miércoles, 16 de marzo de 2016

Costumbrismo de finales de invierno y documentales de la 2

Te levantas cualquier día de finales de invierno. Es temprano, justo asoman los primeros rayos de Sol tras la lejana sierra. Huele a humo de leña  y pan recién horneado. Llegas a la panadería de la Cooperativa. Intercambias unas palabras con el personal, que conoces de toda la vida (aunque sólo sea de forma somera). Vuelves a casa, a desayunar unas tostadas con ajo, tomate, aceite de oliva virgen extra y embutido de la última matanza (o quizá jamón de la de hace cuatro).
Son las 9:00 AM y te pones a currar. Ha llovido en las últimas semanas. Desde la ventana, la hierva está verde y salpicada de florecillas. Las mimosas y almendros lucen ya atuendo de primavera, amarillo o blanco tirando a rosa, respectivamente. Las cigüeñas vuelan ajetreadas buscando alimentos y materiales para su nido. Las primeras golondrinas han llegado y, en las zonas fluviales, los patos levantan el vuelo al menor ruido.
Las hogueras salpican la montaña del Castillo: Son los olivareros quemando el "ramón". En los llanos, los tractores hunden el arado en la tierra, ahora que está húmeda y tierna. Los hortelanos inician la siembra de las patatas. Los cazadores se preparan para enfundar sus armas y dejar que los animales procreen.
Los días son más luminosos, las tardes se alargan y todos anhelan y disfrutan la puesta de sol, el reposo del guerrero...

Cigüeñas reposando sobre un trifásico poste de la electricidad. Herrera del Duque 17 de Marzo de 2016


Los pequeños detalles de lo cotidiano, de una vida rural. De una vida conectada con la Naturaleza, aunque solo sea como telón de fondo, como eso que se da por hecho, que siempre está ahí, como fuente inagotable de recursos...

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Con una similar mirada costumbrista al pueblo de Villafáfila comienza este documental de "El Escarabajo Verde": con el planteamiento de que toda vida transcurre en un espacio físico y un tiempo, en un entorno. Y, el entorno, puede ser rural, natural, bello, divertido... Y aburrido también, con un aburrimiento relajado, tranquilo, espacioso, creativo. Porque no puede uno estar continuamente asombrándose de lo que le rodea, acosado por estímulos cada vez más fuertes?

Así, el Escarabajo Verde, primero nos revela algo de lo que no estábamos siendo conscientes, aplicando la lupa y el microscopio a las pequeñas cosas de lo cotidiano, ensalzando lo que de exclusivo tienen respecto a lo global y uniformado de las sociedades occidentales.
Una vez establecidas las premisas, se hace necesario formular la inferencia: otorgar una intención, una moraleja, una proyección hacia el futuro, hacia los futuros posibles:
Plenamente conscientes del amor a Villafáfila y el entorno que la rodea, llega el momento de preguntarse  si ¿De verdad deseamos dejar todo esto desaparecer (abandonar, urbanizar, tecnificar)?
Durante la primera parte del documental hemos paseado por sus calles, conocido sus vecinos, su entorno y su relación mutua. Así que, ahora forma parte de nuestra vivencia (como espectadores) y, por supuesto, de las vivencias de sus habitantes, padres, ancestros... Todo podría quedar transformado y olvidado a cambio de una cierta idea de progreso. "Por un puñado de dólares": los que van buscando los jóvenes a las grandes ciudades.
El éxodo rural de los jóvenes se ve acompasado por cambios en el entorno de Villafáfila. Y es que, las observaciones sistemáticas de las aves migratorias que pasan el invierno en las lagunas cercanas, revelan que está disminuyendo su número y que, además, están cambiando sus costumbres. Probablemente, debido al calentamiento global y al desplazamiento de las zonas cálidas más al Norte.

El calentamiento global es una consecuencia colateral de nuestra forma de dominar y someter el Medio, de nuestro macro-comportamiento (el del espectador, el del documentalista, los habitantes de Villafáfila y el resto del mundo desarrollado hacinado en grandes núcleos urbanos). Así que, es algo que depende de todos: de un estilo de vida basado en el comprar, usar, tirar y de un anhelo egoísta e infantil de continuo crecimiento.

Seguramente no queramos ver desaparecer Villafáfila, pero nos vemos abocados a ello. Porque lo malo de las decisiones que requieren de la implicación de la sociedad global es que: llevarlas acabo no depende de si el motivo para el cambio es cierto o falso, si está científicamente testado o no, si es técnicamente viable o no... Es necesario construir una cultura, un sistema de creencias (mitología) que avalen, que permitan un comportamiento público conservacionista sin ser tachado de loco o idealista.

viernes, 12 de febrero de 2016

Oficinista virtual

La sombra del autobús pasaba una y otra vez, una y otra vez... proyectada por los focos sobre la mugrienta pared del túnel.
Había tenido que madrugar para llegar pre-puntual a la oficina. El sol aún no había salido y la ciudad se despertaba apresurada y lúgubre. Los motoristas aceleraban en la autopista y serpenteaban por la ciudad. Los trabajadores parecían decididos, resignados... El aura de la gente se mostraba violenta, muy diferente al fin de semana. La tensión, el sueño, las prisas...
Llegar al edificio, saludar al portero, subir las escaleras de gotelé sepia, adornadas con restregones de cigarro (o muebles transportados con poco cuidado), encender el ordenador, revisar el correo, empezar a currar...

