelo.

¡Incluso se hablaba de regenerar la zona con nuevos árboles! A modo de redimir nuestra culpa -por atrevernos a talar encinas centenarias para hacer  más cómodo nuestro tránsito hacia el polígono industrial-.

"Como medida correctora por la eliminación de la vegetación natural afectada por las obras de la carretera se realizarán plantaciones con especies autóctonas, plantándose 10 nuevos ejemplares por cada uno de los afectados (cortados o destoconados, inclusive los pies pequeños). Las plantaciones se realizarán con el número de ejemplares y en las zonas aprobadas en el plan de reforestación, y en las condiciones que garantice la viabilidad de los ejemplares plantados (se realizarán riegos periódicos, al menos durante el primer año de plantación). La encina (Quercus ilex) es la especie arbórea dominante en la zona."

Y, la verdad, nos parece un avance genial -para superar nuestro etnocentrismo de especie- el que se tenga en cuenta al resto de seres vivos -no solo los humanos- cuando se abordan este tipo de infraestructuras. Unos seres vivos que, además, hablan mucho de nosotros, de nuestra historia y la historia del planeta.

Sin embargo, todo este aparente respeto y cuidado con el arbolado de la dehesa, contrasta con una terrible realidad: y es que, la dehesa, parece ser uno de los espacios menos valorados del pueblo.
-Tenemos que hacer una escombrera municipal, ¿dónde la ubicamos?
-En la dehesa!
-Se ha muerto mi perro, ¿dónde lo tiro?
-A la dehesa!
-Hay que trazar una carretera de circunvalación, ¿por dónde?
-Por la dehesa!
-Hay que hacer un campo de golf, ¿dónde?
-En la dehesa!
-¡Allí no hay na! Un montón de ovejas hambrientas que no dejan crecer la hierva y un puñado de encinas moribundas que ya no echan bellotas y no valen ni para leña. De hecho, sé que tengo unas cuantas encinas que heredé de mi abuelo y no voy ni a verlas.

Pero esto no siempre fue así. Hubo un tiempo en que la dehesa realmente importaba (no solo como metro cuadrado de terreno) y los árboles que estaban en ella también (no solo como ornamento). Lo demuestran el enorme esfuerzo que supone mantener el terreno despejado de monte bajo, y el que existiera un interés por poseer en propiedad las espaciadas encinas (derecho de vuelo):
-¿De quiénes eran las encinas cortadas? No se menciona en el DOE
-¿Saben sus dueños que eran propietarios?
-Las 10 nuevas encinas plantadas por cada una de las cortadas ¿A quién pertenecen?
-¿Cuál es el precio de una encina centenaria? ¿Y el de una nueva?

Se oye mucho hablar del decaimiento de la dehesa y, en gran medida, la causa es el desprecio absoluto por este ecosistema. Especialmente en terrenos de titularidad pública: terrenos que son de todos pero que, realmente, tratamos como si no fueran de nadie, como si nadie tuviera la responsabilidad de cuidarlos o mejorarlos.
-Eso son cosas de la Junta (o del ayuntamiento). Cosas de partidos políticos y burócratas.
Como si los vecinos fuéramos meros usuarios, gente que acude a ese espacio a consumir sus derechos heredados (o pagados: en impuestos, cuotas de arrendamiento...)
-El bosque es de todos, quema tu parte!

Corazón partido de encina centenaria tras ser atropellada por la carretera de circunvalación

La dehesa siempre ha tenido problemas. Siempre ha sido un espacio comunal donde los vecinos satisfacían intereses individuales. Por ello, siempre ha existido, y existe, una reglamentación o legislación que pauta su uso.

El que ahora la dehesa se encuentre en una situación más vulnerable que en el pasado, podría deberse a los siguientes factores:
  • Un menor interés en la agricultura y la ganadería, especialmente en estos sistemas de bajos rendimientos. Nuestras economías no se basan en la subsistencia, sino en el beneficio. Y, para satisfacer este deseo de lucro cortoplacista e individualista, resultan más convenientes los sistemas intensivos altamente tecnificados.
  • Los gestores de estos terrenos son ahora las administraciones públicas (ayuntamientos en el caso de las dehesas). En lugar de ser los usuarios y vecinos los que se impliquen directamente en la toma de decisiones.

Ambos factores están íntimamente relacionados:

La falta de interés en la agricultura y ganadería tradicionales las deja en un área de marginación. Sus trabajadores y sus métodos son tildados de rudimentarios. Además, sus bajos rendimientos, son ignorados por los mercados globales. Acaban convertidos en esclavos y vasallos de las políticas económicas que pretenden salvarles de la voracidad de esos mismos mercados: plegados a los condicionantes de subvenciones que dictan gobernantes totalmente ajenos a la tierra.
El desinterés se manifiesta también en que, agricultores y ganaderos, no tienen un reconocimiento público (como podría tenerlo un futbolista), ni un reconocimiento económico (como sí lo tiene un ingeniero que se dedicara a diseñar armamento militar). No existen referentes, casos de éxito que sean alabados y tenidos en consideración por la sociedad.

