martes, 8 de junio de 2021

Ciencia, tecnología e historia como construcciones sociales

En la tecnología, la física, las matemáticas... Siempre se nos instruye en las últimas teorías y metodologías aceptadas por los expertos de la época. Lo que hubiera anteriormente no nos interesa porque, simplemente, ha quedado demostrado era falso... Bueno, quizá tampoco estamos tan seguros de la falsación, pero lo que sí podemos afirmar es que ahora no nos resulta útil para los fines que pretendemos alcanzar.

En sociología, antropología y otras ciencias humanas, sí que se suele prestar mayor atención a las diferentes enfoques y desarrollos históricos -aunque sólo sea para hacer notar sus carencias y las soluciones adoptadas en las tendencias actuales-.
Es verdad que, normalmente, cuando se enseña alguna de las ciencias duras -física, química...-, se suele hacer un repaso histórico por las diferentes épocas e inventores. Pero es un repaso finalista: un recorrido por los avances y descartes que nos conducen hasta el estado actual, que es el verdadero. 
Hegel intentó hacer eso mismo con su interpretación de la historia y no nos inspira tanta confianza como los científicos de nuestra época. El estado actual de nuestras sociedades dista mucho de ser utópico o deseable -quizá sólo para unos pocos-. Así que, plantear la historia de la humanidad como un avance de logros hasta llegar al presente, resulta un tanto grotesco. Hegel es considerado pretencioso por ello y, nuestros científicos... también -pero no tanto-. 

Podemos atribuir a Hegel y los idealistas alemanes cierta actitud conservadora pero, sin embargo, consideramos que la ciencia está exenta de todo sesgo ideológico, que sólo ofrece una interpretación fidedigna de la realidad -en base a nuestras herramientas actuales-, que estudia lo que es así y no puede ser de otra manera. Afirmamos así que existe una realidad externa, que podemos conocerla y que, cuanto más precisos seamos en ese conocimiento, más éxito tendremos moviéndonos a través de esa realidad ideal...

En un entorno empresarial de trabajo, la ciencia serían los problemas del día a día, lo que hay que ir resolviendo cuanto antes. Y, luego, si hay tiempo, se piensa en cómo posicionarse, hacia dónde tender, dejarlo bonito... Pero todo eso ya no sería trabajo de la ciencia.

 

El desarrollo de la vacuna se ha difundido como uno de los grandes logros de la ciencia -obtenida en tiempo récord-. Pero quizá cuesta menos verla como un logro del sistema capitalista -el capitalismo creando y solucionando sus propios problemas-. Imagen extraída de El Mundo


Durante la actual pandemia de la Covid-19, la ciencia se ha volcado en el estudio del virus y la búsqueda de soluciones para evitar la enfermedad. Las farmacéuticas han invertido grandes sumas de dinero en el desarrollo de unas vacunas con las que poder comerciar... 
—Pero ¿La ciencia no es un saber independiente de condicionantes sociales y  sesgos ideológicos? 
—No, claro que no. Es una construcción social, como lo son la tecnología, la arquitectura, el arte... Apunta en direcciones privilegiadas, según las demandas de la sociedad -o el mercado-. La ventaja del conocimiento científico es que permite hacer predicciones -dadas unas condiciones de contorno muy concretas- y desplazarnos con ciertas garantías en esa dirección. 
—Ya veo. Así que, la relevancia actual del conocimiento científico y técnico devienen de su utilidad para el sometimiento y transformación de la Naturaleza -en sociedades capitalistas de consumo- y no tanto en que proporcionen una explicación fidedigna de la realidad. 
—Es posible. Quizá en otras épocas hubiesen tenido mayor importancia y utilidad los conocimientos religiosos, las habilidades artísticas o la pericia en la batalla. 

 

Esta dependencia de la ciencia respecto de la sociedad se puede observar también en los cambios que sufren las propias teorías científicas a lo largo del tiempo y cómo se adaptan a nuestros nuevos intereses. Por ejemplo, para poner un satélite en órbita se necesitan unas teorías y medidas mucho más precisas que las que manejara Copérnico para explicar por dónde aparecían los diferentes planetas del sistema solar. Quizá alguien podría pensar que han sido los avances en la ciencia los que han posibilitado el lanzamiento de satélites, como si fuera ese un destino ineludible al que nos arrastra el conocimiento de la física y el espacio. Pero pienso que, con la gran cantidad de estudios antropológicos, sociológicos e históricos que existen en la actualidad, resulta difícil defender esas posturas. Más cuando vemos que todos estos desarrollos no conducen necesariamente a sociedades mejores y parecen responder más al sesgo cultural e ideológico de occidente -al deseo de estas sociedades de dominar y someter la Naturaleza-. 

Seguramente podamos admitir cierta realimentación entre los avances científicos y las direcciones en que se mueven las sociedades. Pero resulta difícil defender, a día de hoy, la ausencia de sesgo en la ciencia, o que esta tenga un peso mayor en esa relación de interdependencia con la sociedad, incluso a pequeña escala: en la lucha entre laboratorios, equipos de investigación, universidades, empresas...
No está demás bajar el conocimiento científico de su pedestal para admitir que es sólo un tipo más de saber, al servicio de unos fines muy concretos.

 


jueves, 6 de mayo de 2021

Pablemos

La moción de censura en Murcia, que tuvo como consecuencia la convocatoria de elecciones en Madrid -y la salida de Pablo Iglesias de la vicepresidencia del gobierno para presentarse como candidato por la comunidad-, finalizó con Pablo fuera de la política.

Realmente, el resultado de Podemos en las autonómicas no fue tan malo -pero Pablo esperaba más-. Muchos votantes de izquierda ya lo veían venir: se comentaba su giro al centro, su excesivo protagonismo -era común referirse a su partido como Pablemos-, la disolución del núcleo inicial... 

Dejó mucho decepcionado en ese camino meteórico que comenzó con la canalización del descontento del 15M en una salida institucional -entrando primero en el parlamento europeo, después asaltando las municipalidades, hasta convertirse en un partido clásico que ha conseguido formar parte del gobierno-.

Leía una cita de Antonio Escohotado en la que decía "La casta política es el peaje que debemos pagar por la democracia".
La cita es abiertamente provocadora -Escohotado e Iglesias tienen sus rifirrafes intelectuales-. Pero creo que es difícil negar que Podemos se ha convertido en "casta" -de hecho, hace años que sus miembros no utilizan ese término-. Pero, además, se pagan otros peajes: el acotamiento de acción de los gobiernos, o unos discursos simplistas y campañas centradas en lo simbólico -más que en las condiciones materiales reales-.

Así, a medida que se adentraba en las instituciones, el programa de Podemos se fue aproximando al centro representado por pp-soe, aunque con alto componente social y énfasis de lo público.

Ya asentados, su discurso se enfocó en acabar con la corrupción y el establecimiento de mecanismos de transparencia. Quizá sea este uno de sus mayores logros -junto con la ruptura del bipartidismo y la alternancia de poder-. Pero, una vez solventados esos problemas: su relato se acabó. Se convirtió en una opción política más -diría que eso ocurrió en el momento mismo en que decidieron entrar en el gobierno-.

