miércoles, 30 de julio de 2025

Verano de colores, sonidos y sabores

Una de las cosas que más me gusta de dormir en tienda de campaña es que se oye todo lo que ocurre fuera. Y, claro, puedes fabular y reconstruir escenas. Es como quitarse la gruesa capa de hormigón que nos separa de la naturaleza para que lo haga una fina tela, por la que se cuelan un montón de cosas: el canto de los pájaros, las conversaciones de la gente, el rugido del viento, el fluir de los ríos...

Disfruto mucho este nomadismo en busca del buen tiempo. Huir del calor, buscar la siguiente localización... Donde hay campings siempre hay sitios interesantes que descubrir. Y, si no mola el sitio, te vas a otro. Poder improvisar las vacaciones es quizá lo mejor. Salirse del circuito turístico, olvidarse de la obligación de visitar los lugares emblemáticos.

Hay muchos campistas. Todos tienen su repertorio. Los que viajan en autocarabana, en 4x4, en coches normales, en bici, moto... Requiere cierta experiencia, preparación, herramientas y habilidad. Cosas que no se le suelen exigir al turista -porque al turista hay que ponérselo fácil, para que quede en disposición de gastar-. Tampoco son obstáculos insalvables, cualquiera con un mínimo de interés puede practicar el campismo, y siempre aparecen detalles que pulir.

Llegamos a un camping cerca de los Pirineos franceses. Tenía piscina. Pero hacía fresco. Yo, si veo un mar, un río, un lago... Me tengo que bañar. Aunque esté helando. Pero las piscinas no. Las piscinas me dan pereza. Si no es necesario bañarse ¿Por qué hacerlo? Es algo que me cuesta explicar en el contexto del pueblo. Yo voy a bañarme al pantano porque me gusta: el entorno, estar al aire libre, nadar, saludar a gente... aunque el agua esté un poco sucia o tenga algas, sanguijuelas... Es algo que me apetece. Y, las piscinas, me dan pereza. Si hace mucho calor y no queda más remedio que realizar una actividad lúdica que necesariamente es de agua, porque el calor del pueblo en verano no deja hacer otra cosa, entonces sí, vamos a la piscina.  
Con las vacaciones de camping pasa un poco igual. Existe una cierta tendencia a asociar las vacaciones con el turismo de sol y playa. No hacer nada, que te lo den todo hecho. Quizá podría acostumbrarme a eso, pero ya lo he probado y sé que no es lo que más me apetece. Casi diría que me disgusta y repele esa rutina vacacional.  

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Cada 25 de Julio celebramos el cumple de Sophia, y lo solemos hacer en el parque forestal de Mataró. Es como ir de acampada durante unas horas. Disponer la comida, la bebida, las banderitas... Es un proceso un tanto arduo, pero el resultado merece mucho la pena... No es como el típico cumpleaños infantil del que todo el mundo intenta escaquearse. Solemos decir muchas veces que "No es el lugar, son las personas"... Pero el lugar también importa. Un lugar donde sentirse libre y no encerrado, un lugar en la naturaleza, con sus incomodidades, sus colores, olores...

En Peloche, durante el verano, también solemos hacer otro simulacro de acampada: nos damos un baño en la playa de hormigón y luego nos quedamos en el merendero a cenar. Esto es mucho más fácil de preparar: sólo hay que llevar lo que vas a comer y beber esa noche. Y, otra vez, el entorno es incomparable.

martes, 8 de julio de 2025

Sanguijuelas del Guadiana

Hace cosa de unos años que se viene oyendo hablar de este grupo por la zona. Pero están dando el salto a la escena nacional. Y me he animado a escuchar el disco completo.
Me daba un poco de pereza porque, por el nombre y las descripciones que se daban, pintaba como el típico grupo del Viña Rock. Que está bien, que yo sigo escuchando ese tipo de música..., pero es verdad que me parece un género ya un tanto agotado. Tengo mis bandas y canciones de referencia de juventud -Extremoduro, Envidia Kotxina, Sínkope, Reincidentes...- y algunos grupos más recientes -La raíz, Sons of Aguirre, Lendakaris muertos...-, pero ya no es mi caladero para descubrir nuevas músicas. 