La oficina no tenía ventanas. En recursos humanos estaba convencido de que así los trabajadores eran más productivos (al CEO le pareció bien, abarataba el alquiler). Pero lo cierto es que, nada más entrar en aquel ambiente deprimente, se disparaba una reacción alérgica - Hay que huir de aquí, run to the hills! - Canturreaba.

El día era soleado, de finales de invierno, casi primavera. Un buen día de campo: para contar ovejas, cortar leña, coger cardillos o plantar árboles.  Los colores y las formas de la Naturaleza resultaban siempre atractivas y relajantes. Por eso le gustaba trabajar en su casa, en las afueras de un pueblo sin encanto y alejado de las autopistas. En casa había una ventana que daba a un limonero enorme, siempre lleno de flores de azahar y hojas verde claro, tirando a amarillo. Unos pasos más allá se alzaba el olivo: un raquítico anciano, consumido por el sol y acosado por el ganado.
Pero nada de lo que veía por la ventana era relevante, lo importante en su casa era la entrada a Matrix, un portal a otro mundo, al que cada día se conectaba para manipular Máquinas Virtuales y lanzar llamadas fantasma a sintetizadores y reconocedores de voz. Era realmente extraña, alienante, aquella actividad. Lo hacía por puro vicio, por el dinero, porque siempre le dijeron que era mejor el trabajo de oficina que al aire libre... Pero mirando por la ventana, con las pequeñas flores amarillas del cercado mecidas por el viento, la teoría de la oficina, además de grotesca, resultaba macabra.



Durante esa semana había tenido que ir a la oficina, en una gran ciudad a orillas del Mediterráneo, con un clima muy agradable, pero llena de prisas, ruidos de motor, chillidos de sirena, autopistas, vías de tren, aviones volando bajo, edificios suntuosos y miseria (durmiendo en la misma acera).
El lugar apropiado para el desarrollo del mono más violento. Y los simios aceleraban, se gritaban con gestos obscenos: -Lo hacemos porque es nuestro deber, para mantener cierto orden en esta jungla, no es nada personal- Se decían los chimpancés. Y era cierto, allí no había nada personal.
Una jungla de asfalto y de metal donde los árboles lloraban las muertes prematuras, pisoteadas sus raíces por toneladas de hormigón.



lunes, 25 de enero de 2016

Albert Plá y los medios. Los medios de opinión en la sociedad globalizada

Escuchaba la entrevista radiofónica que Crudo el Carnicero hacía a Albert Plá. Desde el comienzo Albert Plá resulta estúpido, tonto del culo, un engreído que parece pensar (con voz pequeña, como un susurro que se disipa): - La gente quiere saber de mí y está dispuesta a comerse los mocos que voy tirando con tal de que diga algo. - Un trabajo duro el del entrevistador.
Pero una vez que consigues digerir ese mal trago (porque el entrevistador te cae bien y te duele verle arrastrarse para arrancar cuatro palabras a ese individuo), Albert Plá te sigue cayendo mal. Te cae mal como entrevistado, aunque pueda gustarte como cantautor, actor, escritor...

En la radio, la televisión y los periódicos se espera que la gente hable de forma concisa, con un conocimiento profundo de la temática, pero siendo simple en el lenguaje, de tal forma que el espectador comprenda sin esfuerzo y atribuya una cierta erudición a los que lanzan su mensaje. Es una forma muy eficaz de hacerse oír ante un gran público.
Pero los medios ya tienen su discurso, sus temas de interés... su propio lenguaje. En general es lo "macro" lo  que interesa (la macro economía, la política, el fútbol,...). Porque son medios de masas, necesitan posicionarse, ser atractivos para cuanta mayor población mejor, porque su economía es de escala.  Y puesto que se esfuerzan tanto en hacernos llegar las noticias de estos ámbitos, todos debemos tener una opinión al respecto! Eso es lo que nos une a todos los occidentales: La economía, la política, los deportes (el fútbol)...

Las personas nos hacemos eco de las opiniones que locutores, comentaristas, tertulianos, etc. hacen de los diferentes acontecimientos. Juzgamos a los demás por su posicionamiento respecto a esos temas de dominio público. Así que, nadie habla ni escucha, sólo nos lanzamos a la cara opiniones y datos, luchando las batallas de otros. El asedio de información es tal que no podemos pararnos a procesarla y nos guiamos por las simpatías, o los intereses.

Es la mentira de la democracia: creemos que nuestra opinión cuenta, pero lo cierto es que no participamos en política, que queda en manos de profesionales (aunque cualquiera pueda profesionalizarse como político). La democracia representativa que vivimos podría pensarse como un mecanismo de defensa para no legitimar regímenes autoritarios. Pero no hacemos política, no hay una voluntad del pueblo que quede plasmada en un plan de acción.

Así que, cuando sale el Albert Plá a relucir, lo hace desde su particular interpretación de la realidad, saltándose todas las convenciones que han ido sedimentando los medios a base de imágenes y discursos repetitivos. Es realmente difícil vivir al margen de los medios, así que la forma de ser crítico con ellos es forjar una opinión que resulte una barbaridad, una provocación. Sólo así parecemos reaccionar y darnos cuenta de que todo lo que se nos da por sentado, no son más que visiones parciales, hiladas con argumentos utilitaristas e interesados. Otras  veces son sólo miedos (y su respuesta violenta) disfrazados de necesidad, seriedad o responsabilidad...