 

Sin duda, la irrupción de Podemos en la escena política, ha beneficiado a nuestra democracia representativa. Seguramente sus logros nos parezcan ínfimos, si los comparamos con la ilusión inicial de alcanzar una democracia real. Pero no hay que olvidar que Podemos surgió de la nada, del proyecto imaginado por gente de a pie, gente que trabajaba para ganarse la vida.
El sistema se puede cambiar desde dentro, pero hay límites que no te va a dejar traspasar. Otro de los logros de Podemos ha sido presionar esos límites y ponerlos en evidencia.

A mí me parecen legítimas estas críticas que se hacían a Pablo Iglesias y su partido. Supongo que, cuando estás en el poder, debes aprender a encajarlas e ignorarlas: es el precio que pagas por convertirte en "casta". 

Pero una cosa son las críticas en aspectos morales, formales o políticos y otra cosa es el acoso a que se le ha sometido desde que entró en el gobierno. Un acoso en lo personal que, desde luego, va mucho más allá de su dimensión política. Sí, es una persona que genera odio entre la derecha española -tanto como lo hace el lenguaje inclusivo-. Una actitud que recuerda mucho al bullying que los niños reproducen en los colegios contra otrxs niñxs. Supongo que responde a ese rechazo tan español hacia quien asciende meteóricamente: -No puede ser. Tú eres un comemierda como nosotros. No te puedes codear con el presidente. Vuelve a tu agujero en la universidad!

Imágenes extraídas de internet. Del primer Pablo Iglesias, a la caricatura grotesca que se representaban sus haters

 

Seguramente, Pablo Iglesias no debería haber entrado en el juego de vox, ni en esa dialéctica de la clase obrera enfrentada a cayetanos y fascistas -ya sabemos que están ahí, no hace falta señalarlos todo el rato-. La gente no quiere oír hablar de eso. Vivimos en una sociedad líquida, postmoderna, sin hilos que guíen el relato de la historia. Preferimos que nos regalen los oídos con la terracita, la cervecita, el centro comercial... mientras el resto del tiempo estamos jodidos trabajando, chupando atascos, sin proyecto de vida, sin ilusión... Pero que no nos llamen pobres de mierda -como poco: clase media-.

La campaña madrileña ha sido bastante repugnante. Una especie de gallinero donde todos intentaban cacarear por encima de los demás. Retorciendo los argumentos, tratando de culpar al otro de lo mismo que lo acusaban -Rebota, rebota y en tu culo explota-.
Supongo que, cuando el ayusismo rompió el tabú sobre vox y lo puso en el tablero político -en igualdad de condiciones-, vox decidió que podía jugar también a los memes y a ridiculizar la figura de Pablo Iglesias -para que no se escuchara su voz-.
En algo que recordaba a aquella ocasión en que los diputados del pp no dejaban hablar a Labordeta y no tuvo más remedio que increparles:

"Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder ustedes toda la vida. Y ahora les fastidia que vengamos aquí las gentes que hemos estado torturados y reprimidos por la dictadura a poder hablar. ¡Eso es lo que les jode a ustedes! ¡Coño! Y es verdad, ¡Joder!"

La dictadura ya nos queda lejos. También esa retórica de rojos y nacionales. Pero es verdad que les jode. No les jode que lxs hijxs del obrero tengan estudios, diseñen sus edificios, sus programas informáticos, que hagan cine, o den clases a su prole en la universidad... Lo que les jode es que se metan en sus instituciones, les hablen de igual a igual y que, además, las gestionen mejor que ellos ¡Coño! Y es vedad ¡Joder!


Se ha retirado con dignidad, consciente de que la sociedad lo tenía enfilado y se había convertido en un lastre para su propio proyecto. Estoy convencido que volverá, estaba demasiado metido en la actividad política, le vendrá bien tomar posiciones en lo teórico, pergeñar nuevos proyectos... Y, como cantara Julio Iglesias

"Al final las obras quedan las gentes se van.
Otras que vienen las continuarán.
La vida sigue igual.
"


viernes, 30 de abril de 2021

Remodelación de los sentimientos religiosos

No suelo escribir sobre temas de candente actualidad pero, como en los últimos días este asunto ha sido la comidilla del pueblo -y lo tengo fresco-, le he dedicado unas líneas. Porque, como cantan los Punsetes:

"España necesita conocer tu opinión de mierda.
La gente necesita que le des tu opinión de mierda.
Un montón de temas sueltos e inconexos.
Aguardan el veredicto del experto.
"

 

Hace unos días, el alcalde del pueblo anunció la presentación del proyecto de remodelación de las traseras de la iglesia. Y, claro, los vecinos estaban expectantes -porque nadie tenía ni puta idea de qué se iba a hacer ahí-. Estos proyectos caen siempre como si fueran un regalo de los Reyes Magos -pero sin escribir carta ni nada-. Se diseña el espacio, los materiales... y, cuando ya está cerrado, se dice a la gente: -¡Mira! Os vamos a hacer esto ¿Os gusta?... Más vale que os guste, porque cuesta un pastizal y lo pagáis vosotros.

Creo que el párroco y la diócesis no estaban muy de acuerdo, posiblemente por meras cuestiones económicas. La Iglesia siempre está ávida de pasar el cestillo. No es como los políticos, que pueden obligarte a soltar la pasta.

Los vecinos. Bueno... Los vecinos supongo están contentos con el proyecto. Después de todo, consiste en tirar un solar con un muro bastante alto que delimita el patio de la iglesia -con algunas edificaciones de uso parroquial-. Vamos, que ganan en amplitud y luminosidad, en un barrio antiguo de calles estrechas y tortuosas.
 

Iglesia en su estado actual, antes de la remodelación. Imagen extraída de Google Earth en Abril de 2021

Después de la presentación se hizo pública la maqueta y un vídeo simulación. Queda chulo. Mejor que estaba. La Iglesia pierde parte de sus espacios y, también, la casa del cura -parece que se llevarán a un lugar menos relevante-.

 

Maqueta del proyecto de remodelación. Extraída del perfil de Facebook del ayuntamiento

 

Para mí, esta reorganización del espacio no deja de ser el síntoma de la pérdida de fuerza de la religión en nuestra sociedad.

Seguramente, en otro tiempo pasado, cualquier remodelación de ese entorno hubiese tenido que ver con los sentimientos y las prácticas religiosas: construir la casa del cura pegada a la parroquia, un edificio para impartir la catequesis -o cualquier otro tipo de cursos-, talleres para reparar y guardar las imágenes... Yo no estoy pendiente de la vida religiosa del pueblo pero, tengo la sensación que, quitando ciertos actos puntuales -bodas, entierros y procesiones-, la gente no participa de la religiosidad, no entiende la religión como una práctica. No se niega la fe cristiana, pero muy pocos se partirían la cara por ella. Está ahí, como un residuo de otro tiempo, como el fantasma de una tradición superada.