Así que, al escuchar el disco de los Sanguijuelas, me sorprendió. Es un disco de estudio bien producido, se aprecia gente experimentada alrededor del proyecto, con colaboraciones interesantes -como la de Celia Romero-.
Claro, yo esperaba algo mucho más cutre, más crudo. Después de todo, son unos chavales muy jóvenes.  Y es que la publicidad que se daban también iba en esa dirección de lo local, lo autoproducido... Se decían con influencias de Extremoduro, Los Chichos... Incluso el nombre es bien ácido, especialmente ahora que se está intentando publicitar las playas de agua dulce de nuestros pantanos. Unas playas llenas de sanguijuelas -que nunca salen en la foto-. Pero la música que hacen, no va por esos derroteros, es una música melancólica, calmada, reflexiva, contenida... La sensación que me transmitió el disco fue la del Extremeño triste, resignado: a tener que salir de su pueblo o quedarse y confundirse con la tierra. 

Y pienso en los grupos que tenían éxito en los 90s. Que sacaban discos que sonaban horrible, pero que la gente compraba porque eran pura dinamita contra el sistema, o estaban llenos de energía cósmica -Amaral, Los Planetas,..-. 
Extremoduro casi no tocaba en Extremadura, era odiado por las autoridades. 
Las Sanguijuelas, sin embargo, se lanzan apoyados por la Junta y otros organismos regionales... Y claro, el grupo no tiene garra. Tiene chispa, es simpático, cuenta historias que los que vivimos en los pueblos conocemos muy bien. Cuentan la historia del final de una época, del final de la ruralidad. La ruralidad contemporánea, vivida desde la infancia hasta que hay que salir a estudiar o currar. Un Mundo cerrado del que no es posible escapar, ni imaginar una alternativa, ni reventar a puñetazos... un Mundo donde sólo existe huida hacia adelante.

Sanguijuela prendida en la suela de los escarpines. Playa de Peloche. Agosto de 2020.

Las sanguijuelas son esos bichos que viven en el pantano, 
donde hay arenilla o cieno. 
Están siempre esperando que alguien les ponga el pie cerca, 
para prenderse a la piel,
para chuparles la sangre...

Algunos las comparan con banqueros, políticos, empresaurios... 
esa gente que se apropia del fruto de tu trabajo. 
Pero las sanguijuelas no son tan malas como "esa gente". 
Las Sanguijuelas del Guadiana sacan buenos discos.

 

miércoles, 2 de julio de 2025

De profesiones, trabajo en el campo y escaqueo en consultoría

"Lo que me sorprende es que en nuestra sociedad el arte ya solo tenga relación con los objetos y no con los individuos o la vida; y también que el arte sea un dominio especializado, el dominio de los expertos que son artistas. Pero ¿no podría la vida de cualquier individuo ser una obra de arte?" -Foucault, M.: La ética del pensamiento. Por una crítica de lo que somos (Edición y traducción de Jorge Álvarez Yagüez). Madrid, Biblioteca Nueva, 2015. Pg 353.

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En la inmensidad de la finca -del Campo con mayúsculas-, de la inabarcabilidad de las tareas, del trabajo infinito... se genera un aislamiento y, a la vez, comunidad: con las plantas los animales el agua...-.  No hay nada de artístico allí, poca intervención humana, pero, en el contexto de mi vida, aporta una dimensión estética... Porque yo no debiera estar ahí -es también mi pequeña resistencia-. Yo no debería estar ahí, debería estar produciendo, diseñando, invirtiendo, amasando fortunas, viajando, consumiendo... En lugar de bregar con las ovejas, la leña, las jaras... Durante ese tiempo estoy lejos de los engreídos y estirados ingenieros. Me siento más humano y considero que le da intensidad a la novela.

 

Hace unos días terminé de leer "Oposición" de Sara Mesa. En cierta manera, me sentí identificado. No es muy común pero, en ocasiones, me ha ocurrido que uno está en un buen trabajo sin mucho que hacer... Y acaba siendo bastante incómodo, porque puede que no haya mucho que hacer, pero hay que estar ahí. Y, además, hay que aparentar que se está haciendo algo... para que no se rompa la ficción y acabemos todos en la cola del paro, o nos muevan de posición. La verdad que, cuando me ha ocurrido, siempre he acabado buscando otra cosa... el aburrimiento te acaba llevando a mover el curriculum. Además, en la empresa privada, cuando ocurren estas situaciones, es porque se avecinan cambios -y no para bien-.
Hace unos meses hubo un ataque informático a la compañía para la que trabajo y, de golpe y porrazo, no podíamos hacer nada... Pero había que estar ahí. Hay verdaderos maestros del escaqueo para los que no supone ningún problema... Yo, lo llevo bastante mal. Por suerte, entre lo que me quedaba pendiente y absorbiendo el escaqueo de mis compis, pude seguir trabajando sin necesidad de simular. 
Resulta difícil aprovechar ese tiempo para otras cosas. Porque hay que estar ahí, aunque sea perdiendo el tiempo. Yo teletrabajo pero, da igual, porque hay que estar pendiente de un montón de comunicaciones que llegan por un montón de canales. Simular es también un trabajo... Hay que mantener la confianza: con el cliente, los jefes, los compañeros... Creo que nunca había estado en un trabajo donde la necesidad de simular fuera tanta, donde la ineficiencia en la organización del trabajo fuera tan desastrosa y donde la implicación fuera tan baja. Quizá es algo común en el ámbito de la consultoría.

