miércoles, 15 de mayo de 2013

Un finde en la ciudad

He tenido un finde de lo más ajetreado.
El viernes por la noche volví a ver Mulholland drive, y no por ello he comprendido más cosas que la primera vez. Eso sí: hace unos años estaba más obsesionado con encontrarle un sentido a las cosas. No quiero decir que la película no tenga sentido (una lógica, o que no sea un relato ligado). Toda la trama transcurre entre elementos comunes -objetos y personajes- quizá transmutados, vueltos atrás o adelante en el tiempo. El desconcierto llega cuando intuyes que dos escenas diferentes están relacionadas pero no sabes cómo inferir la una de la otra. Sensaciones que te invitan a pensar explicaciones que no se corresponden con lo que estás viendo. ¿Falta información? ¿La lógica del subsconsciente?
Ahora reconozco muchos más iconos del imaginario David Lynch: Puertas a extraños mundos, trasgos que van de uno a otro, el mal y la belleza, sexo y violencia... Lo que hace la experiencia más bonita, familiar, como cuando en un sueño reconoces objetos o situaciones que has vivido a lo largo del día. Pero ni lo uno ni lo otro aportan mucha luz a la hora de interpretar la peli o los mismos sueños, mismos.

El sábado lo dediqué a la Naturaleza. La Naturaleza desde mi hogar, desde los agujeros por los que miro el mundo -"el internet", la televisión a la carta, o la televisión sin más-.
El escarabajo verde, dedicado esta vez a los parques y jardines de nuestras urbes. Muy interesantes las apreciaciones del señor José Fariña, se nota que pasa mucho tiempo pensando y ordenando las ideas, que ha visto y estudiado lo que él u otros han hecho.
Agrosfera, otro gran programa, que me gusta ver en su horario de emisión, directamente a través de las ondas de radio. Es mi vínculo con la tierra, con mi infancia, y algunas ideas que últimamente me obsesionan: Las oportunidades laborales en entornos rurales; el cultivo ecológico; prescindir de pesticidas; no arar la tierra; equilibrio entre agricultura, ganadería y medio ambiente; turismo rural...
A última hora no puede faltar La noche temática, esta semana dedicado al desperdicio de comida y los cultivos y ganadería intensivos ("La comida no se tira"). Dos documentales franceses -que pueden parecer un poco raros para la comida- pero como hoy día todo está globalizado...
Vivimos en sociedades avanzadas, hemos progresado mucho, pero eso de tirar la comida no parece una práctica del progreso... del futuro. Como tampoco lo parece destruir la selva para plantar soja, para luego quemarla en biocombustibles. La verdad es que hay algo que no anda bien en nuestra idea de progreso, en nuestra aldea global.
Supongo que todo viene del sistema de creencias, del hecho de vivir sumidos en un sistema de propaganda -capitalista de consumo-, como muy bien dicen en el siguiente post de el Faro Crítico: "¿Sabe el norcoreano que en su país hay propaganda?"

Así, el Domingo, estaba listo para ir a comer sardinas a la brasa, en un huerto a las afueras de un suburbio de Barcelona. Pero antes debía coger los guisantes y arrancar las malas hiervas: Me encanta entrar en fase de destrucción sistemática, es como borrar todo lo que no hace falta de un proyecto -software-, viejo, con el que quieres empezar algo nuevo. Y los alfileres de sol agujereando la piel... insolación.
También me convertí en espía por un tiempo, escuchando conversaciones ajenas -a hurtadillas detrás de la verja del huerto-: -Que si los catalanes esto, que si los alemanes lo otro, que si a los moros les dan de todo-. Y en la tarde, desde mi ventana indiscreta, con los prismáticos tomando nota de  las fiestas en las azoteas, barbacoas, amigos reunidos, bebiendo, comiendo y fumando.

La ciudad, 
estresante, 
con ruidos por todas partes, 
a todas horas. 
El humo, 
chillidos y sirenas. 
Las copas de los árboles 
abrasadas por el sol, 
troncos pintados de polución 
y esputos de tos seca. 
Un escozor en medio de la Naturaleza,
y las autopistas como arañazos...
siempre abiertos.


Los fines de semana se me quedan cortos, así que el jueves vi "Anvil! The Story of Anvil". Un documental sobre una banda de Heavy Metal canadiense. Realmente es una historia de superación personal, de lucha.
Estamos acostumbrados a que nos cuenten historias de gente rica, triunfadores... que en realidad suelen ser casos bastante raros, bizarros.
Pero la ilusión que desprende el lider de esta banda, "Lips", no deja indeferente. A sus 50 años seguir luchando por un sueño, con el mismo coraje y entusiasmo que un adolescente, a pesar de un entorno que no lo comprende y de una sociedad que rechaza lo que no es joven, fresco, pueril... desde luego, es digno de admiración.
Supongo que debe ser difícil triunfar (vivir de ello) en el mundo del Heavy, con un público minoritario, y sin la dirección de equipos de marketing y demás parafernalia para darse a conocer a nivel global.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Sobre ingenieros y filósofos

Los ingenieros son resolutivos engreídos.
Podrían ser filósofos, pero no tienen tiempo: tienen que llegar a una solución, y no tiene por qué ser la mejor posible -seguramente no lo será- pero será una solución rápida y eficiente.