Si uno toma distancia, se da cuenta de que la mayoría de trabajos  del campo, además de precarios, siguen siendo duros y sacrificados. Ha avanzado la tecnología y el conocimiento (y con ellos los rendimientos). Pero también se exige una mayor producción para mantener un nivel de renta aceptable. Mientras, existen otros trabajos más favorecidos por el sistema, que exigen menor dedicación y que garantizan unos ingresos independientes del nivel de producción (estabilidad).
-De esos dos grupos ¿Cuál consideras más susceptible de incorporarse a la vida política? Seguramente los segundos: porque los primeros ya están bastante afanados en satisfacer sus necesidades básicas (alimento, vivienda, crianza...).

Así, el campo (la dehesa), resulta encontrarse gobernado por quien no tiene nada que ver con el campo. Y, en gran medida, es consecuencia del desdén de la sociedad hacia la agricultura y ganadería. Que repercute en que sus trabajadores apenas hayan experimentado mejoras en la cantidad de tiempo libre, apartándolos así de la política y, por tanto, de la toma de decisiones  (ya que la vía política de partidos es la única forma de intervenir en lo público).

Nos hemos acostumbrado a que la política y la toma de decisiones sobre lo público, fluya de arriba hacia abajo. Al margen de la población general. Al menos en la historia del último siglo ha sido así. En Extremadura, quizá, de forma más intensa: latifundios, grandes propietarios, dictadores... Arrastramos esa pesada losa. La losa de que la población no puede decidir sobre lo público. Eso debe hacerlo el rico -más recientemente el que tiene estudios-. El resto solo tiene derecho a aceptar que su entorno se transforme en lo que unas ciertas élites consideren lo mejor para el bien común -o, en sistemas corruptos, el bien propio de esas élites-.

Pero cualquiera puede tomar decisiones sobre lo público: todos tenemos una idea de cómo nos gustaría que fueran nuestra sociedad y nuestro entorno.

Dejar el poder en manos de unos pocos -que al final es en lo que consiste nuestra democracia representativa- conlleva la materialización del ideario de esos pocos. Cualquiera puede acceder al poder, pero siempre tiene que aceptar sus premisas: las de unas instituciones fundamentadas en una economía aristocrática capitalista.
-Si no eres capaz de atraer el capital y generar empleo y riqueza, entonces serás un mal gobernante.
Pero este ideario pasa por alto muchas cuestiones:
-¿Es lícito o deseable que solo unos pocos decidan y se repartan la riqueza?
-¿Qué sistema de trabajo es ese que exige tantas horas a unos y excluye a otros (parados)?
-¿Existe algún bien que no sea monetizable? ¿Cuánto vale una encina centenaria?
-¿Se puede crecer indefinidamente?

Hemos asumido que ya no es suficiente con que los gobernantes tengan títulos nobiliarios o un gran poder adquisitivo. Si no que, además, deben ser personas formadas (políticos de carrera), con muchos másteres, idiomas y contactos con las diferentes administraciones y empresas. Como si el gobernante fuera alguien que debe resolver complicados problemas técnicos mientras toma copas con otros de su misma posición social.
Así, nosotros mismos deslegitimamos el autogobierno del pueblo. Y secundamos sistemas que "no nos representan". Apoyamos gobiernos que se sostienen en la desigualdad de dominantes y oprimidos, de ricos y pobres. Gobiernos que se alimentan de los productos de la dehesa, pero que viven con la mirada clavada en los despachos, las grandes ciudades, la expansión, el crecimiento, la velocidad, la fiesta...

Alcanzar una sociedad más justa, participativa e igualitaria, donde todos y todas podamos sentirnos cómodos y materializar nuestros proyectos, así como disfrutar de un entorno amable, bello, productivo y sostenible, se ha convertido en un aspecto secundario (prescindible) de la política y la economía de los pueblos.


La incorporación al mercado global, parcialmente liberalizado, tampoco le ha venido bien a la dehesa. Sus productos no han conseguido posicionarse en calidad. Y no pueden competir en precio, porque el sobrecoste de los alimentos industriales lo asume el Medio Ambiente (en lugar de pagarlo nosotros en la cesta de la compra).