"A estas alturas, debía saber que yo no hacía nada. Sin embargo, hablaba de mí como si estuviera ocupadísima. A los funcionarios de otros departamentos les decía: menos mal que vino, yo es que no doy abasto..." - Sara Mesa: Oposición.

El síntoma mas notorio debe ser ese: tener que estar siempre  justificándose, hablando bien de ti mismo, hablando mal de los "otros" y lisonjeando a tus compañeros... Resulta imposible hacer autocrítica cuando sabes que no estás haciendo nada y que romper la simulación solo te puede llevar a un lugar peor.

En el campo siempre hay muchas cosas que hacer, por eso que hay que fijar pequeños objetivos, que sabes que acabarán atrayendo más trabajo... Así que, hay que terminar poniéndose límites... Bien mirado, en las empresas pasa un poco lo mismo: en cuanto uno empieza a sacar trabajo le acaba cayendo más trabajo y hay que marcarse límites, o delegar en los demás -que para eso es una empresa-. En el campo no es tan fácil delegar. Si delegas ya no es Campo, entonces se convierte en un negocio, en una explotación agroganadera, una empresa... un oficio.

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Hace unos días se graduó la mayor de mis hijas -el año que viene comienza el insti-. Estuvo muy interesante el acto. Pudimos escuchar el relato de profes, dirección, autoridades locales, madres, padres... Cada uno de los agentes tenía su propia visión de cómo había sido el proyecto de formación de esos preadolescentes que finalizaban su etapa de juego, diversión, aprendizaje, socialización en el cole y parecían ser lanzados ahora, sin anestesia, al mundo adulto: al mundo del trabajo y las profesiones. Era una "lucha por el relato" en la que no ganó nadie, porque solo interesaba a los propios agentes implicados.
El relato de lxs niñxs resultaba más difícil de descifrar: no tenían que justificar nada, estaban allí porque les habíamos mandado. Sin embargo se les veía felices, se acordaban de sus excursiones, de las cosas que les habían hecho gracia, también eran protagonistas y hacían tonterías.
 
Una ministra dijo hace tiempo que los hijos no son de sus padres... son también del Estado, de las empresas, del sistema educativo, las administraciones, las pantallas, las marcas... Pero, afortunadamente, las niñas y niños todavía podían seguir jugando y riéndose de la ministra, las autoridades, maestros, dirección y de todos los allí presentes.
 
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Me ha resultado muy interesante leer estos meses a Foucault y Agamben. Porque todas las ideas focaultianas dan buena cuenta del proceso de formación de las niñas, de sus cuerpos, identidades... Y todo el control biológico y conductual al que los sometemos: checkeos médicos, educación física, horarios, hábitos alimenticios y saludables, pautas de descanso, pautas de comportamiento, identidad de género, sexualidad, higiene... Sí, en los preadolescentes ya empiezan a ser notorios los rasgos familiares y sociales. El control, la disciplina, la recompensa y el castigo han hecho su trabajo. En este sentido me resultó gracioso e inquietante que mi hija se disfrazara como yo, como si deseara tener un oficio similar al mío... sea lo que quiera que sea mi oficio.  
Lxs niñxs estaban en el escenario iluminado, nosotros podíamos verles, pero ellxs a nosotros no. Por eso se esforzaban en sus representaciones, trataban de hacerlo lo mejor posible y nosotros nos sentíamos poderosos porque teníamos el control sobre aquellas medianas criaturas.
Pero me ha resultado más interesante cómo Agamben enlaza las ideas de biopoder y control con la ley, los Estados... Todas esas estructuras estaban también presentes en ese acto. El alcalde, el director... revestidos de poder soberano, aunque solo sea durante el ejercido de su legislatura. No tienen el alcance y las consecuencias de un Estado, pero sí cierta influencia para establecer el adentro y el afuera, los favorables y los bandidos, lo que está bien y lo que no es tolerable...