En el fondo, un ingeniero no deja de ser un soldado, un mercenario. En los ejércitos siempre han tenido gran relevancia los cuerpos de ingenieros, con sus artilugios de destrucción y muerte. En la batalla no importa por qué o contra qué se lucha -de hecho no te va a aportar ninguna ventaja competitiva el saberlo- lo que importa es ganar al menor coste posible. Y en eso son los mejores: en optimizar. Y en eso se refugian: - Yo, salvo vidas. - Creo puestos de trabajo. - Creo riqueza. - Ahorro esfuerzo. - Produzco... Así que son tenidos en alta estima por los miembros de su equipo -la sociedad-.

Son experimentales, aprenden haciendo, probando y errando, son hombres de acción. La excelencia les llega siendo jóvenes, ya con algo de experiencia, pero aún con agilidad mental, cierta temeridad, agresividad... Entonces se convierten en grandes profesionales y se enfrentan de forma intuitiva a los escenarios complejos en que deben realizar sus acciones precisas y eficaces.
Toda su labor transcurre tras una apariencia fría, calculadora, compleja... Bajo el paradigma de la neutralidad, del que tiene una misión, un objetivo y unos determinados recursos para cumplirla. Pero sumidos en sus batallas no tienen tiempo de mirar lo que les rodea, ni tan siquiera para recrearse en alguna ideología. La ideología no existe para el ingeniero, sólo hay  problemas y soluciones. Sólo hay un camino posible: Que consiste en mejorar la situación presente. Así que, acaba trabajando para las ideologías de otros, siguiendo el camino que otros han marcado y establecido como bueno, realista, práctico, deseable, seductor.

Por tonto, el ingeniero es un hombre y además un soldado -más bien un mercenario, ya que se desenvuelve en el más despiadado de los capitalismos-. Su labor consiste en planificar la batalla desde la retaguardia. Frío, sin deseos, ni pasiones. De las emociones sólo se permite agresividad y firmeza, porque no tiene tiempo que perder en dialogar -justificar a cada paso el objetivo-, ni argumentos para tanta violencia.
Así que no es de extrañar que existan pocas mujeres en las carreras técnicas. Con tales modelos, con tales casos de éxito... Hay que estar educadx bajo condicionantes muy severos.

Pero el ingeniero es socialmente valorado, porque como se ha dicho: produce. No es como el banquero, el directivo, el comercial, el político, el cura, el maestro... Es el capataz perfecto de una sociedad capitalista, competitiva, consumista, de crecimiento acelerado... en la que no hay tiempo para nada que no sea mesurable en la unidad por excelencia -el dinero-.

El cine americano ha contribuido a forjar el mito del ingeniero/científico -que suele estar loco cuando está del lado de los malos-, del tipo excéntrico y entregado de lleno a su trabajo, en proyectos super-secretos en lugares restringidos a la población civil. El superhéroe armado de tecnología hasta los dientes. El inventor que se ha lucrado a base de patentes, el emprendedor y su evolución lógica: el empresario.

No es de extrañar que abunden los que se vuelven atrás, los que se echan al monte, o los que cuando llevan varios decenios de profesión, retorcidos por todos los tics nerviosos, envidias, males de ojo, dolores de estómago, odio... ya no pueden más. Es una profesión para jóvenes ambiciosos.
Después de todo, no son más que personas normales, que han seguido un duro entrenamiento de gestión del tiempo y rentabilización del mismo. El cansancio también les afecta y, al mirar a su alrededor, es fácil echar las cuentas - ¿Es necesario tanto sufrimiento? - ¿Por un puñado de dólares? - ¿Cuándo crucé la delgada línea roja?

Los soldados también sufren: Algunos tienen sus propios valores morales, se hacen preguntas, o incluso tienen ideales que abarcan una realidad amplia. Hasta en la guerra del Vietnam surgieron movimientos críticos dentro del propio Imperio.



Nota personal a cerca del entrenamiento del ingeniero:
Aún recuerdo con cierta aprehensión los años de carrera. Duras jornadas de estudio y prácticas de laboratorio para, al final: suspender el examen. 
Muchos abandonaron, todos estuvimos seriamente tentados de hacerlo. Pero aprendes: que no hay tiempo de abarcarlo todo, o de hacerlo todo lo bien que quisieras, que tus recursos son limitados, que hay que tomar decisiones (y no importa si son acertadas o no -quizá puedas corregirlas a posteriori-), que hay que pasar un examen, que hay que entregar los trabajos en fecha y, sólo tienen que cumplir especificaciones. Que hay que especializarse y mirar hacia adelante.

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El ingeniero ofrece soluciones, el filósofo plantea preguntas. Es una anciana, alguien que ha vivido y leído mucho. Así que es una especie marginal en una sociedad del speed y la cocaína.
Seguramente nunca será un caso de éxito, ni habrá películas americanas hablando de sus elaboradas teorizaciones del mundo.
La filosofía no produce beneficios monetarios, ni tiene ninguna prisa. Y quizá esa es su diferencia más importante con respecto a la Ciencia. La ciencia progresa con la tecnología. La filosofía se queda en la retaguardia, en el subconsciente -del individuo o de la colectividad- por detrás de Religión y Autoayuda que ofrecen respuestas rápidas y concisas.

Pero a mí, me maravilla cuando un profesor de filosofía es interrogado por sus alumnos con alguna pregunta estúpida, ingenua, arbitraria... Entonces el profesor intenta comprender qué es lo que ese alumno despistado intenta decir, e incluso intenta desarrollar la vía expuesta, hasta conseguir tipificar la idea, tratarla -si corresponde en ese ámbito-, o dejarla para cuando sea pertinente. El filósofo no crea nada: coge, ordena, deduce, nombra, infiere... Al contrario que el ingeniero, que siempre cree estar haciendo cosas novedosas, revolucionarias, visionarias...