La remodelación pone de manifiesto que lo importante de la iglesia es su carácter como edificio, su potencial turístico. Una construcción antigua que queda en medio de una plaza casi futurista. Deja de estar parapetada tras sus muros para quedar expuesta a las miradas despreocupadas. Y, aún así, seguirá siendo una iglesia aislada, separada de la gente. En un páramo diáfano, iluminada -para deleite de los fotógrafos y paseantes nocturnos-. Seguramente nada de eso conjuga muy bien con la concepción cristiana de casa de Dios, austeridad, acogimiento... 

Muy pocos, hoy día, se atreverían a defender su fe ante las provocaciones racionalistas de ateos y agnósticos. Se revelarían como locos vehementes y sufrirían el rechazo mayoritario. Aquí, incluso los que se denominan católicos, se refieren con el término despectivo de "beatas" a esas personas que sí que practican y viven su religiosidad. Un colectivo que, hasta no hace mucho, tenía cierto poder y podía influir la vida pública del pueblo, porque su espectro de influencia era realmente amplio: colegios, partidos, militares, clases altas... Parece que eso ya pasó y, ahora, nadie se atrevería a anteponer razones espirituales a argumentos económicos, utilitaristas o políticos. Lo religioso convive con lo profano, pero lo hace en un plano de inferioridad, el plano de lo espiritual: una suerte de terapia o comunidad de frikis, sin fuerza para transformar la realidad.

Seguramente el pueblo tenga las mismas posibilidades de convertirse en un atractivo turístico de las que tenga para convertirse en capital de su propia diócesis. Pero el imaginario del turismo, la modernidad y el progreso económico son mucho más atractivos y canalizan mucho mejor el deseo que la culpa, la austeridad y la caridad que predica la Iglesia.

Realmente me sorprendió que no se hicieran críticas al proyecto desde lo religioso. Porque lo fácil es decir: -Eso es lo mismo que se ha hecho en otras plazas. -Resulta muy hostil sin sombra y sin vegetación. -No es un sitio para estar. -Falta un bar. -No hay parque para lxs niñxs. -¿Y el aparcamiento?... Bueno, realmente, lo fácil es subirse al tren acelerado de lo contemporáneo y decir: -¡Qué chulada! Ya era hora de que se hiciera algo aquí, no tenemos porqué pagar con incomodidad la religiosidad de los demás.

miércoles, 28 de abril de 2021

Fascismo fascista

"Fascismo" es un término contundente, un arma arrojadiza afilada por todos sus extremos... Una palabra que llama la atención desde lejos, como una imagen saturada de color, o un texto en mayúsculas, negrita, subrayado y con parpadeo -un grito desesperado para llamar la atención-.
Sí, creo que se abusa mucho del término. Ahora todo es fascismo: la derecha es fascista, la izquierda es fascista, los medios de comunicación, el gobierno, las feministas... Y, claro, si aplicas a todo la misma categoría, esa categoría deja de ser relevante a la hora de clasificar.

Así que, circulan por internet un montón de explicaciones sobre el fascismo: tratando de acotarlo y encajarlo en su uso actual... Una tarea compleja, porque el fascismo es lo de benito mussolini y todo lo demás son paralelismos entre ese régimen y las características que queremos denunciar en el rival al que arrojamos el arma.

La campaña electoral en la capital del reino está en pleno auge y, las izquierdas, despliegan sus consignas: vox es fascista y el pp, que quiere pactar con ellos, también. En una acrobacia para invertir el lema del ayusismo de "libertad o comunismo" a "democracia o fascismo". 
Vale que los de vox son racistas y supremacistas, que disfrutan creando polémica, que desearían instaurar un nuevo orden enfrentado al consenso actual -el consenso progre-... Sí, seguramente se puedan establecer muchos paralelismos con el fascismo pero, de momento, siguen jugando a la democracia. Y la democracia tiene ese cruel defecto: gana el que más votos consiga -sin importar los métodos que utilice para convencer-. Quizá habría que preguntarse ¿Qué tipo de sociedad está creando el sistema actual para que este tipo de propuestas políticas tengan éxito?

A muchos nos preocupa que tengan tantos votantes -nos aterroriza que consiguieran hacerse con el poder democráticamente, o no-. El nacismo, el fascismo y movimientos similares, empezaban siempre jugando la democracia y, cuando se veían una mijina fuertes... ¡Zas! Asaltaban el poder por la fuerza. 

Pero, es sólo una posibilidad. El mismo miedo podrían tener los de vox al "comunismo" de Podemos. Hay historias de violencia por todos los bandos.

 

Había costado mucho alcanzar el consenso "progre". Y, ahora, los de vox, con su actitud antisistema, han conseguido poner en las mesas de los debates temas ya superados.
Como dicen sus simpatizantes: "están dando la batalla ideológica". Y, seguramente, tengan razón. Está bien tener diferentes puntos de vista, diferentes prioridades... Pero a mí me da la sensación de que su estrategia consiste en decir que todo lo que hacen los otros está mal... Y que, cuando ellos lleguen al poder, lo harán bien... Realmente, eso es así en todos los partidos políticos: -Os decimos lo que queréis oír y, luego, cuando estemos en el poder ya vemos lo que podemos hacer. El problema de dar el poder a vox -en lugar de a otro partido- es que estás entregando el poder a gente racista, misógina, clasista... que además se siente orgullosa de serlo. Y es fácil que traten de instaurar ese tipo de convivencia en la sociedad que gobiernan -pueden hacerlo, hasta cierto punto, porque controlarían los medios materiales e ideológicos-. 

Los centros de Menores Extranjeros No Acompañados pueden ser un problema en algunos barrios: -Vale, no problema, aceptamos barco -como animal acuático-. Pero es que la actitud de vox, en lugar de apuntar a una solución humana, es señalar y criminalizar a esos niños -para ¿Eliminarlos? ¿Expulsarlos? En fin... que desaparezcan... que se vayan y cierren al salir-. No hace falta ser buen cristiano para darse cuenta de que todos formamos parte de la misma humanidad, que llegamos desnudos al mundo, que lo que nos hace mejores o peores es el ambiente que nos rodea...

Porco Rosso es una película de animación del Studio Ghibli que transcurre en la Europa de entreguerras. Imagen extraída de Pinterest

Fascista se lo puedes llamar a cualquiera que intenta imponer su voluntad sobre la de los demás -recurriendo a la fuerza, o al terror-. También a quién cree que existen clases sociales que deben estar sometidas a otras.