Y mientras miraba a lxs despreocupadxs chavalxs, me dio un poco de miedo y asco el mundo al que les estábamos lanzando a trabajar para... Allí no se atisbaba dimensión estética, ni papel sin cuadrícula donde escribir la novela.

lunes, 5 de mayo de 2025

Control, poder soberano y resistencia

Las formas de ejercer poder sufren oscilaciones y se adaptan a las diferentes épocas y escalas. Hay formas de control que se consideran superadas pero, en mi pueblo, por ejemplo, el poder político sigue utilizando las formas disciplinarias, la censura y el control del pensamiento. Es fácil de observar en las redes sociales: existe cierta libertad y, algunas personas, expresan su opinión públicamente en contra del poder soberano. Pero esas personas pasan a ser identificadas con la oposición y la derecha. Pueden hacer vida en el pueblo, pero quedan excluidas de los favores que se reparten desde lo público: contratos de obras, trabajos temporales, favores urbanísticos... Sirven de casos ejemplarizantes y fijan el modelo de lo que no se debe hacer. 

Ya lo he comentado en otros posts: existe una curiosa inversión de roles entre los que se hacen llamar de izquierdas y de derechas -las izquierdas buscan conservarse en el poder y las derechas se han vuelto revolucionarias-. Aunque cada vez la distinción es menor entre entre unas y otras, incluso en la vestimenta, los gustos o la supuesta ideología. En ambos casos son conservadores en lo moral y liberales en lo económico. Me preguntaba si también fue así con anteriores gobiernos? Y entiendo que sí, porque en Extremadura se pasó del franquismo al gobierno del PSOE, sin anestesia. Así que las disciplinas de partido, el control de la opinión, el liderazgo... son cosas que se heredaron desde el régimen, pero ahora ejercidas por el otro bando: los liberales progresistas.

El partido extiende sus garras por todas las instituciones públicas y trata de mantenerlas bajo control: la sanidad, el colegio, las asociaciones, la mancomunidad... Estableciendo una suerte de mafia donde ir colocando personas afines... Da todo bastante asco, la verdad.

Hace poco tuve un pequeño desencuentro con este sistema de control popular. Porque soy parte de la AMPA y, como asociación, compartimos una petición anónima para que hicieran unas mejoras en un parque infantil. A las pocas horas ya tenía unos mensajes de Whatssap de alguien del Ayuntamiento diciéndome que si habíamos presentado alguna petición en el mismo Ayuntamiento. Yo tampoco soy muy avispado, pero me di cuenta que dentro de la asociación ya había gente a la que le habían llamado la atención desde el mismo sitio -y yo no voy a comprometer a ningún compañero-. Al poco tiempo, desde la dirección del cole -también afín al partido- nos hicieron una jugarreta, silenciando y ocultando una actividad que habíamos financiado como asociación. No me sentó mal -yo no soy la AMPA, solo soy una parte-, pero me dio coraje. Porque toda esta gente del PSOE se las da de progres, juveniles y demócratas pero, cualquier iniciativa que parte de la gente, les molesta. Porque llevamos más de 40 años de "democracia" y están acostumbrados a tener ellos el poder toda la vida y hacer lo que les da la gana sin dialogar ni negociar con nadie, únicamente asumiendo como verdad un extraño ideario e intereses personales, que distan muchos de estar alineados con el bien común.

De aquellos lodos, estos barros -solemos decir-. También que no hubo una tal transición: Nos acostamos en dictadura y nos levantamos demócratas. Pero nuestra democracia representativa es muy limitada. Se limita a elegir quién quieres que te mande, pero ni por asomo se plantea que la población participe del gobierno. Y, si hay algún avance en libertades, es porque el control de masas lo demanda: porque resulta más rentable mantener entretenido y despistado al personal que invertir en mecanismos de control -que además generan malestar-.
Como decía Foucault: donde hay poder hay resistencia. Y la resistencia es una tarea infinita que busca construir, que busca el cambio, frente al poder -que solo desea perpetuarse y crecer-.

lunes, 10 de marzo de 2025

El éxito profesional y la familia

El ayuntamiento introdujo algunas novedades en la organización del día de la mujer. Habían elegido a una chica de éxito para homenajear en la celebración de ese día: una arquitecta que, trabajando duro, con esfuerzo y sacrificio, está consiguiendo levantar una carrera profesional desde el pueblo.
Carmen -la homenajeada- preparó un discurso bien interesante: desde la experiencia personal, relatando las dificultades específicas y prejuicios que debe soportar una mujer para desempeñarse laboralmente en un ambiente copado por hombres. Fue un relato sobrio, sincero, fresco, realista... un relato de superación personal.

