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jueves, 11 de junio de 2009

un, dos, tres, avances...


Voy a organizarme y dejar siempre los ficheros en el mismo sitio. No hago más que dejar carpetas infectadas con textos reveladores, demasiado etéreos, demasiado profundos para estas pobres máquinas que llamamos ordenadores.



El texto plano está infravalorado, y claro, las páginas web se llenan de javascript, ajax, flash, gifts animados y de mil gilipolleces más, porque el mercado lo que demanda no es lo funcional, sino lo llamativo. Y en vez de dedicarse uno a hacer cosas bonitas y sencillas, lo que hacemos los web-developer son tonterías para que cuadren con la supuesta estética de la marca. Porque en la empresa es donde surge lo peor del capitalismo. Donde surgen todas esas ideas que no tienen como fin resolver algún problema de la humanidad, sino que lo que se busca es crear nuevas necesidades para atraer el consumo. Por eso tanto llamar la atención, por eso tantos colores, sonidos y movimiento... igual, igual que las máquinas tragaperras. Un, dos, tres, avances...


Se trata de seducir, no de convencer.



Todo es cuestión de estética, yo también tengo la mía, pero no me gusta el mercadeo. No me gusta la avaricia, el derroche ni el abuso de poder. Será lo que me ha quedado de cuando creía en Dios, iba a misa y me hablaban del hippy ese que multiplicaba los panes y los peces y paseaba por los campos dando mítines sin ningún fin aparente (salvar a la humanidad). Eso es lo que quiero yo!! Beber vino, pasear y hablar, hablar para todo el mundo y de vez en cuando también escuchar.




Me encanta el texto plano, y la consola de comandos de linux con letras verdes sobre fondo negro. Y tb. me gusta ponerle a las ventanas el color que me salga de los güebos, cambiar los iconos ...

viernes, 13 de febrero de 2009

GRATIS!!!!

Últimamente, ando obsesionado con la idea de gratis: Internet gratis, música gratis, películas gratis, porno gratis. Lógicamente no es realmente gratis, hay que invertir tiempo buscando enlaces, descargando fakes, estar al día de los nuevos programas y de las debilidades de los distintos mecanismos de seguridad. Eso sin contar los días que se tira el ordenador encendido, el envejecimiento prematuro de sus componentes, etc. Ya lo decía uno de mis profesores: “No hay comida gratis”. Pero mi continua actividad pirata, a veces, me lleva a reflexionar: ¿No estaré atentando contra todo aquello que me gusta (Internet, la música, las películas)?

Si me conecto a las redes de los vecinos, timofónica gana menos dinero, sube las tarifas e invierte menos aún en innovación y en mejoras de sus servicios.
Si me bajo discos de grupos que prácticamente solo conocen en su barrio, venderán aún menos discos y perderán toda motivación económica por seguir tocando. Igual con las pelis (españolas, por ejemplo). Al final, esta actividad redunda en una reducción de los grupos y del cine minoritario. Porque las grandes bandas y producciones internacionales siguen vendiendo y amasando dinero, menos, aunque sigue siendo mucho.

Lo de timofónica no me importa porque, en cuanto se dan cuenta de que los mecanismos de seguridad son débiles, empiezan a invertir en otros nuevos y mejores, y eso aumenta mis posibilidades de conseguir un mejor empleo. Además, alegra la vida lo de saltar vallas cada vez más altas, mantener la rueda girando. Y no quiero meterme en lo excesivo del precio de la “banda ancha” en España, que si no fuese por el monopolio que ostenta, como empresa, Telefónica no tendría presente ni futuro.

Lo de la música y el cine me resulta más preocupante, porque no se puede apelar a la conciencia de cada uno para pedir que la gente no use el emule, la conciencia es muy particular. Yo, mientras se pueda descargar impunemente, lo seguiré haciendo, porque la vida es muy puta y yo me he vuelto muy malo. Y porque la cultura debería ser un derecho universal y a precio de mercado es casi prohibitiva.
Las discográficas, las productoras y demás chupatintas implicadas en el negocio deberían bajarse de la burra. O, si el mercado no sabe regularse, quizá debería intervenir el Estado. Pero no con el parche guarrindongo ese de la SGAE, que hace agua por todas partes. Si se pone un impuesto sobre dispositivos de almacenamiento, lo lógico sería que existiese una biblioteca en la red donde todos los contenidos por los que pagamos estén accesibles para cualquiera, de forma legal. Así se tendría un verdadero conocimiento de lo que escucha y ve la gente y se podría distribuir el dinero recaudado más equitativamente. La gente paga cuotas mensuales por rapidshare, megaupload, spotify… . Pagar 20E por un CD de música -que se raya en un mes- no tiene sentido, ni siquiera merece la pena perder 30minutos en ir a buscarlo a una tienda cuando, en menos tiempo, podrías descargarlo en el ordenador.
En lugar de ver oportunidades de negocio en las nuevas tecnologías, se ha visto un enemigo… y las productoras y las discográficas se han empeñado en no adaptarse, en criminalizar, intentando perdurar su lucrativo y apestoso negocio.
Lo peor de todo esto es los artistas que se perderán por el camino, hasta que la situación se estabilice. A veces para mamar hace falta algo más que llorar.