En nuestro post anterior, vimos como ha ocurrido una especialización -cercamiento-, en áreas
muy concretas de la fotografía. Estas áreas se han delimitado en
el plano de las temáticas -y sus técnicas y tecnologías asociadas-
pero también en el ámbito de los profesionales y aficionados.
“En
el terreno de la Estética podríamos, a su vez, pensar en los
cercamientos que convirtieron los campos de labor comunales de la
sensibilidad estética premoderna en los pastos académicos y los
cotos de caza en los que ha medrado el arte desde el romanticismo
hasta la postmodernidad, plácidos pastos y cotos de donde –huelga
decirlo– han desaparecido las competencias instituyentes, y donde
sólo a unos pocos se les permite ser productivos.”1
Estas
áreas delimitadas, además, se ven atravesadas por una confluencia
hacia una cierta realidad ideal, que aproxima las imágenes
fotográficas con las creadas enteramente por ordenador.
Ahora
veremos como esta confluencia hacia una realidad ideal tiene
diferentes efectos en las diferentes áreas de especialización de la
fotografía, y en ese cajón de sastre en que se han convertido las
redes sociales e internet -entendido como el conjunto de
informaciones al que acudimos a resolver nuestras dudas-.
Siempre
había tenido cámara de fotos -de carrete y después digital-. Me
gustaba utilizarlas, enseñar las fotos, comentarlas con amigos y
familiares. Con la fotografía digital cambiaron un poco las
costumbres: había que proyectar las fotos en una televisión u
ordenador y, en lugar de seleccionar copias, se grababan todas en un
CD y se pasaban al interesado. Con las redes sociales se produjo un
giro de tuerca más: ahora sí que era fácil compartir y comentar
fotografías.
Así que, muchos
nos lanzamos de lleno al proyecto de volcado de la realidad en el
mundo digital. Para rellenar ese inmenso espacio vacío con vivencias
y contenidos.
El
retrato -y sobre todo el autoretrato- resultan imprescindibles en
este medio. Hay que dotarse de una identidad: en cualquier avatar de
red social, en foros especializados, cursos virtuales, currículums…
Dependiendo de la red a la que vaya destinada la fotografía, puede
moverse en la faceta de lo pictórico o de lo documental.
Utilizamos
fotografías en las que nos vemos favorecidos, o
en las que causamos una impresión acorde al contexto, igual que cuando
salimos a la calle nos arreglamos -aunque solo sea mínimamente-. La foto nos
confiere realidad, es la prueba de que si coincidimos en el
espacio-tiempo con otros habitantes de la red podremos reconocernos -por muy peregrinas y absurdos que puedan resultar nuestras opiniones
y comentarios en el mundo virtual-.
El
que, con las primeras cámaras digitales, las fotografías pasaran
directamente al ordenador, facilitó mucho el proceso de asociar
nuestra identidad virtual a una foto real: el mismo dispositivo en que
almacenábamos nuestras fotografías era el que utilizábamos para
comunicarnos. Y la tendencia ha seguido en esa dirección: hoy día,
cualquier aparato de comunicación lleva una cámara de fotos
integrada -y un sistema de posicionamiento y diversas herramientas de
control-.
Otra
consecuencia de que nuestras fotografías se encontraran en el
ordenador fue que: estaban directamente accesibles para un número cada
vez mayor de herramientas de retoque fotográfico y creación de
imágenes. Muchas de estas herramientas se utilizan tanto para
retoque como para creación, así que, la convergencia que hemos visto
antes, no solo ocurre en el plano estético, sino también en un
planto técnico. Actualmente, en aparatos electrónicos que no
disponen de la versatilidad y potencia de los ordenadores, es
habitual que existan aplicaciones que se encargan de aplicar los
retoques más populares a nuestras fotos, sin la necesidad de tener
que manejar complicadas herramientas.
Esto
ha hecho del retoque fotográfico casi una norma y que, la mayoría
de fotografías que utilizamos en nuestras redes, tengan algún tipo
de alteración.
Así
que, aunque el retoque fotográfico existe desde el inicio de la
fotografía, ahora está al alcance de un abanico muy amplio de
población. No es necesario ser artista dadaísta, o poseer un taller
de revelado, cualquiera puede crear un “meme”2
potencialmente gracioso y viral con el amplio catálogo de imágenes
de internet, y un poco de imaginación. Todos podemos convertirnos en
proveedores de contenidos y ser mundialmente conocidos... aunque, en
la práctica, toda esa actividad quede reducida a círculos más o
menos estrechos.
Esta
alteración sistemática de la fotografía no ocurre solo en el
retrato, sino también en otras áreas. En fotografía de monumentos
y edificios es común utilizar el HDR para eliminar los molestos
efectos de un excesivo contraste entre claros y oscuros. En fotos de
naturaleza también es muy habitual recurrir a retoques fotográficos,
después de todo, estamos acostumbrados a las imágenes de plantas y
animales dibujadas a mano alzada por zoólogos y botánicos. En
noticias de prensa se usan montajes para poner juntos personajes que
se desea relacionar argumentalmente -normalmente, si se obra de buena
fe, son montajes burdos para dejar claro que la imagen es una
superposición y que la relación es argumental-.