Así que, nuestros mercados tampoco valoran el Medio de trabajo de nuestros ganaderos  y agricultores tradicionales; ni el Ambiente de dehesa, ese que forma parte de su vida y del modo en que gestionan sus explotaciones.
De esta forma, las encinas centenarias llegan a tener un precio bajo, aunque su valor ecológico y como medio de producción sea alto: porque ofrecen refugio contra el sol abrasador, porque dan leña y bellotas -y, durante ese tiempo, no hay que comprar alimento para el ganado-, porque protegen el suelo de la erosión, de la desertificación...

Si solo tenemos en cuenta la economía en nuestras ecuaciones, entonces estaremos arrasando una gran cantidad de recursos valiosos (si se miran en su contexto histórico y social).
Hoy día, nadie se plantea destruir el coliseo romano para, con sus piedras, construir un centro comercial. 
-Es que el patrimonio histórico genera unos beneficios a partir del turismo... 
Sí, ya sé que podemos hablar también de patrimonio natural. Y, si se consigue monetizar, también es respetado.
-Entonces, todo lo que queda fuera de esto que llamamos "patrimonio" se puede destruir sin más? siempre que la rentabilidad menos la inversión dé un saldo positivo?

Mientras aumenta el capital a nuestro alrededor, tenemos la impresión de que la civilización progresa... Cuando, en realidad, podemos estar destruyéndonos a nosotros mismos.

*****************

En el proyecto de la carretera de circunvalación se incluía la reforma del boulevard del pueblo, conocido por los vecinos como "Paseíllo". Una obra cuestionable y muy polémica: no era algo que entrase entre las prioridades de la población (su anuncio fue sorprendente e inesperado). Además, la reforma suprimía la mayor parte de los árboles: plataneros, ciruelos de hojas púrpura, un pinsapo enorme y algunas palmeras.
Esta era la única zona del centro del pueblo con un arbolado maduro. Aquí las familias podían sentarse en un banco a la sombra y comer tranquilamente unas pipas, mientras los niños jugaban. Llevaba cuarenta años siendo un lugar de reposo y recreo y, para muchos de nosotros, formaba parte del relato de nuestra infancia.

Los primeros días de reforma fueron terribles: por la tala y derribo de árboles. En medio del pueblo, a la vista de chicos y grandes. Un mensaje de vandalismo lanzado desde las propias instituciones.
Una acción que se ha justificado con argumentos económicos: dar trabajo (temporal), incrementar el gasto público... Y con argumentos de seguridad vial: -Con las reformas, el "Paseíllo" será más seguro porque, además, se prohibirá aparcar.

Una vez más, existe un desprecio absoluto por la Naturaleza y el legado de las generaciones anteriores.
Tal vez, dentro de unos años, reparen en que el nuevo "Paseíllo" es muy caluroso. Y, entonces, sea necesario instalar algún sistema de sombra (artificial), para suplir la ausencia de árboles (como ya ha ocurrido en otras zonas del pueblo). Otra vez: más trabajo (temporal) y más inversión. En esa espiral de comprar, usar, tirar (consumismo) de la que no parece que tengamos ni idea de cómo salir ¿Será que en el fondo no nos incomoda?

Paseíllo días antes del arboricidio.

Puede pensarse que a los pueblos pequeños no llegan las "ideologías" (modelos imaginados que tratamos de materializar); o que el poder está distribuido entre toda la población, al existir un trato directo con los gobernantes (que son permeables y sensibles a las opiniones y preocupaciones de los vecinos). Pero resulta muy ingenuo pensar que las gentes de los pueblos son diferentes, o que son comunidades aisladas, al margen del poder, las modas o las comunicaciones.
La ideología (creencias y prejuicios) se propagan por el conjunto de la geografía impregnándolo todo, estamos inmersos en ideología: desde el modelo de quiénes y cuántos deben gobernar, a qué grupos y sectores deben tener más peso en el poder -o al cliché de que los árboles son sucios y peligrosos-. Las instituciones mismas están fundamentadas sobre ideologías. Y la ideología dominante (la de occidente) es una ideología patriarcal, judeo-cristiana, aristocrática, capitalista, colonialista...
Por tanto, no es de extrañar que cualquier poder, por pequeño que sea, se ejerza de forma autoritaria y violenta (pasando por encima de las preocupaciones e intereses de cualquier sector "minoritario"). Se trata del mismo poder que conquista, somete y transforma la Naturaleza, en la búsqueda incansable de beneficios siempre crecientes.
La dehesa es fruto de la acción humana que ha modelado ese paisaje. Y, a pesar de nosotros, ha existido y nos ha acompañado en nuestra historia durante siglos (eso es la sostenibilidad). Quizá porque fue una acción humana ejercida desde abajo, desde las clases trabajadoras, desde la necesidad de integrarse y vivir en y del Medio (eso es lo que proporciona libertad y autonomía).