Salvando la violencia, contra la que afortunadamente existe un consenso unánime, todos los partidos han incurrido, en mayor o menor medida, en actitudes fascistoides -al final, votamos para que un grupo nos gobierne según su criterio durante cuatro años, lo que en otras ocasiones hemos llamado en este blog fascismo 2.0, fascismo votado-. El problema de vox es que incurre en esas actitudes de forma sistemática. Ha cogido las peores triquiñuelas del resto de partidos y las utiliza para sus enfrentamientos dialécticos. Son los abusones del colegio, los que van buscando al más débil para lanzarse en piña sobre él: los niños migrantes, los colectivos LGTBI, las mujeres... Generan crispación y polarización, porque sólo en ese estado de sentimientos convulsos y contradictorios, conectan con nuestro yo más ruin. Son una parte de nuestra sociedad que existe pero, a poco que hagamos examen, la percibimos como algo desagradable. Quizá podamos tolerarlo en lo minoritario y lo underground -la falange y partidos similares se han presentado a las elecciones en numerosas ocasiones-, pero la cámara de los medios de comunicación se ha hecho eco de sus barrabasadas, ha amplificado el alcance de su discurso y... ya no hacen gracia. 

No creo que estén dando ninguna batalla ideológica, sólo están en contra de todo lo que huele a acabar con privilegios, todo lo que huele a tratar al ser humano como un fin, nunca como un medio.

martes, 20 de abril de 2021

Sobre parques infantiles y puntos de desencuentro

De pequeño no recuerdo visitar los parques infantiles. Supongo que sí existían... Quizá en el cole había columpios y toboganes -de esos de metal que, a buen seguro, ahora nos parecerían superpeligrosos-. Estoy convencido de que en el patio del cole había dos tubos de cemento -de los que se usan para el alcantarillado- y saltábamos de uno a otro, nos metíamos dentro...

Ahora es otra historia, los parques son auténticas obras de arte. Se cuida cada detalle, se integran perfectamente en los diferentes espacios públicos de la ciudad, se les lima cada arista, cada posible peligro...

Barcos piratas repletos de pasarelas, toboganes, cuerdas y redes para trepar, rocódromos... Dragones con rincones secretos, rampas deslizantes...

Parc de la Pegaso - Barcelona. Imagen extraída de TimeOut

 

Aunque vayamos en coche, las niñas los ven desde lejos y, yo... les voy cogiendo el gustillo. Normalmente prefiero aquellos más antiguos: los que tienen árboles bien formados con buena sombra y bancos. Aunque los ideales son aquellos que cuentan con la terraza de un bar cerca y, desde ahí, puedes controlar a las niñas. Pero tampoco le hago ascos a llevarme las yonkilatas -si voy con amigos-.

 

En los pueblos, tengo la impresión, no se da mucha importancia a los parques. Al estar rodeados de campo, parecieran prescindibles las zonas verdes. O quizá sea el arrastrar una tradición en la que se jugaba en la calle, y ya se establecían -de facto- ciertos puntos de encuentro: la plaza, el pretil, las pistas polideportivas... Una tradición en la que los vehículos no se habían apoderado aún de todos los espacios.

Pero los parques tienen una ventaja, son lugares cercanos en los que las niñas se pueden encontrar con otros niños. Los padres podemos entablar conversaciones con las madres. Y, si no hay nadie, no importa, porque las niñas se entretienen con cualquiera de las atracciones mientras los adultos chequeamos el móvil, o leemos un libro, sabiéndonos en lugar seguro.

 

Existen familias que tienen casas grandes, con patio, piscina... Y quizá no sientan la necesidad de salir a un parque a relacionarse con nadie -pueden vivir en su absoluta individualidad-. Pero el caso más común es el de familias que habitan pisos pequeños -la estabilidad económica nos llega tarde, si es que llega, y no podemos esperar a tener 40 años para engendrar hijos-. Así que, los parques suponen un gran alivio al agobio de los espacios cerrados privados. En general, todas las zonas comunes de pueblos y ciudades vienen a complementar las carencias de los hogares: para eso nos organizamos en sociedades -y toleramos a cambio cierto malestar en la sociedad-.

Supongo que dentro de unos años las niñas no querrán que las acompañemos al parque, o quizá prefieran otro tipo de lugares y formas de ocio: pistas deportivas, de skate, sitios oscuros para fumar, navegar por las redes sociales... 


Con la pandemia se han cerrado los parques infantiles y ha sido necesario proveer de dispositivos electrónicos a los niños. Una combinación fatal. Creo que no hay sensación más terrorífica que ver la cara de un crío con las pupilas dilatadas clavadas en la pantalla y la piel iluminada por el brillo de los contenidos cambiando a velocidad de vértigo... 

Los niños tienen ganas de jugar y estar acompañados, pero les dejamos solos con la pantalla. Les cerramos los parques, limitamos sus movimientos y su interacción con los demás. Los metemos en el mundo virtual para que suplan sus carencias... Pero es algo que no queremos ni para nosotros. Las redes sociales están llenas de malos rollos, de gente que se habla de forma grosera, que responden con zascas, troleos, que sacan las cosas de contexto, noticias falsas, odio, comportamientos adictivos... Hay que realizar tremendo esfuerzo para que nuestra red social no se convierta en un estercolero. Resulta muy difícil practicar la empatía en ambientes tan hostiles. En la vida real, cara a cara -con contacto físico y visual-, creo que no son tan comunes estas prácticas depredadoras. Aunque siempre han existido los que van buscando bronca, los que no tienen modales, o los encabronados y despotricadores contra todo -sin apenas venir a cuento-. 


Hace unos días, en un consejo escolar, los profesores manifestaban su preocupación por los casos de acoso infantil -que vienen acrecentándose por el uso intensivo de móviles y tabletas desde edades muy tempranas-. En el cole, profes y alumnos se encuentran afanados impartiendo e interiorizando los contenidos que dicta la ley. Luego tienen su rato de juego y esparcimiento -que pueden utilizar también para hacer el mal- y, más tarde, se van a sus casas -a encerrarse con sus equipos electrónicos-. Seguramente sería mejor para sus relaciones -y para su salud física y mental- que salieran al parque a jugar y relacionarse con otros niños, bajo la tutela de los padres. Si surgiera algún conflicto: padres, madres, hijos y amigos podrían colaborar para solucionarlo -de forma más o menos amable, inmediata, pública, transparente..-. Pero en las redes sociales -y los grupos de mensajería- los conflictos se enquistan, se ocultan, pasan desapercibidos para unos, o se visibilizan demasiado para otros... No se resuelven, van creciendo, de forma asíncrona, por oleadas... Si nuestras redes sociales son un vertedero de opiniones encabronadas y ofensas gratuitas, no debería sorprendernos que lxs niñxs repitan esos patrones.

El distanciamiento físico, la mediación de las relaciones por los dispositivos electrónicos, los algoritmos -que nos sugieren siempre lo que es similar a lo que ya conocemos-... Todo ello va conformando un mapa de divisiones en las que nos resulta muy fácil identificar al "otro". Y, al "otro", se le puede humillar, marginar, apartar... y no volver a verlo nunca más: porque no va a existir un punto de encuentro donde puedas comprobar que es más lo que nos une que lo que nos separa.