Luego
están las imágenes de las carteleras de películas, que
prácticamente constituyen un género en sí mismas, donde sí que
se emplean técnicas muy sofisticadas para dotar a las imágenes de
un gran impacto -imágenes que mezclan fantasía y realidad sin
ningún tipo de pudor-.
En
la publicidad ocurre algo similar a las imágenes creadas para el
cine ya que, en el fondo, la finalidad es muy similar en los dos ámbitos:
captar la atención de los potenciales consumidores y convencerlos de
que compren su producto.
Los
publicistas se ven así forzados a afilar sus herramientas para captar la
atención de un público cada vez más disperso.
Somos
constantemente bombardeados por imágenes de todo tipo: fotografías
tomadas de forma instantánea con teléfonos móviles, imágenes
históricas, de fotógrafos aficionados o profesionales, procesadas,
retocadas, borrosas, difusas, producidas con diferentes técnicas y
herramientas de diseño…
Imágenes
de publicidad, historias personales, chistes gráficos, noticias
reales, noticias falsas… todo se mezcla en internet y las redes
sociales, todo se muestra en las pantallas de nuestros ordenadores y
teléfonos móviles. Hemos aprendido a orientarnos en este aparente
caos, identificamos rápidamente a qué categoría pertenece cada
imagen, cada texto.
En
cierta medida, todos somos conscientes de que la mayoría de imágenes
que se nos presentan hoy día en los medios han sufrido algún tipo
de procesado. No es solo que se hayan tomado en el momento oportuno:
justo cuando la luz es menos dura, el momento justo del salto… Pero
no nos importan mucho los detalles, ¿Cómo consiguieron llegar a ese
resultado? Intuimos que la teoría y la práctica detrás de todo
eso pueden ser excesivamente complejas y preferimos no complicarnos la
vida. Aceptamos ese grado de fantasía, en lo que nos presentan, como
la captura de un instante real.
Convivimos
con esas imágenes que tienen algo de misterioso y mucho de
atractivo, nos acostumbramos a ellas.
“La
visión, puesta en jaque por las revelaciones de los fotógrafos,
tiende a adecuarse a las fotografías”3
Todas
las imágenes tienen mucho de artificial, pero queremos creer en su
posibilidad, en su espejismo. Las imágenes nos hacen ilusionarnos
con esos mundos y seres mágicos, casi mitológicos, que nos muestran
las fotografías retocadas y las imágenes digitales. Una experiencia
envolvente.
“Como
cada fotografía es un mero fragmento, su peso moral y emocional
depende de dónde se inserta. Una fotografía cambia según el
contexto donde se ve: así, las fotografías de Smith en Minamata
lucirán diferentes en una hoja de contactos, una galería, una
manifestación política, un archivo policial, una revista
fotográfica, una revista de noticias generales, un libro, la pared
de un salón. Cada una de estas situaciones propone un uso diferente
para las fotografías pero ninguna de ellas puede asegurar su
significado. Con cada fotografía ocurre lo que Wittgenstein
argumentaba sobre las palabras: su significado es el uso. Y por eso
mismo la presencia y proliferación de todas las fotografías
contribuye a la erosión de la noción misma de significado, a esa
partición de la verdad en verdades relativas que la conciencia
liberal moderna da por sentada.”4
Pero,
con internet, nos encontramos con que todo es susceptible de aparecer
fuera de contexto, en el contexto de las pantallas. Todo es
susceptible de mezclarse: en los resultados de un buscador, en la
línea de tiempo de redes sociales...
Con
esta profusión de imágenes se constituye esa realidad ideal a la
que hemos aludido antes. Una realidad que, al estar controlada y
dirigida por intereses de mercado, de entrada, es mentirosa: idolatra
la tecnología -es el avance tecnológico el que la ha hecho
posible-, edulcora la realidad -eliminando lo que molesta-, ensalza una
cierta idea de belleza antinatural-no hay más que ver la cantidad
de “Photoshop” que lleva cualquier fotografía de modelos- y unos estilos de vida y políticas del crecimiento que nos llevan en la dirección de lo social y medioambientalmente insostenible.
El Coño Insumiso en el Valle de los Caídos. Imagen de portada en el perfil de Facebook de Willy Toledo (desde el 6 julio de 2018) |
Conclusión
Si
algo tiene apariencia de fotografía tendemos a pensar que es real.
