sábado, 17 de marzo de 2007

Valiente

"¡Qué valiente es la vida! Y qué cobarde soy yo, que por no asesinar, me estoy matando yo." "Javier Corcobado"

Los días duros y deprimentes son los mejores para escribir, son los más llenos de contrastes. El resto del tiempo lo pasas, sin pena ni gloria, atareado en insignifacntes quehaceres. ¿Qué desencadena un día gris? A veces el clima, otras una imagen, un hecho, una palabra... Hoy, no sé cuál fue el detonante, probablemente el impacto con la realidad, con una realidad distinta a la de mi día a día. La impotencia, el sentirse fuera de lugar, el recapacitar sobre el sinsentido de cada acto, la miseria del mundo... Siempre la misma cadena de pensamientos, que lleva al dolor profundo, al dolor sin solución.
¡Pero ya no queremos más dolor! ¡Queremos sentirnos bien! ¡A que sí, amiguitos! ¿Os venís a jugar un rato, conmigo?

A veces digo que lloro, otras me río, pero la mayor parte del tiempo: odio. Odio a los que dan su opinión, y a los que se quedan paralizados esperando que otro levante la voz por ellos. Odio a los que están quietos y a los que se mueven demasiado. Odio a los que hablan siempre a gritos y acechan la mínima oportunidad para rebatir tus argumentos. Odio a las personas que es imposible escucharles una opinión. Odio a los políticos de derechas, sobre cualquiera de los demás. Odio a esos magnánimos, veladores del bienestar general, que guardan para sí secretos de Estado, preservando a la población de un terrible impacto. Odio a todo aquel que hace de la población un niño mimado al que hay que proteger de los males que lo acechan. Odio que quien menos sabe, me diga lo que tengo que hacer. Odio al que le falta educación, y al listillo que cree tener demasiada. Odio la moral que dice actuar en pro del bien común.

¡Basta! ¡Basta, digo! De sustituir Religión por adicción.

jueves, 8 de marzo de 2007

To be or not two beers

Hay tantas personas en el mundo, tantas personas por metro cuadrado... más que peces en el mar. Todos somos masa, masa aborregada. Todos tenemos un pastor, más bien tenemos varios: uno para los fines de semana, otro para el trabajo, otro para la televisión, otro para el ocio de diario...
No está mal, ser masa informe, se dispone de numerosos entretenimientos, sin preocupaciones ni intereses, sólo con la idea en mente de ser feliz. No es necesario brillar con luz propia, vale con ser útil en el día a día.

Pero yo quiero algo más, yo quiero ser Pastor, quiero imponer lo que está bien o está mal, quiero moldear las costumbres de los rebaños, quiero enseñarles, experimentar con ellos. Quiero jugar a ser Dios. Quiero ser estrella de Rock.
Me cansa observar a los políticos, empresarios, medios de comunicación... discutir sobre nuevas leyes, nuevos productos, programas, investigaciones, encuestas, servicios... Siempre en busca del mayor bienestar, de su bienestar y como consecuencia el de los demás. En busca de la fama, del poder, del reconocimiento, de los baños de masas. Prediciendo tendencias, orientándolas... Como objetivo la estabilidad, un mundo feliz, aunque sólo sea para unos pocos habitantes de este desigual y contaminado planeta.

Hay tanto ruido alrededor: la tele, el ordenador, la radio, el periódico, el tráfico, el fútbol, el teléfono, la videoconsola, la lotería, los atascos, el metro, la vivienda, las drogas, el trabajo... Y no hay tiempo para pensar, aunque da igual, porque siempre hay alguien que lo hace más rápido y mejor. Así que, para qué ser un individuo, si para ser feliz basta con ser un ciudadano. Para qué forjarse una personalidad si se puede hacer un collage de de las que se muestran a diario, en la tele, en internet, en la radio...
Cada vez más uniformes, cada vez más huecos, más blandos, más dependientes de unos pocos.

martes, 13 de febrero de 2007

Sombras nada más

La boca del tiburón es como otra cualquiera
pero muerde, corta, desgarra, sangra...
más que el beso de un ornitorrinco:
tan gracioso, con su pico y patas palmeadas.

