Era una tarde cojonuda, de finales de invierno.
Los niños jugaban, se mofaban, y tiraban piedras...
Los padres bebían embrutecidos.
Las mujeres, en sus batallas de apariencias y composturas.
La Naturaleza vestida de tenues olores, modestos colores...
observaba impávida.
Y la noche se tiñó de rojo.
De pesadillas y heridas.
Orquestas de perros batiendo mandíbulas.
Las ovejas balando de miedo...
- ¡Regeneración! - Gritaban.
Mientras, pajarillos entumecidos ensayaban
la alegre canción de un nuevo día.
Sobre jaras pringosas y encinas carcomidas.