La Naturaleza no nos ha necesitado nunca para ser mejor, pero ello no quiere decir que no podamos convivir en armonía. Cualquier intervención destructiva debería ser siempre muy meditada. Tenemos la tecnología, la ciencia, el tiempo y un montón de ideas. No siempre es necesario arrasar: podemos plegarnos, adaptarnos e integrarnos en el entorno... Como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie.


Bibliografía relacionada:

martes, 6 de febrero de 2018

El rey Bobón y otros cuentos de empoderamiento

Últimamente no dejamos de ver noticias de raperos, twitteros, cooperantes, titiriteros... envueltos en procesos judiciales por sus comentarios, letras, publicaciones o acciones.

Desde mi punto de vista, hay que estar muy enfermo, y muy ocioso, para acudir a un juzgado a denunciar a esta gente. Exactamente no comprendo qué tipo de imaginario deben manejar las personas que se dedican a buscar twitts o estudiar las letras de estos raperos para acusarlos. Supongo que se consideran iluminados defensores  del Status quo: los garantes de la estabilidad, la ley, el orden y el buen gusto (el gusto de las clases dominantes).
Tampoco alcanzo a comprender qué idea pueden tener de Justicia. Será que tienen la idea más acorde con la realidad: que la justicia está ahí para defender los intereses del capital, someter y amedrentar a la mayoría, mantenerla fuera de los círculos elitistas.

Viendo la serie de titulares, parece una cruzada contra cualquier minoría que se atreva a cuestionar que vivimos en el mejor de los países posibles. Y quiero pensar que, al menos los que se levantan por la mañana y van a un juzgado a formalizar la denuncia, forman parte de ese "mejor mundo", el mundo privilegiado, el mundo orgulloso de sí mismo porque se ha apropiado de todo gracias únicamente a sus méritos (y los de sus padres, abuelos, prácticas abusivas, monopolios, favoritismos...)

Les acusan de delitos relacionados con el odio, incitación a la violencia, tráfico de personas... Pero, lo que realmente incita al odio, son las situaciones de degradación personal y desigualdad (además de la exigencia de una actitud de respeto y legitimidad sobre ciertos hechos y personajes que no lo merecen). Sin embargo, en lugar de luchar contra la desigualdad y opresión, se instiga al sistema legal para que actúe contra los que expresan ese malestar general. Se les tacha de "antisistema", se les criminaliza y se les expone públicamente para lanzar un mensaje de escarmiento.
Independientemente de si finalmente resultan culpables o no: pasar por procesos judiciales que se prolongan durante años, perder el tiempo en busca de abogados, salas de espera, insultos, incertidumbre... es una medida disuasoria eficaz.

Las situaciones denunciadas por estos "antisistema", son ciertamente indignantes, nos revuelven las tripas a muchos de los que las observamos. Y no es para menos. Vivimos en un país de tremendas desigualdades. Por mucho que se reprima a los que le ponen voz, nos distraigan con partidos de fútbol, reyertas nacionalistas y anuncios publicitarios; el rey, los altos cargos, los multimillonarios siguen ahí, exhibiéndose, en los medios, a la vista de todos. Los raperos solo ponen música y letra a lo que es obvio: que su lujo es nuestra ruina.

Para mí, el caso de la familia real resulta especialmente flagrante: una familia que vive a todo trapo a costa del trabajo de todos los súbditos del país. Es simplemente un insulto para el conjunto de la población que, estando sometida a las leyes de un mercado salvaje (al que además le sobra mano de obra), observa incrédula este anacronismo pomposo que parece decirnos a todos: -Siempre ha habido ricos, lo único que podéis hacer es seguir trabajando y aguantando para pagar nuestro bienestar-

¿Por qué no podemos fantasear con la cabeza del monarca rodando tras el filo de una guillotina? ¿Por qué se nos niega el imaginar un mundo sin sus privilegios?.
Porque en cuanto estas cosas se plantean, aunque sea en ámbitos tan distendidos y experimentales como el arte o las redes sociales, los sectores más rancios y conservadores de la sociedad echan mano de su justicia, sus banderas y su unidad inquebrantable del estado-nación, para acallar cualquier discrepancia, para dejar claro que ellos pueden gritar más fuerte y que la tienen más grande.
Afortunadamente, ya no se puede asesinar o torturar. En su lugar nos mandan a juicio. Será el juez el que decida, en base a leyes escritas, si hay delito o no. Pero a nadie se le escapa que no son los ciudadanos los que escriben leyes y organizan su aplicación. Y que los jueces, policías y demás cargos públicos han jurado fidelidad a unas instituciones, documentos y banderas, que pagan sus salarios, y que estos "antisistema" se atreven a cuestionar.


