jueves, 16 de noviembre de 2023

Don Quijote y la lotería

—Daos por vencido, caballero, y aun por muerto, si no confesáis las condiciones de nuestro desafío

Don Quijote, molido y aturdido, sin alzarse la visera, como si hablara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma, dijo:

—Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no está bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta la lanza, caballero, y quítame la vida, pues me has quitado la honra.

—No haré yo eso, ciertamente —dijo el de la Blanca Luna—: ¡viva, viva en su entereza la fama de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso!, que solo me contento con que el gran don Quijote se retire a su pueblo un año, o el tiempo que yo le ordene, como concertamos antes de entrar en esta batalla.

Final del capítulo LXIV de la segunda parte de "Don Quijote de la Mancha" (Puesto en castellano actual íntegra y fielmente por Andrés Trapiello)

 

Fuente de la Mina - Carrizosa (Ciudad Real) - Noviembre 2023

No soy yo una persona que se entregue a las emociones y, sin embargo, muy a punto estuve de llorar con este pasaje... Y no podía hacerlo, porque el que leía a viva voz era yo. Creo que las niñas no lo notaron. Simulaba un ataque de tos...

Me produjo tremendo bajón ver a don Quijote vencido, desvanecido su sueño de caballería: de vuelta al redil, a la vida normal... Como cuando vemos a alguien luchando por salir adelante con alguna idea que no encaja en los estrechos márgenes del capitalismo de mercado y, finalmente: fracasa, tiene que buscar un trabajo normal -por un salario- o plegarse a las demandas del mercado para poder comprar las mismas cosas que todos necesitamos/deseamos. Ese don Quijote molido, con voz debilitada era la constatación misma de que no hay escapatoria, que las tareas creativas, rompedoras e innovadoras están reservadas a un grupo muy reducido -o una franja de edad muy estrecha-, que somos esclavos de nuestro tiempo y, si queremos salir de ahí, todo son palos, piedras e impedimentos varios.

Hace un par de años decidí que iba a leer el Quijote a las niñas. Un capítulo o un par de páginas cada noche, antes de dormir. Es la vez que más estoy disfrutando la lectura de este libro. Lo había leído antes, en solitario, como leemos hoy día, como Alonso Quijano leía sus novelas de caballería... Supongo que es muy importante lo grupal, lo público: sin esa dimensión todo son locuras imposibles de realizar.

Es difícil no simpatizar con Don Quijote y su proyecto absurdo de caballero andante, en una época que ya está a otras cosas. En una sociedad que ya va apuntando a la actual: obsesionada con lo de administrar y rentabilizar. En Sancho y Quijote todavía se atisba cierta esperanza de encontrar fortuna: salir en expediciones más o menos arriesgadas, esperando que la suerte les sonría para apoderarse de algún tesoro. Algo así como la lotería actual, pero con el añadido y la adrenalina de la aventura.

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En estos meses del año la gente anda buscando lotería incluso con cierta vehemencia... A mí no me gusta jugar, tampoco sabría qué hacer si me tocara -no tengo ilusión por comprarme nada en especial-. Quizá me llama más la atención lo quijotesco: salir a desfacer entuertos, defender menesterosos, perder la hacienda y ganar la fama.

domingo, 29 de octubre de 2023

De vivir en pisos al hogar

Hacía mucho tiempo que no iba por Madrid. Es realmente un lugar que no echo de menos. Hay algunas cosas de allí que me gustan: el Reina Sofía, el Retiro y la gente que conozco. Mi hermana y su novio habían hecho algunas reformas en el piso y queríamos verlas. Yo estuve 10 años viviendo allí, a partir del 99 ¡Cómo pasa el tiempo! Siempre me pareció que las cosas de aquellos pisos de la capital eran muy robustas, que se hacían para durar: los radiadores, las puertas, los muros, el parquet, el gas ciudad... Pero todo pasa, las modas cambian, nos hacemos mayores.

Siempre tuve una sensación de guarida en aquel piso. La ciudad es un continuo bullicio, pero cuando entras allí, te aíslas de todo. Es como si el tiempo se detuviera. Un primero interior, en el que apenas tienes la referencia del sol -sólo durante una hora algún rayo se asoma por el patio más grande-. El contraste entre dentro o fuera es brutal. De hecho, cuando volvemos por Madrid, prefiero estar fuera. He estado en otros pisos, en bloques grandes de la capital y es continuamente esa misma sensación de aislamiento -aunque sean pisos exteriores- y calor -la calefacción siempre está demasiado alta-.
Lo asocio mucho a la resaca. Salir, beber, meterte allí y despertar en una extraña desubicación epacio-temporal.