Demasiado odio, demasiado trabajo
demasiado enserio, demasiados tajos,
en un mortal tan pequeño, tan bajo.

La boca del tiburón, con dientes tan blancos
en bocados tan profundos y afilados...
El corazón de piruleta, los ojos de azucarillo,
salpica y chapotea en sucios charcos, el ornitorrinco.

Hay quien se estrella donde otros no ven obstáculos.
Hay quien se adentra en cavernas, a ciegas,
quien naufraga en pantanos de barro,
quien duerme en lechos de agujas.

Hay quien atraviesa desfiladeros
y ni tan siquiera sabe del riesgo.
Apuestan – ganan, viven sin más,
no son conscientes de la dificultad.

El tiburón ajusticia, el tiburón se encarga

de sacar la sangre del que siempre la caga...
Los afortunados: observan al ornitorrinco,
sus almas puras, llenas de cosas buenas,
sus risas, sus corazones... dando brincos.


“Hablo con la sabiduría que me da el fracaso.”

sábado, 3 de febrero de 2007

Un pueblo

Comarca “La Siberia”, dentro de una comunidad: “Extremaydura”. Un pedazo de tierra medio despoblado, dentro de la península “Ibérica”, un lugar entre África y Portugal. Una tierra de conquistadores, el último bastión del caciquismo y sentimientos que manan directamente de la naturaleza salvaje de su gente.
La despensa (tomates, arroz, jamón...) y batería (hidroeléctricas, nucleares...) de Madrid. Uno más de sus parques temáticos a 200Km por la Nacional II. Recogedores de despojos, lameculos de gobiernos centralistas.

Un pueblo que no tiene orgullo ni se reconoce a sí mismo está condenado a la decadencia. No se puede destruir viejos valores sin más, sustituyéndolos por los de otros.
“Destruir, crear, dejar registro de los hechos.” -Eso es la Voluntad-.
Somos lo que comemos. Nos convertimos en lo que tomamos como modelo, en lo que envidiamos.

¿Por qué querer convertirse en humo y estrés? ¿Por qué añorar un mundo deshumanizado dónde las personas no son más que números? ¿Por qué alimentar a un pueblo con el sueño americano? ¿Por qué lo regional y lo típico tiene que ser lo antiguo y no las ideas que manan de la gente que habita la tierra?
Es una inconsciencia dejar que gobierne cualquiera. “Pero el que gobierne que traiga riqueza, trabajo, industria, centros comerciales, viviendas, campos de golf, pantanos, subvenciones... Todo por trabajar poco o nada, si el objetivo es vivir sin dar palo al agua. ¿Para qué crear si luego viene otro y se lo queda?” -Este es el pensamiento que rige a los votantes. La gente a la que se le ha llenado la cabeza con imágenes impactantes del mundo moderno, del mundo al otro lado del pantano, donde las personas “libres” cogen el metro para ir a trabajar, donde hay cines, teatros, grandes superficies -comerciales y de ocio-, aeropuertos, restaurantes, futbolistas, folclóricas...

El progreso debería ser algo más que destruir la Naturaleza, para convertirlo todo a imagen y semejanza del hombre. Y, de paso, que el capitalismo no se base sólo en el consumo exacerbado.

Por suerte, es una tierra extrema y dura, aún se puede vivir un poco al margen. Por suerte, es tierra de conquistadores y muchos prefieren abandonar su hogar, en busca del Dorado, a la Gran Ciudad. Mejor una pequeña aldea de irreductibles Siberianos que títeres de la Globalización y lo urbano.

lunes, 18 de diciembre de 2006

Puta Navidad

Sentimiento de culpa, emborracharse y caer en la cuenta que la retención de mierda ha comenzado, otra vez. -¿Te acuerdas de lo que ocurrió la última vez que cambiaste el pañal?

Sí, la culpa es de la sociedad. Miro la televisión y entre anuncios navideños, que invitan al consumo y vigorizan el capitalismo, aparece un grupo de gente que dice ser más feliz cuanto menos sabe necesitar -Hippys medio locos y endrogaos-. Lo dicen en un clima cálido, rodeados de aguas transparentes y paisaje mediterráneo.