En mi ámbito profesional hay pocas mujeres. Aunque pareciera que los hombres cada vez nos implicamos más en la crianza y las tareas del hogar, si me preguntaran sobre mis compis -o yo mismo-, diría que el grueso de esas tareas sigue bajo el mando y liderazgo de las mujeres. Y, oye, hay personas muy sacrificadas y vitales que pueden con todo eso y más. Pero la cosa es que tampoco hace falta sufrir -o ser SuperWoman-. Vivimos en una sociedad hedonista e individualista, una sociedad en la que el ocio por el ocio es también una actividad de consumo y, por tanto, productiva... Vivimos en un futuro donde las máquinas y la IA trabajan por nosotros... ¡Alexa! Lleva a las niñas al cole!

Dejando a un lado la ironía: ni la IA es tan inteligente, ni los avances tecnológicos han conseguido liberarnos de trabajar para otros. El trabajo remunerado nos sigue exigiendo sacrificar el trabajo en nosotros mismos y los cuidados de los que nos rodean. Hay algo perverso e insatisfactorio en esa lógica:
Hace unos días escuchaba un podcast de unas mujeres entradas en los 40s que hablaban de lo difícil que resulta tener hijos a partir de esa edad. Una edad en la que ya disponemos de cierta estabilidad y se nos ocurre que, quizá, podríamos dedicar parte de nuestro tiempo a nosotros mismos, más allá del binomio ocio-profesión. En la meseta de nuestra vida, comenzamos a cuestionarnos el valor de la carrera profesional y lo denigrante que pudiera parecernos realizar las tareas del hogar: sí, preparar puré, cambiar pañales, jugar... es un trabajo pesado, si son los niños de otros pero, quizá, pueda ser una tarea satisfactoria si se trata de tu familia. Fregar los platos, hacer pequeñas reparaciones en la casa, cocinar... también nos puede hacer sentir orgullosos. Quizá, en esta edad donde vemos envejecer a nuestros padres y aparecer nuevas generaciones, tomamos consciencia de que la carrera profesional no tiene fin, pero la vida sí. Y eso no quiere decir que haya que lanzarse a procrear, pero quizá sí que nos lleva a fantasear con trascender más allá del trabajo por cuenta ajena -o autónomo-.

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Como broche final habló el alcalde del pueblo -se trataba de un acto organizado por el Ayuntamiento-. Desde las instituciones es común hacer referencia al progresismo y la democracia, como bienes en sí mismos, generadores de riqueza, libertad, igualdad... En este caso, Progresismo y Democracia, habían conseguido que no sean solo los hombres quienes tengan éxito profesional -ahora, las mujeres también pueden llegar a lo más alto-. Por fin los hogares han quedado vacíos y todxs podemos entregarnos a la productividad y el ocio.
Sí, desde el punto de vista de nuestras instituciones, y también desde el del tejido económico y empresarial, la homenajeada era un innegable caso de éxito. 

Pero vivimos en un pueblo y sabemos que, al lado de la arquitecta, hay otras dos hermanas con titulación universitaria, unos abnegados padres y una familia extensa que ha dado soporte para configurarlas como punta de la lanza. Seguro que su familia está muy orgullosa de ellas: han conseguido grandes cosas.
Ese estar orgullosas las madres y abuelas se repitió varias veces -yo tenía a mi padre al lado y no dejaba de decir que el padre también estaría orgulloso-. Y para estar orgulloso de algo, hay que participar de ese algo. Pero las instituciones, el tejido económico y empresarial, Libertad y Democracia no serían jamás capaces de reconocer a una entidad  rancia, comunal y obsoleta como la familia ningún éxito. Todo éxito debe ser personal e individual. Aún a sabiendas de que la familia es, a día de hoy, el principal mecanismo de reproducción de la mano obra... De ahí esa ambigua relación entre instituciones y familia: por un lado se exalta el éxito personal -para desactivar cualquier capacidad política- pero, a la vez, se siguen sosteniendo y apoyando los servicios -sanidad, educación...- y privilegios de la la familia -herencia, protección legal...- para mantenerla viva como unidad biológica de reproducción y pieza básica de la estratificación social.

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La familia ha quedado excluida del relato y el imaginario de las clases medias y bajas como actor social. En los 80s, 90s abundaban las series y películas de familias más o menos extensas que tenían un papel en su comunidad: Farmacia de guardia, El príncipe de Bel-Air, Médico de familia, Los Simpson... Pero pareciera que, finalmente, haya triunfado el relato de series como Friends: donde un conjunto de profesionales aparecen en el escenario de una gran ciudad y sólo dependen de su trabajo para seguir adelante. Como si el Estado y las empresas privadas proveyeran de todo a quien tiene ambición y ganas de trabajar... Extraño relato para un mundo plagado de desigualdades. Donde sabemos que hay que nacer en unas circunstancias muy concretas solo para tener la oportunidad de acercarse a la puerta del ascensor social. Cuando, además, el tiempo de vida durante el cual podemos desenvolvernos sin cuidados es relativamente breve.