El empoderamiento 
Nos adoctrinaron para vivir temerosos de dios y, ahora que no cuela, nos inyectan el miedo al paro, las crisis, la precariedad, la justicia...
Cuando uno de estos atrevidos "antisistema" alza su voz contra el rey, el presidente, las leyes, la brecha social... y no lo hace con una actitud sumisa sino, muy al contrario, con una actitud incriminatoria y amenazante, no hace sino alzar la voz de todos los oprimidos, nos visten con la dignidad de la que carecen las élites, nos empoderan.
Constatan que el rey va desnudo, que es igual a la trabajadora del Telepi, al cajero del Metadona, el teleoperador de Vomitar, las jornaleras...
 Solo nuestra complacencia, y su falta de escrúpulos, hace que pueda celebrar fiestas en lujosos yates privados, mientras otros se juegan la vida en frágiles pateras.

Y eso es lo que molesta a los que están arriba, a los defensores del orden y la ley: el saberse igual al resto de humanos, mientras disfrutan unos privilegios que no merecen, que han sido usurpados con malas artes, cobardía y violencia.

Como exclamó un cabreado Labordeta a los diputados del partido popular en el congreso:
-“Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder ustedes toda la vida. Y ahora les fastidia que vengamos aquí las gentes que hemos estado torturados y reprimidos por la dictadura a poder hablar. ¡Eso es lo que les jode a ustedes! ¡Coño! Y es verdad, ¡joder!”


martes, 31 de octubre de 2017

República catalana y autoritarismo

El pasado viernes, 27 de Octubre, el parlamento catalán espoleado por sus socios de gobierno, el clamor popular y el acoso del gobierno central, declaró de forma unilateral la República catalana.
A sabiendas de que no iba a materializarse, porque no contaba con el reconocimiento de España, ni de ningún otro país, dentro o fuera de la unión europea. Además, había un sector importante de la sociedad catalana que no estaba a favor de esta separación del estado español: unos porque reprobaban cómo se estaba haciendo (a las bravas, sin mayorías claras y en contra de la ley), otros porque se sienten españoles y no quieren perder el vínculo con el gobierno central.

La declaración de la República hizo que, inmediatamente, el gobierno del PP (apoyado por el resto de partidos "constitucionalistas") interviniera y se pusiera al mando de todos los órganos de poder de la generalitat catalana. Los dirigentes republicanos manifestaron públicamente no reconocer esta intervención del reino de España sobre sus instituciones. Y, durante ese fin de semana, algunos tuvimos dudas sobre lo que ocurriría porque: por un lado estaban los líderes catalanes (elegidos por su pueblo) que sostenían la vigencia de la República y, por otro, el estado español (dirigido por el PP, un partido con escasa representación en Cataluña y tradicionalmente odiado por amplios sectores de su sociedad) que negaba esta vigencia y, además, se autoproclamaba gobierno legítimo de la comunidad autónoma.
Había dos gobiernos, dos sistemas legales, y cabía la duda de cuál obedecerían los funcionarios -los únicos trabajadores que tienen algún vínculo de lealtad con el estado-.

Personalmente, me adscribo a la línea de los que sostienen que el proceso independentista no debería haberse iniciado en ese momento, porque no se disponía de mayorías abrumadoras, así que, era imposible que se llegara a ningún sitio. Porque la única arma de la que dispone cataluña es el clamor popular. Además, plantear un referéndum a la población con una pregunta de tipo sí/no y consecuencias irreversibles, me parece tan simplista y arriesgado como lanzar una moneda al aire. Y bueno, es una forma como cualquier otra de introducir posibles mejoras, ensayar soluciones, etc. Pero, ya que somos seres racionales y tenemos mecanismos de comunicación que permiten participación e interacción entre grandes masas de personas, podrían emplearse protocolos más ricos y complejos de autogobierno.

Al final, ocurrió lo peor: el gobierno de España, utilizando la fuerza de la ley (respaldada por los cuerpos y fuerzas de seguridad), tomó el poder en Cataluña. Y todo los órganos de poder del mundo entero respiraron por fin tranquilos: porque se había vuelto a restablecer la ley. Ya todo el mundo sabía qué tenía que hacer, no porque fuese lógico o deseable, sino porque estaba escrito en unos documentos redactados en 1978. Y, para mí, eso es lo más perverso de todo este proceso: la constatación de que el poder (y no sólo el español, sino a nivel global) no está dispuesto a ceder ni un sólo ápice de su autoritarismo. Y que, además, este autoritarismo queda reforzado por las nefastas consecuencias que ha tenido el proceso independentista catalán: sociedad divida(entre los del sí y los del no), resto de comunidades autónomas demencialmente en contra; en fin, refuerzo y fanatismo de los nacionalismos.