Y yo me siento sucio, no quiero esos objetos que los anuncios hacen tan apetecibles. Y no quiero su obscena pornografía, ni su filosofía de "todo tiene un precio", y su "no hay trabajo desonesto si es por dinero".

La navidad es una época odiosa, lo saben hasta los buenos cristianos. ¡Este año no compro regalos! ¡Este año me emborracho y me cebo con marisco, hasta que no me riegue el cerebro!
Sublimar, el odio hacia mí mismo, en odio social. Cuántas absurdas tareas desempeño. Cuánto me esfuerzo en ser un chico bueno.
A veces, se borra de mi memoria:

"Amar, amar, que es lo importante
y dejaros en paz de gilipolleces.
Sí, es verdad, las drogas están muy bien... Pero
AMAR, amar que es lo importante."

"Lo malo no es el kapitalismo, lo malo es el consumo exacerbado al que conduce".


Iba a hacerlo, he salido a comprar regalos, incluso he entrado en una tienda. Pero todo resultaba demasiado impersonal. La dependienta y yo sabíamos que había entrado allí para comprar un regalo, no es que necesitara nada. Eso convierte la compra en algo estúpido, vacío, fútil. No he comprado nada, y mientras miraba los escaparates de otras tiendas, iba masticando ese pensamiento que se había hecho una bola en mi cabeza. “Comprar por comprar” “No lo necesito, no lo quiero, no trabajo para eso”.

Veía a infinidad de personas con bolsas en la mano -¡Qué derroche de plásticos y papel de regalos! ¡Cuánta lucecita y papanoel! ¡Qué estúpido gasto de energía!- Y yo me pregunto: ¿Si ya lo tenemos todo, para qué regalar? ¿Por qué hay tantos días en que hay que regalar cosas? ¿Por qué no hay un día o una época de recogimiento, de austeridad?

Verdaderamente, me he sentido mal por querer comprar regalos, y después, por no haberlo hecho. Porque quiero ser como los demás, quiero estar en el calor del rebaño, no quiero que me traten de marginal. ¡Y si todos regalan, yo también regalar! Pero la Navidad, la del Corte Inglés y cualquier entidad comercial, es algo que me cuesta mucho tragar.

He entrado en una biblioteca, me he llevado unos libros y una peli (que pienso devolver dentro de plazo). Y he pensado: “Joder! Qué baratas son las cosas grandes”. Me he sentido mucho mejor.

domingo, 3 de diciembre de 2006

Momento

Vives pendiente de la hora...
la mirada perdida en el segundero,
paralizado, mientras la vida se escapa,
en espera del acto absurdo,
que ponga en marcha el Mundo.

Nada tiene sentido en soledad,
mejor dejar la cabeza vacía
que perderse en absurdas fantasías
o fraguarse un infierno de ansiedad.

Todo en calma...
menos los ruidos de siempre.
De fondo, la ciudad.
En la mente,
el lugar donde nunca estás.

Es la vida moderna
fuera del hogar.
Sin leche materna,
sin conflicto filial.

Y los amigos ¿dónde están?
¿Y el amor?
Perdidos en otra gran ciudad.

Las raíces quedaron lejos
porque entre viga y cemento
asienta mejor el tronco seco
que un hombre lleno de anhelos.

Atrapado en una selva de metal,
en esa entelequia, llamada bienestar.
Todo se vuelve trabajar.
Nada vale nada, en la gran ciudad.

viernes, 24 de noviembre de 2006

Mal



Un saco lleno de miedo era todo lo que poseía. Pintado con caritas sonrientes. Excepto cuando se abría, entonces todas comenzaban a chillar, como si no les quedase aire para respirar. Y todo alrededor se nublaba en una gran oscilación, el espacio se expandía y replegaba, el tiempo se estiraba más y más. Al cerrar el saco, las caras sonrientes, pero nada seguía igual, el Mundo se había transformado, se habían abierto dos caminos paralelos, uno con saco sonriente y otro con saco lleno de miedo.