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María, la hermana mayor de Carmen, se plantó en medio del escenario y, ante un auditorio prácticamente lleno, interpretó la emotiva canción "Mujer de las mil batallas". Y considero que hay que ser muy valiente para hacer algo así. Sobre todo alguien que no es una profesional de la canción. Valiente, hábil y exigente: porque lo hizo tremendamente bien.
Sí, también son importantes las cualidades individuales y el empeño personal para el éxito -no pretendo desmerecer a nadie-.

domingo, 2 de marzo de 2025

44: la espiral del tiempo

Otra vez he comenzado a leer  "La Voluntad" de Azorín. No sé... me entraron ganas después de haber estado estudiando la historia de las ideas políticas en España durante los últimos siglos. -Voy a releerlo ahora que estoy en contexto, antes de que se me olvide todo -Me dije-. Ha sido un libro que siempre me ha atraído y, al revisitarlo, he recordado porqué. No era por el ritmo trepidante de la acción -todo lo contrario-, ni por las ideas expuestas -aunque pueda tener su emoción situarlas en los diferentes pensadores de todas las épocas-. Es por el ritmo -pausado-, la sonoridad, la forma de escribir, las descripciones detalladas... Te traslada al ambiente de pueblo de la época -como irte a Hontanaya fuera de las fechas de fiesta- y te hace consciente de la cantidad de ruido y aceleración en que vivimos sumidos hoy día.

Lo leí por primera vez en el insti, como representante de la generación del 98, de ese espíritu melancólico que abrazó el país después de perder sus últimas colonias... Todo estaba mal entonces y había que regenerar la política. No podía continuar el sistema corrupto de progresistas y conservadores -pero todos liberales- alternándose en el poder. No ha cambiado mucho la cosa en los últimos 120 años -quizá sólo el control de masas se haya tecnificado y biologizado más; el liberalismo se ha puesto el traje de la ciencia-.
También lo leí por su peculiar forma de escribir y enlazar las frases, ideas, descripciones... Con un sistema de puntuación que siempre me resultó atractivo, que siempre he intentado imitar.

El libro se mantiene vital, fresco y lozano, aunque las páginas amarilleen un poco. Es una edición de 1989... En aquel entonces Internet no era una cosa de masas -la lectura, sí-. Sin embargo, Internet, ha envejecido peor... se descompone, está permanentemente mutando, se expande y contrae, buscando su lugar en el mundo. Los sitios en que nos divertíamos de jóvenes han desaparecido: Messenger, Tuenti, foros... Otros han sido abandonados: Blogger, páginas webs que nadie actualiza... Y muchos van desapareciendo sin más -en cuanto se deja de pagar el dominio-. Es verdad que tampoco hace falta conservar tanto contenido.
Yo soy muy de guardar, lo guardo todo en local, e mis discos duros... también copias de este blog. No me fío de lo efímero de internet, ni de la nube, ni de las grandes compañías derrochando recursos para almacenarlo todo. También guardo trozos de muebles viejos, maderas, hierros... por si alguna vez tengo tiempo y hago algo con ellos. A veces sí los reutilizo: para arreglar un armario, hacer una estantería... Antes de la era del plástico y los circuitos integrados las cosas se podían -y debían- arreglar.
Los textos no los reutilizo. Sólo, en ocasiones, desarrollo algunas ideas que voy anotando en Facebook. Facebook es mi bloc de notas -y fotos-. Supongo que me he adaptado al paradigma del internet 2.0 y sólo consumo lo nuevo... lo viejo tiene que ser reeditado, remozado...
La edición que estoy leyendo de "La Voluntad" está llena de anotaciones, para facilitar la comprensión sin tener que salir constantemente a buscar en el diccionario o la enciclopedia -porque hace un montón de referencias a hechos de la época, que ya solo importan a los historiadores-. En eso se ha quedado viejo: porque, con el móvil y Alexa siempre al alcance, es muy fácil consultar -y la anotación distrae-.

