jueves, 20 de octubre de 2016

El plan educativo del centro y las gallinas muertas

La educación puede verse como una herramienta de los Estados para reproducirse a sí mismos, sin variaciones, manteniendo la pirámide de poder y sometimiento.
Los Estados son administrados por funcionarios y militares de carrera, gente que obedece órdenes, que sigue una disciplina, a cambio de un salario. Están al servicio de los grupos de poder que dirigen la política, la comunicación y la economía. Así, la maquinaria del Estado, se esfuerza con violencia por encajar la Sociedad y al Individuo en su rígida estructura... desde nuestra más tierna infancia...
La Sociedad somos complaciente con este esquema: porque son las clases de poder las que disfrutan del excedente, de una mayor libertad y del sadismo de oprimir a la gran mayoría. Porque, con el pasar los años, todos somos conscientes de ir ganando posiciones. - Y por supuesto que no queremos ceder ni un centímetro de terreno! Nos costó mucho sacrificio, esfuerzo y penurias llegar a nuestra ridícula posición social.

Con los niños se usa a menudo la metáfora del árbol: el árbol hay que podarlo y guiarlo para que adquiera la forma y dimensiones que nos resulten útiles. Así, el árbol, no es más que un medio para conseguir otros fines, y el niño no es más que un objeto a moldear.  Muy pocos se atreverían a dejar crecer el árbol sin más, olvidar la creencia de que el árbol necesita nuestros cortes, moldes, represión, recompensa... Muy pocos dejarían al niño aprender sólo, muy pocos confían en que el entorno en que vive el niño sea motivador: Un Mundo lleno de guerras, corrupción, violencia, droga, sexo, música, juegos...

Guiar, podar, acotar, encasillar... también deja sus traumas, cicatrices, heridas...

Me indignó leer "el plan educativo del centro" (carta de servicios educativos, compromiso de la familia y plan de convivencia): sus normas, leyes, el modelo de ciudadano demócrata a conseguir. Eso sí: no sólo usando la represión... también la motivación! Para que los niños se sientan atraídos por un cierto estilo de vida que premia con dinero y ocio el sometimiento a sus preceptos: el trabajo duro, reinvertir el capital, relacionarse con los de su estrato social o superior, cumplir la ley... formarse para conseguir un empleo. -¿Quién no quiere un empleo hoy día? Una paga, una seguridad, un piso con televisión e internet...

Y no deja de ser paradójico que, en una sociedad tan individualista como la nuestra -que confiere tanta importancia al individuo y su "libertad"-, se reprima, castigue y dirija al niño desde su más tierna infancia. Quizá porque lo importante no es tanto el individuo como el que permanezca individuado, aislado. Con la intención de que no surjan otros grupos, asociaciones o bandas, al margen de las instituciones.  La organización predominante debe ser capitalista, las leyes de los diferentes Estados deben garantizar la seguridad de las transacciones y cubrir los vacíos del Mercado. Aún así, el Individuo goza de un cierto margen de libertad: lo llamamos ocio.

Adoctrinamos a los niños para que amen nuestro mundo, desarrollen una profesión y puedan integrarse en el sistema de trabajo/ocio. Así que nos esforzamos por matar su imaginación, reprimir su búsqueda del placer e inculcamos lo que nos hemos visto obligados a aceptar por la fuerza. Nos asusta y nos contraria que no sigan nuestras órdenes.
Les entregamos a las instituciones, con sus ejércitos de docentes que: saben exactamente dónde están los límites, las actitudes que hay que fomentar, ignorar y reprimir... En una visión cartesiana del humano, el humano-máquina, el obrero, comerciante, emprendedor...

No solemos hablar de felicidad... de otros Mundos posibles... mejores...
Hablamos de trabajar por proyectos... pero los proyectos vienen dados... desde la editorial... desde el funcionario... hay que respetar el timing, el dead line, los objetivos...

Era el plan educativo del centro de mi hija, pero podría ser el de cualquier otra entidad. Porque también las familias somos como describía ese plan: unas tienden a ser motivadoras y, otras, más bien represoras -sin llegar a la violencia física, que también las hay-. Todos tenemos nuestra idea de bien, un puñado de modelos en los que encajar a las despreocupadas criaturas, unos límites que no les permitimos atravesar, unas cuantas cosas que queremos que aprendan... Todo eso que forma parte de nuestro Ser en el Mundo, de nuestras vivencias y experiencias... todo aquello que nos gustaría transmitirles...

Pero los expertos en educación se llevan nuestros hijos al colegio, para que aprendan lo que dicta el plan educativo, para que los chavales estén entretenidos mientras los progenitores trabajamos... Si tienes que invertir la mayor parte de tu tiempo trabajando, entonces es que no has sabido desarrollarte socialmente y no estás preparado para hacerte cargo de la educación de tus hijos.