Albert Plà es un artista, alguien que crea su propia representación del mundo y la transmite con un lenguaje provocador, onírico, más allá de la razón utilitarista. Cuando participamos de su manifestación artística, o de su pose ante los medios, nos asalta el vértigo, porque todo lo que damos por seguro se tambalea: la idea de que lo humano es susceptible de elección y cambio nos golpea en el plano de lo consciente.
Así, el artista, asume el rol del hermeneuta que explora otros caminos posibles, abandonados o simplemente ignorados, y nos los presenta de tal forma que captan nuestro interés, nos conmueven y maravillan.

La historia está llena de ejemplos de comportamientos que, aún siendo avalados por una razón instrumental, resultan perjudiciales para el conjunto de la humanidad. Hay diversas formas de denunciar o poner de manifiesto esas tendencias anti-humanas, por ejemplo buscando respuestas en nuestro interior, o metiéndonos en la piel del otro (de otro tiempo, lugar)... El arte es una forma rápida y eficaz, siempre alerta para denunciar falacias, pero también tenemos la filosofía, la ciencia...

[...] los deseos ilustrados hay que plasmarlos en la realidad social y humana, a lo que se oponen los poderes reales de la sociedad. Es que en realidad el ser humano ilustrado es un empresario capaz de firmar contratos, pero la mayor parte de los humanos sólo son fuerza de trabajo mecanizada, que a medida que trabajan más entregan su trabajo futuro a los empresarios, que llegarán a disponer de toda la vida de esa población en la forma de dinero. [...]

[...] los destinos de todos los pueblos se unen, aunque sea bajo el dominio del nuevo modo de pensar occidental, que no es sino dominio político por la fuerza de las armas que, por supuesto, representan la aplicación de aquella misma ciencia tecnificada. La globalización de la especie fue resultado de la pura facticidad violenta del dominio político. El colonialismo, del mismo modo que la escisión interna de la sociedad, es fruto de la ausencia de razón en la sociedad, de la ausencia de un logos compartido.[...]

Pedazos extraídos del libro "Antropología filosófica I. De la antropología científica a la filosófica" - Javier San Martín Sala.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Crazy cow y la Navidad como política de tierra quemada

Este final de año está siendo movidito: todos queremos cerrar cosas, para que no nos persigan y poder así comenzar nuevos proyectos... A mí no me gusta cerrar, me gusta que todo siga evolucionando, en la dirección de los nuevos intereses y vivencias que se solapan unos sobre otras, tejiendo la urdimbre que dé sentido a este fluir de días y estaciones.

Pasaron las elecciones, yo soy muy disciplinado, siempre voy a votar. Esta vez no lo tenía claro: Entre lo útil, lo que marca el deber, los nuevos partidos... Está bien lo de que haya variedad. Está mal ser pasivo en política... pero el trabajo, los hijos, la especialización... Al final uno hace acto de fe de los brindis al sol de los diferentes partidos y les cede el voto. Con la esperanza de que ninguno obtenga verdadero poder y nos lo devuelvan con proyectos o prohibiciones absurdas. Con la autoridad que les da la confianza depositada en la urna (un poco a la ligera, un poco eligiendo lo menos malo). Porque, después de todo, no participas, y por tanto, tu opinión y creencias no están realmente reflejadas en ningún programa.
Es por eso que cultivo un cierto odio hacia el Estado: Una institución impuesta, fuera del control del pueblo y que actúa como órgano represor del mismo. Donde algunos individuos ambiciosos desarrollan sus ansias de poder, reconocimiento y dinero. Así que, si a un político le pegan un puñetazo por la calle, me sonrío. No me alegra la muerte de nadie, y si matan a un policía, un militar... lamento la muerte del individuo (de la persona que hay detrás del uniforme), pero no lamento el ataque a la institución, a la bandera que representen. Es la visión del Estado como el enemigo de la Patria, el enemigo de las clases trabajadoras, de los que realmente se sienten vinculados al territorio. Como aparato represor del pueblo, como educador de piezas que encajen en el sistema global de consumo. Una herramienta en manos del capitalismo, que no deja de ser una forma de esclavitud. Esclavitud justificada por el rendimiento y una cierta idea de progreso, forjada esta última por las clases dominantes de un mundo globalizado (gentes que habitan en ningún lugar).



La Navidad me pone siempre en contra del mundo... Los excesos de comida, bebida, drogas, compras... Es un espíritu ciertamente autodestructivo, autolesivo, adolescente. Es como jugar en el barro... al principio es divertido, y algunas manchas salpican la ropa... pero al final todo da igual! Te tiras y te dejas llevar hasta que todo pasa...  Lo mejor es no recordar, como un momento de enajenación que sabes volverá cada 25 de Diciembre. Los griegos de la Antigüedad también organizaban sus bacanales y orgías, de cuando en cuando. Ahora, estas orgías, son orgías capitalistas. Pero las pulsiones sexuales se mantienen reprimidas. No deja de ser una sublimación: el sexo por las compras. Comprar, regalar, gastar... ¡Para algo deben servir las 40 horas, 5 días a la semana!
A los niños les decimos que vienen los Reyes Magos, de Oriente (los reyes moros). Que les traen regalos. No sé, tal vez no me fijo mucho, pero aparte de ver a niños que quieren lo que otro niño tiene, no veo un interés por los regalos (a menos que se los muestres de forma recurrente en la televisión o cualquier otro medio). No son regalos para ser correspondido, para establecer nuevos vínculos o reforzar los existentes, son los regalos que nos otorga el dinero, que tanto sacrificio cuesta obtener. Poco importa si los niños creen que los traen los Reyes, Santa Claus o el Tió, se trata de hacerles partícipes de la tradición y de su repetición.