El filósofo no tiene un objetivo, a lo sumo un área que examinar y ordenar, pero que será explorada siguiendo todos los caminos posibles -todos los que el lenguaje y las preconcepciones permitan imaginar-. Sin sentimientos, sin intuición, sólo diálogos, hipótesis y deducciones. En el intento de comprender la cambiante realidad.
En el fondo, un filósofo no deja de ser un analista de sistemas.

viernes, 26 de abril de 2013

Matar moscas con un palo

Es como matar moscas con un palo, al final te acabas dando. Y no importa si garabateas en un papel retratos que no lo parecen, mapas en el cielo, o palabras que no dicen nada (porque nadie las va a leer)


- ¡Das pena! Con tu caminar a tumbos, con tus esfuerzos siempre en la dirección equivocada.
- ¡Te miro mal! Me molestas! Con tu no ser como los demás te decimos que seas.
- ¡No has comprendido nada! Vas de intelectual y la vida es algo material, económico, mundano... ¿Por qué no decirlo? Es algo feo.
- Tus vómitos y diarrea tipográfica no tienen finalidad, te consumen y afean la personalidad. Levántate y trabaja! no tienes la casta ni la genialidad.


Autoayuda no me ayudaba lo más mínimo. La voz de mi conciencia siempre me mandaba a la mierda.
Para colmo, las convulsiones recorrían el lado izquierdo de mi cabeza. No sabía cómo lo hacía, pero siempre somatizaba en tics breves, concisos, casi imperceptibles... Como ese espantar las moscas las vacas... con su agitar la piel en el lugar preciso. Como a mí, que mis pensamientos y mis visiones me producían azogue, pero por más que sacudía el párpado o convulsionaba el pellejo del cráneo, lo único que conseguía era azuzar mis miedos. Estaba al borde del colapso.
Y no era porque las cosas fuesen mal. Era lo de siempre, iban demasiado despacio. Seguía arrastrando las prisas, el no parar quieto, el quererlo todo de golpe. No había aprendido a tirarme en el sofá a engullir televisión. Eso me hacía aún más extraño de cara a los demás.

Por si no fuese suficiente con la oscuridad psicológica y los síntomas fisiológicos. Llegaron días de niebla, pero sólo allí, alrededor de mi casa, en mi pueblo, que cada día se me hacía más hostil. La gente eran cardos repartiendo pinchazos afilados de rencor. Pero yo era Pacífico, un perro lleno de pulgas o problemas. Desencadenaba sentimientos enfrentados: asco y pena, pero ambos igual de hirientes. - ¡Maldito invierno!

Me marché. No soportaba tantas voces dentro de un espacio tan pequeño. La niebla no desapareció hasta que crucé la frontera de mi comarca. Y me acordé de una novela de Stephen King, en la que una niebla maligna envolvía la zona y la inundaba de repulsivos monstruos. Eso mismo ha pasado en mi pueblo, estaba lleno de niebla y monstruos.
Pero con la luz todo cambió: Aparecieron las dehesas, el sol alegraba los rostros y los pájaros cantaban una alegre canción. Aquella casita en el campo era el refugio perfecto, un lugar donde quedarse al margen, donde coger carrera y escuchar las voces de la naturaleza.

Estaba en estado de abandono. Desde que vendí el ganado casi no pisaba por allí, y habían proliferado las arañas entre los destrozos de las ratas.
- Ya tienes tarea! Limpia! - La mala conciencia, siempre con sus órdenes absurdas.
- Pues ahora no limpio porque no me sale de los cojones! - Pero el maldito invierno seguía con sus codazos de frío, y no me quedó más remedio que poner un poco de orden. Porque el interior de la caseta olía a orín de rata, y las ratas me dan asco y miedo.

- Antes de lanzarme a la tarea me fumaré un porrito. - Pensé jocoso.
Es arriesgado fumar antes de haber acabado con las obligaciones, sobre todo si hace frio y la casa está llena de ratas tan grandes como conejos... - Chiiiii - Escuché sus afilados chillidos. Estaba paranoico y todavía no había dado ni una calada.


Los monstruos habían llegado allí. A pesar de los rayos de sol incidiendo en perpendicular sobre las heladas piedras, las pegajosas jaras y las proliferantes setas,  mis visiones ensombrecieron aquel lugar. - Y... aquello que se acercaba por el horizonte... ¿No era también niebla?


Al final, sus miedos eran la realidad y los malos no eran los demás. Locura crecía a sus pies y el pozo más profundo de su cabeza se había secado de tanto leer. - A galopar! ¡A galopar! - Gritaba mientras espoleaba a su ficticio Rocinante de huesos de rata.

jueves, 11 de abril de 2013

De Lincoln al Estado Social: referencias cinematográficas

Últimamente veo mucho cine americano... Bueno... no es algo que haga sólo últimamente, es casi imposible no verlo, está por todas partes: Con buenas y malas películas; para pasar el rato o reflexionar; alucinar con nuevos avances tecnológicos o conflictos internacionales (reales o ficticios, ¿qué más da?); absorver propaganda de Estado, valores morales... Hollywood se ha convertido en la mayor factoría de sueños y el encargado de moldear en nuestro imaginario colectivo el ideal democrático liberal (por no hablar de comportamientos sexuales, religiosos, de ocio y consumo, cánones de belleza, sensualidad... --> hasta llegar a la pornografía más explícita que inunda toda la inter-red --> La red, el espacio para las minorías, lo bizarro, el subsconsciente.-)