Será la pereza, la vagancia, que nos impide tomar las riendas de nuestras vidas?
Pero el árbol no tiene pereza, él va creciendo, sin prisa. Donde germine se irá haciendo hueco. Como la higuera de la imagen, que ya ha sobrepasado la altura de las cabras y ovejas, a las que ahora da sombra a pesar de que se lo agradecen mordisqueándola.

Además de leer el "plan de educación del centro", hacía unos días que había visto el documental "La educación prohibida"... Mientras escuchaba "Los niños del parque":


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Cuando bajé al cercado de las gallinas me encontré un gallo muerto.
- Vaya! - Pensé contrariado. - Justo el que más me gustaba para dejar como semental.
Lo moví con un palo para averiguar la causa de la muerte... Estaba tieso y frío, debía llevar muerto al menos un día. Tenía la cabeza magullada, quizá se había peleado con el otro gallo -el que pensaba matar para hacer un arroz-.
Pasaron un par de días y volvió a aparecer una gallina muerta. Esta aún no estaba tiesa. No era normal tanta muerte en tan poco tiempo. Fui más exhaustivo en la autopsia. Tenía un pequeño orificio entre el muslo y el estómago, parecía de un balín de plomo. - Lo que habrá sufrido la pobre antes de morir - Me dije entristecido.
Así que empecé a atar cabos: unos días antes había visto unos niños, de entre 9 y 12 años, con una escopeta de plomos... - Estarán cazando pájaros - Y no le di más importancia.
- Qué difícil es matar los pequeños y rápidos pájaros con una escopeta de balines. Pero... ¡Las gallinas no tienen la culpa de vuestra mal calculada ambición!

lunes, 12 de septiembre de 2016

El Olivo, ecologismo y hormigas atrapadas en la miel

"El olivo" es una película dirigida por Icíar Bollaín. Está bien. Pero, si por algún tipo de magia negra, aparecieras en escena, sabrías de inmediato que estás dentro de una película... el lenguaje del cine, los gestos, la pose... es quizá demasiado obvio, exagerado... Y eso te hace sentir un tanto soso, impasible... Hay escenas prescindibles y personajes que no parecen encajar del todo.
Pero, la historia en sí, es muy interesante y te atrapa. Es un reflejo de la sociedad española en los años en que todo iba "bien"?: la economía crecía, la gente se endeudaba sin miedo, se construían muchas casas... Hasta que llegaron las casas sin gente y la gente sin casa... Todo iba "bien" para los que jugaban al capitalismo arrasando el mundo de siempre -el que guarda y cuida la tierra, el inframundo de las raíces...-
Pero ese inframundo también necesita que su relato sea contado desde el lenguaje del cine. Un lenguaje histérico, explícito, alegre, banal, onírico...
Quizá un economista o un tecnólogo no tengan ni la menor idea de cómo será el mundo dentro de 2000 años -seguramente imaginarán un Mundo apocalíptico-. Los olivos de la película saben cómo era el Mundo cuando el Imperio Romano se extendía hasta la península Ibérica... El progreso puede ser bastante ácido, corrosivo, destructivo... Como lo es el traumático trasplante de "El olivo": cortar ramas y raíces para encajarlo en un macetero y llevarlo al hall de una gran empresa, que quiere transmitir una imagen verde, sostenible.

Plantea la película, entre otros, el problema de la propiedad del terreno. Hay muchos modelos de propiedad en la actualidad. Pero, normalmente, el que adquiere la propiedad se siente dueño de lo que hay en ella: árboles, animales, ríos, charcas... En un contexto capitalista es muy difícil hacer llegar la idea de que lo que hay en un territorio transciende la vida humana: que es necesario para que la vida humana exista tal como la conocemos y que destruir o alterar, destruye y altera también nuestra forma de vida... Es la lucha ecologista que viene perdiendo batallas desde sus inicios en el siglo pasado. En grandes escenarios como las selvas tropicales, arrecifes coralinos, los polos...
Aunque estas batallas también transcurren en pequeños escenarios. Y hay algunos de ellos donde las batallas se ganan: por ejemplo en las zonas rurales donde se practica una agricultura y ganadería familiar.
Yo he vivido durante años en un pueblo, donde no existen una agricultura o ganadería industrial, sino que tiene más bien un carácter familiar, o como complemento a otros ingresos.
Los ganaderos y agricultores son crueles, no les tiembla el pulso con el cuchillo o la motosierra. Pero, el que tiene olivos, los cuida y quiere tener una gran producción. Al igual que quien tiene ovejas quiere que sus corderos crezcan sanos y se alimenten de la hierva del campo -porque es comida gratis-...
Otra cosa es que se los seduzca con venenos o especies exóticas, se atemorice con plagas, se presione económicamente para aumentar los rendimientos o se minusvalore y denigre su trabajo porque es algo físico -olvidando el gran conocimiento del medio que es necesario, un conocimiento no formalizado, transferido a menudo por imitación, sin seguir el afamado método científico-. Es por eso que digo que aquí la batalla ecologista se ha ganado, porque el que vive del campo quiere conservarlo, porque vive el campo, lo Ama... Una de las mayores amenazas que sufre este microcosmos, es el ninguneo de sus profesiones, casi siempre marginadas -por embrutecidas: paletos e ignorantes-, apartadas de los organismos de poder, víctimas de políticas estatales o europeas que están sometidas a intereses totalmente fuera del control de la población local.