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En Navidad siempre habla el Rey, con un discurso sereno, sensato, general, para todo el mundo. Un ente anacrónico hablando de la actualidad, con pompa y boato. Todos sabemos que es como el Rockefeller de Jose Luis Moreno: un títere que mueve la boca porque "alguien" le mete la mano por el culo. Un "alguien" que quiere que todo siga igual: que Europa sea una gran potencia, mientras gente sin hogar duerme en la calle, toxicómanos son encerrados en cárceles, "enemigos" bombardeados en lejanos países, selvas arrasadas por el progreso y langostas y bogavantes esquilmados para adornar nuestra mesa...

Supongo que nos consolamos con la idea de cambiar el sistema desde dentro... pero la corriente nos envuelve y nos arrastra.

martes, 3 de noviembre de 2015

No recomendado para menores

A veces tengo ganas de ver una peli, videos musicales, documentales... y los que más me gustan son de contenidos "chungos": palabras malsonantes,  sexo, violencia, sangre, drogas, excrementos... Todo eso se considera no apropiado para menores de edad... Y es verdad, a mi hija de dos años no le interesa un carajo, prefiere ver imágenes saturadas de color, sonidos repetitivos y estridentes, risas y agudos chillidos...
Así que me parece estupendo que exista una clasificación "positiva" de los contenidos. Porque es cierto que no vas a conseguir mantener la atención de los niños con "El día de la bestia" o un documental de la Segunda Guerra Mundial (por muy interesante o entretenido que a un adulto le pueda parecer).
No me parece tan estupenda la clasificación "negativa": -No puedes ver eso porque es para mayores.- Y aquí entran un montón de cosas por circunstancias varias:
El porno, que no es para mayores, es para su consumo furtivo. La violencia, que no queremos cerca pero que toleramos o somos cómplices de ella, ya sea dejándola en manos del Estado (policía) o encerrándola en guetos de marginalidad. La sangre, vísceras, caca, culo, pedo, pis... cosas de sádicos o del paleolítico; no queremos saber cómo ha llegado ese filete a nuestra mesa y, mucho menos, de dónde procede o a dónde va cuando sale de nuestro ano. Debemos estar siempre limpios y eliminar cualquier olor que pueda parecer humano.

El porno es algo demasiado explícito, muy orientado a cubrir fantasías específicas de adultos retorcidos por el control social. Aunque también está el porno de calidad, el de la gente normal: mujeres llamativas, depiladas, atletas del sexo... el que debe gustar, al "hombre normal". En internet el porno está por todas partes, tiene muchos adeptos. Y es claro que es una forma de sometimiento de los actores, a la ley del dinero y a los instintos más bajos y vergonzosos de una masa informe de consumidores. Pero hasta el porno, como industria, hay un montón de escalones intermedios: Sexo consentido, más o menos explícito, cuerpos desnudos, pelos, tetas y culos, culos y tetas... que seguramente no interesen a los niños, y a los adultos nos inspire cierto pudor. Pero el pudor se puede y debe vencer, no es como la prostitución que en general se considera vicio, y del malo: del que necesita denigrar al otro (utilizarlo como un medio).
El porno es fatal, para menores y adultos, te fríe el cerebro, te lo deja líquido, merma la voluntad, la imaginación, además, para producirlo, es necesario denigrar y someter a otrxs.
En cambio, las muñecas "barbie": bulímicas y anoréxicas, se muestran sin pudor a niños y adolescentes. O los guerreros: anabolizados y violentos... Vaya modelos! Prohibir tetas y culos en favor de disfunciones alimenticias. Los juguetes que vendemos a nuestros niños dicen mucho de nuestra suciedad. Una sociedad que marca con trazo firme, desde la infancia, los roles masculino/femenino, obsesionada por la juventud, por un concepto de salud basado en unos cánones estéticos, antinaturales, enfermizos... Si alguna vez has revisado un catálogo de juguetes de niñxs... resultan ofensivos: es fácil identificar edades y sexos, solo con los colores.
El mercado se adapta a nuestra demanda? Todos somos críticos con la sociedad: lo puedes escuchar en las noticias, en las conversaciones del bar. Un acto de coherencia con este espíritu crítico sería no replicar los patrones sociales que denigramos, en nuestros hijos. Está claro que no se puede estar siempre alerta, que en ocasiones nos dejamos llevar, no reparamos en todos los detalles y, como conocemos los vicios, los repetimos: alabamos esa belleza enfermiza, ridiculizamos las actitudes lujuriosas de las mujeres, somos complacientes con la violencia contra "otros"...

También están las drogas, que no nos cansamos de repetir a nuestros menores que son muy malas, mientras nos ponemos hasta el culo y exhibimos su consumo sin ningún pudor: alcohol, tabaco, café... Las peores de las drogas son las ilegales, porque para su consumo es necesario ir contra la ley... Y la ley es la represión más violenta que la sociedad ejerce contra sí misma... mucho más que el control social, que las opiniones y las habladurías. Obviamente, nadie quiere que sus hijos tengan problemas con la ley y la justicia. Y para protegerlos de ella negamos la existencia de las drogas, les hacemos creer que no existen, que es algo marginal, que son todas igual de destructivas...

Lo de la sangre, vísceras... supongo que lo consideramos no apto para menores porque nos da asco, porque lo asociamos con la violencia y no queremos que los niños se familiaricen con ella... Otra vez los engañamos, queremos protegerlos del mundo que hemos creado, pero no haciendo de este un Mundo mejor, sino escondiendo la mierda debajo de la alfombra.