Este exceso de cultura yanqui me produce empacho, atiborramiento... de hamburguesas, coca-cola... Y, a veces, necesito urgentemente una purga a base de cine europeo.
El otro día, el revuelto de estómago me lo produzco "Lincoln", de Steven Spielberg. Desde luego, tanto el título como el director, apuntaban a digestión pesada. Pero tengo cierta debilidad por la historia, además me interesaba conocer la narración oficial y ortodoxa de la guerra civil americana.
Después de todo Estados Unidos es el modelo universal de Estado y Democracia.
En la época relatada -desde una visión europea- los Estados Unidos no eran más que colonias donde hacer y buscar nuevas oportunidades de negocio, enriquecerse. Así que resultaba lógico que el modelo fuese el liberal y que el Estado se limitase a garantizar la propiedad privada y los derechos de los ciudadanos (libres e iguales ante la ley).
Aunque se trataba de una democracia, en el siglo XIX, el derecho a voto seguía restringido a los varones propietarios (vamos, que estaba controlado por los más ricos). La película no oculta las corruptelas a las que está sometida la clase política, de hecho es un claro ejemplo de la importancia del populismo, la compra de votos, estrategia, contactos, etc. En cierto modo, la peli da a entender que todas las triquiñuelas son válidas para aprobar la "Decimotercera enmienda" (la abolición de la esclavitud de los negros).

-¡Qué buenos son los americanos ricos!- Que con su caridad y megalomanía quieren rescatar a los pobres negritos de los paletos del sur.

No he indagado mucho sobre el tema pero, analizando los indicios que se presentan en la película, invita a pensar que: El interés de la facción representada por Lincoln en la abolición de la esclavitud podría tener como objetivo alcanzar un cierto control sobre los estados del sur -cuya economía estaba basada en la mano de obra esclava- debilitando (o haciendo menos rentable) su sistema productivo una vez terminada la guerra.
Claro que, también aparece el argumento iusnaturulista (todas las personas son de la misma naturaleza, anterior a cualquier Estado u organización ¿por qué habrían de estar sometidos a leyes o regulaciones diferentes?). Pero el argumento resulta un tanto fuera de lugar, como un juego sutil del intelecto, al margen del utilitarismo, la efectividad y la acción directa que parecen regir a los hombres de provecho, los triunfadores, los propietarios.
Y, después de todo, las discusiones filosóficas siempre van varios siglos por delante, son necesarias generaciones para ser aceptadas por la mayoría. Y, por supuesto, está el "Statu quo": Los que ostentan el poder necesitan mantenerlo, aunque cambie el paradigma social, tienen que transformarse, adecuarse y prepararse para que todo siga igual.

Hasta aquí no se ha dicho nada de Estado Social, quizá sí de Estado y de su formación.

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"Mientras tanto, en un universo paralelo..." Europa, sumida en plena Revolución Industrial, con grandes monopolios y mano de obra sometida a las más penosas condiciones, los efectos del liberalismo/capitalismo no dejan indiferentes a nadie. Surgen los sindicatos y las ideas socialistas, la idea de que es necesario un cierto control por parte de los Estados sobre el capital, y también un cierto reparto de la riqueza.
Es una época en la que todo está por explotar: Los recursos naturales no parecen tener fin, la ciencia y la tecnología producen inventos cada vez más sorprendentes, las máquinas realizan el trabajo de cientos de hombres... ¿Cómo es posible que las condiciones de los trabajadores sean aún más penosas que en la época feudal?
Los Estados se arman -y crecen aumentando el consumo interno- para defender sus intereses colonialistas y expansionista... Estallan las Guerras Mundiales.

Es admitido que el mayor desarrollo del Estado Social ocurre después de la Segunda Guerra Mundial: La URSS es una gran potencia mundial, Alemania se recupera de los estragos de la guerra, la economía crece, se liberan las colonias, el sufragio se extiende a cada vez más colectivos (negros, mujeres)... Además del Socialismo real de la URSS, en el resto de países europeos surgen la educación pública, la asistencia sanitaria universal, los derechos de los trabajadores, etc. Todo lo que era patrimonio de la beneficencia de los más ricos se institucionaliza y parece que un mundo más justo es posible.
Sin embargo, este Estado Social en desarrollo no está exento de profundas contradicciónes, vicios y perversiones... Como puede verse en "Lola"  de Fassbinder. Una película llena de colores, claro-oscuros, reflejo de una época de crecimiento en lo económico. Es una película sobre lo humano, pero también aparecen de soslayo: el problema de la burocracia; de la coexistencia entre iniciativa privada y estatal; la búsqueda de la riqueza a cualquier precio. Sin duda una buena purga contra el cine de Hollywood.

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Al final se aprueba la "Decimotercera Enmienda" y los Estados del norte vencen a los confederados esclavistas del Sur.

Después de la  Segunda Guerra Mundial, los movimientos socialistas no parecen arraigar en los Estados Unidos. Los negros consiguen una mejora considerable: de esclavos a ciudadanos. Estados Unidos lidera la Segunda Revolución Industrial y se convierte en el gran defensor del ideal liberal (y demócrata). Un Estado de estados, una de las mayores potencias militares, que exporta la idea de mínima intervención en lo económico, sólo defender la propiedad privada y garantizar los intercambios económicos.
El socialismo europeo es una perversión para las grandes corporaciones norteamericanas -que con la globalización y deslocalización se han expandido por todo el globo-. Los Estados y sus instituciones pierden poder, son tentados por el modelo de consumo, el individualismo... Y "Billy Elliot" aparece en una barriada obrera de UK, donde su familia desestructurada lucha por defender los restos del Wellfare State. Billy tiene un sueño de lucha individual, su padre y su hermano (los nuevos esclavos) tienen que trabajar y demostrar que vivimos en un mundo de profundas desigualdades, pero... Con talento, esfuerzo y dedicación, cualquiera puede triunfar. Y el triunfo justifica cualquier sacrificio.