 

Creo que uno de los problemas más graves que trae esta pandemia es la disgregación social, la pérdida de vínculos y, en definitiva, la pérdida de humanidad. El aislamiento en pequeñas burbujas, enfrentadas a las otras: mi propiedad privada, tu virus, mi vacuna... Algunos ya señalan el aumento de las crisis de ansiedad, niños acosando a otros niños, jóvenes apáticos -sin futuro-, adicciones a redes sociales, juegos online, televisión...

Y, mientras, los pequeños espacios de terapia -los parques infantiles- se encuentran cerrados -o han estado cerrados durante gran parte de la pandemia-. En un mundo donde prima lo privado y donde pareciera que sólo el consumo y la economía merecen ser salvados.

 

Parque infantil del Pilarito de Consolación - Herrera del Duque - Abril de 2021

En el pueblo existen algunos parques en las afueras. Pero están hechos polvo: vandalizados, sin mantenimiento... Son utilizados principalmente por jóvenes y adolescentes -que pueden desplazarse hasta allí, en bici o en coche, sin la compañía de los padres-. 

En el interior del pueblo, en el patio del cole, existe otro parque -cerrado desde que empezó la pandemia-. Es este un lugar incómodo, feo y asediado por el sol, pero que a los niños encanta. Las niñas solían pedirme que las llevara y, alguna vez, me convencían -lo bueno de su cierre es que ya no me veo obligado a ir-. Las familias con niños pequeños, expulsadas del parque, ahora colonizan otros espacios: la Plaza de España, la plaza del Palacio de la Cultura... Seguramente menos apropiados para los niños, pero donde los padres nos encontramos cómodos -con terrazas para tomar-. Y, después de todo ¿A quién le importa el bienestar de la infancia?

miércoles, 31 de marzo de 2021

Música en el pueblo: de bandas, jóvenes y pollaviejas

Hace unos días anunciaron los grupos que vendrán a cantar al pueblo en las fiestas de agosto. No sentía ninguna intriga, ni expectación... La verdad, con el tostón de la pandemia, se le quitan a uno las ganas de todo.
Al final, lo que te apetece cuando va a un concierto es: beber, pasarlo bien con los amigos, bailar, saltar... Y no estar ahí solo, sentado, respirando tus propios vapores, recolocándote la mascarilla...

En general, nunca me he sentido muy identificado con los estilos musicales que más gustaban en el pueblo. Igual soy ya un pollavieja y estoy totalmente fuera de onda... No tengo claro qué estilos musicales gustan a los adolescentes y jóvenes de aquí: no me invitan a sus fiestas, ni frecuento los bares que frecuentan ellos... Y, aunque escucho mucha música -siempre lo he hecho-, seguramente no manejo sus mismos referentes. Al ver los grupos de las fiestas de este año, me pareció que las personas del ayuntamiento que contratan los "conjuntos", se encontraban en mi misma tesitura.

Supongo que a los más jóvenes -el rango de los 15 a los 30- les van los hits de Youtube: los ritmos latinos en su vertiente hacia el reguetón o el trap... Creo que es ahí donde la industria musical está haciendo sus inversiones. De vez en cuando, me encuentro a niñas tarareando esas canciones o ejecutando sus bailes, Y, en las fiestas de cumpleaños o similares, siempre me piden que busque ese tipo de temas -que, por regla general, me horrorizan o estoy saturado de escuchar-. 

En el pueblo, la gente es bastante anodina y clásica en el vestir, así que es difícil reconocer estilos musicales por ese lado -yo me adscribo a esa tendencia-. Por la apariencia, todos podríamos ser seguidores de Taburete -y no es así-. Creo que en la indumentaria, los jóvenes de aquí se dejan llevar por la moda del momento pero, en lo musical, tienen su propia identidad -al menos tengo la impresión de que eso no ha cambiado-.

 

Y ahora empiezan las historias del abuelo cebolletas... En mis tiempos... Allá por los 90's... Eran tendencia en el pueblo los grupos que revolucionaron la rumba y el flamenco -Camela, El Barrio...-, el pop patrio -El Último De La Fila, Antonio Flores...-, la vertiente rock -Extremoduro, Héroes del Silencio...- También estaban los que les molaba el bakalao y la música de discoteca. Había al menos 3 o 4 bares con estilos musicales más o menos definidos. Estaban, por ejemplo: el T.A.C. -en la vertiente más rock-, el PK2 -más pop y gitaneo-, las discotecas -con la música más bailable-, el Bombín -a la "vanguardia"-... Seguro que hubo más, por aquellos entonces los karaokes también gustaban.

Y era una cosa bastante local: en Fuenlabrada de los Montes escuchaban otros grupos, diferentes a los de Castilblanco... En Hontanaya, el pueblo de mi padre -en Cuenca- estaban locos por el tekno y el hardcore...

Se trata de pueblos chicos, no podemos hablar de una rica escena musical... Pero sí que había ciertas "tribus", o grupos, que se identificaban con estilos musicales más o menos concretos.

 

Hablando en un grupo de Whatssap sobre las bandas de estas fiestas, surgió la idea de que los cantantes que venían antiguamente eran apuestas más arriesgadas, innovadoras o incómodas... Aquí tocaron Los Celtas Cortos, que no sólo hacían una música bastante rara -fusión de folk, rock y pop-, sino que tenían unas letras muy punk -o, cuanto menos, socialmente comprometidas-. También tocaron Amistades Peligrosas, muy pop en lo musical, pero con letras que muchos padres y madres no se sentirían cómodos escuchando delante de sus hijos -y, allí estábamos, chicos y grandes, cantando lo de "hoy voy a ir al grano, te voy a meter mano..."-. También estuvieron Joaquín Sabina, Loquillo, Medina Azahara, Los Mojinos Escocíos... No eran, ni mucho menos, grupos de vanguardia, ni con estilos musicales muy alejados del mainstream, pero eran, al menos, el tipo de bandas que no interesarían a nuestros padres e, incluso, podrían importunarlos: por lo grosero o lo bizarro.

Como el concierto era en el pueblo -y quizá el único del año-, cantara quien cantara, ibas, te gustara o no el grupo. Quizá la música no apasionaba a los mayores, pero se fijaban en otras cosas: -¡Menudo equipo llevaban! ¡Cómo sonaba! ¡Nah! Ese no cantaba una mierda, no tenía voz. ¡Qué trajes tan bonitos!

Ahora, tengo la impresión, los grupos que vienen son más "normales", lo que gustaría a todo el mundo -más allá de los rangos de edad-. Sin ningún tipo de carga política. Podrían gustar también a nuestras madres y ser absolutamente indiferente a los más jóvenes.


Hay quien sostiene que, aunque existen más medios que nunca para escuchar música -radio y televisión con canales dedicados, conciertos, Youtube, Spotify...-, la cultura musical de la mayoría de la población ha disminuido. Antes sólo había dos canales de televisión y ahí tenías que ver cantar a Rocío Jurado y también a Patti Smith. Si no te gustaba la música pero querías ver la tele, te jodías y veías lo que echaran. Ahora, todo está segmentado: si te gusta el flamenco seguro puedes encontrar tus canales para solo escuchar flamenco -si te gusta el trap lo tienes más fácil-. Para los fans de Cachitos de Hierro y Cromo esto nos resulta muy notorio. Quizá la tele y la radio eran antes más un instrumentos de educación -y control- que mero entretenimiento -y consumo-. Y esa asignatura de educación en cultura musical ha dejado de ser obligatoria. Sí, existe Radio 3, su lucha contra el algoritmo y su intento de ofrecer una panorámica de todos los géneros... Pero, no nos engañemos, es algo minoritario. 

