He empezado a leer otra vez "La Voluntad" de Azorín. No sé... me entraron ganas después de haber estado estudiando la historia de las ideas políticas en España durante los últimos siglos. -Voy a releerlo ahora que estoy en contexto, antes de que se me olvide todo -Me dije-. Ha sido un libro que siempre me ha atraído y, al releerlo, he recordado porqué. No era por el ritmo trepidante de la acción -todo lo contrario-, ni por las ideas expuestas -aunque pueda tener su emoción situarlas en los diferentes pensadores de todas las épocas-. Es por el ritmo -pausado-, la sonoridad, la forma de escribir, las descripciones detalladas... Te traslada al ambiente de pueblo de la época -como irte a Hontanaya fuera de las fechas de fiesta- y te hace consciente de la cantidad de ruido y aceleración en que vivimos sumidos hoy día.
Lo leí por primera vez en el insti, como representante de la generación del 98, de ese espíritu melancólico que abrazó el país después de perder sus últimas colonias... Todo estaba mal entonces y había que regenerar la política. No podía continuar el sistema corrupto de progresistas y conservadores -pero todos liberales- alternándose en el poder. No ha cambiado mucho la cosa en los últimos 120 años -quizá sólo el control de masas se haya tenificado, biologizado y mecanizado más; el liberalismo se ha puesto el traje de la ciencia-.
También lo leí por su peculiar forma de escribir y enlazar las frases, ideas, descripciones... Con un sistema de puntuación que siempre me resultó atractivo, que siempre he intentado imitar.
El libro se mantiene vital, fresco y lozano, aunque las páginas amarilleen un poco. Es una edición de 1989... En aquel entonces Internet no era una cosa de masas -la lectura, sí-. Sin embargo, Internet, ha envejecido peor... se descompone, está permanentemente mutando, se expande y contrae, buscando su lugar en el mundo. Los sitios en que nos divertíamos de jóvenes han desaparecido: Messenger, Tuenti, foros... Otros han sido abandonados: Blogger, páginas webs que nadie actualiza... Y muchos van desapareciendo sin más -en cuanto se deja de pagar el dominio-. Es verdad que tampoco hace falta conservar tanto contenido.
Yo soy muy de guardar, lo guardo todo en local, e mis discos duros... también copias de este blog. No me fío de lo efímero de internet, ni de la nube, ni de las grandes compañías derrochando recursos para almacenarlo todo. También guardo trozos de muebles viejos, maderas, hierros... por si alguna vez tengo tiempo y hago algo con ellos. A veces sí los reutilizo: para arreglar un armario, hacer una estantería... Antes de la era del plástico y los circuitos integrados las cosas se podían -y debían- arreglar.
Los textos no los reutilizo. Sólo algunas veces desarrollo algunas ideas que voy anotando en Facebook. Facebook es mi bloc de notas -y fotos-. Supongo que me he adaptado al paradigma del internet 2.0 y sólo consumo lo nuevo... lo viejo tiene que ser reeditado, remozado...
La edición que estoy leyendo de "La Voluntad" está llena de anotaciones, para facilitar la comprensión sin tener que salir constantemente a buscar en el diccionario o la enciclopedia -porque hace un montón de referencias a hechos de la época, que ya solo importan a los historiadores-. En eso se ha quedado viejo: porque, con el móvil y Alexa siempre al alcance, es muy fácil consultar -y la anotación distrae-.
Hace unas semanas, un amigo se encontró con un sitio "antiguo" del pueblo. Y fue ilusionante y gracioso. Era como retroceder unos años atrás. Como descubrir un álbum de fotos olvidado. El sitio web no era tan viejo...
Antiguo o viejo soy yo -que ya le he dado la vuelta al jamón-. Que estoy
en una etapa estable de mi vida. Quizá todavía aspiro a más, pero más de lo mismo: más dinero, más tiempo libre... menos trabajo, pero donde estoy. Para leer más con mis hijas -y solo-, escribir más, ver películas, cortar más leña, criar más ovejas, gallinas, cuidar un huerto, cocinar, hacer fiestas con los amigos, pasear con mi mujer, viajar... Quizá cuando era más joven la vida se presentaba llena de posibilidades y caminos por explorar: ser funcionario, intentar ser escritor, medrar en el trabajo para llegar a lo más alto, comprar una casa en algún sitio... Un tanto estresante tanta posibilidad mientras, además, debes seguir lidiando con la vida.
Estas últimas semanas he vuelto ha escuchar insistentemente Corcobado. Su música ha envejecido bien -o quizá sólo ha envejecido más o menos acompasada conmigo-. Es como echar la vista atrás, a las emociones que me inundaban en el pasado, pero con cierta condescendencia y nostalgia...
¿Por qué estoy tan triste teniéndolo todo?
Vivo sin mañana sangrando palabras
Ya no sé quién soy ni adónde voy
♫
¿Por qué estoy tan triste teniéndolo todo?
Yo no sé por qué he nacido así
Soy una infección de contradicción
♫
Y no tengo alergia a la alegría
Sólo tengo alergia a la hipocresía
Fragmento de "¿Por qué estoy tan triste? de Javier Corcobado
Siempre he pensado que he estado dando tumbos: de un trabajo a otro, de una ciudad a otra... Pero ahora me aparece todo una espiral: una vuelta a las cosas que siempre he amado -enriquecidas con esos garbeos por las periferias-.
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