Siempre le tocaba vivir con el miedo, esos indígenas caníbales le seguían a todas partes, a la oficina, a casa, al parque... Querían su sangre, se la robaban por las noches cuando, por descuido, daba una cabezada. Acudían envueltos en batas verdes, como enfermeros de quirófano. Sus herramientas eran jeringuillas, sondas, bisturís y extraños aparatos que no llegaba a reconocer porque, cuando despertaba, se esfumaban tan rápidamente que ni tan siquiera sabía si habían estado allí. Pero las incisiones, los agujeros, los restos de sangre, sí permanecían.

Cada momento más cadáver, aunque, desde que descubrió el saco no sabía si pasaba el tiempo. Siempre era el mismo día, el día sin sueño, el día del saco abierto. La extraña televisión repitiendo una y otra vez esa odiosa película porno. Culos taladrados, eyaculaciones en la boca y enormes aparatos de plástico embadurnados en vaselina. Le dejaba al borde de la arcada, la violencia y el deseo sexual. Conocía todas las escenas, y no podía apartar la mirada de la extraña caja en que se proyectaban las imágenes.

domingo, 29 de octubre de 2006

¡No podéis encadenar a un animal salvaje!


Resulta que mis artistas preferidos podrían perfectamente ser personas al límite de la esquizofrenia. Pudiera ser que yo no fuese tan inteligente como me atribuyo, que sólo estuviese al borde de la locura, que me refugiase en mis fantasías y extrañas ideas, sólo para compensar el miedo y la tensión que me producen las relaciones cercanas.

Inadaptado, una antena de 100 ohmios, enchufada a una línea de 50. Todo se disipa en mí, albergo una enorme cantidad de potencia que no va a ningún lugar. Me resulta difícil traducir a alguna técnica expresiva las quimeras producto de mi mente enferma.

Soy mi propia obra, un artista de lo inconcebible. Un ingeniero de proyectos absurdos.
¿Cómo explicar si no esta relación de amor-odio con las drogas? ¿Cómo, si no es para huir de mí y de lo que me rodea?
¿Y el Amor? Si no tengo Amor no tengo nada. Si no tengo Amor sólo soy un bote de conservas vacío. Y aún teniendo Amor, quedan huecos que tapar con otros sentimientos y aficiones. Amor con sexo, la perfecta adaptación, para radiar al medio lo mejor de los seres humanos.
¡QUE NADIE ME PIDA!
Que nadie me pida que difunda las bondades de mi carrera. Que nadie me pida que enaltezca a aquellos profesores que creen ser mejores cuando suspenden al mayor porcentaje de gente! Que no piensen que soy partidario de un sistema de enseñanza ineficiente, que sólo entrena para tener un ojete más abierto, por donde penetren todo tipo de explotaciones mercantiles. Que nadie piense que defiendo teorías fascistas o Darwinistas en lo que a educación se refiere.

Si la pregunta es, si soy feliz? Me veré obligado a responder que la mayor parte del tiempo lo soy. Pero a menudo me enferman las injusticias y desigualdades de este mundo que tan mal hemos modelado. Si Dios hubiese existido no nos habría puesto en el planeta para destruir su obra. Somos los dueños de la creación pero no tenemos ni puta idea de nada.
Asisto como observador impasible a la degradación del hombre por el hombre, y esa es la única fuente de dolor que mina mi felicidad.
Me gusta la canción protesta, los textos subversivos, las películas oníricas, la gente que habla sin miedo a equivocarse pero consciente de su falibilidad.
Odio a los que mienten, a los que se sienten superiores y desprecian lo que no comprenden, a los oradores, publicistas, políticos, a todo aquel parásito que trata de elevarse aplastando a la masa informe, apoyándose en la población media, o en cualquiera que caiga bajo su pie.
Prefiero estar ocupado, desarrollar actividades que me hacen feliz, actividades productivas, al menos para mí. Crear, escribir palabras bonitas, dibujar, leer, aprender, investigar, hacer deporte... A veces me sorprendo malgastando mi tiempo en formas autodestructivas, pero es que aún no he aprendido a controlar del todo la ociosidad.
Ya no hago apología de las drogas, pero hay momentos en que uno necesita su pequeña dosis de muerte.
Y todas mis ensoñaciones consisten en echarme al monte, aullar en noches despejadas, a la luna llena, sobre una roca junto a una charca al borde de un viejo hayedo, vagar por montañas donde nunca haya pisado el hombre. Olisquear el culo a mi amada y montarla por detrás, criar una camada de lobos hombres que sólo cacen por necesidad.

