La situación empezaba a ponerse fea. El petróleo no paraba de subir -decían que las reservas se estaban agotando y que ya no se invertía en una tecnología contaminante-. Justo cuando la demanda aumentaba por la incorporación de más países al mundo desarrollado. La implantación de renovables sólo había contribuido a aumentar la cantidad de energía disponible, y su consumo. La inflación subía, los salarios se estancaban. La sequía asolaba el sur de Europa y la gente abrazaba el fascismo, el negacionismo y la pseudociencia... Ya no creían que la tecnología pudiera salvarlos y volvieron a sus viejos ídolos...
¡Qué llueva! 
¡Qué llueva! 
¡La Virgen de la Cueva! 
¡Todos a Guadalupe!
| Foto del escaparate de una tienda en Guadalupe (Cáceres). Febrero de 2022 | 
En la radio, un psicólogo que vivía en una ecoaldea, decía que la 
pandemia había empeorado mucho las cosas. Que las personas sufrían de 
estrés y ansiedad: por la incertidumbre climática, por la precariedad laboral, 
por un estilo de vida individual, por el miedo al contagio... la falta 
de contacto. 
-En la aldea sólo tenemos cinco coches para todos, cuando 
alguien lo necesita lo coge. Si cada familia tiene dos o tres coches nos
 cargamos el planeta. Sí, es complejo, surgen conflictos, tenemos que 
dialogar, establecer nuestras normas... Pero compensa. Aquí nadie está 
solo. 
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Me gusta visitar estos sitios, en busca de una imagen global de nuestra época. Porque en las redes suele haber mucha mala leche y postureo. En los medios tradicionales, las peores noticias: guerra, hambre, migraciones, violencia, contaminación, toxicidad... En las películas, pura fantasía. En las series, competitividad. En los anuncios, una imagen de falso lujo y edonismo basado en el consumo... En cualquier lugar intentan venderte algo. En las conversaciones de la calle sólo se escucha el eco de los medios y las dudas técnicas del día a día para afrontar la burocracia.  
En el arte contemporáneo está todo eso y más. Porque suma ese regusto de lo que se se oculta al público: la violencia, la sangre y el sexo que transitan la individualidad desde que la humanidad se volviera un amasijo de carne tras la Primera Guerra Mundial.
| Miriam Cahn - o.f. Foto de lámina en el Museo Reina Sofía. Febrero 2022 | 
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No había pasado ni un día desde que llevamos al joven y fuerte carnero a su nuevo hogar. Cuando fuimos a ver cómo estaba, nos dimos cuenta de que ya no andaba... ¡Volaba!
Los buitres se lo habían comido. Los huesos resplandecían sobre la hierva fresca aplastada y salpicada de plumas.
Naces, creces, te peleas con otro carnero, mueres y Valhalla!
| Foto tomada en lo alto de Puerto Peña. Febrero de 2022 | 
 
 
 
 
 
 

 
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