Así que, como resultado de esa incultura, muchos viven de espaldas a la música. O encerrados en los círculos de una juventud pasada. O, como ocurre en las redes sociales: flotando en la burbuja de sus gustos e intereses -o lo que el algoritmo mercantil estima deberían ser esos gustos-.


Quizá los conciertos del pueblo sean solo una consecuencia de ese analfabetismo musical: las nuevas tendencias nos desbordan, es imposible estar al tanto de cada nicho, así que, apostamos por lo normal, lo no conflictivo, lo clásico, lo empalagoso, con lo que nos sentimos cómodos... Una línea muy acorde a la democracia representativa: sigamos la norma fijada desde arriba, no sea que la gente quiera participar y, al final, mandemos a Eurovisión  al Chikilicuatre.


Grupos de las ferias y fiestas de Herrera del Duque para el año 2021

 

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Miraba el cartel y lo más novedoso era el Cantajuego -a lxs niñxs les encanta-. Vale, Raya Real es música de nicho -se puede justificar-. Seguro que el resto de grupos tienen buen directo -la puesta en escena es muy importante-... Pero, claro, es como si en pintura ignoramos que han existido el expresionismo, la abstracción, surrealismo... y seguimos como si nada con nuestras exposiciones de reyes, cristos y vírgenes...

Curiosamente, en el pueblo, hay más músicos que nunca. Tenemos banda, charangas, clases de lenguaje musical, infinidad de instrumentos, Celia Romero -cantante de flamenco con proyección fuera de nuestras fronteras-... En el panorama nacional aparecen contínuamente nuevas bandas -con mayor o menor repercusión- que hacen música muy novedosa -no son sólo Rosalía y C. Tangana-. Sí, las viejas glorias tienen derecho a seguir viviendo de la música, pero tampoco está mal dar un impulso a las emergentes y ofrecer una variedad  de colores que ayuden a forjar identidades. 

Resulta difícil utilizar el lenguaje -también el musical- para conectar con la gente y atraer su atención. Sobre todo si el discurso elaborado es monocromo, predecible, aburrido...

sábado, 27 de marzo de 2021

Extremadura y el 25 de marzo

Esta semana fue 25 de marzo. Un día que algunos extremeños -a la izquierda del espectro político- reivindican como el verdadero día de Extremadura. Un día que hace referencia al 25 de marzo de 1936, cuando los trabajadores del campo extremeño se organizaron y ocuparon las grandes fincas a lo largo y ancho de la Comunidad Autónoma. El objetivo: poner los medios de producción -la tierra- al servicio de quienes los trabajaban. Un hecho inusual, casi bizarro... porque parece que los extremeños nunca protestan: son gente aburrida y mansa que aguanta lo que se les eche. 

Portada de la revista francesa Regards con foto de David Seymour (Chim). / ARMHEX. Extraída de CTXT

A mí me la trae floja el día de Extremadura. Pero sí es verdad que, si algo podía identificar a los extremeños -aunque no sólo a los extremeños y tampoco a todos-, es la división de la superficie agrícola en grandes latifundios utilizados como lugar de recreo e inversión especulativa -propiedad de gente que ni tan siquiera habita por aquí cerca: los señoritos de la capital-. 
Aquí apenas ha habido grandes fábricas o industrias. Nuestro medio de producción es la tierra. Nuestros obreros son agricultores, ganaderos, colmeneros, resineros... Eso hace que la población haya estado tradicionalmente dispersa y resultara más sencillo mantenerla sometida a los caprichos de los grandes propietarios. Esta dispersión también ha dificultado la organización y la implicación de la clase trabajadora en movimientos revolucionarios.
 
Tampoco creo que los extremeños tengamos una fuerte identidad cultural como pueblo: más bien somos una amalgama de andaluces, portugueses y castellanos, distribuidos según la proximidad a qué frontera artificialmente creada -con fines administrativos y de gestión-. Así que, cuando se dirimía el día en que debíamos celebrar la unión que nos habían impuesto, parece que el presidente de la Junta -socialista y obrero- decidió que el mejor día para celebrar la extremeñidad era el día de la Virgen de Guadalupe -Toma yá!- Le pareció que la creencia en estos seres míticos y mágicos nos representaba muy bien. Y también potenciaba nuestro carácter manso: -Somos gente pacífica, aquí no hay ningún conflicto, hagan con nosotros lo que quieran... la Virgen proveerá
 
 

El movimiento del 25 de marzo fue apagado durante el mes de agosto de ese mismo año: con el golpe militar, su desenlace en Guerra Civil y la masacre perpetrada en la plaza de toros de Badajoz por el bando franquista.
Podría decirse, con el expresidente de la Junta, que el 25 de marzo fracasó. Pero el mayor fracaso sería dejar caer esa fecha en el olvido. Como efectivamente ha ocurrido: la mayoría de extremeños no conocen aquellos hechos.
Se ha borrado de nuestro imaginario la idea de que también nosotros podemos organizarnos desde abajo, que podemos luchar y reclamar justicia. Pareciera así, que las revoluciones son cosas de pueblos lejanos: los arrojados rusos, los irreverentes anarquistas catalanes...

Y no creo que sea algo casual ese olvido. Porque es una fecha que cuestiona el sistema actual de propiedad privada -algo absolutamente inviolable en nuestra sociedad actual-. Aunque realmente lo que cuestione no sea la propiedad privada sino, más bien, cómo deben administrarse y repartirse los beneficios obtenidos con el trabajo. Y, seguramente, cuestione muchas cosas más que tienen que ver con: la toma de decisiones, la distribución del poder, la solidaridad, el reparto... Asuntos que, los que nos gobiernan -ahora democráticamente- tampoco están dispuesto a a poner bajo el punto de mira.

viernes, 19 de marzo de 2021

La política como espectáculo y las elecciones madrileñas

La política, en tiempos pandémicos y de aislamiento social, se ha convertido -más que nunca- en un espectáculo. No hay conciertos masivos, apenas representaciones teatrales... Todo ocurre en las pantallas -la política también-.
Y la política tiene tramas rocambolescas, giros inesperados de guión, personajes de lo más variopintos... Un reality transmitido en todas las televisiones, radios, redes sociales y periódicos en prime time.

Hay quien denuncia que la política se encuentra cada vez más vacía de contenido. Y es verdad. En el escenario político apenas se dirimen cuestiones relevantes sobre la organización social y del trabajo. Los gobiernos -a cualquier nivel- se limitan a actuar como gestores de lo público, como un comité de empresa parlamentario, encargado de hacer crecer la compañía. El modelo capitalista de consumo no es cuestionable. Las directrices a seguir se marcan desde organismos supranacionales -Bruselas y el Banco Central, en el caso europeo-, para configurar una estrategia eficiente en el tablero global de los bloques económicos y áreas de influencia: China, EEUU, Rusia, América latina...