sábado, 7 de octubre de 2006

Contra el progreso

En verdad que todo da igual,
somos infantiles, sin imaginación,
todo nos lo dan hecho, hasta los sueños.
El plan de vida está trazado
desde antes del nacimiento.

Vivimos realidades virtuales.
Asfixiados por hipotecas
y muchas otras entelequias,
argucias banqueras
que fomentan desigualdades.

Y no falta quien dice:
-Somos bajos y miserables.
-Ni oídos sordos a palabras hábiles.

Denuncias y contradenuncias.
Hambre y riqueza
en la misma acera.
Cartones en portales
de ricos mármoles.

Palabras mezquinas, infectadas,
oídos puestos, de vidas privadas.

Científicos pergeñando complicados teoremas
para que la masa aborregada no necesite saber nada.
Tecnología y beneficio sustentados
por cerebros lobotomizados.

Estómagos hinchados,
selvas rapadas,
incendios, huracanes y tornados,
especies exterminadas.
Hidrocarburos que se agotan
y una atmósfera opaca
diciendo: -¡El Mundo explota!

Revolución

Antes tenía grandes secretos que guardar, creía firmemente que mis diarios estaban llenos de pensamientos que nunca nadie debía leer. Ahora no me interesan ni a mí. Hace años que no los miro y empiezo a pensar que sólo eran el fruto de la rabia y la impotencia de un adolescente que intentaba comerse el Mundo, pero que en cada bocanada sólo engullía vacío.
Y ahora, ved, soy un hombre con las tonterías de un niño, he cesado en el intento de comportarme como un adulto. No me revelo contra las normas, me basta con eludirlas. Otro mundo es posible, pero no será a causa de una revolución, porque la sociedad está apalancada en un Estado de Putrestar que adormece y banaliza las mentes. La revolución se producirá en cada rincón de la Tierra, el día que el Planeta diga que no aguanta más a estos parásitos humanos que se le han subido a la chepa y no le dejan ni respirar.
Con suerte los cambios vendrán desde arriba, pero no desde los Gobiernos. Vendrá de las grandes empresas, cuando las mentes responsables se empapen con las nuevas teorías económicas y se olviden de la mezquindad humana. Los Gobiernos están enredados en su propia burocracia y en su empeño por arrancar votos de una masa aborregada de gente, a la que tampoco interesa despertar de su letargo.
La democracia es un fracaso y sólo se mantiene por el liberalismo económico del que ha ido acompañada. El poder sigue concentrado en unas cuantas personas. El único avance en libertades es que ya no hay presos políticos, ni penas de muerte. En teoría, tenemos libertad de expresión, pero con las cosas que se dicen por los medios de comunicación, esta libertad no creo que haya enriquecido a la humanidad. Por otro lado el Estado no deja de inmiscuirse en asuntos morales y privados de las personas: grabar con mayores impuestos los productos que considera malignos o incluso prohibirlos, decidir sobre lo que se ha de enseñar a nuestros hijos, elegir la religión oficial... y en general prohibir o fomentar, intentando atraer la atención del grupo de votantes más activo.
El Estado debería existir para corregir fallos de mercado, garantizar la justicia y la libertad de sus ciudadanos, para proporcionar servicios que ninguna empresa privada esté dispuesta a prestar y para garantizar la seguridad.
Viendo como están las cosas por los países demócratas, gusta ver como Cuba resiste al mundo moderno, al menos hasta la muerte de Fidel. Hasta que unas elecciones democráticas pongan en le poder a algún dictador elegido por la mayoría y se abran las puertas al capitalismo que ofrezca bienes de consumo a cambio de ignorancia y superficialidad, como estos pensamientos que no profundizan en nada.