En Barcelona también viví en pisos, pero todo parecía más precario, más de chichinabo -de ñigui ñogui-. Pero claro, también mi situación era más precaria que cuando estudiaba y todo lo financiaban mis padres. Aunque, más que a la precariedad, lo achacaba a que la climatología es más agradable y las viviendas se proyectan más hacia el exterior. El caso es que, en Barcelona, aún estando dentro de los pisos, me sentía más conectado con el entorno, con la lluvia, el viento, las gaviotas, el murmullo de la calle, la humedad, el frio... Eran pisos exteriores, de bloques pequeños. Me encantaba asomarme a la ventana o el balcón y ver qué ocurría fuera.

En el pueblo también vivo en un piso y la sensación es similar a la de Barcelona. Pero aquí la conexión es principalmente con el campo -no hay bullicio de ciudad ni paso de personas que observar desde el balcón-. Desde la ventana veo el Castillo, la siembra crecer, las hojas de la parra caer, los limones madurar... Y al gato: que parece disfrutar de mi compañía, aunque sea al otro lado del cristal.

Cuando voy a Granada suelo alquilar un airbnb -paga la empresa-. Pisos impersonales con el mínimo mobiliario. No me gusta estar dentro mucho tiempo: dormir, cagar, una ducha y a la oficina o la calle. Granada es una ciudad muy bonita y la gente muy simpática. Son pisos que se alquilan para sacarse un dinero, viviendas temporales, a lo más: pisos de solterx.

Yo no soy una persona muy exigente con las viviendas, al final paso mucho tiempo en las pantallas, en mundos virtuales. Tampoco disfruto excesivamente de los espacios cerrados. Así que entiendo a los cavernícolas cuando pintaban las paredes de sus cuevas con escenas de caza y recolección. Para mí, lo que hace de algo un hogar, es llenarlo de objetos personales y bizarros... y encender un fuego dentro -aunque sólo sea el de la cocina de gas-.

jueves, 12 de octubre de 2023

Las guerras anglo y la hispanidad

No sé en qué momento normalizamos que, ante un ataque violento, había que responder con más violencia: si sufro un atentado, entonces tengo que ir al lugar del que ha surgido, aniquilar a toda la población, convertirlo en una cuestión de Estado y apropiarme del botín.

Quizá fue con el 11S que empezó a operarse con esa lógica. Mega atentados en los que mueren miles de personas que son respondidos con ataques a Irak, Afganistán... Sin ningún pudor: sangre por sangre (y por petróleo, y posiciones estratégicas...). Intuimos que el interés económico es lo que motiva estas reacciones violentas en los Estados. Porque una lucha contra el terrorismo no reporta ningún beneficio -en España sabemos de eso, hemos sufrido los atentados de ETA por mucho tiempo y a nadie se le ha ocurrido bombardear el País Vasco-. Pero estos Estados beligerantes sí se cuidan mucho de construir el relato de un terrorismo inherente a otros Estados: Afganistán, Irak, Palestina... Porque la violencia contra la población es un crimen, pero la violencia de un Estado hacia otro es una guerra -y eso es una violencia bien, justa, capitalizable: con su armamento, gastos militares, expansión de territorios, colonización...-.

Ahora Israel aprovecha el brutal atentado sufrido hacia su población para arrasar, de forma aún más brutal, Gaza -un gueto donde se hacina y malvive la población musulmana-. Con fines colonizadores y expansionistas. Israel ya tiene el control efectivo de la zona, seguramente, cuando acabe este castigo, ya quede aún menos de lo que llamamos Palestina. Y no es que yo prefiera un Estado israelí a uno palestino. Es que lo de Israel ya cobra tintes de las peores prácticas del siglo pasado: colonización, racismo, limpieza étnica...

Una de las argumentos que se suelen dar a favor de la existencia de los Estados es que, al ostentar el monopolio de las armas y la ley, evitan las escaladas de violencia impidiendo que cada cual se tome la justicia por su mano -la población se siente así más segura-. El problema viene para las poblaciones con las que se ceban estos Estados beligerantes -los que invierten gran presupuesto en armamento con afán expansionista-. Estos Estados acaban siempre legitimando sus ataques ante una Europa cobarde que parece sentirse obligada/coaccionada a apoyar al tarado de su "aliado" americano: enviando dinero y armas, justificando sus acciones ante el resto de Estados... Como si nos estuvieran haciendo el trabajo sucio necesario para mantener nuestros sofisticados niveles de vida, frente a un exterior miserable y bárbaro que quiere acabar con nuestro trabajo y nuestra cultura.