No tenemos tiempo para pensar, y negamos a nuestros hijos el contacto con ciertos contenidos sólo porque aparentemente se parecen a lo que consideramos malo: desnudos = porno; droga = delincuencia;  sangre = violencia. Más aún, no nos atrevemos a asumir la responsabilidad de la educación de nuestros hijos, porque desde la cuna nos han forzado a la especialización, a dejar en manos de expertos todo lo que sale fuera del estrecho ámbito de nuestro oficio. Se nos olvida que los que más saben de sus hijos y del entorno donde se desenvuelven son sus propios padres y que, ante la duda, uno siempre puede utilizar su capacidad de razonamiento o su intuición, antes de pasar a la prohibición sin más, antes de contribuir a la segmentación de la sociedad en grupos de edad.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

El verano: Arte y tradiciones


En el verano uno se relaja, le baja la tensión y disfruta con los diferentes teatros y excesos institucionalizados (forjados por sedimentación durante siglos de historia).

Los toros
José Garrido - Plaza de toros de Herrera del Duque - 14 de Agosto de 2015

No soy el más aficionado a la tauromaquia, pero me gusta el espectáculo. Disfruto cuando sale bien: cuando música, toro y torero representan su peligrosa y sobrecogedora danza de muerte; cuando la espada desgarra rápida y profunda la vida del animal.
Sufro cuando sale mal: cuando el toro no puede soportar con bravura el dolor, cuando queda corto de fuerzas, cuando no entra al trapo, cuando la muerte se prolonga...
El toreo está lleno de contrastes, de gloria y abucheos; de incertidumbres, personalidad y animalidad...
Hay mucha gente en contra de esta forma de arte:
  • Porque se mata al animal públicamente. Y la muerte es algo que debe ocurrir en privado, con pena, indolora, aséptica...
  • Porque la gente que asiste disfruta con el espectáculo y es completamente amoral disfrutar con la tortura y muerte de animales.
  • Luego hay otros que lo ven como símbolo de la opresión y conquista cultural de un Estado demasiado grande.
A mí, estéticamente, me fascina: la fuerza del toro, la fragilidad del torero y su "paquete", los colores, la sangre, la música, el público atento (sobrecogiéndose, aplaudiendo)...
Es una forma de contacto con la naturaleza, de encuentro con la vida y con la muerte, con todo lo que nuestra sociedad tecnificada expulsa a los suburbios y entierra en el subconsciente.
También me causa sentimientos encontrados, porque quiero ser normal, aceptado en la mayoría de círculos sociales. Y la norma parece tender hacia el precepto moral de ampliar los derechos humanos al mayor número posible de seres vivos... Claro que, los derechos humanos, son sólo una declaración de intenciones... Y, aceptar preceptos morales, solo porque es main-stream es un tanto banal.

La religión católica
Virgen de Consolación - Herrera del Duque - 28 de Agosto de 2015

Lo he ido dejando caer: aceptar preceptos morales, sin cuestionarlos, no es propio del adulto libre. A la religión le gustan los niños, adiestrar desde pequeños para someter y ampliar su comunidad, hacerse cada vez más fuerte...
La religión católica tiene feos detalles, porque utiliza la culpa y el miedo para extender su influencia...
Sí, vivimos en una sociedad individualista, que no casa con el concepto de rebaño defendido por la Iglesia. Pero también es cierto que existen otras formas de crear comunidad entre personas libres...

Estoy un tanto resentido con el catolicismo: me costó mucho desprenderme de sus "mandamientos", su culpa, sus mitos, su represión-normalización de la sexualidad...
Aún así, también me causa curiosidad: todo el arte, la literatura, el imaginario, la capacidad de congregación, el dolor, la negación de la muerte, la forma en que todos lo toman en serio.

A finales de Agosto, la Virgen de Consolación viene desde la ermita hasta el pueblo, y se queda en él durante 9 días. Es un acto muy solemne y somos muchos los que nos reunimos para recibirla. No puedo evitar acordarme de la fábula de "El traje nuevo del emperador": porque no deja de ser una figura muy bien ataviada a la que muchos atribuyen propiedades psico-mágicas.

El ganado
Ovejas paridas alimentándose de pajas, para criar corderos sanos y jugosos - Puerto de los Carneros (La Siberia) - 2 de Agosto de 2015

Los humanos crían animales como alimento. Llevan milenios seleccionando y moldeando los más jugosos y dóciles. En una doble acción: represión de lo impredecible, lo áspero, lo esquivo; y potenciación de lo apetecible, lo manso.
Y nos hemos vuelto como los animales que nos alimentan y acompañan. La religión católica llama a sus simpatizantes abiertamente "rebaño". Así que, el ganado bravo es un anacronismo, un vestigio de lo salvaje, como la terminación de nuestra columna vertebral que otra vez fuera un rabo.

Con los festejos taurinos surge la polémica, los animalistas atacan con sus valores a los asistentes: los llaman paletos, salvajes, cavernícolas...
Y estos ataques denotan un montón de contradicciones: porque el paleto, el que vive en los pueblos, es el que realmente cuida de los animales y las plantas, al que le preocupa que ese mundo rural siga existiendo, porque quiere vivir en él y de él.

Es verdad que la mayoría de la población vive en las ciudades y que, en una democracia, tienen todo el derecho a convertir sus valores morales en leyes, y con ello someter lo rural a su lógica de maximizar el beneficio, de utilizar la Naturaleza como una fábrica de alimentos, energía o parque temático... Ante esa lógica aplastante, no se puede anteponer lo bello, lo tradicional, lo divertido, lo imprevisible, lo arriesgado, lo no controlado...