Es lo que le ocurre al anciano que no quiere vender su olivo, porque ese olivo no es suyo... Él se queda con la producción del árbol, a cambio de cuidados. El olivo lleva en ese terreno más de 2000 años y ha visto pasar infinidad de familias a recoger sus aceitunas... ¿Qué derecho tiene nadie a arrancarlo o cortarlo? No es sólo una cuestión de hippies verduleros... es una cuestión que afecta nuestra forma de vida, nuestro ser en el Mundo -al que hemos ido adaptándonos durante millones de años-. Un Mundo que nos ha modelado, que sentimos con nuestra piel, respiramos, bebemos, comemos, vemos... ¿Qué necesidad hay de venderlo por intereses pasajeros? ¿Qué necesidad hay de sacrificarlo en el altar del progreso?


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Estas hormigas surgieron de su inframundo para quedar atrapadas en un bote de miel mal sellado. El escenario era dantesco: Los cadáveres, casi intactos, flotaban en el líquido ambarino mientras los insectos vivos seguían hundiendo sus mandíbulas en la dulce muerte.
A mí no me importaba un carajo el destino de esos bichos, sólo quería un poco de miel para endulzar mi café. Eché los cadáveres a un lado y conseguí una cucharada limpia de hormigas.

lunes, 20 de junio de 2016

Haber estudiado

Eres poca cosa,
estás desenfocado
"becoming a gost"...
Siempre rodeado de mierdecillas,
esas chorraditas
que se guardan en un cajón,

un cajón de sastre:
fotos,
dibujos,
poemas,
semillas,
drogas,
monedas...

En el ambiente se percibe:
Una total y absoluta falta de ambición.

Quizá son los hijos
lo más importante,
lo desplazan a uno al rincón oscuro,
al cuarto de escobas.

Y uno sabe lo que debe hacer,
no necesita ningún patrón,
ningún pastor.
Actúa por necesidad.
Todos los días manguera en mano,
apagando fuegos.

Yo creo en el esclavismo,
y en el gobierno de los más sabios,
de los que aprueban sus exámenes.
Pero también de los mercaderes y propietarios.
Los que se saben superiores:
los que emprenden y arriesgan,
los que lucen mucha jeta y escasa paciencia.

Los que con gesto serio señalan el deber
mientras avasallan con prisa y desprecio

a los otros:
los oprimidos, marginados,
sin títulos... sin papeles
¡Que hubiesen estudiado!

Concienzudamente filtras los argumentos
para legitimar tu estatus de mierda,
de mierdecilla...

domingo, 12 de junio de 2016

Fotografía e irrealidad

Los paisajes sin intervención humana suelen ser bellos. En raras ocasiones se actúa para potenciar aquellas características que, por uno u otro motivo, resultan llamativas: entonces se crean parques y jardines, se plantan árboles y arranca monte bajo... Como fotógrafos en busca de lo bizarro: Llenar la escena de objetos sorprendentes, desenfocar el fondo, centrar la atención en el motivo principal, lo relevante...
La fotografía es mentirosa, nos cuenta solo una parte de la verdad, la que le es útil para ligar su relato.
Hubo un tiempo en que pensaba la imagen como lo real, mientras las palabras, la música o los dibujos eran solo ensoñación. Miraba con recelo a toda esa gente que fotografía cada momento, cada escenario -¿Por qué no lo disfrutas sin más? - Luego lo escribes, lo dibujas, lo cuentas, lo cantas, sueñas... (si es que tienes tiempo para ello)

Hace algo más de un año que me regalaron una cámara (cansados de observar mis tímidos fracasos en la escritura y el dibujo) Ciertamente resulto espeso, feo... siempre quiero contar demasiadas cosas, me apresuro, me cuesta contener la imaginación y mantener la atención. Como un cuadro de El Bosco, pero con tonos más grises, líneas astilladas, quebradas... Así que empecé a hacer fotografías, que se ajustan más a la realidad, a la objetiva realidad.
Entonces todos decían que me centraba mucho en los paisajes, plantas y animales. Que dejaba de lado el retrato... Y es que todos queremos vernos retratados: Parecer exóticos, juveniles, guapos, divertidos, interesantes, oscuros... Aquello que no ven las subjetivas realidades. Aquello que nos gustaría ser pero que las circunstancias, la opresión, no nos deja...

Así empecé a repetir los mismos patrones: demasiada información, saturación, color, sombras, contraste... Todo se retoca en el revelado, todo debe ajustarse a un fin: Publicitar, emocionar, afilar...
Aquello de real tenía poco. Y empecé a pensar que dentro de lo limitado de mis habilidades técnicas, tenía un estilo propio, un estilo que resultaba un tanto repulsivo, incomprensible.
Sería la introversión?: Que terminó por volverme ajeno a los demás...


