Quizá sean colegas o conocidos, no lo
sé. Todos llevan muchos años haciendo música en el territorio
nacional. Lo que los une: Ser grupos que me gustan. Son el
referente a la hora de definir mis gustos musicales. Si tuviese que
narrar mi relato estético-sonoro, estas bandas, serían el tronco a
partir del cual surgen el resto de ramas que también forman parte de mi cosmología musical.
Son grupos consolidados, con bastantes
discos a sus espaldas... aquellos que uno nunca se cansa de escuchar,
aunque tengan 20 años o más, o suene a cassette que corre mal.
Son raros, si asumimos como normal lo
que más suena en los medios de comunicación de masas, o en la
mayoría de garitos. Pero también son raros por su empeño en
experimentar, en jugar. Un ingeniero o un tecnócrata diría que son
innovadores, y entonces es cuando el arte pierde su gracia, cuando lo
sometes a la racionalidad científica. Así que, lo que hacen es
jugar, experimentar e incluso molestar, ya sea con sus letras, sus
ritmos o arritmos, mezclas o purezas, ruidos... Ciertamente, uno
tendría problemas para etiquetar la obra completa de estos
irreverentes artistas dentro de un estilo concreto.
La letra tiene un gran peso, y creo que
cantarlas, poder pronunciarlas en voz alta delante de una gran
audiencia, desgarra algo dentro de uno, esa membrana que se encarga
de contener todas aquellas apetencias e ideas que transgreden el buen
gusto: Amor, Puta, Coño, Muerte, Droga, Sexo, Dolor, Lágrimas,
Pereza, Locura, Policía, Libertad, Borracho...
Esta transgresión, e ir contra la
uniformidad, limita sus posibilidades de promoción mediante
publicidad masiva, y alcanzar, la que parece ser la meta de todo grupo
de música: Ser una gran estrella, vender millones de discos y girar
internacionalmente. Aún así, son grupos conocidos, que gozan del
respeto y reconocimiento de compañeros y público.
Quizá Extremoduro es el que tiene
mayor poder de convocatoria, capaz de reunir gente con gustos de lo
más diversos y llenar estadios con sólo poner un aviso en su web.
Como si en lo más profundo de las almas de sus seguidores existiese
un sucio monstruo latente, esperando a ser despertado con cada nuevo
disco o gira para dar rienda suelta a su instinto animal.
Corcobado, es desconcertante, con un
estilo personal elegante, pero con palabras, gritos y ruidos
desgarradores. Conoce la musicalidad y la armonía, pero con la
tendencia a destrozarlo todo, a pintarrajear por encima y molestar.
Oscuro e histriónico, profundo y sangrante. Un gran jugador con los
sonidos, las letras, las historias y los libros. Es siempre
sorprendente, aún cantando canciones de sobra conocidas
(versionando).
De Doctor Deseo, lo que siempre me ha
atraído, son sus ritmos, ese empezar a arrancar y contenerse... te
voy a poner el caramelo en la boca pero no te voy a dejar cogerlo.
Ambigüedad, lascivia y amor. Rock del norte, de Bilbao, de estética
setentera, pero tan universal como las letras de sus canciones.
Albert Plà: lo suyo es puro teatro,
diversión y descontrol... tragicomedia. Siempre provocando, haciendo
lo que no se espera de él, matando moscas con el rabo. Mezcla sin
fusión, un ente del "más allá", huyendo del territorio y el tiempo que intentan ganarlo para cualquier causa.
Quizá la peor voz, cantando desde el culo la mierda
que muchos se empeñan en camuflar.
Todos tienen su propio estilo, de lo
más original, de lo más sincero. Que brota de una cosmovisión de
ningún lugar, creando un imaginario alejado de la irrealidad y la
violencia que nos ofrece la cara lavada y maquillada del progreso
occidental. Y, es que, en su aparente irracionalidad existe la
coherencia de querer construir algo nuevo, acorde a una idea del
mundo más humana. El mundo del artista, la musicalidad, el amor al
trabajo no mecanizado, no sistematizado, no codificado... construir
desde la belleza y la estética.
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