Los Estados no somos todos, seguramente podemos afirmar que los Estados son sólo unas élites, que ordenan que otros hagan cosas, con consecuencias nefastas para un tercero. Con consecuencias negativas para nosotros también, porque al final, todo ese dinero que se invierte en los conflictos bélicos sale del sudor de nuestra frente. Todavía, como pueblo, podemos alzar la voz, no tenemos porqué justificar atrocidades. Es posible que nuestros dirigentes no tengan valores ni moralidad y sólo se guíen por una racionalidad económica, pero a nosotros todavía nos queda algo de humanidad -yo es lo que percibo cuando hablo con los demás-.

Hoy se celebra el día de la hispanidad y, la verdad, habría que revisar si realmente compartimos valores con el eje anglosajón (EEUU, Inglaterra, Israel...) o ya es hora de poner límites a su aversión al resto de bloques económicos del planeta: oriente medio -islam-, el eje Rusia-China, América latina... Dejar de lado la absurda idea de que se trata de nuestro brazo armado y el garante de los negocios en un mercado global. No compartimos religión ni idioma, tampoco ideal de vida. Cosas que, por avatares de la historia, sí que compartimos con otros Estados americanos que, en su desarrollo han demostrado ser menos belicosos. Desde nuestra tradición católica y filosófica, la cultura anglosajona se nos aparece como absolutamente decadente: avariciosa, perversa, viciosa, alcohólica, banal, agresiva... Podemos aspirar a amigos mejores.


domingo, 8 de octubre de 2023

De parques, canchas, masculinidades y mujeres con carrera

El viernes fuimos al nuevo parque junto al cementerio del pueblo: tiene una zona infantil y una cancha de fútbol para los adolescentes, todo muy colorido y con acabados redondeados. Eran las siete de la tarde de un otoño caluroso -pero el sol ya estaba muy bajo-. Había un montón de niñxs y también algunos padres y madres se acercaban en coche o paseando. Nos encontrábamos prácticamente en el cementerio... pero el lugar estaba lleno de vida!
Producía una extraña sensación de alegría y bienestar observar ese bullicio de niñxs: -Estamos salvados, es posible jugar y divertirse, existe relevo generacional, no acaba todo en el campo de muertos... Hasta el lugar se antojaba con encanto: un descampado rodeado de solares, tendidos eléctricos, lápidas, calles a medio construir y los raquíticos árboles que habían plantado con la restauración del firme de la carretera.
Las niñas se deslizaban suavemente en sus bicicletas y patinetes por el reluciente asfalto. Un caballo pastaba en la zona de cañas donde parecía rezumar agua. Detrás del polígono se atisbaban las ancianas encinas de la Dehesa. El cielo surcado por trazos de nubes, y el caer del sol, nos transformaron en admiradores de un mágico atardecer... El pueblo es, en ocasiones, un lugar que merece la pena ser vivido.

La cancha multideportiva estaba ocupada por los niños más grandes, exhibiendo sus habilidades futbolísticas. Los más pequeños andaban haciendo llamadas telefónicas con sus relojes, tratando de formar un equipo. Dos niñas miraban desde la valla -de cuando en cuando, entraban a jugar y los niños parecían más amables, menos rudos-.

Es un clásico de la arquitectura pensada con perspectiva de género lo de que las pistas multideporte terminan siendo monopolizadas por niños. Es un clásico de nuestra infancia que los niños más grandes y violentos desplazan a los más pequeños de los espacios públicos más golosos. Parece que es muy importante que haya lugares para que esos niños más grandes puedan jugar al futbol y desarrollar todo su potencial. Como en otras provincias es imprescindible un frontón, un campo de golf, una pista de pádel o un circuito de alta velocidad.
Creo que patinar, por ejemplo, es una cosa que suele gustar más a las niñas, también los parques con arena, toboganes columpios, tirolinas, pirámides... Parece que, en nuestras sociedades, las cosas que suelen gustar a las niñas no son tan importantes... son poco menos que chorradas, a las que se dedican presupuestos exiguos.
Porque un futbolista puede llegar a ser famoso y ganar mucho dinero. Y eso es lo que importa: tener el reconocimiento de otros hombres en actividades que comprendemos bien.

A mí no me gusta mucho el fútbol, me gusta jugar por diversión, nunca me lo he tomado como una competición. Pero el mundo de los adultos es una continua competición.

Me encontraba en una boda, hablando con el señor X -que había estudiado en mi misma universidad-. Era jefe de no sé qué movida en una empresa de paquetería... Yo ya no programo -decía-. Se le veía muy eficiente, muy centrado en su papel de ingeniero... Pareciera que la empresa fuera suya. -Tengo mucha flexibilidad, tenemos oficinas pero no voy nunca, no hago guardias, gano mucha pasta, en verano nos venimos al pueblo con los niños toda la temporada y teletrabajamos desde aquí... Al poco rato empecé a hablar con Y, mujer de X: -Yo no trabajo tanto, me reduje la jornada, no como X que está 24/7 pendiente del móvil y el portátil. Yo creo que hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar... 

