-El paro, la crisis... Obviamente lo
que está fallando es el Estado de Bienestar- Dijo un tipo el otro
día en la tele. Y se quedó más ancho que largo.
Ese discurso se ha grabado en la mente
de la mayoría de la gente y no importa que sean beneficiarios del
Estado de Bienestar, o capitalistas usuarios del sistema privado. La
maquinaria de los mass media ha unificado su pensamiento. En el
transcurrir de los 3 o 4 años el discurso del miedo, de la
catástrofe económica que cada día se cierne sobre nosotros, ha
minado la conciencia de la sociedad. Ahora el trabajador sólo quiere
trabajar y no importan las condiciones.
Nos han convertido en expertos en
macroeconomía: inflación, primas de riesgo, deuda de países y
comunidades autónomas... A partir de esas premisas es como se
justifican los recortes de derechos de los ciudadanos, trabajar más
y cobrar menos, pagar más impuestos y tener menos servicios. Esas
son las medidas para salir de la crisis, crear el Estado de Malestar,
el infierno en la tierra.
Por todos lados se oyen voces que
despotrican contra el funcionario medio, esos odiados seres que
tienen condiciones dignas de trabajo. -¡Que los echen!- Si no a
todos, al menos un porcentaje alto. -¡Que les obliguen a trabajar
más!- ¡Que les bajen el sueldo! Si estallase la revolución, nadie
asesinaría al empresario, al banquero o al político (bueno, al
político quizá sí). La masa enloquecida acabaría con los
servicios públicos y se los darían a un capitalista para que los
explotase de forma más eficiente, para que exprimiera a sus
trabajadores con la amenaza del despido.
Si aumentas la jornada laboral, la
consecuencia directa es la reducción de puestos de trabajo.
Si suprimes los servicios públicos
reduces puestos de trabajo.
¿O acaso un empresario va a contratar más
personal del estrictamente necesario?, ¿o se va a esforzar en cumplir
unos determinados criterios de calidad si no se los imponen desde
fuera? Sólo si hay competencia se esforzará en seducir, en
transmitir sensación de calidad.
Obviamente el paro es una lacra, pero
el discurso macroeconómico que escuchamos todos los días no tiene
la intención de acabar con él, así como tampoco tiene la intención
de generar mayor calidad de vida para los ciudadanos. El Mercado sólo
quiere crecer y no importan los medios.
Nuestros gobernantes ya no lo son, son
expertos en economía, son gestores del capital y realmente ni
siquiera tienen ideas políticas, sólo tienen un plan mejor para
gestionar la economía. Son expertos comunicadores apoyados por
grandes empresas, que se encargan de financiar la difusión de sus
mensajes.
Hubo un tiempo en que no se cansaban de
decir que, como la población era cada vez más vieja, el Estado de
Bienestar sería insostenible porque no habría suficientes
trabajadores para cotizar. Hace años que no escucho ese argumento.
Existe una crisis, pero es una crisis
de valores, de valores morales, de argumentos... En otro caso no se
entiende que la población acepte de tan buen grado recortes en sus
derechos. Por algo tan ajeno, tan etéreo, como es la crisis de los
mercados. Así como tampoco se entiende la polarización de la
población en una clase dirigente extremadamente rica que exige
sacrificios a una mayoría cada vez más pobre.
Sí, en el sistema actual existen
tremendas contradicciones, algo está fallando... pero no es el
Estado de Bienestar. Me parece correcta la posición de las clases
altas, dirigentes, capitalistas, de querer acabar con el Estado de
Bienestar y repartirse los impuestos recaudados al pueblo, acabar con
sus derechos para tener un mercado laboral más flexible. Es una
postura coherente: Igual que existe inmediatez y deslocalización en
los mercados financieros con movimientos instantáneos de grandes
sumas de dinero de un lugar a otro del mundo ¿Por qué no hacer lo
mismo con el mercado laboral?
Lo que no me parece correcto es que los
miembros, o posibles miembros de ese mercado laboral, apoyen su
modelo. Porque es un modelo en contra de las personas. Se pueden
manipular las ideas y los sentimientos de la gente, pero existe un
instinto, o una tendencia, gregaria: buscar una estabilidad, unos
vínculos sociales... Las personas aunque sean pobres, no son cosas,
no son mercancías, no son monedas y desde luego que se las puede
tratar como tales, pero no seamos tan necios de darles nuestro
consentimiento para que lo hagan.
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