Como la araña que teje su nido entre los pétalos rosas de la jara blanca... Con la firme paciencia de que algún apetitoso insecto se enrede entre sus telas. En el sofocante ambiente de irrealidad de un mediodía de Junio.


"Fotografiamos para preservar el andamiaje de nuestra mitología personal" - Fontcuberta, Joan - El beso de Judas. Fotografía y verdad

sábado, 7 de mayo de 2016

Videoclips para Sophia


Resulta un tanto difícil elegir vídeos para niños, fijar un criterio (sobre todo para mí, que nunca fui de ver videoclips, aunque sí de escuchar mucha música). Parece que los niños sólo debieran ver dibujos animados, saturados de color, que emitan agudos chillidos, risas estridentes y lágrimas fáciles (técnicas sutiles para mantener su atención ;-)

La música es muy importante, las bandas lo saben y sólo hacen videoclips de sus temas más exitosos o relevantes. Las canciones transmiten valores, una cierta idea del cosmos, la sociedad, las mujeres, los hombres, las relaciones entre ellxs... y claro que hay mucha banalidad, mucha misoginia, mucho usar a los otros como un medio...

Así que, uno de los criterios para esta selección ha sido: Evitar, en la medida de lo posible, la mujer como objeto. Porque Sophia es una niña (pero eso es lo de menos, aunque fuese un niño hay ciertas actitudes que no molan) y porque hay mujeres enormes en la música, que pueden ser sensuales (o no) y dueñas de su sexualidad. Pero sobre todo prima mi criterio: Canciones que me gustan, agradables, pegadizas, contundentes y variadas. Videos con los que me siento cómodo delante de cualquiera, sin pudor, sin explicaciones rocambolescas... He intentado que haya muchas en inglés (porque siempre está bien acostumbrarse a su sonoridad y es el idioma estándar de occidente).

Otro proyecto absurdo, de esos que no acaban nunca, otra mierdecilla con la que pasar el rato, con la que hacer partícipe a toda la familia de los mismos símbolos, los mismos iconos y no dejarlos  únicamente en manos del Estado, religiones, o empresas privadas.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Costumbrismo de finales de invierno y documentales de la 2

Te levantas cualquier día de finales de invierno. Es temprano, justo asoman los primeros rayos de Sol tras la lejana sierra. Huele a humo de leña  y pan recién horneado. Llegas a la panadería de la Cooperativa. Intercambias unas palabras con el personal, que conoces de toda la vida (aunque sólo sea de forma somera). Vuelves a casa, a desayunar unas tostadas con ajo, tomate, aceite de oliva virgen extra y embutido de la última matanza (o quizá jamón de la de hace cuatro).
Son las 9:00 AM y te pones a currar. Ha llovido en las últimas semanas. Desde la ventana, la hierva está verde y salpicada de florecillas. Las mimosas y almendros lucen ya atuendo de primavera, amarillo o blanco tirando a rosa, respectivamente. Las cigüeñas vuelan ajetreadas buscando alimentos y materiales para su nido. Las primeras golondrinas han llegado y, en las zonas fluviales, los patos levantan el vuelo al menor ruido.
Las hogueras salpican la montaña del Castillo: Son los olivareros quemando el "ramón". En los llanos, los tractores hunden el arado en la tierra, ahora que está húmeda y tierna. Los hortelanos inician la siembra de las patatas. Los cazadores se preparan para enfundar sus armas y dejar que los animales procreen.
Los días son más luminosos, las tardes se alargan y todos anhelan y disfrutan la puesta de sol, el reposo del guerrero...

Cigüeñas reposando sobre un trifásico poste de la electricidad. Herrera del Duque 17 de Marzo de 2016


Los pequeños detalles de lo cotidiano, de una vida rural. De una vida conectada con la Naturaleza, aunque solo sea como telón de fondo, como eso que se da por hecho, que siempre está ahí, como fuente inagotable de recursos...

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Con una similar mirada costumbrista al pueblo de Villafáfila comienza este documental de "El Escarabajo Verde": con el planteamiento de que toda vida transcurre en un espacio físico y un tiempo, en un entorno. Y, el entorno, puede ser rural, natural, bello, divertido... Y aburrido también, con un aburrimiento relajado, tranquilo, espacioso, creativo. Porque no puede uno estar continuamente asombrándose de lo que le rodea, acosado por estímulos cada vez más fuertes?