Muchos dirán que no vivimos en estados autoritarios, que gozamos de gran libertad como individuos. Y es cierto, como individuos tenemos gran libertad de pensamiento, e incluso de acción, (dentro del amplio marco de la ley, que garantiza la convivencia en nuestras sociedades masificadas).
Hay leyes para todo, así que el nivel de represión, burocracia y control es alto: parece que es el precio que hay que pagar por vivir en este tipo de sociedad.
Pero los estados (las clases dirigentes) tienen sus propias ideas de progreso, que refuerzan con propaganda e incentivos económicos, y también defienden con la fuerza de la ley. Por supuesto, no están dispuestos a renunciar a ninguna de sus parcelas de poder y control.
Es decir: como individuos gozamos de bastante libertad (siempre que no se rebase el ámbito de lo privado), pero como grupo no se nos permite cuestionar el poder. Prueba de ello es el que todavía sea necesario mantener cuerpos policiales, para reprimir y amedrentar con fuerza física estas revueltas internas. Revueltas que no consiguen apaciguar la educación ni la propaganda.

Sí, el estado es necesariamente represor. Porque su origen, y su propia idiosincrasia, se basan en la imposición violenta de la voluntad ciertas clases sociales sobre el conjunto de la población.
Lo que querían los nacionalistas catalanes, aunque partieran de un proceso emancipatorio pacífico, era también un estado, en las mismas condiciones que el anterior, pero más pequeñito, más manejable. En estos tiempos en que el capitalismo salvaje pide pequeños grupos autónomos, emprendedores, que luchen las batallas de las grandes empresas y no acaben resultando una carga cuando el escenario cambia.

"Sabemos que la actual democracia no es más que un bonito cuento alimentado por nuestros políticos, jueces y académicos del sistema, que quieren creer en ella porque esta hace ver como que ellos gobiernan [...]
Sabemos que los señoritos globales de las multinacionales, las corporaciones financieras y sus servidores patrios se reparten criminalmente grandes beneficios hundiendo el mundo del trabajo, la economía, la sociedad y el medio ambiente y sin que por ello paguen ningún impuesto o contra-prestación a la sociedad."


sábado, 7 de octubre de 2017

Fascismo 2.0 y el independentismo catalán

Si entendemos el fascismo como un autoritarismo de Estado, fundado en el sentimiento nacional y perpetuado por la represión violenta... -¿Cuántos fascismos podrías reconocer hoy en España?: Siendo estrictos: sólo uno, porque estados Españoles sólo hay uno; actualmente gobernado por un partido mafioso, heredero de la dictadura franquista (el verdadero fascismo 1.0, nacido en el siglo XX). 8 millones de votos (de los 46 millones de personas que habitan el territorio) lo avalan en el poder.

Pero, puesto que los gobernantes han sido avalados con el voto democrático de la población, no podemos llamarlo propiamente estado fascista. Además, en la Europa del siglo XXI, no está bien visto que los estados repriman a su población haciendo uso de la violencia física, ni que agredan a otros estados miembro. Ahora tenemos métodos de control más sutiles: los medios de comunicación, la educación, leyes, incentivos económicos, multas...
Eso sí, la exaltación nacional se sigue utilizando por parte de los estados actuales como elemento unificador. Y tiene su sentido, porque, en gran medida, las fronteras de los estados modernos se fijaron atendiendo a esas identidades nacionales y culturales. Aunque estas hubiesen venido impuestas de forma sangrienta por regímenes patriarcales y absolutistas, en cruentos enfrentamientos contra el otro, el bárbaro, el extranjero. Enfrentamientos bélicos, que arrasaron Europa desde... que el hombre se organizó en sociedades.
Pero los estados no renuncian a ese legado de odio y siguen utilizando el sentimiento nacional como herramienta de cohesión. Recurriendo a símbolos y mitos como: banderas, reyes, transición, idioma, chistes, religión...

El Estado es, además, quien monopoliza el control sobre los medios de violencia: policía y ejército.

En la tecnología web, se utiliza el concepto 2.0 para indicar que los contenidos web ya no son estáticos y fijos, sino que es posible que el usuario interactúe con los mismos y se convierta en productor de contenidos.

A nivel global, los estados han perdido gran parte de su poder de intervención sobre lo económico que, en general, está en manos de grandes grupos empresariales que operan a nivel internacional. Así, el Estado queda como una especie de regulador del territorio que: administra justicia, previene frente a los abusos del capitalismo sobre la población, es garante de la propiedad privada y se encarga de mantener las infraestructuras que permiten las transacciones económicas.
En las luchas obreras del pasado siglo se consiguió, además de la democracia representativa, garantizar cierta protección a las clases trabajadoras (eran tiempos de pleno empleo): salud pública, educación universal básica (con su contrapartida de adoctrinamiento), subsidio de desempleo, jubilación...