El torero es un atleta: ser un buen torero requiere una férrea disciplina y decisión para dominar la técnica. Pero para ser realmente bueno, hay que aportar algo más: la estética, la autenticidad, lo que le destaque del rebaño, lo que emocione. Todos estamos sometidos a férreas disciplinas (más bien coacciones) para "ganar las habichuelas", pero no se espera de nosotros ninguna autenticidad, solo productividad...

domingo, 14 de junio de 2015

La muerte de la encina entre pastos oníricos

Todos tenemos nuestros vicios: el porno, tabaco, tele basura, alcohol, chequear el facebook... Pequeñas cosas que no podemos dejar de hacer y que nos hacen sentir culpables una vez consumadas... dolor de cabeza, mal aliento, prisas... Hay que organizarse, reducir los vicios, ganar tiempo.


Mi padre tiene un terreno, con unas cincuenta ovejas. Por la tarde fuimos a verlas. En el mes de junio ya está todo el pasto seco. Había mucho pasto... son pocas ovejas para tanto terreno.

También hay encinas, muchas se están muriendo: Están infestadas por algún insecto que produce unas pequeñas agallas en el envés de las hojas y que las perfora por el haz al salir. Se les ha juntado con unas podas de esas de sacar cuanta más leña mejor: -¿Y si se seca la encina? -Se corta y a tomar por culo!- Después uno se pregunta: -¿Por qué hay tanto páramo sin un solo árbol? Si tampoco se cultiva cereal (las plantaciones más grandes son de pino y eucalipto)-.
También en la zona, la dehesa pública está llena de encinas senescentes, nadie las repone y, con una presión ganadera elevada, es difícil que crezcan por su cuenta. Así que, poco a poco, de forma silenciosa, los pastos ganan terreno a la dehesa.

Y allí estaba yo, a la sombra de una encina, mirando sus hojas agujereadas y llenas de agallas. Las ovejas tampoco parecían querer alejarse de la sombra. Les molestaba mi presencia, no están acostumbradas a la gente.
Llevaba pantalones cortos y los calcetines llenos de zaragüelles. Todo estaba tranquilo, en paz, soplaba una suave brisa..
¡Olía a campo! Un olor que me era muy familiar de niño... ¡El atardecer de verano es tan tranquilizador... Había tanta variedad de hiervas en el suelo! (Incluso en los calcetines y el hueco de las botas) Cuanto más observaba, más detalles iban apareciendo! El campo tiene ese gran aliciente del cambio constante, como el agua del río de Heráclito... como "el agua de la fuente vieja de siempre, con agua siempre nueva". Pero ¿Quién tiene tiempo de recrearse en esos detalles?
Movimos un poco las ovejas, mirándoles el culo en busca de mosquera, contándolas...

Aún no siendo confortable, se está bien allí, el tiempo adquiere otra dimensión... Sin prisas, sin malos humores, un mundo onírico fuera de la ajetreada vida social.
En esos momentos (esporádicos) uno siente que algo tan sencillo como disfrutar de la naturaleza, en su estado salvaje, nos ha sido robado. Es de suponer que, cuando el campo se explotase sin las tecnologías químicas y de motor, quien trabajase la tierra debía de experimentar estas sensaciones en su día a día -si, además, podía disfrutar del producto de su trabajo...-
Pero, en algún punto, cambiamos la valoración de lo natural: lo natural se da sin intervención humana y, por tanto, no tiene valor.
La educación, la cultura, la demanda laboral... Todo nos conduce a la vida artificial, el cajero automático, la compra, cenas, alcohol... Incluso nuestras drogas "tradicionales" están tecnificadas... Y Los sabores del campo nos resultan demasiado fuertes, secos, pequeños, irregulares, incómodos... Frente a los alimentos tecnificados: homogéneos, vistosos, jugosos, suaves...


lunes, 1 de junio de 2015

Ministerio de Trabajo, Política y Desigualdad

La inspiración te tiene que sorprender escribiendo, con los colores en la mano o la cámara colgada del cuello... Pero hay tantas cosas por hacer, durante todo el día... uno no puede permitirse esos lujos. Pasan los años y no eres bueno en nada... en tu trabajo sí (le dedicas muchas horas), pero justo eso es lo que menos te importaba: Eres un gran profesional!

Como le ocurre al político de la oposición, sin cargo fijo, sin dedicación. La política debería ser participativa, no representativa. Pero hay tantas cosas por hacer, durante todo el día... Es tan odioso que tomen decisiones por uno, sin consultar.

Los partidos están presididos por una figura, a la que sus partidarios adoran y sus opositores odian: Ese es el juego de la política. Mucha gente dice votar a la "persona", a esa que representa un papel y que posa para la foto. Pero todos sabemos que la persona no importa, todas las personas son prescindibles, puedes quitarla, poner otra, y el programa de la gente que empujó a la primera a la cabeza del cartel, se seguiría cumpliendo.
Lamentablemente: No hay programa. Hay ideas vagas, oportunismo, tapar agujeros, luchas de poder y populismo (cuando llega la hora de revalidar los votos).
Y es normal que esto sea así, porque sólo los que se dedican profesionalmente a la política tienen tiempo para ella, el resto somos aficionados, a tiempo esporádico... En el trabajo sí! En eso eres un gran profesional!

La persona infantil es aquella a la que le hacen todo: Únicamente va al colegio/trabaja. Así que podría decirse que vivimos en una sociedad infantilizada, por la alta especialización: Dedícate solo a tu profesión, el resto pagas a alguien (si no encuentras quien te lo haga gratis).
Has de darlo todo en el trabajo, para luego disfrutar consumiendo.
A la vez que te liberas de tu dinero comprando objetos y experiencias, te liberas de las tensiones del trabajo... es una liberación temporal. En cambio, el trabajo se repite día tras día... hasta la extenuación.