Así, el Escarabajo Verde, primero nos revela algo de lo que no estábamos siendo conscientes, aplicando la lupa y el microscopio a las pequeñas cosas de lo cotidiano, ensalzando lo que de exclusivo tienen respecto a lo global y uniformado de las sociedades occidentales.
Una vez establecidas las premisas, se hace necesario formular la inferencia: otorgar una intención, una moraleja, una proyección hacia el futuro, hacia los futuros posibles:
Plenamente conscientes del amor a Villafáfila y el entorno que la rodea, llega el momento de preguntarse  si ¿De verdad deseamos dejar todo esto desaparecer (abandonar, urbanizar, tecnificar)?
Durante la primera parte del documental hemos paseado por sus calles, conocido sus vecinos, su entorno y su relación mutua. Así que, ahora forma parte de nuestra vivencia (como espectadores) y, por supuesto, de las vivencias de sus habitantes, padres, ancestros... Todo podría quedar transformado y olvidado a cambio de una cierta idea de progreso. "Por un puñado de dólares": los que van buscando los jóvenes a las grandes ciudades.
El éxodo rural de los jóvenes se ve acompasado por cambios en el entorno de Villafáfila. Y es que, las observaciones sistemáticas de las aves migratorias que pasan el invierno en las lagunas cercanas, revelan que está disminuyendo su número y que, además, están cambiando sus costumbres. Probablemente, debido al calentamiento global y al desplazamiento de las zonas cálidas más al Norte.

El calentamiento global es una consecuencia colateral de nuestra forma de dominar y someter el Medio, de nuestro macro-comportamiento (el del espectador, el del documentalista, los habitantes de Villafáfila y el resto del mundo desarrollado hacinado en grandes núcleos urbanos). Así que, es algo que depende de todos: de un estilo de vida basado en el comprar, usar, tirar y de un anhelo egoísta e infantil de continuo crecimiento.

Seguramente no queramos ver desaparecer Villafáfila, pero nos vemos abocados a ello. Porque lo malo de las decisiones que requieren de la implicación de la sociedad global es que: llevarlas acabo no depende de si el motivo para el cambio es cierto o falso, si está científicamente testado o no, si es técnicamente viable o no... Es necesario construir una cultura, un sistema de creencias (mitología) que avalen, que permitan un comportamiento público conservacionista sin ser tachado de loco o idealista.

viernes, 12 de febrero de 2016

Oficinista virtual

La sombra del autobús pasaba una y otra vez, una y otra vez... proyectada por los focos sobre la mugrienta pared del túnel.
Había tenido que madrugar para llegar pre-puntual a la oficina. El sol aún no había salido y la ciudad se despertaba apresurada y lúgubre. Los motoristas aceleraban en la autopista y serpenteaban por la ciudad. Los trabajadores parecían decididos, resignados... El aura de la gente se mostraba violenta, muy diferente al fin de semana. La tensión, el sueño, las prisas...
Llegar al edificio, saludar al portero, subir las escaleras de gotelé sepia, adornadas con restregones de cigarro (o muebles transportados con poco cuidado), encender el ordenador, revisar el correo, empezar a currar...

La oficina no tenía ventanas. En recursos humanos estaba convencido de que así los trabajadores eran más productivos (al CEO le pareció bien, abarataba el alquiler). Pero lo cierto es que, nada más entrar en aquel ambiente deprimente, se disparaba una reacción alérgica - Hay que huir de aquí, run to the hills! - Canturreaba.

El día era soleado, de finales de invierno, casi primavera. Un buen día de campo: para contar ovejas, cortar leña, coger cardillos o plantar árboles.  Los colores y las formas de la Naturaleza resultaban siempre atractivas y relajantes. Por eso le gustaba trabajar en su casa, en las afueras de un pueblo sin encanto y alejado de las autopistas. En casa había una ventana que daba a un limonero enorme, siempre lleno de flores de azahar y hojas verde claro, tirando a amarillo. Unos pasos más allá se alzaba el olivo: un raquítico anciano, consumido por el sol y acosado por el ganado.
Pero nada de lo que veía por la ventana era relevante, lo importante en su casa era la entrada a Matrix, un portal a otro mundo, al que cada día se conectaba para manipular Máquinas Virtuales y lanzar llamadas fantasma a sintetizadores y reconocedores de voz. Era realmente extraña, alienante, aquella actividad. Lo hacía por puro vicio, por el dinero, porque siempre le dijeron que era mejor el trabajo de oficina que al aire libre... Pero mirando por la ventana, con las pequeñas flores amarillas del cercado mecidas por el viento, la teoría de la oficina, además de grotesca, resultaba macabra.



Durante esa semana había tenido que ir a la oficina, en una gran ciudad a orillas del Mediterráneo, con un clima muy agradable, pero llena de prisas, ruidos de motor, chillidos de sirena, autopistas, vías de tren, aviones volando bajo, edificios suntuosos y miseria (durmiendo en la misma acera).
El lugar apropiado para el desarrollo del mono más violento. Y los simios aceleraban, se gritaban con gestos obscenos: -Lo hacemos porque es nuestro deber, para mantener cierto orden en esta jungla, no es nada personal- Se decían los chimpancés. Y era cierto, allí no había nada personal.
Una jungla de asfalto y de metal donde los árboles lloraban las muertes prematuras, pisoteadas sus raíces por toneladas de hormigón.



lunes, 25 de enero de 2016

Albert Plá y los medios. Los medios de opinión en la sociedad globalizada

Escuchaba la entrevista radiofónica que Crudo el Carnicero hacía a Albert Plá. Desde el comienzo Albert Plá resulta estúpido, tonto del culo, un engreído que parece pensar (con voz pequeña, como un susurro que se disipa): - La gente quiere saber de mí y está dispuesta a comerse los mocos que voy tirando con tal de que diga algo. - Un trabajo duro el del entrevistador.
Pero una vez que consigues digerir ese mal trago (porque el entrevistador te cae bien y te duele verle arrastrarse para arrancar cuatro palabras a ese individuo), Albert Plá te sigue cayendo mal. Te cae mal como entrevistado, aunque pueda gustarte como cantautor, actor, escritor...