Así que, la política nacional española, juega su partida en el plano de lo simbólico -la pose-: unos se dicen socialistas, otros comunistas, otros nacionalistas... Haciendo referencia a los grandes movimientos del siglo pasado. Movimientos que realmente canalizaban el deseo y las pasiones, con enorme potencial transformador -y capaces de desatar tremenda violencia-. Parece que el precio pagado por no padecer guerras ha sido el vaciamiento de la política y su transformación última en espectáculo.

 

Una moción de censura en Murcia acabó con la convocatoria de elecciones en Madrid y el abandono de la política nacional de Pablo Iglesias para concurrir como candidato autonómico -ni los guionistas de Breaking Bad, oye-.

La gran favorita en esta interesante competición por hacerse con el gobierno de Madrid es Esperanza Ayuso -no, Isabel... creo que se llama Isabel-. Al principio de su mandato estaba algo insegura, cohibida... Pero ahora está en la cresta de la ola, se encuentra muy a gusto en sus posiciones neoliberales en lo económico y burgueso-patronales en lo moral. Le encanta provocar y dar titulares, las mofas de la izquierda no hacen sino fortalecerla. En uno de los últimos titulares que nos ofreció -ante el golpe de efecto de Iglesias- decía: "Pablo Iglesias está acabado...". Lo peor de todo es que, seguramente, tenga razón 😅

Imagen extraída de El Mundo

Ayuso representa al jugador que apuesta, arriesga y derrocha. La actitud fanfarrona del -¡A que no hay huevos! -Que no hay huevos... ¡Venga! Sujétame el cubata!
A los castizos -esos provincianos que viven en Madrid y creen que Madrid es España "dentro de España"- les encanta esta esta actitud y jalean su boca chancla. Les hace gracia todo aquello que demuestre que el éxito en lo académico no conlleva éxito en lo económico -o en lo político- ¿Qué importa si no se expresa con propiedad o la caga cada vez que habla? Lo que importa es que defiende sus intereses -reales o imaginados-. Haciéndoles soñar con la posibilidad de ser libres y ricos -aunque sus condiciones materiales sean más acordes a las de un esclavo-. 

Ante el ayusismo, el Podemos de Pablo Iglesias da bajón. Es gente con pintas estrafalarias que hace una política seria -como debe ser-, teniendo en cuenta todos lo sectores y poniendo el foco en los más desfavorecidos. Buscando un equilibrio dentro del capitalismo de consumo que no deje a nadie sin los recursos más básicos para la vida. Si el lema del PP de Ayuso es: "Primero libertad y luego todo lo demás". El lema de Podemos sería justo lo contrario: Primero las necesidades básicas de todes y luego lo demás. 

Hace unos años, después del 15M, Podemos tenía el potencial transformador y revolucionario. Permitió hacer soñar a la gente con otro mundo posible, más colaborativo, menos competitivo. Entonces canalizaba el descontento y los deseos de la gente. Y consiguieron grandes cosas: de la nada se abrió paso en las instituciones y rozó ciertas cotas de poder. Creían que podían cambiar el sistema desde dentro -es cierto que el sistema permite margen de maniobra- y presionaron sus límites. Pero el sistema tiene sus propios mecanismos para protegerse y fagocitar. Y Podemos ya está fagocitado, forma parte del espectáculo. Ha llegado hasta donde le estaba permitido llegar. Ahora sólo puede luchar por mantener sus posiciones de multipartidismo, procesos participativos y transparencia -un imaginario triste, como el ocio con toque de queda y mascarilla-.

Mientras, el ayusismo irresponsable se ha marcado un lema muy chulo: "Comunismo o libertad". Una burda transformación del clásico "Socialismo o barbarie". La barbarie que nos remonta al mito imaginado por una suerte de darwinismo que se utilizaba para justificar el libre mercado. Una barbarie donde el individuo lucha con todas las artimañas posibles por su supervivencia. Esa es la libertad que defienden las derechas: la renuncia a que los humanos podamos superar el individualismo, coordinarnos, cooperar y canalizar el deseo hacia otros mundos posibles. Esa libertad del pelotazo es el nihilismo del sálvese el que pueda y el que más pueda se salve más. La libertad de la sociedad del riesgo. Y han conseguido vestir de revolucionario ese discurso trasnochado de capitalismo salvaje que lleva produciendo crisis, guerras y miseria desde hace varios siglos.
Vamos, que ni la caricatura más grotesca de Podemos se acerca al comunismo, ni en los mejores sueños del PP hay atisbo de libertad.

miércoles, 10 de marzo de 2021

Día de la mujer trabajadora y conflictividad de clases

Esta semana se celebró el día de la mujer. Un día para dar visibilidad al feminismo. Un día extraño para los hombres -que no sabemos muy bien como posicionarnos-. Y creo que no hay mucho problema en declararnos feministas -algo muy extravagante hace unos años-. 

Sí, el feminismo avanza y cada día existe una mayor empatía de los hombres hacia las mujeres. Estamos juntos en el mundo, tenemos proyectos de vida comunes, queremos estar bien... No se puede estar bien si quien está a tu lado se come todos los marrones, o recibe violencia y desprecio de forma gratuita.

 

Primero se llamaba el día de la mujer trabajadora. Luego reparamos en que todas las mujeres lo son -a algunas se las remunera por su trabajo y a otras no-. Así que, al principio -cuando ese "trabajadora" tenía el sesgo de trabajadora fuera de casa-, este día parecía dirigir la mirada a la igualdad de oportunidades laborales para las mujeres: que pudieran acceder a los mismos puestos, que percibieran el mismo salario, que pudieran ascender igual que los hombres... 

Se ha avanzado mucho en esos aspectos y, ahora, es habitual que hombres y mujeres trabajen fuera de casa: así que, los hogares se han quedado vacíos, no hay nadie la mayor parte del tiempo.

Muchos de los trabajos del hogar se han externalizado: limpieza, cocina, educación... Esas actividades se desarrollan ahora en el cole, extraescolares, comedores, restaurantes... Es la forma que tiene el capitalismo de adaptarse a las demandas sociales y generar beneficio. -Todos queréis trabajar fuera. Bien, hagámoslo posible y movamos la economía.

Aún así, los trabajos de cuidados están fuertemente feminizados: -de todos es sabido que las mujeres nacen con esta tendencia natural a este tipo de oficios mal pagados y precarizados... No necesitan formación ni instrucción -eso es cosa de hombres que realizan trabajos dignificados- (y aquí dejo la ironía). 

 

Una solución muy loca: ahora, las clases medias y bajas se ven obligadas a competir en el mercado de trabajo para abastecer de cuidados a las clases altas. Y, cuando llegan a casa, tienen que seguir cuidando de ellas mismas. 