Supongo que, ese entrenamiento en la competición del fútbol, nos prepara para encajar en el perfil del señor X: un perfil ultra productivo. Mientras las mujeres pueden escaparse un poco. Por eso últimamente estoy tan entusiasmado con el feminismo: parece la única crítica efectiva a nuestra sociedad, la única línea de fuga capaz de pensar otros mundos posibles, más allá de un capitalismo obsesionado con la libre competencia y los beneficios siempre crecientes... un mundo más humano que no se construya desde la desigualdad de los roles asociados al género, donde los niños más grandes no ocupen toda la pista repartiendo balonazos a quienes miran distraídxs.

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"Las mujeres tienen más probabilidad que los hombres de desarrollar un tipo de trabajo socialmente necesario pero mal retribuido o sin retribución alguna, y tienen más probabilidades de necesitar los servicios públicos y las prestaciones sociales. En este mundo teóricamente libre y más igualitario, la mayoría de las mujeres acaban trabajando más por menos dinero y sintiéndose presionadas para amoldarse a unas normas de género.

El neoliberalismo ensalza a la «mujer con carrera» al tiempo que tacha de inútiles y dependientes, putas y ladronas a las mujeres pobres, mujeres de color,  trabajadoras sexuales y madres que crían solas. Por eso la «mujer con carrera» es una heroína neoliberal: ella tiene éxito según las condiciones impuestas por el mercado sin subvertir ninguna jerarquía" - Laurie Penny - De esto no se habla: sexo, mentiras y revolución


domingo, 17 de septiembre de 2023

Metodologías ágiles hacia el fin del mundo

Ayer estuvimos viendo ¡Canta! 2 toda la familia... En los últimos años sólo veo cine infantil y principalmente de animación -lo que le gusta a las niñas-. La verdad que la peli está muy bien: es un grupo de trabajo en una sociedad capitalista -con un objetivo claro: sacar adelante un musical-. Se parece bastante a lo que me he ido encontrando en mi vida laboral. En un plazo de un "sprint", el equipo liderado por el Koala, tiene que montar un musical y cada uno de los miembros debe ir completando sus tareas... 

En los últimos años los tiempos se han reducido mucho. Los proyectos se planifican a corto plazo -no más de un mes-, divididos en tareas cortas -uno o dos días-, en grupos de trabajo reducidos -en torno a 5 o 6 personas-. Es más eficiente así, más fácil de controlar y adaptarse a las circunstancias cambiantes que imponen la volatilidad de los mercados. Metodologías ágiles, las llaman.

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Hace dos semanas me caí estúpidamente y me partí el maléolo del peroné -un hueso en el tobillo-. Me inmovilizaron el pie derecho y sólo puedo andar con muletas. La cual circunstancia me resulta muy limitante porque no puedo transportar cosas de un sitio a otro y, en general, no puedo realizar ninguna de las tareas del campo que tanto me entretienen. Así que he tenido que bajar el ritmo: porque, aunque hay ciertas cosas que puedo seguir llevando acabo -ducharme, preparar la cena, lavar los platos...-, me suponen más tiempo y esfuerzo -hay otras muchas que, directamente, no puedo hacer-. Al estar liberado de esas tareas he encontrado tiempo para otras que también me gustan y que había dejado apartadas: enredar con mi ordenador personal -lo tenía hecho unos zorros, con discos llenos, particiones sin usar, configuraciones y programas obsoletos...-, leer, buscar y bajar pelis... Supongo que cuando estamos sanos y todo nos va bien no valoramos tanto el tener todas las capacidades. Y sabemos que llegará el día en que los sistemas empiecen a fallarnos y el mundo de la vida se nos vaya estrechando... hasta desaparecer. Me gustaría afirmar como conclusión positivista esa máxima que occidente parece repetir como un mantra: disfruta el momento! Pero yo he disfrutado de mi lesión, tengo un montón de aficiones que me permiten disfrutar en una variedad grande de circunstancias -y es que mi concepto de disfrutar abarca muchas cosas -no es sólo lo asociado con la juventud (drogas, sexo, viajes, amigxs y alcohol) o el dinero-. Supongo que va con mi carácter de plegarme a las circunstancias en lugar de emplear ingentes esfuerzos en transformarlas -y es que, mis circunstancias no están tan mal-.