Nuestro pensamiento y nuestra práctica diaria nos dicen que con una
cámara capturas imágenes de lo que tienes delante, lo que está
pasando o posando. Así que, nos habíamos acostumbrado a que las imágenes nos dijeran qué podíamos exigir a la realidad. Pero, en el mundo
actual de las pantallas, ya ni tan siquiera tiene sentido la frase de “una imagen vale más
que mil palabras”. Necesitamos manejar el contexto, un contexto
mucho más amplio que en los orígenes de la fotografía, porque
ahora cualquier imagen puede ser inventada.
Necesitamos
algún relato que las conecte y las dote de sentido. Que las confiera
algún poder de transformación.
Quizá,
un relato como el que hace un tiempo protagonizó el actor “Willy
Toledo”, tras ser encarcelado por una denuncia de ofensa a los
sentimientos religiosos por parte de una asociación de abogados
católicos y no presentarse al juzgado5.
El
caso saltó de las redes sociales a los medios de comunicación de
masas, incluida la televisión. La ofensa la había realizado el
actor a través de su perfil de Facebook, así que, los medios se
vieron obligados a mostrar imágenes de dicho perfil. Y fue bastante
extravagante, porque la foto de portada era un fotomontaje -muy
burdo- del Valle de los Caídos, donde se había sustituido la cruz
por una enorme vulva rosada -“el coño insumiso”-. Y, además, se
mostraban por escrito los comentarios -blasfemias- que había
proferido el actor desde su perfil. En un horario de máxima
audiencia, como es el de los telediarios.
Podría
decirse que, el de Willy Toledo, es un caso de éxito: había
conseguido trascender del mundo virtual al real, para llamar la
atención sobre una serie de leyes que protegen los sentimientos de
una determinada religión -la católica- en un Estado supuestamente
aconfesional. De forma que un gran número de personas conocieran los
hechos, se forjaran una opinión y abrieran un debate.
El
tirón del caso duró apenas unos días, porque los medios
continuaron inundando todo con otras noticias. Pero lo cierto es que
el caso generó un hilo de interés que podía ser fácilmente
seguido a través de internet.
La
imagen del coño insumiso servía muy bien al relato del actor en su
cruzada contra aquellas leyes que, desde el franquismo, perduran en
el código penal español. El Valle de los caídos es un símbolo del
nacional catolicismo y, sustituir la cruz por un coño, no deja de
ser una ofensa a esos sentimientos católicos que, durante siglos,
reprimieron toda sexualidad -especialmente la femenina-.
Seguramente
no podría haber sido considerada una obra de “bellas artes”,
pero estaba inserta en un contexto, y servía a un relato que se sale
del habitual del capitalismo de consumo.
Posiblemente,
las imágenes de guerra de los fotógrafos del siglo pasado tuvieron
su efectividad: hoy día puede decirse que apenas hay guerras -en los
países occidentales-. También en este batiburrillo de posibilidades -lo disposicional- que se presenta en la nueva fotografía y los
medios de comunicación acabe surgiendo un repertorio que resulte
efectivo en lo social.
“[...]es
imprescindible que recordemos que esa repertorialidad sólo puede
darse mediada por un nivel disposicional, un nivel constituido por
las competencias y los contextos de actuación que permiten
actualizar y desplegar las formas, haciéndolas operativas.”6
Referencias
1 Claramonte, 200.
2 «Meme
de internet», Wikipedia,
la enciclopedia libre,
30 de septiembre de 2018,
https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Meme_de_internet&oldid=110952875.
3 Sontag,
Sobre
la fotografía,
144.
4 Sontag,
cap. El heroísmo de la visión.
5 «Detenido
Willy Toledo para que declare mañana ante el juez», www.efe.com,
accedido 30 de septiembre de 2018,
https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/detenido-willy-toledo-para-que-declare-manana-ante-el-juez/10004-3747458.
6 Claramonte,
La
república de los fines,
224.
Al final Willy Toledo ha sido declarado inocente. Y desde este blog nos alegramos.
ResponderEliminar"Los hechos que sentaron a Willy Toledo en el banquillo se remontan al 12 de octubre de 2015 cuando, con motivo del Día de la Hispanidad, escribió en Facebook que se cagaba “en la fiesta nacional, en el descubrimiento, en los conquistadores y hasta en la Virgen del Pilar”.
Dos años más tarde, el 5 de julio de 2017, publicó en ese mismo perfil otro comentario ante el próximo juicio que se iba a celebrar contra tres mujeres por organizar en Sevilla la procesión del “Coño insumiso”. En esa ocasión, Toledo se cagó en Dios y en el dogma de “la santidad y virginidad de la Virgen María”.
La defensa de Toledo, ejercida por el abogado Endika Zulueta, celebra que “esta vez” haya ganado “el respeto al derecho fundamental a la libertad de expresión” y carga contra la Asociación que acusó a su representado por mantener “posturas religiosas medievales”."
https://www.huffingtonpost.es/entry/confirman-la-absolucion-a-willy-toledo-por-cagarse-en-dios-y-la-virgen_es_5fb2936ec5b6a466466f533a