Impepinablemente el feminismo tiene que ir ligado a una crítica social, a la abolición de clases, a la no explotación de unas personas por otras -que nadie escupa sangre para que otro viva mejor-. 

Parecería una solución de mierda si, al final, se explota por igual a hombres y a mujeres. En lugar de realizar un reparto justo de las tareas en el conjunto de la sociedad. 

 

Imagen extraída de El blog del viejo topo: Iconografía y estética de los carteles sobre el 8 de marzo en la URSS. Día Internacional de la Mujer Trabajadora

En oposición a este feminismo obrero, siempre ha existido un feminismo "cuqui", de colores amables y formas suaves. El feminismo que fomentan las instituciones y las grandes empresas. Un feminismo que rehuye la conflictividad social. Un feminismo que no cuestiona la pirámide salarial y de poder... 

Queremos que las mujeres también puedan ser presidentas y CEOs de nuestros organismos... Pero el presidente no limpia, no cuida de los hijos, no cocina, no lava la ropa... Eso lo hacen "otras" -por una insignificante porción de su sueldo-. 

Es feo que sean las mujeres -por el hecho de ser mujeres- las que se sacrifiquen para que los hombres se dediquen a sus elevadas tareas. Pero sigue siendo feo que otros se sacrifiquen para que la presidenta acuda fresca, limpia y recién planchada a sus importantes reuniones. El feminismo cuqui se siente cómodo con la existencia del privilegio y, como el capitalismo, se adapta y no tiene grandes problemas en invertir los roles de género. 

Cartelería del Ministerio de igualdad para conmemorar el 8 de Marzo en 2020. Imagen extraída de la web de La Moncloa


Hace unos años se organizaban huelgas -también de consumo y de cuidados-. Eso no era cuqui, ni rentable... El día de la mujer ha sido fagocitado por el sistema, ha perdido su capacidad transformadora y se ha orientado a aspectos más acuciantes, menos ideales. Sí, sirve como herramienta de reflexión y toma de consciencia sobre los problemas que sufren especialmente las mujeres: abusos, hipersexualización, malos tratos, marginación laboral, prejuicios de género... Pero no cuestiona la actual organización ni la existencia de privilegios. Y sucede que, muy a menudo, los problemas que denuncia el feminismo se dan especialmente en mujeres de clase baja, racializadas, excluidas... 

Ciertos sectores de la izquierda, se han percatado de esto y miran con recelo al feminismo, porque fracciona la lucha y le hace la cama al capitalismo.

También desde las derechas se le mira con cierto hastío. Parecen decir: -Ya tenéis los mismos derechos y deberes ante la ley. Trabajad, arriesgad y dejad de llorar... que el pobre lo es porque quiere.

Las mujeres migradas salieron en Lavapiés (Madrid) para reivindicar el feminismo. David F. Sabadell. Foto extraída de El Salto


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Yo creo que los trabajos de cuidados son duros, pero tienen la ventaja de que los realizas para quien más quieres. La inmensa mayoría de trabajos son duros -no los haríamos si no fuera por el dinero-. La minusvaloración de la mujer tiene fuerte raigambre cultural y parece tener mucho que ver con la necesidad de nuestras sociedades de trabajo esclavo -trabajo no remunerado- para mantener un sistema de privilegios... 

Vamos, que ya me parecía bien el nombre de día de la mujer trabajadora -todas lo son-.


Referencias:

Podcast de Pol&Pop: El poder de lo cuqui

lunes, 1 de marzo de 2021

El año del gallo, 1981

Hoy se cumplen 40 años de mi llegada al mundo. Era el año chino del gallo. No sé muy bien qué significa eso. 
Me hubiese gustado que los horóscopos o la astrología  marcaran mi destino indicándome qué hacer en cada momento. Dónde invertir mi tiempo, mi dinero y mi talento -si es que tuviera algo de todo eso-.

De pequeño todo era más fácil. Los padres se preocupaban de cubrir las necesidades. Y yo sólo de jugar, superar los retos del colegio... Todos me cuidaban y yo no tenía que cuidar de nadie.

 

La vida está llena de posibilidades, aunque casi siempre transitamos los mismos caminos. La posición de nacimiento condiciona nuestro futuro y nadie quiere renunciar a que le sonría la fortuna, o que un acontecimiento inesperado le haga vivir grandes aventuras.

Yo he tenido suerte. He ido haciendo siempre lo que debía -o se esperaba de mí-. Tomándome ciertas licencias de cuando en cuando. Y he ido a parar a buen puerto. No me da envidia el dinero -seguramente ahí no he tomado las mejores decisiones, pero la libertad tiene un precio y, en el amor: he ganado-.

En términos capitalistas y de rendimiento del trabajo, los cuarenta son una buena edad: tienes experiencia, energía... Podrías ponerte al frente y decir a todos lo que deben hacer. Como si fueras el gallo más fuerte del gallinero, repartiendo picotazos a diestro y siniestro y disfrutando de los mejores bocados. Es un buen momento para realizar los sueños -si es que todavía te queda de eso-.



De pequeño tenía muchos sueños. Me encantaba ir a la cama a soñar. Incluso había depurado ciertas técnicas. Por ejemplo, ponía la radio bajito: supongo que eso me mantenía medio alerta, en una suerte de duermevela, hasta pasar a la fase REM. Así que, la realidad, me resultaba poca cosa... una distopía aburrida.

Luego fui cogiendo el gustillo al campo, las plantas, los animales, las novelas, divertirme con los amigos, el amor, la música, el sexo, la playa, el alcohol, internet, la comida... Puede que haya una etapa de la vida donde todo eso abunde: en la adolescencia y la juventud. Luego va en retroceso. El trabajo nos embrutece, los cuidados y la administración de los recursos nos ocupan gran parte del tiempo... empezamos a tararear "mucha policía poca diversión". Y, en nuestra cabeza, no paran de resonar: pandemia, virus, políticos, Cataluña, pensiones, sanidad... -Sí, ahora recuerdo que de pequeño los noticiarios también me parecían lo puto peor.

Ya apenas pinto ni dibujo. Casi no hago deporte. No tengo tiempo -me digo-. Es verdad que también tengo otras aficiones: la fotografía, la escritura, las plantas, la filosofía... Que la familia hay que cuidarla, las amistades regarlas... 
En términos humanos y de canalización del deseo, los cuarenta se presentan como una época intensa, afanada... -Bueno, hemos llegado hasta aquí. Habrá que exprimir el limón, antes que se pudra.

Es verdad que la sociedad actual nos atosiga continuamente: maximizar el beneficio, crecer, hacer cosas -productivas-, consumir, formarse, emprender, viajar, quemar experiencias... Pero, a veces, la vida nos brinda la oportunidad de ser Fuertes -como Gloria-

"Me dijeron:
– O te subes al carro
o tendrás que empujarlo.
Ni me subí ni lo empujé.
Me senté en la cuneta
y alrededor de mí,
a su debido tiempo,
brotaron las amapolas.
"