Con la edad, mucha gente se vuelve conservadora. En cierto modo les va calando la doctrina de que lo más importante es generar y acumular capital. No quieren perder lo que han acumulado con tanto trabajo. Prefieren confiar en los que aparentemente comparten su visión.
El pobre también quiere ser como ellos, se siente atraído por su superfluo y brillante modo de vida, quiere volver a ser un niño... que otros hagan cosas por él...
Y votan conservador, lo de siempre, que ya les parece bien. Porque con la doctrina del capital entra la meritocracia: Que el que más tiene es mejor (se lo ha ganado), es más listo o tiene unas habilidades de las que otros carecen. Así se siente merecedores.

Es verdad, todos tenemos habilidades diferentes, unas son más útiles, otras más demandadas, a otras las decimos chorradas,... y todas se pueden adquirir y potenciar. Así, consideramos que hay profesiones que deben ser mejor remuneradas que otras. Por ejemplo: si para acceder a un cargo hay que formarse durante 2 años y para otro 5, entonces el de los 5 años debe tener un salario superior. Hasta cierto punto tiene sentido, ya que el de los 5 años debe recuperar su inversión (lo que ha gastado, más lo que no ha ganado). Pero, ¡Y lo que ha disfrutado mientras estudiaba! ¡Lo que ha satisfecho su curiosidad o ha ampliado su horizonte! Eso no cuenta porque, lo que la sociedad demanda de una titulación, es una formación para poder ejercer un trabajo. Así que la gente que ha estudiado y no consigue un empleo (o este no es acorde a sus expectativas) se indigna...
La vida es realmente injusta... Las leyes están bien: A grandes rasgos concuerdan con los miedos y deseos de la sociedad. Pero vivimos en un sociedad de desigualdades, donde es fácil encontrar alguien que trabaja 40 horas semanales por 650€ al mes y alguien que por la mismas horas llegue a ganar 2, 3 y hasta 10 veces más... y eso no lo justifican los estudios que uno u otro hayan realizado, ni tan siquiera su habilidad o incompetencia en el cargo que desempeñen: Es la injusticia misma arraigada en la base de la sociedad.

A mí personalmente me indigna cuando alguien sugiere la idea de que es justo que otro tenga un salario mucho más elevado: -Es que tiene mucha responsabilidad-. -Es que así garantizas que no se corrompa-. -Tiene en sus manos la vida de los demás-. Un salario mayor no es garantía de responsabilidad, de decencia o profesionalidad. Solo se me ocurre justificar un salario mayor, para aquellos puestos que nadie quiera desempeñar... y justo esos suelen ser los peor pagados. Porque vivimos en una sociedad esclavista, donde por dinero y abuso de poder se puede someter a otros.
Esa injusticia no debe dejarnos indiferentes, ni mucho menos debe dejarnos ser conservadores, pasivos... meros aprovechadores de las oportunidades del mercado.

martes, 7 de abril de 2015

La vida artificial, la jungla de cristal y el trabajo pringoso

He pasado las vacaciones de Semana Santa en el pueblo, en el mismo donde ahora vivo. Y he aprovechado a hacer un montón de cosas para las que no encuentro tiempo en el día a día.
En el día a día estoy atrapado en un mundo virtual, artificial... Es por el trabajo, nada físico, hiperconectado a todos los aparatos electrónicos. Así que, al acabar la jornada laboral, uno está estresado, cansado y con mil historias que resolver al día siguiente. Y, por supuesto, no has hecho nada para ti, tu hogar o tu familia, sólo has justificado el ingreso de un salario en la cuenta corriente... Eso es lo enajenado: privar al obrero del fruto de su trabajo a cambio de dinero.

La eficiencia es un concepto genial: resolver la mayor cantidad de tareas en el menor tiempo posible. Somos esclavos de la eficiencia, tratando de aplicarla en cualquier ámbito, a cada momento... Si vas al campo a pasear, fantaseas con tu negocio rural. Si vas a cortar leña, pergeñas cortar la máxima posible de forma "sostenible". Porque, en el fondo: el dinero se ha convertido en requisito indispensable, en la condición necesaria para emprender cualquier acción.

Luego están las ciudades, las junglas de asfalto y de metal, donde no se produce nada. Donde se consumen cosas de ningún lugar. Pero donde el dinero fluye con mayor rapidez y en cantidades más grandes. Es obscena tanta desigualdad! Se acaba por odiar el dinero. Pero también se ama... Tener mucho es mejor que no tener nada... Cubrir las necesidades básicas... Incorporar los hijos en el escalón más alto... Viajar más lejos... trabajar menos... tener más ocio!

Trabajar menos, tener más ocio y ganar más. En una sociedad que odia su trabajo (porque es enajenado) y ama cosas que no son suyas, que son ficticias, breves: escapadas con encanto, lujo, deporte... El ocio no es más que estar ocupado en algo que no sea el trabajo, y es más completo cuando requiere una inversión monetaria.