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La política, que era entendida por los griegos como una forma de buscar un ideal de justicia social, y de consensuar la mejor forma de vivir para toda la comunidad -polis-. Ha quedado reducida, desde el fin de la Edad Media - desde el traspaso el poder de la nobleza a la burguesía (de la justificación genética del poder a la económica) -, al arte maquiavélico de mantener e incrementar el poder. El arte de imponer la voluntad de unos pocos sobre las masas. Y, esos pocos, son los defensores del liberalismo económico y el capital, los que controlan la propiedad privada, los que nos seducen con su Estado de Consumo, los que juegan a la Bolsa y a los Mercados.
 



En este mapa conceptual hay 3 enlaces a 3 programas de radio sobre el Estado Social (Origen, Desarrollo y Declive). Cortesía de RTVE y UNED, dos vestigios del Estado de Bienestar, producto del esfuerzo y contribución de Todos.
Como decía la Bola de Cristal: - Solo no puedes, con amigos sí. -

martes, 26 de marzo de 2013

Envenenamiento laboral, monetario y educativo

Pensaba en negativo y escuché a Elsa Punset hablando de magia e inteligencia emocional. -Sé que parece muy Happy-flower, que las circunstancias le han sonreído, que yo no soy más que una persona normal, clase obrera...- . Pero me hizo mirar al punto de luz en el pozo séptico.

Yo, a veces, también despotrico y digo: -¡El trabajo embrutece!- Y es verdad, el trabajo se vuelve absorbente. Al trabajo se va a trabajar! y nadie sueña si no es con cobrar más. Todo gira al rededor del dinero. -¡El dinero no da la felicidad!- Y es verdad, es solo moneda de cambio, pero todos te valoran en función del dinero y tu posibilidad de conseguir más, trabajando más. Así que, dinero y trabajo se alinean para justificar competitividad, disciplina, esfuerzo... en fin... infelicidad.
Yo soy más de soñar, de intentar, de evadirme, probar, escapar, pintar, crear... Así que tengo que hacer enormes esfuerzos por abstraerme del trabajo, del dinero, del entorno, y mirar el mundo desde una precaria nube.
Claro que, siempre hay gente que te apoya! Gente que sonríe y quita importancia a lo que no la tiene. Puedes ver la fe en sus ojos -hasta en tus proyectos más peregrinos y difusos-.
Y otra que te hunde! Personas que envenenan, coercionan, ridiculizan, anulan... así que uno no puede permitirse estar de bajón, ser débil. Esto es lo más duro de hacerse adulto, que no te puedes relajar, no puedes esperar que alguien te venga a levantar. No puedes esquivar las balas: solo encajarlas en el pecho y disimular el tambaleo, solo.

Los celos, las apariencias, lo superficial y lo banal, apremian al adulto a dejar de soñar... aunque, bien mirado, no es solo al adulto, el proceso empieza desde muy pequeños: encauzando, sublimando, sugiriendo, obligando, modelando...
Echo en falta buenos modelos, referentes variados.
Echo de más gente quejándose aquí y allá. ¿Y el refuerzo positivo dónde está?


We don't need no education
We don't need no thought control
No dark sarcasm in the classroom
Teacher, leave them kids alone
Hey!, Teacher, leave them kids alone
All in all it's just another brick in the wall
All in all you're just another brick in the wall

domingo, 3 de marzo de 2013

Poesía de la sangre caliente


El subconsciente no paraba de enviar mensajes
y la razón que no daba a bastos...
a pasar su filtro exhaustivo.

El cuerpo lleno de energía,
ejecutando inconsciencia.
Así,
todos decían:
que estaba loco!...
perdido.

Ciertamente era arriesgado,
pero ciertamente cierto.
¡Qué suerte tener un subsconsciente tan espabilao!
en la realidad arraigado.
¡Qué fortuna tener una vaga consciencia,
lenta...
siempre llegaba a destiempo,
cuando en pleno salto al vacío
trataba de mantener el vuelo.

Era agradable sentirse intuitivo,
sin miedo, sin medio,
sin mediar los temores, los cálculos.
Claro que...
Había calculado mucho.
Los circuitos estaban grabados,
establecidos,
hardcoded
en un cerebro infestado
de imágenes psicodélicas,
canciones techno-punk,
comandos "invertidos",
rimas en asonante,
códigos abiertos,
pulsiones castradas,
violencia sublimada.

Pintaba paisajes y
paisanajes...
manchados de sangre.

Como Heráclito:
veía vida y muerte
por todas partes,
continuamente,
en fluir eterno.
Jamás volverás a nadar en el mismo rio!-
Esa menstruación habrá huido,
y la diarrea será moñigo.

No habrá otra oportunidad,
los demás no te dejarán:
Te invitarán a visitar sus celdas,
sus tumbas adornadas de flores
y aromas inflamables,
metales brillantes,
muy valiosos y codiciados
por el resto de cadáveres
tremulantes.

Sí, tenía mucha suerte:
de amar y ser amado.

domingo, 17 de febrero de 2013

Ptolomeo, Copérnico, paradigmas y cambios sin más.