Y sí, ahora a nuestros estados los llamamos democracias representativas, pero también podríamos usar el término fascismo 2.0: un fascismo votado, en que los usuarios customizan ciertos contenidos, pero que, sigue gobernado desde arriba hacia abajo. Con una alternancia en el poder de partidos que no cuestionan este esquema de: autoritarismo, sentimiento nacional y monopolio sobre el aparato represor.


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El pasado 1 de octubre, la población catalana, con aspiraciones a convertirse en estado independiente (basándose en su propio sentimiento de identidad nacional) había organizado un referéndum para votar su salida de España. Y, esa votación, que previamente había sido declarada ilegal desde el gobierno central, fue además reprimida con el uso de la violencia... Un acto bochornoso, que obligó al gobierno a poner en marcha todo su aparato propagandístico, para justificar ante la opinión pública lo que era abiertamente un atentado contra su propia población. El fascismo había quedado al descubierto (fascismo del bueno, el de siempre, 1.0).

Yo no soy independentista, me cuesta mucho apoyar cualquier movimiento basado en identidades nacionales, de raza, culturales, religiosas... y menos, un movimiento que lo único que pretende es sustituir un estado por otro.
Aún podría apoyar un nuevo estado que conlleve renuncias de este a parte de su totalitarismo y control de la población.

Es verdad que el independentismo catalán no es sólo un movimiento de arriba hacia abajo, que también hay un pueblo que pide autonomía: para gestionar su cultura, leyes, el marco en que desarrollar la economía... En ese sentido, es difícil no simpatizar: en el sentido de que el pueblo asuma su mayoría de edad y se autogobierne, de forma participativa, no sólo avalando con el voto.

El problema es el sentimiento de nación, que se traga todas las injusticias sociales, incluso las acrecienta (señalando y excluyendo al otro, al extranjero). Provocando que las clases dominantes sigan acaparando el poder y utilizándolo contra el resto de la ciudadanía que, queda expuesta a los intereses de corporaciones económicas transnacionales y a regímenes corruptos.


domingo, 18 de junio de 2017

Privilegios televisados y la teoría de antenas

Elitistas: fascistas, clasistas, racistas, nacionalistas, aristócratas, meritócratas, plutócratas, capitalistas ... todos ellos son capaces de advertir diferencias entre grupos humanos. Pero, no contentos con ello, además pretenden justificar injusticias y privilegios basándose en esa diferencia. Y no tengo nada en contra de que gobiernen los más sabios, los más hábiles o los más ricos; pero sí estoy en contra de que los dirigentes disfruten de privilegios y derechos que no tienen el resto.
Por eso, siempre que tengo la oportunidad, se me llena la boca diciendo que el presidente del gobierno debe ganar lo mismo que cualquier otro trabajador o que el sueldo de la doctora debe ser igual al del enfermero, el de la arquitecta igual al del programador,... Nadie debería verse obligado a hacer algo que no quiere solo por dinero... Otra cosa es que nos acomodemos a la oferta y la demanda, y aprovechemos las oportunidades que nos brinda nuestra circunstancia para llenarnos los bolsillos y ensanchar nuestro ego:
- Tú te quedabas frente a la TV, extenuado en el sofá. Mientras yo estaba continuamente afanado: de la biblioteca a la cafetería, haciendo entrevistas, en reuniones, eventos, esnifando y engañando. Merezco mis privilegios. Yo soy la cigarra...

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Mi hija se vuelve un tanto impertinente cuando está viendo la tele. Un invento tan avanzado y tan macabro... Puede estar constante e ininterrumpidamente difundiendo sus mensajes e imágenes (el mismo mensaje para todo el Mundo). Cuando se es adulto es fácil comprender que, estar engullendo contenidos sólo porque salen de un artilugio en medio del salón, no hace ningún bien a nadie. Supongo que, de alguna manera, hacen bien a quien los difunde, a quien selecciona los contenidos, los horarios, a quien instala los cables, las antenas...
- Porque podrías estar trabajando para trepar por la escalera social y, en cambio, pierdes tu tiempo frente a la caja tonta, asimilando roles de género y clase, indignándote por la impunidad de las fechorías de tus dirigentes o intentando copiar un estilo de vida insostenible, banal..