En la radio, la televisión y los periódicos se espera que la gente hable de forma concisa, con un conocimiento profundo de la temática, pero siendo simple en el lenguaje, de tal forma que el espectador comprenda sin esfuerzo y atribuya una cierta erudición a los que lanzan su mensaje. Es una forma muy eficaz de hacerse oír ante un gran público.
Pero los medios ya tienen su discurso, sus temas de interés... su propio lenguaje. En general es lo "macro" lo  que interesa (la macro economía, la política, el fútbol,...). Porque son medios de masas, necesitan posicionarse, ser atractivos para cuanta mayor población mejor, porque su economía es de escala.  Y puesto que se esfuerzan tanto en hacernos llegar las noticias de estos ámbitos, todos debemos tener una opinión al respecto! Eso es lo que nos une a todos los occidentales: La economía, la política, los deportes (el fútbol)...

Las personas nos hacemos eco de las opiniones que locutores, comentaristas, tertulianos, etc. hacen de los diferentes acontecimientos. Juzgamos a los demás por su posicionamiento respecto a esos temas de dominio público. Así que, nadie habla ni escucha, sólo nos lanzamos a la cara opiniones y datos, luchando las batallas de otros. El asedio de información es tal que no podemos pararnos a procesarla y nos guiamos por las simpatías, o los intereses.

Es la mentira de la democracia: creemos que nuestra opinión cuenta, pero lo cierto es que no participamos en política, que queda en manos de profesionales (aunque cualquiera pueda profesionalizarse como político). La democracia representativa que vivimos podría pensarse como un mecanismo de defensa para no legitimar regímenes autoritarios. Pero no hacemos política, no hay una voluntad del pueblo que quede plasmada en un plan de acción.

Así que, cuando sale el Albert Plá a relucir, lo hace desde su particular interpretación de la realidad, saltándose todas las convenciones que han ido sedimentando los medios a base de imágenes y discursos repetitivos. Es realmente difícil vivir al margen de los medios, así que la forma de ser crítico con ellos es forjar una opinión que resulte una barbaridad, una provocación. Sólo así parecemos reaccionar y darnos cuenta de que todo lo que se nos da por sentado, no son más que visiones parciales, hiladas con argumentos utilitaristas e interesados. Otras  veces son sólo miedos (y su respuesta violenta) disfrazados de necesidad, seriedad o responsabilidad...

Albert Plà es un artista, alguien que crea su propia representación del mundo y la transmite con un lenguaje provocador, onírico, más allá de la razón utilitarista. Cuando participamos de su manifestación artística, o de su pose ante los medios, nos asalta el vértigo, porque todo lo que damos por seguro se tambalea: la idea de que lo humano es susceptible de elección y cambio nos golpea en el plano de lo consciente.
Así, el artista, asume el rol del hermeneuta que explora otros caminos posibles, abandonados o simplemente ignorados, y nos los presenta de tal forma que captan nuestro interés, nos conmueven y maravillan.

La historia está llena de ejemplos de comportamientos que, aún siendo avalados por una razón instrumental, resultan perjudiciales para el conjunto de la humanidad. Hay diversas formas de denunciar o poner de manifiesto esas tendencias anti-humanas, por ejemplo buscando respuestas en nuestro interior, o metiéndonos en la piel del otro (de otro tiempo, lugar)... El arte es una forma rápida y eficaz, siempre alerta para denunciar falacias, pero también tenemos la filosofía, la ciencia...

[...] los deseos ilustrados hay que plasmarlos en la realidad social y humana, a lo que se oponen los poderes reales de la sociedad. Es que en realidad el ser humano ilustrado es un empresario capaz de firmar contratos, pero la mayor parte de los humanos sólo son fuerza de trabajo mecanizada, que a medida que trabajan más entregan su trabajo futuro a los empresarios, que llegarán a disponer de toda la vida de esa población en la forma de dinero. [...]

[...] los destinos de todos los pueblos se unen, aunque sea bajo el dominio del nuevo modo de pensar occidental, que no es sino dominio político por la fuerza de las armas que, por supuesto, representan la aplicación de aquella misma ciencia tecnificada. La globalización de la especie fue resultado de la pura facticidad violenta del dominio político. El colonialismo, del mismo modo que la escisión interna de la sociedad, es fruto de la ausencia de razón en la sociedad, de la ausencia de un logos compartido.[...]