Ptolomeo diseñó un modelo geométrico para explicar el movimiento de los astros y unas matemáticas que pretendían predecir los diversos fenómenos celestes -con la Tierra como centro del Universo-.
Catorce siglos más tarde, Copérnico creyó que podía mejorar este modelo, que podía dotarlo de una mayor coherencia con la realidad.

Ptolomeo modeló los movimientos del Cosmos utilizando circunferencias, que se asumía era el único movimiento que cabía en el reino perfecto de los cielos. ¿Y por qué iba a pensar de otra manera? Si desde la Tierra todo parecen esferas (el Sol, la Luna, los planetas...) que rotan en torno a nosotros.
Así que, para cuadrar los datos observados, tenía que recurrir a combinaciones de recorridos circulares superpuestos (epiciclos) y astros desplazados del centro (excentricidad) que, prácticamente, permitían aproximar cualquier tipo de curva.

Copérnico no puso en duda el modelo de Ptlomeo -quien era tenido en alta estima: algo impensable hoy día, cuando cualquier objeto o teoría de hace unos años parece superada, obsoleta... y, por supuesto, nos creemos mucho más listos-. Pero se dio cuenta de que si ponía el sol en el centro del sistema, se simplificaban considerablemente las matemáticas, todo resultaba más armonioso.
Esto ocurría en pleno Renacimiento, con una creciente difusión e interés por todo lo clásico y las teorías pitagóricas o platónicas, que defendían esa idea de armonías universales y las matemáticas como herramienta para alcanzar el verdadero conocimiento (ideal).
Pero el modelo copernicano seguía teniendo que recurrir a epiciclos, excentricidades... y, aún así no conseguía explicar ni predecir todos los fenómenos celestes -circunstancia que podía atribuirse a la imprecisión y escasez de datos-.
Así, desde el punto de vista de la eficacia o la precisión, el modelo copernicano y el ptolemaico no resultaban muy distintos. Y costó casi un siglo que fuese tomado en serio, gracias a Galileo y sus observaciones telescópicas que ofrecían pruebas visuales.

By Rosetec (Own work) [CC-BY-SA-3.0], via Wikimedia Commons


Hoy sabemos -más bien nos han contado- que la Tierra es sólo un planeta dentro del sistema solar, una pequeña estrella dentro de la Vía Láctea (una galaxia como tantas otras, dentro de un universo infinito en expansión...) Vamos, que no somos nada.
Así que, poner el Sol en el centro del universo puede parecernos poca cosa -además de erróneo-.

Con todo esto, lo que quería poner de manifiesto es que, a menudo, en tareas de investigación o desarrollo (o en el cotidiano vivir) tomamos teorías, modelos, programas, pedazos de código... como obras finalizadas, cerradas. Y decimos que son perfectas, que han sido llevadas a cabo por grandes profesionales de forma concienzuda, porque todo se deduce de forma sencilla y armoniosa. O bien, decimos que son una puta mierda, por complejas, porque no las entendemos, o no tenemos ganas de entenderlas.
En ambos casos se comete el error de considerar la obra como acabada y no someterla a crítica.
Eso fue lo que hizo Copérnico: Retomar el trabajo de Ptolomeo, probar, cambiar variables... Con la firme intención de dar una explicación de la realidad. Esa es una tendencia que ha continuado hasta la actualidad. Con sucesivos cambios de "paradigma", cuando el modelo tradicional predominante se complicaba en exceso, o era incapaz de explicar los datos y evidencias que se iban recogiendo.
Para conseguir estos cambios de modelo, es necesario poder pensar otras realidades, aunque sea apoyados en ideas tan peregrinas como puedan parecerlo las pitagóricas, la teoría de la relatividad o la dualidad onda-corpúsculo de la luz. Disponer de herramientas intelectuales suficientes para salir de los círculos en que a menudo quedamos atrapados, sin ser capaces de recurrir a la solución imaginativa.

Por tanto, si en tu quehacer diario ves que todo empieza a ser demasiado complicado, que no cuadran las cuentas... puede que haya llegado el momento de cambiar de "paradigma" y, como Copérnico: "regalar a todos los ciudadanos, ricos o pobres, un viaje anual gratis alrededor del Sol".

Para más información:
Historia de la Ciencia - Carlos Solís y Manuel Sellés
Historia del pensamiento filosófico y científico. II Del Humanismo a Kant - Giovanni Reale Dario Antiseri

viernes, 8 de febrero de 2013

Corrupción, recompensa del oportunismo y espiral de malestar

Hoy he escuchado en la radio cómo unos cargos públicos (el alcalde de Barcelona y un diputado de CiU) se quejaban de lo poco que ganan los políticos y, que por esa circunstancia, se sucedían tantos casos de corrupción.
Los sueldos de estas personas son de dominio público, son sueldos muy altos, quizá un orden de magnitud por encima de la media, son privilegiados... Entonces, me quedé con cara de gilipollas pensando... - Esta gente vive en una dimensión paralela?? -
Ya no sólo porque a un porcentaje muy importante de la población le es indiferente la política (entre un 30% y un 40% de absentismo en cualquier tipo de elecciones españolas). Sino que además, un numero cada vez mayor de personas (desde que empezó la "crisis" y las políticas de austeridad), aborrece la clase política: la consideran un estorbo, una lacra, parásitos.
Lo que denotan estos comentarios es que los políticos son corruptos por naturaleza: Un individuo que se entrega a la actividad política en una democracia representativa, como se supone es la nuestra, y hace alarde de desear un sueldo que sólo se da entre las minorías privilegiadas es que: O bien representa a esas minorías, o bien sólo busca su lucro personal.