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El positivismo mágico nos dice que debemos trabajar duro para conseguir cambiar nuestras sociedades y lograr un mundo mejor. Pero, claro, las cosas cambian muy despacio comparadas con los tiempos de vida de las personas. Y nuestras sociedades permanecen en estática aceleración: queremos resultados en plazos de 3 semanas. 

El capitalismo mediático se empeña en mostrarnos casos de éxito: cantantes ultra jóvenes y mega famosas, los grandes genios de Silicon Valley -millonarios antes de salir de la universidad-, deportistas de altas capacidades conduciendo coches de alta gama a los veinte años... Pero claro, tienen éxito porque van a favor de la corriente, no hay cambio de rumbo, ni mundo mejor, sólo llegar más lejos en la misma dirección -la del crecimiento económico-.

En la mayoría de las ocasiones, el positivismo mágico, no es tan ambicioso y nos dice que, si nos esforzamos y creemos en nosotros mismos, nuestras circunstancias mejorarán. Como parte de esa justificación mentirosa de la desigualdad social. Justificación que vendría a decir que nuestra posición es mayormente fruto de nuestro esfuerzo y no de nuestro lugar o familia de nacimiento.

Al final, uno tiene esa impresión de que todo el sistema capitalista se sustenta sobre mentiras -para avalar la desigualdad- y fantasías de un mundo mejor -que nadie se esfuerza en realizar porque todo el éxito se encuentra en seguir caminando siempre hacia adelante, cada vez más lejos-.

Se encuentran dos ciudadanos rusos. Uno le dice al otro: 
-¿Sabes que todo lo que nos contaba el PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) era mentira?. 
Y el amigo, melancólico, le contesta: 
-Lo peor no es eso. Lo peor es que lo que nos decía del capitalismo es verdad”.

Cita extraída de La Linterna de Diógenes

martes, 1 de agosto de 2023

Parresía e impostura

La parresía era, en la antigua Grecia, un cierto derecho o libertad para hablar: con la verdad por delante, aunque incomode. Con cierta intención de mejorar al otro y, también, por qué no, a uno mismo. Una práctica en el hablar muy diferente a la del adulador.

Me atrevería a decir que, esa parresía, se practica poco en nuestras sociedades occidentales actuales. Obviamente no se hace en lo político -donde sería muy necesaria- porque únicamente se repiten ciertas consignas o mantras que uno ya no identifica de dónde o cuándo surgieron -o si siguen siendo válidas o útiles-. Una falta absoluta de diálogo, donde cada uno habla de su libro sin escuchar al otro y sin ninguna intención de convencer más que a una audiencia abstracta, amorfa, externa y ajena al discurso.

En lo social cotidiano, creo que también se practica muy poco. En cuanto nos vamos a nuestra dimensión pública, las palabra se acota mucho para, en el mejor de los casos, quedar en el terreno de lo políticamente correcto. Por ejemplo en redes sociales -la gran esperanza tecnológica que iba a darnos voz a todos por igual y que, finalmente, acabó transformándose en patio de vecinos y corrillo de bar-, la gente se corta mucho de expresar opiniones, no queremos exponernos a que nos puedan replicar, a tener que argumentar, a que siembren la duda en nuestras creencias... y nos callamos. También es verdad que muchas veces ocurre que, quien nos replica en público, no tiene intención de entablar un diálogo, sólo exponer su mantra, ejercitar su activismo... y ahí tampoco hace falta entrar.

En mi nuevo trabajo también me he encontrado gente que habla mucho. Creo que debe ser algo común en el ámbito de la consultoría tecnológica. Es un hablar para lucirse, para aparentar que se sabe. Un aparentar un conocimiento profundo de lo que, en realidad, se tienen unas nociones sesgadas, generales y muchas veces confusas. Es un hablar muy jugón "la ignorancia es atrevida" y, al final, es ese atrevimiento el que te permite descubrir al impostor. Pero durante un tiempo te la pueden colar y tomar como veraz estos discursos donde se dan por ciertos datos, comportamientos e informaciones de los que no se está seguro. Yo siempre los escucho, pero luego me cuido mucho de contrastar las informaciones. Desde luego, esto no tiene nada que ver con la parresía... quizá sí con lo que llaman "mentoring"... Un mentoring donde uno se alza en la voz suprema de la experiencia, independientemente de la experiencia propia y de los otros y con un objetivo individual muy claro.

Debe ser ciertamente difícil practicar la parresía, porque parte de cierta relación de equidad, de reconocerse el uno al otro... Y vivimos sociedades muy desiguales, aunque las personas seamos muy similares en cuanto al nivel de conocimientos, capacidades... Nos vemos siempre impelidos a justificar la desigualdad, a demostrar que merecemos más, que no fue la suerte o un aprovechar la oportunidad. Un continuo defender una impostura que nunca es receptiva a la verdad.

