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miércoles, 30 de julio de 2025

Verano de colores, sonidos y sabores

Una de las cosas que más me gusta de dormir en tienda de campaña es que se oye todo lo que ocurre fuera. Y, claro, puedes fabular y reconstruir escenas. Es como quitarse la gruesa capa de hormigón que nos separa de la naturaleza para que lo haga una fina tela, por la que se cuelan un montón de cosas: el canto de los pájaros, las conversaciones de la gente, el rugido del viento, el fluir de los ríos...

Disfruto mucho este nomadismo en busca del buen tiempo. Huir del calor, buscar la siguiente localización... Donde hay campings siempre hay sitios interesantes que descubrir. Y, si no mola el sitio, te vas a otro. Poder improvisar las vacaciones es quizá lo mejor. Salirse del circuito turístico, olvidarse de la obligación de visitar los lugares emblemáticos.

Hay muchos campistas. Todos tienen su repertorio. Los que viajan en autocarabana, en 4x4, en coches normales, en bici, moto... Requiere cierta experiencia, preparación, herramientas y habilidad. Cosas que no se le suelen exigir al turista -porque al turista hay que ponérselo fácil, para que quede en disposición de gastar-. Tampoco son obstáculos insalvables, cualquiera con un mínimo de interés puede practicar el campismo, y siempre aparecen detalles que pulir.

Llegamos a un camping cerca de los Pirineos franceses. Tenía piscina. Pero hacía fresco. Yo, si veo un mar, un río, un lago... Me tengo que bañar. Aunque esté helando. Pero las piscinas no. Las piscinas me dan pereza. Si no es necesario bañarse ¿Por qué hacerlo? Es algo que me cuesta explicar en el contexto del pueblo. Yo voy a bañarme al pantano porque me gusta: el entorno, estar al aire libre, nadar, saludar a gente... aunque el agua esté un poco sucia o tenga algas, sanguijuelas... Es algo que me apetece. Y, las piscinas, me dan pereza. Si hace mucho calor y no queda más remedio que realizar una actividad lúdica que necesariamente es de agua, porque el calor del pueblo en verano no deja hacer otra cosa, entonces sí, vamos a la piscina.  
Con las vacaciones de camping pasa un poco igual. Existe una cierta tendencia a asociar las vacaciones con el turismo de sol y playa. No hacer nada, que te lo den todo hecho. Quizá podría acostumbrarme a eso, pero ya lo he probado y sé que no es lo que más me apetece. Casi diría que me disgusta y repele esa rutina vacacional.  

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Cada 25 de Julio celebramos el cumple de Sophia, y lo solemos hacer en el parque forestal de Mataró. Es como ir de acampada durante unas horas. Disponer la comida, la bebida, las banderitas... Es un proceso un tanto arduo, pero el resultado merece mucho la pena... No es como el típico cumpleaños infantil del que todo el mundo intenta escaquearse. Solemos decir muchas veces que "No es el lugar, son las personas"... Pero el lugar también importa. Un lugar donde sentirse libre y no encerrado, un lugar en la naturaleza, con sus incomodidades, sus colores, olores...

En Peloche, durante el verano, también solemos hacer otro simulacro de acampada: nos damos un baño en la playa de hormigón y luego nos quedamos en el merendero a cenar. Esto es mucho más fácil de preparar: sólo hay que llevar lo que vas a comer y beber esa noche. Y, otra vez, el entorno es incomparable.

jueves, 22 de agosto de 2019

Ir de camping en vacaciones

Fuimos a visitar el pueblo de O Grove. Allí está el balneario de "La Toja": un lugar de lujos y gente rica. Pero a nosotros nos pareció más oportuno un corto recorrido por las bateas de mejillones de la ría de Arousa. Nos montaron en un pequeño barco turístico y vagabundeamos por las destartaladas balsas flotantes. Nos mostraron las cuerdas repletas de mejillones, vieiras y ostras ¡Como si fueran cortinas mágicas repletas de vida! Nos comentaron que, en general, cada batea era gestionada por una familia (como el que por aquí tiene su cercón con un puñado de ovejas). Y, mientras, para que no dejáramos de sentirnos de vacaciones, nos pusieron vino blanco y mejillones para amenizar el viaje.

Ir de camping en tus vacaciones tiene algo que ver con ese tipo de decisiones. Aborrecer el lujo y el poder, priorizar la naturaleza y formas de vida sostenibles. Tener claro donde eliges enfocar la mirada

La tienda de campaña tiene sus incomodidades, pero te permite estar en contacto con parajes a los que no llega el turismo de masas. Seguramente no entres en contacto con gente normal -porque los campistas somos todos unos frikis- pero, al cambio, estarás en pleno contacto con el ambiente, la naturaleza, los ciclos lunares y solares, el calor y el frío. Protegido por la exigua intimidad que brinda un trozo de tela impermeable, fijada al suelo con unos palos de metal.
Te sientes un poco gallina: te acuestas al anochecer con los grillos, te levantas al amanecer con los pájaros y, cuando refresca, se pone la piel de pollo desplumado.

Personalmente prefiero ir sin ningún tipo de pantalla (TV, tablet...): clavar la tienda, los preparativos de cenas y desayunos... ya te mantienen bastante entretenido durante todo el día. Yo me mantengo mucho más activo, me despierto antes y tengo muchas ganas de hacer cosas... cosas molonas.
Porque solemos salir a este tipo de vacaciones sin un itinerario previo. Elegimos una zona y luego vamos viendo sobre la marcha. Si nos apetece descansar en la playa, pasear por el bosque o visitar iglesias y cosas viejas, pues lo hacemos! En prácticamente todas las regiones del mundo se dan facilidades para mantener entretenido al turista, y en los campings siempre suele haber sitio para una tienda más.

No sé, me parece flipante que con tan pocos recursos puedas alcanzar tantos sitios, tan exóticos. Básicamente necesitas un coche donde te quepa todo y eres libre de ir donde te plazca. Y eso que, ahora con las niñas, necesitamos más trastos, más espacio. Quizá lo que me parece realmente flipante es que "necesitemos" tantas cosas cuando volvemos a la vida real.

Vista de la parte sumergida de una batea de mejillones