Vivimos en una sociedad de tremendas desigualdades. Desigualdades con las que somos complacientes cuando nos favorecen y de las que nos quejamos amargamente cuando nos son adversas.
Aquí podríamos distinguir varios ámbitos o escalas: A nivel global (Primer Mundo Vs otros ), a nivel estatal, regional, a nivel de sector productivo... hasta llegar al nivel individual y sus redes cercanas (familia, amigos, trabajo...).
Tendemos a demandar, o admitir, una mayor igualdad en los ámbitos globales. - No tiene sentido que por nacer en un país u otro se limiten las oportunidades de prosperar económicamente. - Es una afirmación que, quitando prejuicios racistas, todo el mundo estaría dispuesto a asentir, formaría parte del ideal liberal, del sueño americano! Una tierra de oportunidades para quienes quieran trabajarla. Otra cosa distinta es que exista una iniciativa política (iniciativa social coordinada) desde los países privilegiados para conseguir ese ideal.
Los que vivimos en el Primer Mundo somos conscientes de la gran suerte que supone haber nacido en el lugar adecuado, y no queremos renunciar a ello. Argumentamos esta arbitrariedad construyendo un imaginario de superioridad que va desde nuestros ancestros al origen de nuestra cultura, el esfuerzo de generaciones... Hechos que justifican la situación actual pero que que no la legitiman.

El lado perverso reside en que, ese mismo esquema de desigualdad in-justificada, se traslada a nuestras relaciones más cercanas: - Yo tengo más estudios y me merezco ganar más. - Yo he asumido más riesgos y por eso tengo más dinero. - Yo he trabajado muy duro, así que debo estar por encima de ti. - Yo he tenido que tragar mucha mierda, pisar muchas cabezas y lamer muchos culos para llegar a donde estoy. -
Las dos últimas afirmaciones podrían encuadrarse dentro del "a mayor esfuerzo mayor recompensa" (aunque la última con un sentido claramente peyorativo). Y las dos primeras "a mayor astucia mayor recompensa" (aunque uno puede intuir que tiene mucha importancia el partir de un contexto familiar y social favorable).
Una de las contradicciones de las teorías liberales es que: Aunque el ideal liberal dice que la mano invisible del mercado haría converger el sistema a una competencia perfecta y a la mayor de las eficiencias posibles. Al final, nos encontramos con que es imposible partir de una situación de igualdad de oportunidades, y que, estas desigualdades, en lugar de disminuir se acrecientan. Creando un sistema fundado en la injusticia, donde la recompensa (económica) no es proporcional al esfuerzo, las habilidades o la audacia, sino a una suerte de oportunismo y condiciones de partida que, además, no puede ser corregida mediante el ideal moral, porque cualquier comportamiento antimoral está permitido si revierte en un beneficio económico.

Esta arbitrariedad en la recompensa económica es fuente de malestar. Un malestar inevitable: Porque siempre existe el referente de alguien que gana más siendo un perfecto incompetente en cualquier área (de ahí el oscurantismo de las empresas a la hora de que unos empleados sepan lo que ganan otros y los salarios en función de la "valía"). Un malestar que se realimenta: Porque el beneficio económico justifica actos en contra del bien común y la justicia (de ahí la corrupción política y sus deseos de amasar más dinero que las clases a las que representan, puesto que son ellos los que se exponen a la opinión pública). La espiral del "y yo más", que no satisface al individuo ni nos lleva a un Mundo más justo.

domingo, 3 de febrero de 2013

Sobre los límites del lenguaje y mi paja web

El otro día me alegré un montón: ¡Mi página web volvía a ser visible! Ya la había dado por perdida y empezaba a reciclar sus componentes. Finalmente, algún administrador del sistema hizo público el procedimiento para acceder: era sólo un tema de permisos (y eso que ante la duda siempre doy todos los permisos a todo el mundo -777-, la seguridad y la privacidad son lo primero :-)

No la suelo actualizar. De vez en cuando algún cambio: estético principalmente, correcciones, textos largos, imágenes grandes...
Así que, básicamente, es una fotografía de cuando empezó a interesarme el hacer público mi enfermo pensamiento.
Así que parece todo un tanto pueril: inocente, intenso, rebelde, dañino, explícito... mucha prueba y error.
Casi me resulto extraño. Ya no me preocupan exactamente las mismas cosas, o no con la misma intensidad –podría decirse que es sólo cuestión de matices, pero “en Filosofía el matiz es concepto”-.
También veo caminos cerrados -no podemos seguirlos todos, en ocasiones hay que elegir-, o quizá eran caminos cortos, breves e intensos.
Así que... le tengo cariño a "mi paja web” y no quiero perderla (aunque tampoco quiero pagar por mantenerla).

Aparte del contenido, me ha servido para experimentar con el HTML, javascript y CSS, como si fuese un artista de lo conceptual. Expresándome libremente, con la única limitación que me imponía el lenguaje. No como el blog de blogger, donde tienes que adaptarte a un formato: -¡Esto es un blog y este espacio es para escribir!-. Sí, es verdad, el blog facilita mucho las cosas: al escritor porque sólo escribe, al lector por que se encuentra con una estructura que le resulta familiar. Y, desde luego, queda muy profesional con un esfuerzo nimio en cuanto a los aspectos de presentación.
Y aunque puedes dedicar largas horas a cambiar la apariencia de la plantilla y dejarla a tu gusto, siempre tendrá esa apariencia de blog. Yo lo he hecho, lo reconozco, tengo ese cruel defecto que empuja a destripar, a tocar lo que no se recomienda tocar, a usar las cosas creadas con una finalidad para otra distinta, presionar los límites para ver hasta donde puedes llegar, hackear...