La Naturaleza queda totalmente fuera de este esquema. Tampoco parece importarnos mucho. De cuando en cuando, salimos al campo y nos maravillamos, nos conmovemos... Pero el ritmo frenético nos vuelve a poner en lo enajenado, la tele y el sofá. Así que, al intentar leer a los clásicos (Heráclito, Aristóteles, Cervantes...), nos damos cuenta que no los comprendemos, que nuestra cosmovisión ha cambiado completamente... ¡Hemos escapado a las leyes de la Naturaleza! Y, realmente, estamos a punto de salirnos de ella. Sólo somos esclavos de nuestras propias leyes: de convivencia, del mercado... Pero eso no las hace más justas. Está claro que habitamos un mundo de injusticias y desigualdades. Así que, lo que hemos hecho ha sido eludir el capricho, la incertidumbre y el libre albedrío de la Naturaleza, para adentrarnos en un nuevo cosmos de leyes de dominación y sometimiento humanas. Tenemos nuestro propio tablero, con reglas que se han ido imponiendo en violentos juegos de poder.

Someterse a las reglas, aprobar los exámenes, obedecer... Lo importante no es el sacrificio, sino el sometimiento. Aceptar el dinero, sin cuestionarlo, y seguir el camino allanado del funcionario, del trabajador por cuenta ajena. Pero el sometimiento es cobarde y repugnante. Así que lo externalizamos, decimos que no es algo nuestro, que lo hacemos porque necesitamos la pasta. Y ese "necesitar la pasta" lo justifica todo: sometimiento, avaricia, desigualdad, guerras,...

Así que, aquella idea clásica del "logos": una razón, una lógica, un Dios que rige el cosmos y al conjunto de los hombres, que lo gobierna todo. Esa idea no tiene cabida hoy día. Hoy día todo son oportunidades que hay que ir aprovechando, oportunidades que nos brindan los grupos de poder: delegar sus tareas para abarcar más y conseguir sus objetivos, más dinero, más poder...

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Pasó el día del trabajador, de los que construimos la jungla de cristal, de los que adornamos las paredes de la cárcel, de los que soñamos con una libertad robada, que ya no nos es dada disfrutar... nos destruiría.
Así me contento:
sacando la cabeza fuera
para sentir como sopla el viento.

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Es la época en que florece la jara pringosa. La flor es grande y destaca desde la carretera. Es blanca y suave, como un vestido de comunión... La imagen de un gran jaral en flor... es un tanto impúdica. Como en las pelis americanas: cuando la amiga fea del chico popular se viste de princesa, se pinta los labios e intenta seducir, sin sutilezas. Pero no importa que se pinte o abra de piernas: porque es fea y pringosa. Como todas esas flores de labios blancos diciendo: -fóllame..., ámame...- Repugnan, hieren el gusto del guerrero.



domingo, 22 de marzo de 2015

The old bridge

Los viernes solemos visitar "El Puente Viejo", apenas 15' caminando, despacito, por la vereda de la puerta de atrás del pueblo: Atravesando colectores de aguas residuales -con filtraciones a arroyos y acuíferos subterráneos-, pequeñas explotaciones ganaderas -un complemento a la economía familiar-, parcelas divididas por muros de piedra -lascas de pizarra-...
Los habitantes del lugar decimos que el puente es de origen romano, de cuando el Imperio Romano se extendía por todo el Mediterráneo. Y pudiera ser, porque es muy robusto... no como las cosas que se hacen ahora, con fecha de caducidad y modernidad.


El puente es muy estrecho, justo pasa un coche -que yo lo he visto!-. Aunque son más los paseantes, jinetes y ciclistas quienes lo utilizan. Un río pequeño -el Pelochejo- completamente seco en verano y los primeros meses del otoño.
Aquí los ríos grandes los estrangulan, para inundar los terrenos, producir electricidad y regar plantas exóticas en lugares alejados -la extraña lógica del progreso-.
Apenas hay árboles... son siglos de actividad humana, podando, dejando morir, talando... Aunque algunas espartanas encinas se empeñan en sujetar la tierra y dar sombra a las ovejas.
La vegetación de la zona es muy curiosa. A primera vista lo que llama la atención son las tamujas: esos matorrales lilas, que parecen más muertos que vivos, pero llenos de pinchos... para que cuando los abraces te atraviesen el corazón.


A lo lejos, los desafiantes almendros y sus flores... Las gigantescas retamas están por todas partes.
Es fácil encontrar cigüeñas, patos, garzas, el martín pescador, ranas, renacuajos, galápagos...
Todo esto con un escaso cauce, poco más que un arroyo! Así que, al observar las riveras muertas de nuestros pantanos, uno se pregunta ¿Qué cantidad de vida no habría cuando el Guadiana era río!


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El Sábado fuimos a comer a Cañamero, a un restaurante muy molón que regentan unos extranjeros -"Algo así", se llama-.
Por la comarca se produjo un gran incendio, hace años... Hay muchas plantaciones de pinos -no falta quien a esto lo llama bosque y, es verdad, desde la carretera los árboles no dejan ver el bosque, sólo los efectos de una devastadora guerra del hombre contra la Naturaleza-.


También hay plantaciones de placas solares, una central nuclear desmantelada, pantanos... y muchas autopistas de la electricidad.


Pero la Naturaleza no se doblega, ni parece guardarnos rencor... sigue con su trabajo diario, dando sus frutos, tendiendo puentes... Con su idea clara de progreso. Trabajando y trabajando, de forma anónima, sin esperar reconocimiento. Al menos, no el reconocimiento de unos seres, los humanos, que en sus proyectos parecen buscar sólo destrucción... cobrar todo el protagonismo.


Claro que, los principales agentes humanos que toman las decisiones que transforman el paisaje y conforman nuestro estilo de vida, no viven (de) estas tierras, no las conocen, no les conmueven... sólo les interesa su energía o las actividades de recreo que puedan practicar en ellas.