Pedazos extraídos del libro "Antropología filosófica I. De la antropología científica a la filosófica" - Javier San Martín Sala.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Crazy cow y la Navidad como política de tierra quemada

Este final de año está siendo movidito: todos queremos cerrar cosas, para que no nos persigan y poder así comenzar nuevos proyectos... A mí no me gusta cerrar, me gusta que todo siga evolucionando, en la dirección de los nuevos intereses y vivencias que se solapan unos sobre otras, tejiendo la urdimbre que dé sentido a este fluir de días y estaciones.

Pasaron las elecciones, yo soy muy disciplinado, siempre voy a votar. Esta vez no lo tenía claro: Entre lo útil, lo que marca el deber, los nuevos partidos... Está bien lo de que haya variedad. Está mal ser pasivo en política... pero el trabajo, los hijos, la especialización... Al final uno hace acto de fe de los brindis al sol de los diferentes partidos y les cede el voto. Con la esperanza de que ninguno obtenga verdadero poder y nos lo devuelvan con proyectos o prohibiciones absurdas. Con la autoridad que les da la confianza depositada en la urna (un poco a la ligera, un poco eligiendo lo menos malo). Porque, después de todo, no participas, y por tanto, tu opinión y creencias no están realmente reflejadas en ningún programa.
Es por eso que cultivo un cierto odio hacia el Estado: Una institución impuesta, fuera del control del pueblo y que actúa como órgano represor del mismo. Donde algunos individuos ambiciosos desarrollan sus ansias de poder, reconocimiento y dinero. Así que, si a un político le pegan un puñetazo por la calle, me sonrío. No me alegra la muerte de nadie, y si matan a un policía, un militar... lamento la muerte del individuo (de la persona que hay detrás del uniforme), pero no lamento el ataque a la institución, a la bandera que representen. Es la visión del Estado como el enemigo de la Patria, el enemigo de las clases trabajadoras, de los que realmente se sienten vinculados al territorio. Como aparato represor del pueblo, como educador de piezas que encajen en el sistema global de consumo. Una herramienta en manos del capitalismo, que no deja de ser una forma de esclavitud. Esclavitud justificada por el rendimiento y una cierta idea de progreso, forjada esta última por las clases dominantes de un mundo globalizado (gentes que habitan en ningún lugar).



La Navidad me pone siempre en contra del mundo... Los excesos de comida, bebida, drogas, compras... Es un espíritu ciertamente autodestructivo, autolesivo, adolescente. Es como jugar en el barro... al principio es divertido, y algunas manchas salpican la ropa... pero al final todo da igual! Te tiras y te dejas llevar hasta que todo pasa...  Lo mejor es no recordar, como un momento de enajenación que sabes volverá cada 25 de Diciembre. Los griegos de la Antigüedad también organizaban sus bacanales y orgías, de cuando en cuando. Ahora, estas orgías, son orgías capitalistas. Pero las pulsiones sexuales se mantienen reprimidas. No deja de ser una sublimación: el sexo por las compras. Comprar, regalar, gastar... ¡Para algo deben servir las 40 horas, 5 días a la semana!
A los niños les decimos que vienen los Reyes Magos, de Oriente (los reyes moros). Que les traen regalos. No sé, tal vez no me fijo mucho, pero aparte de ver a niños que quieren lo que otro niño tiene, no veo un interés por los regalos (a menos que se los muestres de forma recurrente en la televisión o cualquier otro medio). No son regalos para ser correspondido, para establecer nuevos vínculos o reforzar los existentes, son los regalos que nos otorga el dinero, que tanto sacrificio cuesta obtener. Poco importa si los niños creen que los traen los Reyes, Santa Claus o el Tió, se trata de hacerles partícipes de la tradición y de su repetición.

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En Navidad siempre habla el Rey, con un discurso sereno, sensato, general, para todo el mundo. Un ente anacrónico hablando de la actualidad, con pompa y boato. Todos sabemos que es como el Rockefeller de Jose Luis Moreno: un títere que mueve la boca porque "alguien" le mete la mano por el culo. Un "alguien" que quiere que todo siga igual: que Europa sea una gran potencia, mientras gente sin hogar duerme en la calle, toxicómanos son encerrados en cárceles, "enemigos" bombardeados en lejanos países, selvas arrasadas por el progreso y langostas y bogavantes esquilmados para adornar nuestra mesa...