La mía es una web 1.0, no hay interacción con el usuario, es sólo hipertexto e imágenes estáticas en dos dimensiones. Una parte de mi absurdo plan para inundar la inter-red de información irrelevante. Pero lo más importante es que es una creación a partir de nada, como rellenar una página en blanco. Eso es lo que hay cuando, con el gedit, empiezas a insertar tags <html>, defines los estilos css, editas las imágenes, escribes los textos... Un proceso muy artesanal, que hace que el producto sea único: con sus irregularidades, imperfecciones y transgresiones de lo que una página web debería ser.
Y es que uno se cansa de hacer las cosas “como deberían ser”, de adecuarse a un framework, de rellenar campos dentro de un formulario, de cumplir cánones estéticos, de adaptar el contenido a los hábitos esquizofrénico-acelerado-intuitivos de las masas de navegantes de la web...
No tengo que cumplir con ninguna cuenta de resultados, ni conseguir 10 millones de visitas. Es un entretenimiento, la satisfacción de una necesidad (de expresión, exhibicionismo). Una necesidad de expandir los límites de la normalidad, descubrir nuevas posibilidades que permitan pensar un mundo más allá de la última y más novedosa herramienta (tan intuitiva que con un sólo click hace todo aquello que querías hacer con el más "cool" y aséptico de los resultados; y si no estás contento con el resultado es que eres torpe, idiota, o no eres profesional, vamos, que eres un cutre :-)

Cuando empecé con mi paja web, tenía una obsesión casi enfermiza en poner imagen de fondo a todo, con muy poca idea de programas de retoque fotográfico (como el GIMP); por tanto, siempre había demasiado contraste. Pero yo tenía un truco! Seleccionar el texto con el ratón, así quedaba resaltado y se podía leer por encima de las imágenes.
Tampoco tenía mucho respeto por los derechos de autor –creo que ahora tampoco–: imagen que veía por internet, imagen que metía en mi página web. Con el tiempo, he ido sustituyendo algunas por otras generadas por mí. Me gustaría poner el nombre de todos los autores, pero no lo apunté en su día, así que... ya lo iré solucionando.

Un batiburrillo de muchas cosas, una amalgama de pasado y presente sin ningún orden cronológico, un cajón de sastre: de emociones, pensamiento, ego, trastornos psicológicos e imágenes inconexas. Eso es mi paja web!

jueves, 27 de diciembre de 2012

Disquisiciones navideñas


Estos días había mucha niebla, así que sólo se veía a corto plazo, todo era frío y oscuro, como corresponde a la Navidad. Así que salimos a caminar, al Castillo, a lo más alto.
Desde allí se podía ver todo el mar de vapor de agua, los rayos de Sol eran especialmente cálidos, los picos más altos se lanzaban guiños entre sí, mientras cúmulos de algodón deshilachado cruzaban de un valle a otro.
Al ser un sitio alto estaba lleno de antenas que recibían y retransmitían lejanas y extrañas señales.
Del pueblo, sumido en la oscuridad, llegaban rugidos de motor y el gruñir de la carretera...
Sí, desde allí arriba, iluminados por el sol de invierno, todo se veía mucho más claro.

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En estas entrañables fiestas: de vacaciones, de intensa vida social (distendida, antilaboral)... es cuando uno repara especialmente en la mezquindad de la sociedad y del sujeto individual:
No, no existe el hombre bueno, ni honrado, ni modesto, ni austero. Cualquier atisbo de sacrificio, ahorro, valor... se va a tomar por culo en esa vorágine consumista que llamamos Navidad. Litros de alcohol, toneladas de comida, regalos inútiles, drogas, excesos... a costa de terribles desigualdades e injusticias (ocultas bajo huesos de chuletas, papel de regalo, cabezas de langostino, colillas...).
En la más opulenta de las fechas es imposible que el hombre no se crezca y atribuya a sus habilidades y valentía la sonrisa del destino. Se vuelve cruel y despiadado contra los desfavorecidos y contra todo lo que le rodea. Se deja arrastrar por la embriaguez del momento (una embriaguez continuada, justificada y alentada desde todas las capas e instituciones sociales).
Pero en Enero, cuando la Diosa Fortuna le da la espalda... el hombre Ario, el fuerte!, jeje... es devorado por la culpa, echa balones fuera: contra el destino, la crisis, el gobierno, la providencia... y entonces se acuerda de la piedad, la humildad, el sacrificio, las normas morales...

Un ciclo muy simple, pueril, infantil (retener la caca para echarla luego toda de golpe).
A pesar de su simpleza, y ser causa obvia de malestar, es la lógica que rige la sociedad capitalista-consumista: Sufrir-trabajar-acumular mucho durante un período, para luego consumir de forma compulsiva y redimirnos de tanto sacrificio enajenado, sin sentido.

Por eso es “El día de la Bestia” la más apropiada de las películas navideñas. Porque son unas fechas satánicas: de fuego que ya no da calor, que abrasa, arrasa...

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Sabía que había pasado el tiempo porque la leña de la lumbre era sólo ascuas y ceniza, la sala se había quedado fría. No le quedaba más dinero, ni leña; sólo unos polvorones resplandecían en la mesa... En el patio, la "estrella anunciadora" parpadeaba epiléptica y la aguda musiquilla de Jingle Bells se repetía una y otra vez, una y otra vez. Tenía que echar algo al fuego, la Navidad le estaba congelando... así que saltó! Fire walk with me!