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Eran las fiestas de una ciudad de provincias. Estábamos en un barrio bien: céntrico, con muchas zonas verdes... Habían organizado una fiesta para niños con un DJ que animaba la fiesta con comentarios en Euskera. Era gordito y sudaba, a pesar de que la tarde estaba fresca, pero se movía muy bien. La plazoleta o parque estaba lleno de familias bien: con ropas de marca, limpios, sonrientes... Me pareció curioso que solo hubiera pijos -porque en la ciudad había gente de todo tipo y una alta tasa de inmigración- siendo una fiesta gratuita abierta a todos los públicos. Era su sonrisa y su expresión corporal, como de serie americana, lo que los delataba. Abuelas, padres, madres, niños... todos interaccionaban entre sí, parecía que estuvieran hablando de compra de propiedades, vacaciones en cruceros, los mejores colegios del barrio, chismes de la vecina... Todo bien... y esas sonrisas que llevan tanto esfuerzo para aparentar transparencia y felicidad en un ambiente tan tenso, tan agresivo, tan del defender la propiedad.

lunes, 19 de junio de 2023

La excursión con la AMPA

Todos los años, desde la AMPA del cole, se organiza una excursión de fin de curso. Este año hemos ido a Aquasierra -un parque acuático en un pueblo de Córdoba-. La verdad, nunca me hubiese planteado ir a ese tipo de sitios: parques de atracciones, aquaparks y similares... Me da tremenda pereza. De hecho, siempre que puedo, me escaqueo. Pero, en este caso, como formo parte de la directiva de la asociación y estoy implicado en el proceso de organización... me parecía muy feo no ir. Y, bueno, están las niñas, que les encantan esos sitios: se lo pasan pipa, además tienen el aliciente de ir en autobús con otros niños, con las familias... realmente lo disfrutan, y mucho. Lo peor de todo es que yo, y el resto de adultos... también lo disfrutamos! Y, cómo no hacerlo? Si te montas en un autobús todo lleno de niños, superilusionados, sabiendo que lo único que tienes que hacer es pasar el día ocioso -al final acabé tirándome de todos los toboganes-. Además, tiene otras cosas buenas, como por ejemplo que, aunque cada uno va a su bola, te vas encontrando por el parque a los otros niños, padres y madres que han ido en el bus; intercambias comentarios e impresiones y te sientes más seguro sabiendo que el entorno está lleno de personas conocidas -también más apoyado porque, al final, se reparten los cuidados y no estás tan tenso como cuando vas a esos sitio solo con las niñas-.

Así que, me siento muy contento de haber roto mis reticencias iniciales y haber, no sólo asistido al evento, sino formar parte activa de la organización. Porque cuesta organizar estos eventos. Este año, personalmente, me ha costado más. El pasar a horario completo, el cambio de empresa, los trabajos del campo, las tareas del hogar... Lo que más cuesta es desconectar la cabeza de todo eso para centrarse en la atención que requiere la AMPA -aunque no sea mucha-. Al final, es una asociación de personas: hay que debatir, expresar opiniones, escuchar, planificar, reunirse, rellenar papeles, enviar correos... reflexionar sobre lo que se hace -no podemos hacerlo todo, así que tampoco es necesario hacer lo que no queremos-. Muchas veces, resulta complicado dejar en suspenso los ritmos frenéticos que marcan el calendario escolar, los grupos de Whatssap y la agenda del ayuntamiento -porque las instituciones demandan atención, participación y cierto control del tejido asociativo-. Es verdad que somos pocos en la directiva pero, como los ritmos los marcamos nosotros, y hay muy buen ambiente, las cosas van saliendo... Cuando estamos más gente y podemos dedicar más tiempo, salen más cosas y, cuando no hay tiempo ni gente, salen menos. Al final, es fácil implicarse, porque se hace por las niñas y los niños.



En el pueblo hay bastantes asociaciones, tienen sus eventos, programan sus actividades y reúnen a gente de lo más variopinta. Me parece que son una buena herramienta, una herramienta de organización, de organización política: Política de la buena, de la requiere participación y no sólo representación. Una herramienta de colaboración, planificación y materialización de ciertos anhelos y deseos -aunque puedan parecer tan tontos como ir de excursión a un aquapark, comprar un tobogán para el patio del cole u opinar en cómo te gustaría que fuese el parque de tu pueblo-. La política no es sólo organizar los medios de producción, o repartir las subvenciones que vienen de la junta. 



domingo, 11 de junio de 2023

Irene Montero y la educación sexual

En el cole impartieron unas cursos de "Educación Sexual" para niñas y niños desde los 4 años en adelante... Parece que alguna gente se escandalizó: -¡Qué les enseñan a nuestras hijas en el cole?! Nos deberían avisar: como cuando empiezan con la raíz cuadrada, como cuando va la Guardia Civil a enseñarles sus pistolas, o los bomberos sus mangueras.