Supongo que nos consolamos con la idea de cambiar el sistema desde dentro... pero la corriente nos envuelve y nos arrastra.

martes, 3 de noviembre de 2015

No recomendado para menores

A veces tengo ganas de ver una peli, videos musicales, documentales... y los que más me gustan son de contenidos "chungos": palabras malsonantes,  sexo, violencia, sangre, drogas, excrementos... Todo eso se considera no apropiado para menores de edad... Y es verdad, a mi hija de dos años no le interesa un carajo, prefiere ver imágenes saturadas de color, sonidos repetitivos y estridentes, risas y agudos chillidos...
Así que me parece estupendo que exista una clasificación "positiva" de los contenidos. Porque es cierto que no vas a conseguir mantener la atención de los niños con "El día de la bestia" o un documental de la Segunda Guerra Mundial (por muy interesante o entretenido que a un adulto le pueda parecer).
No me parece tan estupenda la clasificación "negativa": -No puedes ver eso porque es para mayores.- Y aquí entran un montón de cosas por circunstancias varias:
El porno, que no es para mayores, es para su consumo furtivo. La violencia, que no queremos cerca pero que toleramos o somos cómplices de ella, ya sea dejándola en manos del Estado (policía) o encerrándola en guetos de marginalidad. La sangre, vísceras, caca, culo, pedo, pis... cosas de sádicos o del paleolítico; no queremos saber cómo ha llegado ese filete a nuestra mesa y, mucho menos, de dónde procede o a dónde va cuando sale de nuestro ano. Debemos estar siempre limpios y eliminar cualquier olor que pueda parecer humano.

El porno es algo demasiado explícito, muy orientado a cubrir fantasías específicas de adultos retorcidos por el control social. Aunque también está el porno de calidad, el de la gente normal: mujeres llamativas, depiladas, atletas del sexo... el que debe gustar, al "hombre normal". En internet el porno está por todas partes, tiene muchos adeptos. Y es claro que es una forma de sometimiento de los actores, a la ley del dinero y a los instintos más bajos y vergonzosos de una masa informe de consumidores. Pero hasta el porno, como industria, hay un montón de escalones intermedios: Sexo consentido, más o menos explícito, cuerpos desnudos, pelos, tetas y culos, culos y tetas... que seguramente no interesen a los niños, y a los adultos nos inspire cierto pudor. Pero el pudor se puede y debe vencer, no es como la prostitución que en general se considera vicio, y del malo: del que necesita denigrar al otro (utilizarlo como un medio).
El porno es fatal, para menores y adultos, te fríe el cerebro, te lo deja líquido, merma la voluntad, la imaginación, además, para producirlo, es necesario denigrar y someter a otrxs.
En cambio, las muñecas "barbie": bulímicas y anoréxicas, se muestran sin pudor a niños y adolescentes. O los guerreros: anabolizados y violentos... Vaya modelos! Prohibir tetas y culos en favor de disfunciones alimenticias. Los juguetes que vendemos a nuestros niños dicen mucho de nuestra suciedad. Una sociedad que marca con trazo firme, desde la infancia, los roles masculino/femenino, obsesionada por la juventud, por un concepto de salud basado en unos cánones estéticos, antinaturales, enfermizos... Si alguna vez has revisado un catálogo de juguetes de niñxs... resultan ofensivos: es fácil identificar edades y sexos, solo con los colores.
El mercado se adapta a nuestra demanda? Todos somos críticos con la sociedad: lo puedes escuchar en las noticias, en las conversaciones del bar. Un acto de coherencia con este espíritu crítico sería no replicar los patrones sociales que denigramos, en nuestros hijos. Está claro que no se puede estar siempre alerta, que en ocasiones nos dejamos llevar, no reparamos en todos los detalles y, como conocemos los vicios, los repetimos: alabamos esa belleza enfermiza, ridiculizamos las actitudes lujuriosas de las mujeres, somos complacientes con la violencia contra "otros"...

También están las drogas, que no nos cansamos de repetir a nuestros menores que son muy malas, mientras nos ponemos hasta el culo y exhibimos su consumo sin ningún pudor: alcohol, tabaco, café... Las peores de las drogas son las ilegales, porque para su consumo es necesario ir contra la ley... Y la ley es la represión más violenta que la sociedad ejerce contra sí misma... mucho más que el control social, que las opiniones y las habladurías. Obviamente, nadie quiere que sus hijos tengan problemas con la ley y la justicia. Y para protegerlos de ella negamos la existencia de las drogas, les hacemos creer que no existen, que es algo marginal, que son todas igual de destructivas...

Lo de la sangre, vísceras... supongo que lo consideramos no apto para menores porque nos da asco, porque lo asociamos con la violencia y no queremos que los niños se familiaricen con ella... Otra vez los engañamos, queremos protegerlos del mundo que hemos creado, pero no haciendo de este un Mundo mejor, sino escondiendo la mierda debajo de la alfombra.

No tenemos tiempo para pensar, y negamos a nuestros hijos el contacto con ciertos contenidos sólo porque aparentemente se parecen a lo que consideramos malo: desnudos = porno; droga = delincuencia;  sangre = violencia. Más aún, no nos atrevemos a asumir la responsabilidad de la educación de nuestros hijos, porque desde la cuna nos han forzado a la especialización, a dejar en manos de expertos todo lo que sale fuera del estrecho ámbito de nuestro oficio. Se nos olvida que los que más saben de sus hijos y del entorno donde se desenvuelven son sus propios padres y que, ante la duda, uno siempre puede utilizar su capacidad de razonamiento o su intuición, antes de pasar a la prohibición sin más, antes de contribuir a la segmentación de la sociedad en grupos de edad.