Hace unas semanas, un amigo se encontró con un sitio "antiguo" del pueblo. Y fue ilusionante y gracioso. Era como retroceder unos años atrás. Como descubrir un álbum de fotos olvidado. El sitio web no era tan viejo...
Antiguo o viejo soy yo -que ya le he dado la vuelta al jamón-. Que estoy en una etapa estable de mi vida. Quizá todavía aspiro a más, pero más de lo mismo: más dinero, más tiempo libre... menos trabajo, pero donde estoy. Para leer más con mis hijas -y solo-, escribir más, ver películas, cortar más leña, criar más ovejas, gallinas, cuidar un huerto, cocinar, hacer fiestas con los amigos, yacer con mi mujer, viajar... Quizá cuando era más joven la vida se presentaba llena de posibilidades y caminos por explorar: ser funcionario, intentar ser escritor, medrar en el trabajo -llegar a lo más alto-, comprar una casa en algún sitio... Un tanto estresante tanta posibilidad mientras, además, debes seguir lidiando con la vida.

Estas últimas semanas he vuelto ha escuchar insistentemente Corcobado. Su música ha envejecido bien -o quizá sólo ha envejecido más o menos acompasada conmigo-. Es como echar la vista atrás, a las emociones que me inundaban en el pasado, pero con cierta condescendencia y nostalgia...

¿Por qué estoy tan triste teniéndolo todo?
Vivo sin mañana sangrando palabras
Ya no sé quién soy ni adónde voy

¿Por qué estoy tan triste teniéndolo todo?
Yo no sé por qué he nacido así
Soy una infección de contradicción

Y no tengo alergia a la alegría
Sólo tengo alergia a la hipocresía
Fragmento de "¿Por qué estoy tan triste? de Javier Corcobado

Siempre he pensado que he estado dando tumbos: de un trabajo a otro, de una ciudad a otra... Pero ahora me aparece todo una espiral: una vuelta a las cosas que siempre he amado -enriquecidas con esos garbeos por las periferias-.



sábado, 18 de enero de 2025

De La Sustancia, cyborgs y el inexorable paso del tiempo

Me descargué La Sustancia, porque no conseguía verla en el cine. Es una película que no deja indiferente a los que tenemos una edad. Demi Moore fue un mito erótico durante los años de mi adolescencia. En la peli hace el papel de una mujer de 50 -aunque tiene ya más de 60- y sigue estando muy bien "para su edad".
El paso del tiempo cambia los cuerpos, los hace menos deseables a la vista. Yo miro fotos de mi juventud y me cuesta identificarme con esa figura tan delgada y esbelta. Pero la mediana edad tenemos derecho a seguir existiendo -y deseando-, tenemos nuestro nicho de mercado. Aunque nos toque afanarnos en las cosas aburridas y sórdidas de la sociedad: la vivienda, el capital, las compras, el trabajo... Para que los cuerpos jóvenes puedan gozar y sentirse atraídos por un sistema mundo que luego tendrán que sostener -que paguen nuestras pensiones-.
Una de las ideas que subyace en la película es el sacrificio de la edad madura. Un sacrificio con el "aliciente" de observar el crecimiento, éxito, pericia y exuberancia de la juventud. Empezamos pensando que somos partícipes de su desarrollo y éxito: la disciplinamos, formamos, llevamos a actividades extraescolares... pero pronto nos damos cuenta que tienen vida propia -que no somos uno-, que sus intereses no son los nuestros o que, incluso, se contraponen -se alimenta de nosotros-. La juventud nos atrae y nos da miedo: porque somos plenamente conscientes de la finitud del cuerpo mientras ella se desenvuelve con arrogante y despreocupada vitalidad.

La Substancia plantea una fantasía química que soluciona el problema de la vejez desde un desdoblarse: como tener una hija pero sin el trauma de la crianza. Y nos estábamos acostumbrando a que el cine abordara el tema desde el cyborg: introduciendo mejoras en nuestro cuerpo a base de tecnología robótica. Como ocurre en Alita: Ángel de combate. Porque es algo que nos resulta más intuitivo y razonable -la magia y la alquimia son cosa de otras épocas o excentricidades de ricos-. Ahora tenemos un montón de gadgets para ir reemplazando lo que se nos va rompiendo: gafas, audífonos, prótesis... O intervenciones quirúrgicas para disimular el paso de la edad. Y, aunque no están integrados en nuestro cuerpo, utilizamos herramientas y aparatos casi para cada interacción con la naturaleza y el resto de humanos: coches, móviles, ordenadores, patinetes...
El móvil es ya una extensión imprescindible de nosotros mismos. Mucho más que un pasatiempo. Es una herramienta de trabajo, el medio para mantener relaciones sociales, para realizar trámites burocráticos, vigilar la salud, identificarnos, orientarnos... Y, en una sociedad donde todo es competencia por la atención y notoriedad, quien tiene las mejores herramientas puede desenvolverse con mayor éxito y eficacia. La herramienta nos transforma, nos da poder... como si tuviéramos un cuerpo joven con la experiencia de la madurez.