Supongo que el título de "Educación Sexual" es muy rimbombante, muy escandaloso. Alguien podría pensar que enseñan a los niños a follar -seguramente a follar con otros niños- y a las niñas a masturbarse -unas a otras-... Esos bulos o mitos urbanos se han escuchado por ahí: hordas de gays, lesbianas y transgenéro espoleadas por Irene Montero van a los colegios para adoctrinar a les niñes en bizarras formas de sexualidad.

Por curiosidad me puse a averiguar de qué iba la cosa -tampoco mucho: preguntar a las niñas y mirar las publicaciones del cole en redes sociales-: parece que el curso lo había impartido el personal de la oficina de igualdad de la mancomunidad de municipios de la comarca. A los niños más pequeños les habían hablado de las partes del cuerpo -también de los genitales, por si no se habían fijado ya ellas en que tienen vulva y los otros pene-. Les hablaron de las partes que se pueden o no enseñar, de lo que no te deben tocar... 
Que ya somos perros viejos y hemos oído y/o vivido experiencias más o menos traumáticas de curas, maestros, entrenadores... que se dedican a manosear y abusar de niños y niñas ¿Cómo a nadie se le había ocurrido antes que hablar de esto a lxs niñxs podría ayudarles a estar alerta ante esos abusos?

Y, bueno, sí... resulta que la cosa iba de sexualidad, pero no como en esos mitos urbanos que se difunden desde los sectores ultracatólicos y el conservadurismo más rancio. Sino que era algo mucho más sensato y necesario. Ya empezaba a cuadrar más la cosa... porque el claustro de profesores de nuestro cole está ya entrado en edad: podría considerarse conservador y con gran ligazón con la comunidad eclesiástica del pueblo. Son funcionarios del Estado, así que no iban a jugársela saliéndose del guion. Vamos, que no iban a llamar a Susana Estrada para que hablara a los niños de la época del destape y la libertad sexual.

 

Al final parece que sí: que las estrategias de desgaste político mediante relatos que pretenden movilizar a las masas tienen también su impacto en las distancias cortas, en nuestra vida cotidiana. Y, sinceramente, no creo que aquí nadie pretenda apuntalar esas estrategias de desgaste, que ni nos van ni nos vienen. Nos puede caer mal Irene Montero, incluso nos puede parecer una payasada su ministerio, pero la vida, costumbres, creencias y tradiciones del pueblo es un filtro muy difícil de traspasar. Más bien parece que el desconocimiento, alimentado por esos relatos interesados, lleva a las personas a montarse tremendas películas y pajas mentales, delatando miedos y complejos para encauzar afinidades hacia ciertas opciones políticas.

Irene Montero y muchas medidas del ministerio de igualdad son ,seguramente, criticables -de hecho, se critican y mucho-. Pero como cualquier político o ministerio son criticables. El caso es que esta señora ha sido sometida a una caza de brujas y una ridiculización que, cuanto menos, llama la atención.

sábado, 29 de abril de 2023

La política no es nada serio

Este año tocan, otra vez, elecciones locales y autonómicas. Y, la verdad, dan bastante bajón. 

En las autonómicas hay algo de variedad: se presenta Podemos, que, a pesar de su imagen "freak", a mi entender, maneja una visión de la ruralidad extremeña desde la base, con ideas de sostenibilidad ligadas a un reparto más justo de la riqueza y con la tímida intención de hacer partícipe del progreso al conjunto de la sociedad. Luego están el pp-soe con su centralismo provinciano y los favoritismos a grandes poderes económicos, revestido de progresismo, seriedad, caspa y esa idea generalizada de que, si le va bien a los empresarios, acabará goteando hacia abajo.

En las locales tenemos un señoro que lleva gobernando con mayorías absolutas desde 2007 y que continúa extendiendo su poder por diferentes instituciones comarcales y provinciales. En Extremadura el imaginario que asocia el psoe a la izquierda, la chaqueta de pana y los vencidos de la Guerra Civil, tiene mucha fuerza. Tanta que, su candidato en el pueblo, saldrá elegido otra vez.