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Siempre me resultó un tanto esotérica y guarra la teoría de antenas: demasiadas incertidumbres, además de todas esas constantes (reveladas como por una autoridad divina), prueba, error, estadística... Yo quería algo exacto, como la teoría de la gravedad, universal: dos cuerpos que se atraen con un fuerza proporcional a sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa... pura poesía. La tranquilidad de que es posible entender la Naturaleza porque sigue reglas matemáticas... Como si nuestras matemáticas pudiesen modelar cualquier fenómeno natural... No como esas matemáticas que hay que retorcer y reinventar para predecir burdamente el diagrama de radiación de una antena... Diempre en el campo lejano.
Esas matemáticas retorcidas, que alguien utiliza para meter a Bob Esponja, Doraemon o Donald Trump en los hogares de todo el mundo.

Diversos tipos de antenas presidiendo Herrera del Duque, en la base de su Castillo/Fortaleza

martes, 3 de enero de 2017

Esnobismos

- La mayoría me habéis votado, entonces puedo hacer lo que me venga en gana: Eso es la democracia, ¿no?

- El sábado comimos en un cubano, el domingo en el restaurante favorito de Pablo Iglesias... y no fuimos a misa. ¡Nos sentíamos revolucionarios! Mientras hablábamos de la compra-venta de pisos y envidiábamos a los altos funcionarios: Jueces, notarios, ministros... Las camareras asiáticas se afanaban en traer y llevar. Los manteles se llenaban de huesos de pato...

- Lo malo de Fidel no fue que no celebrara elecciones o que impidiera la entrada del capital, sino lo del Estado militar y policial: Reprimir y sembrar la desconfianza entre la población, tratar a todos como menores de edad...

- Esnobs: "Deseosos de pertenecer a la élite, los esnobs tienden a reproducir el comportamiento de una clase social o intelectual a la que consideran superior."

- Hace poco vi un documental, en la 2 de TVE, sobre el "fooding" (Documentos TV - Locos por la comida). Antes ya había visto gente con ese perfil. El documental era francés (es tópico que los franceses son muy sofisticados en el arte de comer). A mí también me gustan ese tipo de esnobismos. Pero me gusta más una mesa llena de gente (autogestionada en la organización y cocina), comiendo, bebiendo, riendo, diciendo barbaridades... horas y horas, hasta no poder más... Siempre tuve esa tendencia cutre-salchichera al exceso, la querencia a lo hippie:
"Yo quería vivir en el bosque, 
todo lo tenía muy bien pensado, 
me arrastraría por el suelo, 
y comería con las manos, 
y comería gusanos..."
Pero la vida me ató a un teclado y me puso frente a un computador.


- El papel del funcionario siempre me resultó ambiguo: Por un lado era el ideal en la familia (salario fijo, buenas condiciones laborales, estabilidad...)  Por otro eran integrantes del aparato represor y de control del Estado:
"El torturador es un funcionario. El dictador es un funcionario. Burócratas armados, que pierden su empleo si no cumplen con eficiencia su tarea. Eso, y nada más que eso. No son monstruos extraordinarios. No vamos a regalarles esa grandeza." Eduardo Galeano, Días y noches de amor y de guerra

- Estas navidades no compraré ningún regalo. - Está decidido: "Me niego a seguir fingiendo respeto por tanta chorrada" - Def Con Dos, Dogmatofobia

- El otro día compré La Razón... Nunca pensé que se pudiera comprar algo así. Para mí, siempre había sido algo a conquistar, debatir, consensuar, probar... Pero, esta "razón" de compra venta, venía con un suplemento, en el que aparecía Belén Esteban y propaganda de la sanidad privada... De repente las piezas empezaban a encajar...

- En la Sanidad Pública están los mejores médicos. Pero en la privada te atienden antes y el trato es más agradable. De todas formas, si la enfermedad es realmente grave o estás moribundo, te acabarán derivando a la pública: -Business is business -No me gusta estar cerca de la chusma -Soy un profesional y merezco algo más -Haber estudiado!

- Y no falta quien quiere experimentar la vida de verdad, el trabajo, la autenticidad, la dureza de la opresión de los demás, la crudeza y la mezquindad de sus argumentos... dejar de ser un pijo redomado (por un tiempo):
"Rent a flat above a shop
Cut your hair and get a job
Smoke some fags and play some pool
Pretend you never went to school
But still you'll never get it right
'Cause when you're laid in bed at night
Watching roaches climb the wall
If you called your Dad he could stop it all
You'll never live like common people
You'll never do whatever common people do
You'll never fail like common people
You'll never watch your life slide out of view
And dance and drink and screw
Because there's nothing else to do"


- El invierno lo paso quemando leña, en una caldera que alimenta el sistema de calefacción de mi casa. Pino, eucalipto y encina, principalmente. La encina es superior, dura más y tiene mayor poder calorífico - Sé fuerte, sé superior, sé como la encina...

- Ahí tienes el camino a seguir: Es duro, lo sé... pero, cuando llegues a la otra orilla, estarás salvado, serás parte de la élite...
Foto tomada desde el Cerro Masatrigo