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La piel cambia. En la vejez se ve fina y delicada. Miraba las manos de mi padre -ahora miro obsesivamente las manos-, que siempre han sido fuertes, hábiles y decididas... Pero el paso del tiempo no cesa en su erosión... No hay tanta diferencia ente él y yo... Veintitantos años pasan volando y la fragilidad acecha a todos.
A los líderes mundiales parece que no. Están a tope, a pesar de la edad: Trump tiene 78 tacos -los mismos que David Lynch, que falleció estos días-.
El tiempo es finito, pero invertimos ingente esfuerzo e en cosas que no nos satisfacen. En cosas que incluso nos resultan desagradables: sacando adelante el trabajo de otros, explotando a otros...
Si viviésemos más años siendo jóvenes ¿Aprovecharíamos mejor  el tiempo? O ¿Lo invertiríamos en lo mismo? Porque, al final, esa es la aspiración de Demi Moore en la Sustancia: empezar de nuevo, seguir en lo mismo pero en un cuerpo joven, subir más alto, envuelta en una capa de deseo y voluptuosidad.

domingo, 5 de enero de 2025

El trabajador en potencia y el perfect flow

Llevo más de 2 años trabajando en una empresa de consultoría informática. Estos días también me encontraba leyendo sobre las diferentes corrientes políticas españolas en la modernidad. Y, llegando al socialismo, se me antojó imposible la materialización de las ideas marxistas que se exponían acerca de la emancipación de los trabajadores, la toma de los medios de producción o la dictadura del proletariado. Sería una absoluta marcianada plantear un discurso así en mi ambiente laboral: un ambiente dirigido por el deseo, lo aspiracional, la apariencia, el marketing y donde la producción es algo absolutamente irrelevante -un residuo de lo verdaderamente importante, que es la facturación a cliente-.

La consultoría es un ambiente muy individualista donde, además, no es nada fácil identificar el producto del trabajo -¿Cómo vas a desear apropiarte de algo que no ves o te es totalmente ajeno? Sí, ves el dinero en tu cuenta y podrías querer facturar tú, como individuo, directamente a la segunda empresa, o la tercera... El producto aparece difuminado detrás de la maraña especulativa del tráfico de mano de obra.
En la consultora para la que trabajo se venden equipos -para que los trabajadores sintamos algún tipo de vínculo entre nosotros-. Pero, en el día a día, somos un grupo de trabajadores externos en otra empresa, con condiciones diferentes y sometidos a sus reglas. El trabajo desempeñado se mide en horas facturadas. No importa el rendimiento. 

Quizá sería más preciso llamarlas empresas de trabajo temporal (ETTs) o empresas de recursos humanos pero, en el campo de juego del deseo y el mercado, consultoría suena mucho más atractivo. La especialización es poca: los proyectos son a corto plazo, un año se trabaja para una empresa y al siguiente puede que para otra. Así que nadie es experto en nada, aunque sí se llega a adquirir cierta habilidad y conocimiento en el manejo de herramientas genéricas y formas de trabajar estándar.
Al no existir una vinculación o un conocimiento profundo del producto... el trabajador es una especie de continuo estudiante que picotea de aquí y de allá, sin focalizarse ni responsabilizarse de nada. Lo importante es tener un buen portfolio de herramientas que conoce, con las que podría ser un candidato a trabajador -siempre como trabajador en potencia, nunca en acto-.

El consultor es un Chat GPT, un Gemini, una IA: tiene respuestas para todo. El buen consultor siempre parece saber de todo, es el cuñadismo hecho profesión.
El consultor es un trabajador infantilizado, que solo aspira a insertarse en el mercado como objeto de deseo, como anuncio comercial de infinitas posibilidades. El trabajo mismo le resulta algo misterioso, incompresible, etéreo, temporal... Lo toma como una posibilidad de promocionarse y adularse a sí mismo. La mayoría de mis compañeros parecen más preocupados por hablar de lo que hacen y decirlo ante las personas indicadas que por entregar algo de calidad. Así que se necesitan un montón de herramientas de control: dailies, metodologías ágiles, product owners, scrum masters, project managers, revisiones de código, tests automáticos... Trabajo burocratizado y enajenado.   

Vivimos en sociedades líquidas. Y el consultor es el resultado de los nuevos mecanismos de deseo, acumulación de capital, adaptación continua... Es quizá el trabajador que mejor encaja en los tiempos actuales, el único superviviente a la siguiente crisis que siempre amenaza con venirse encima, el que está al día en las últimas tendencias del mercado... El poseedor del Perfect flow.