En el partido de la oposición se ha puesto al frente un chaval joven -igual no tan joven, pero más joven que yo-. Se llama Cristian, tiene pendiente, no sé si tatuajes y es del pp -resulta curioso este intercambio de lo antisistema entre la izquierda y la derecha-. Pero, claro, aquí la gente es bastante conservadora, clásica, no gustan de estas paradojas. Se maneja un imaginario de la política aburrido, concienzudo, calculador, burocrático... Se confunde un poco con el funcionariado -no se sabe muy bien donde empieza lo uno y acaba lo otro-.

Luego miras lo que se hace desde la política seria y no aparecen los cálculos ni la burocracia por ningún sitio. Sólo ves pendejadas y golpes de efecto: regadíos en la Dehesa, toldos multicolor en los cruces, plataformas flotantes, Valdecañas, Elysium, reformas recurrentes de espacios simbólicos para adaptarlos a gustos cambiantes y macroeventos puntuales... Y, luego, si eso, ya se va a cubrir las necesidades de la gente: arreglar calles, caminos, parques, alumbrado, colegio... 

Algunos dicen que las pendejadas están bien, que dan trabajo y mueven la economía. Yo no tengo nada en contra de esa argumentación. Las pendejadas están bien, molan, dan que hablar y, desde luego, avalan lo que quiero defender en este post: la política no es nada serio. 

Lo malo de las pendejadas es que acaban materializando la visión del mundo de estas personas en el poder. Una visión que no deja de ser la de un poder y control absolutos y una idea de progreso económico personalista e individual que sólo busca perpetuarse -aunque, afortunadamente, tenga que someterse a la legalidad y al aval del voto-. 

Circula por ahí una teoría política que viene a decir: mejor que la democracia representativa, sería un gobierno por sorteo y rotativo. Desde luego, en nuestro ámbito local parece una idea más que brillante: porque cuesta mucho encontrar personas que quieran dedicarse a la política y, al final, el que lo hace, se acaba viendo obligado a quedarse y convertirse en algo que quizá no quería.


jueves, 6 de abril de 2023

El jeta

Tengo un amigo que es un jeta. Siempre llega tarde, no hace nunca nada por nadie y trata de sacar la mejor tajada en toda ocasión en que se hacen cosas o se pone dinero en común. Mal estudiante y peor trabajador, se las ingenia para estar en buenas posiciones, siempre a favor de la corriente, donde fluye el dinero con el mínimo esfuerzo. Tiene un ego que no le cabe en el pecho, sólo habla de sí mismo y continuamente está justificando sus comportamientos ruines ante los demás -siempre en distancias cortas, nunca en público de verdad-. Suerte que es mal orador porque, sino, podría llegar a ministro... Sí, tiene mucha jeta.

Escuchaba el programa de Carne Cruda sobre "Quién cobra las ayudas públicas" y comentaron la noticia de un alto cargo público que cobraba el bono social térmico por ser familia numerosa. Una ayuda que va destinada a familias vulnerables... El tipo, lejos de ocultarlo o amagar con devolver el dinero, trató de justificarse en público y, en una actitud muy de la España del pelotazo, argumentó que él iba a cobrar la ayuda porque era un orgulloso padre de cuatro hijos -siempre el ego por delante-. Supongo que le debemos mucho porque sus hijos van pagar nuestras pensiones.

Los jetas suelen cobrar grandes cantidades de dinero público: son un sumidero de nuestros impuestos... Y, lo peor de todo: están a la vista, dando mal ejemplo. Gente que no produce nada, recibiendo y despilfarrando. Robando ese dinero a quien realmente lo necesita - o, al menos, lo necesita más-. Para que puedan poner el lavavajillas a todas horas, la calefacción o el aire acondicionado con las ventanas abiertas... 

Algunos de estos jetas son los que van por ahí diciendo que hay que acabar con las paguitas, las pensiones, las ayudas al desempleo... Porque ellos se merecen cobrar más. Pero también los hay muy progres: defienden a ultranza el Estado o la recaudación de impuestos... Porque saben cómo sacar tajada. 

 

En el mundo laboral-empresarial creo que no me he encontrado gente así. Me he encontrado gente que escurre el bulto, que aparenta estar haciendo cosas cuando no está haciendo nada, que dicen ser expertos en algo cuando sólo tienen vagas nociones, que no responden cuando los necesitas... Pero no suele ser una situación que se prolongue en el tiempo: el  mercado laboral es muy inestable, al final esa gente acaba moviéndose a otro sitio o espabila. Al menos es así en los puestos en que yo me muevo: puestos bajos, en primera línea de la cadena de producción. Quizá los jetas se manejen por las alturas... pero el mundo de la empresa privada es muy opaco, muy turbio y muy cruel: con intrigas y luchas sangrientas por el poder -requiere otra actitud mucho más agresiva y competitiva que la de mi amigo el jeta, requiere cierto esfuerzo y habilidad en las malas artes-.